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Documentos del Iº Congreso Unificación Comunista de España
1979

LÍNEA IDEOLÓGICA Y POLÍTICA
ÍNDICE
Introducción

4

El revisionismo es el más venenoso
enemigo de la revolución

7

Línea estratégica
I

La línea del proletariado revolucionario en la
situación de la lucha de clases a nivel mundial

25

II

Los rasgos característicos de la sociedad española

39

III

Los blancos y las tareas de la revolución en España

49

IV Las clases sociales en España.
Fuerzas principales y secundarias de la revolución

55

V

67

La presente etapa de la revolución en España.
Sus características específicas.
La República Democrática Popular

VI El orden de combate de las fuerzas del pueblo.
El Frente Único.
La Alianza del pueblo trabajador.
El Frente de Unidad Popular

73

VII Las perspectivas de la revolución en España.
El socialismo.
Las tareas del partido en la democracia popular

79

Nuestro programa de lucha

85

La lucha contra el revisionismo contemporáneo
y la reconstrucción del Partido del Proletariado

117

Estatutos

135

Sobre los afiliados

153

INTRODUCCIÓN
Publicamos aquí la Línea Ideológica y Política y los Estatutos aprobados en el I Congreso de Unificación Comunista de
España. La base de estos textos son las ponencias presentadas al Congreso por el anterior Comité de Dirección
Ampliado. El Buró Político, por encargo del nuevo Comité Central, ha recogido las modificaciones introducidas por el
Congreso y les ha dado forma definitiva.
El Congreso se ha reafirmado en las cuestiones cardinales de nuestra anterior Línea Ideológica y Política, en el
marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung como nuestra base ideológica y teórica, las cuatro contradicciones
fundamentales del mundo en nuestra época, así como los blancos, las fuerzas motrices y las tareas de la revolución en
España en la presente etapa. No obstante se han introducido importantes modificaciones determinadas por los cambios
habidos en la situación internacional y por el desarrollo a escala mundial del marxismo-leninismo-pensamiento Mao
Tse-tung, como por la revisión autocrítica de nuestra experiencia, las enseñanzas de nuestros aciertos y nuestros errores
y la mayor solidez teórica e ideológica de nuestro partido. Estas modificaciones comprenden diversas cuestiones tanto
de la Estrategia y de la Línea Ideológica como de los Estatutos y de la Reconstrucción del Partido.
En cuanto a la Línea Ideológica, se señalan con mayor precisión cuáles son las aportaciones esenciales del
pensamiento Mao Tse-tung al desarrollo del marxismo-leninismo, se ha modificado nuestra posición ante la cuestión de
Stalin y se ha abandonado la formulación de que el pensamiento Mao Tse-tung es el marxismo-leninismo de nuestra
época.
Las aportaciones esenciales del pensamiento Mao Tse-tung hacen referencia al problema central de nuestro tiempo: la
continuación de la revolución bajo las condiciones de Dictadura del Proletariado y la lucha contra el revisionismo
contemporáneo. Anteriormente tratábamos las diversas aportaciones de Mao Tse-tung al mismo nivel sin señalar
claramente qué era lo principal. Un estudio más riguroso del desarrollo teórico y político del Partido Comunista Chino,
nos ha hecho comprender mejor este problema.
Ante la cuestión de Stalin teníamos una posición confusa, no acabábamos de comprender suficientemente la relación
entre sus aciertos y sus errores y las repercusiones mundiales de estos últimos, por tanto resolvíamos el problema
planteándonos su defensa en términos de "línea de continuidad del marxismo-leninismo". También aquí un estudio más
concienzudo de la posición del pensamiento Mao Tse-tung ante este problema ha hecho que lo comprendamos mejora y
lo asumamos plenamente aunque teniéndolo siempre presente que se trata de una cuestión sumamente compleja, que no
se resolverá completamente en este siglo.
El abandono de la formulación de que el pensamiento Mao Tse-tung es el marxismo-leninismo de nuestra época viene
terminado por la confusión que esta formulación introduce. De una parte puede inducir a hacernos pensar que nuestra
época sea distinta a la que Lenin caracterizó como "La época del imperialismo agonizante y de la Revolución Proletaria
Mundial". De otro, puede inducir a relegar la imperiosa necesidad estudiar a Marx, Engels, Lenin y Stalin.
En cuanto a la situación internacional, nos hemos reafirmado en la orientación que ya venía siguiendo el partido, la
orientación que para todo el movimiento marxista-leninista mundial señala la Teoría de los Tres Mundos formulada por
Mao Tse-tung.
La importancia decisiva de la Teoría de los Tres Mundos como la línea de clase del proletariado revolucionario en la
lucha internacional y la necesidad para todo partido marxista-leninista, de partir de ella al trazarse los objetivos y las
tareas en su propio país, es una posición firmemente adoptada por nuestro partido.
En cuanto a la estrategia, se han introducido modificaciones, principalmente respecto a la lucha armada, al programa
mínimo general y a ala caracterización de la etapa, junto con otros puntos nuevos tales como una síntesis de la génesis
histórica de la clase dominante, algunas precisiones en el análisis de clases, la caracterización de la transformación del
Régimen Fascista en un Régimen Democrático Burgués y el programa de lucha que corresponde a este período de la
lucha de clases en nuestro país.
Anteriormente se exponía de forma vacilante la cuestión de la lucha armada. Se podía entender que la necesidad de la
lucha armada se desprendía de la naturaleza "particularmente brutal y sanguinaria" de la oligarquía "española", y no de
un principio cardinal del marxismo-leninismo corroborado por toda experiencia histórica del proletariado en esta época:
que las clases reaccionarias en el poder y el imperialismo no pueden ser eliminadas, ni su Estado destruido, si no es a
través de la violencia revolucionaria de las masas, a través de la lucha armada. Por otro lado se señalaba como una
probabilidad y no como algo inevitable que el método fundamental de la lucha que corresponde a la revolución
española en esta etapa es la guerra popular prolongada contra los enemigos de nuestro pueblo: el imperialismo y sus
aliados internos. Estas vacilaciones son particularmente peligrosas cuando el revisionismo se infiltra en las filas de los
marxistas-leninistas en estas cuestiones capitales. En la estrategia actual son planteadas de una forma correcta, aunque
todavía su desarrollo es muy limitado.
Anteriormente no diferenciábamos correctamente los aspectos generales del programa democrático popular de sus
aspectos concretos. Los primeros son las tareas y las transformaciones revolucionarias que corresponden a toda la etapa
y no varían a través de toda ella. Los segundos comprenden distintas tareas, reivindicaciones y consignas que también
forman parte del programa mínimo del partido pero que se van modificando a lo largo de las distintas fases, períodos y
coyunturas que atraviesa el proceso revolucionario durante la misma etapa. Nuestro programa mínimo general no
variará, pues mientras no se alteren las condiciones que determinan la actual etapa de la revolución pero debe
concretarse de forma diferente según los cambios que se operen en la situación política. Por ejemplo, con la
intervención del imperialismo yanki en nuestro país, que se hace ya dominante a principios de los años 50, la revolución
española experimentó un cambio de fase pasando a ser el imperialismo yanki uno de los enemigos principales de la
revolución. El cambio del Régimen Fascista por un Régimen Democrático Burgués abre un nuevo período dentro de la
misma fase. Estos cambios se han de reflejar naturalmente en el programa mínimo concreto.
Anteriormente estas cuestiones estaban muy confusas. De un lado se presentaban como transformaciones y consignas
estratégicas cuestiones que no eran más que reivindicaciones tácticas o reformas plenamente asumibles por el
imperialismo y la oligarquía diferenciando el contenido esencial de nuestro programa mínimo: las transformaciones
revolucionarias en la política y la economía, en la cultura y en la sociedad. Por otro lado, esta confusión tenía la
consecuencia de dificultar la adecuación del programa mínimo del partido a las condiciones del momento, lo que de
hecho ha sido fuente de numerosos errores y desviaciones, alimentando el esquematismo, las tendencias dogmáticas y la
inclinación a dar respuestas generales y abstractas a los problemas tácticos, alejándonos de la flexibilidad y la movilidad
que debe tener la dirección táctica de la lucha revolucionaria.
Respecto a la denominación del carácter de la revolución se ha prescindido de la formulación anterior que era la de
democrática nacional. El Congreso se ha reafirmado rotundamente en quiénes son los blancos, las fuerzas principales y
secundarias y en cuál es, en consecuencia, el contenido de las transformaciones en la presente etapa, antiimperialista,
antimonopolista y antilatifundista, y en particular el objetivo de la presente etapa no es la dictadura exclusiva del
proletariado sino la dictadura de una amplia alianza de clases bajo la dirección del proletariado, incluyendo en esta
alianza a la burguesía no monopolista. Pero el Congreso ha considerado que la denominación del carácter como
democrático nacional podía sembrar confusión ya que este término es utilizado respecto a las revoluciones en los países
del Tercer Mundo, es decir, los países coloniales o semicoloniales. Es por estas razones que hemos decidido suprimir
esta formulación, a la vez que nos marcamos la necesidad de profundizar en el estudio de este problema para su futura
resolución.
En cuanto a la Reconstrucción del Partido del Proletariado, reafirmándose en que la cuestión esencial en la
Reconstrucción del Partido del Proletariado Revolucionario es la justeza o no de la Línea Ideológica y Política,
subrayando que esto lo decide todo, y se han rectificado dos importantes cuestiones erróneamente planteadas y que han
tenido malas consecuencias.
En primer lugar los planteamientos anteriores tendían a confundir la Reconstrucción del Partido con uno de sus aspectos
más importantes, la unificación de los marxistas-leninistas en un solo partido. Esta importante desviación ha tenido
consecuencias nefastas: nos llevaba a "vivir pendientes" de la última palabra que nos pronunciaran otros partidos
marxistas-leninistas, a poner toda la actividad de nuestro partido en función de la unificación con otras fuerzas
marxistas-leninistas y en consecuencia a desconfiar de nuestras propias fuerzas, a desligarnos de las masas, a no asumir
nuestra responsabilidad de partido proletario y estancar nuestro trabajo político, ideológico y organizativo. Este error ha
sido plenamente combatido y rectificado.
Por otro lado hemos modificado los criterios para considerar marxista-leninista a otro partido. Fijábamos unos criterios
generales que ni siquiera el Partido Comunista Chino, en la actual situación, establece, y ladeábamos al tiempo así el
análisis concreto de otras fuerzas marxistas-leninistas, el reconocimiento de sus aciertos y sus errores y por tanto el
combate a los últimos, y el aprendizaje y la búsqueda de unidad sobre los principios.
En cuanto a los Estatutos, todos los cambios que se han hecho en los distintos artículos están orientados por dos polos:
combatir el oportunismo de derechas en materia de línea organizativa y combatir las liquidadoras ideas de la línea
oportunista y fraccional que venían amenazando el carácter del partido como destacamento de combate en alguna zona
del partido.
Son pues muy importantes los pasos que nuestro partido ha dado en su Línea Ideológica y Política, fundamentalmente
porque estas modificaciones en el nivel de la teoría son el resultado de nuestra práctica revolucionaria; ha sido en el
combate diario a lo largo de sucesivas luchas como hemos avanzado en solidez teórica e ideológica: enfrentándonos a
situaciones nuevas y complejas y resolviéndolas, superando una dificultad tras otra y aprendiendo de nuestros errores y
aciertos.
Estos nuevos avances tenemos que convertirlos en trampolín de lanzamiento, en arma política que impulse a nuestro
partido en un gran salto hacia adelante.
Nuestro I Congreso ha llamado a todos los militantes, afiliados y simpatizantes del partido, a todos los revolucionarios
comunistas, a todos los obreros y trabajadores del campo y de la ciudad, a todos los intelectuales y sectores
revolucionarios que de una u otra forma encuentran en estos documentos una guía para su práctica revolucionaria, a que
encabecen esta línea, le den vida y la lleven con entusiasmo, audacia y entrega sin límites a las amplias masas de
nuestro pueblo, batallando incansablemente para que prenda entre ellas y vaya convirtiéndose en una hermosa realidad
el florecimiento de un potente movimiento revolucionario de todo el pueblo encabezado y dirigido por la clase obrera.
Los reaccionarios de todo tipo, los revisionistas y oportunistas se esfuerzan por detener la rueda de la historia: no lo
conseguirán, tarde o temprano se producirá su bancarrota y se presentará a revolución, que sin duda alguna triunfará,
haciendo realidad lo que hoy todavía es un futuro esperanzador y luminoso.
El imperialismo y la oligarquía y todos los reaccionarios de todo el mundo afilan sus garras, su lógica (en palabras de
Mao Tse-tung) es "provocar disturbios, fracasar, volver a provocar disturbios, volver a fracasar, fracasar de
nuevo, y así hasta la ruina".
Nuestra lógica y la lógica del pueblo es "luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo, volver a la lucha, y así
hasta la victoria".

El revisionismo
es el más venenoso enemigo
de la revolución
Hoy se libra en todo el mundo una batalla gigantesca. Bajo la bandera del comunismo se
amparan dos posiciones de clase antagónicas, dos corrientes ideológicas y políticas
irreconciliables: el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo
contemporáneo. Ambos se disputan la dirección del movimiento revolucionario y de la clase
obrera de todos los países. De quién vencerá a quién depende el porvenir de la humanidad por
muchas largas décadas.
Acontecimientos de este cariz no son nuevos en la historia del Movimiento Comunista Internacional. El marxismoleninismo ha nacido, se ha desarrollado y se ha fortalecido en una lucha constante entre la ideología burguesa y la
ideología proletaria. Establecer una clara línea de demarcación entre las posiciones proletarias y las posiciones
burguesas ha sido, y es, una cuestión de vida o muerte para el avance de la revolución.
Marx y Engels, en la época del capitalismo de libre competencia, establecieron las bases de la ideología proletaria,
armaron a la clase obrera con los fundamentos de una teoría científica capaz de guiarle en el proceso revolucionario.
Fue un largo y cruento combate principalmente en el terreno de la teoría, contra toda la gama de socialismos utópicos y
en especial el anarquismo, es decir: contra la forma que entonces tomaba la ideología burguesa entre la clase obrera;
durante toda la segunda mitad del siglo XIX, a finales del mismo el marxismo ha vencido, ha pulverizado los
socialismos utópicos y es ya la ideología dominante del movimiento obrero mundial. A partir de este momento, la lucha
entre la ideología burguesa y la ideología proletaria por la dirección del movimiento obrero pasó, en lo principal, de ser
un ataque frontal al marxismo a realizarse en el propio terreno de la teoría marxista. Las más sólidas fortalezas se toman
mejor desde dentro.
Al Partido Bolchevique, creado y guiado por Lenin, le corresponde defender y desarrollar el marxismo en la segunda
gran encrucijada histórica que se le presenta a la clase obrera. La aparición del capitalismo monopolista y la difusión de
la ideología burguesa dentro mismo de los partidos marxistas planteaba problemas que Marx no había podido prever. El
Partido Bolchevique, dirigido por Lenin, resuelve la cuestión de la toma del poder por el proletariado en la época del
imperialismo. El instrumento decisivo para ello es un partido de nuevo tipo, un partido de corte leninista.
En la Revolución de Octubre, con el derrocamiento de la burguesía y la instauración de la Dictadura del Proletariado, el
marxismo pasa de ser teoría y sueños a ser una resplandeciente realidad de todo el pueblo soviético. Se abre una nueva
época para toda la humanidad: la época de la Revolución Proletaria Mundial. Esta gran victoria fue únicamente posible
por el encarnizado combate que previamente Lenin y el Partido Bolchevique llevaron a cabo, principalmente en el
terreno de la teoría, contra la nueva forma que habla adoptado la ideología burguesa dentro del movimiento marxista,
por el encarnizado combate y el desenmascaramiento total del carácter revisionista de los partidos socialdemócratas de
la II Internacional.
En nuestro tiempo, con la aparición del revisionismo contemporáneo y la transformación del Estado Soviético de un
Estado de Dictadura del Proletariado en un Estado de Dictadura de la Burguesía, se abre otra gran encrucijada para la
Revolución Mundial. El revisionismo contemporáneo, cuyo principal baluarte y foco de expansión es el Partido
Comunista de la Unión Soviética, niega de diversas y sutiles formas los principios esenciales del marxismo
revolucionario, niega, en sustancia, el antagonismo entre las clases, entre explotadores y explotados, entre opresores y
oprimidos. Borra constantemente la línea de demarcación entre los amigos y los enemigos, su función es extraviar y
desalentar a los pueblos, mantenerlos sometidos y explotados. Muchos antiguos partidos comunistas de distintos países
han sucumbido a esta corriente, se han transformado en su contrario, de ser la vanguardia del proletariado han pasado a
ser agentes de la burguesía y el imperialismo en el seno de la clase obrera.

EL MARXISMO-LENINISMO-PENSAMIENTO MAO TSE-TUNG ES UN ARMA
INVENCIBLE DE LA CLASE OBRERA
El Partido Comunista Chino, guiado por el camarada Mao Tse-tung, ha sabido dar una justa respuesta, teórica y
práctica, a los nuevos y complejos problemas que se planteaban a la Revolución Proletaria Mundial en nuestros días. Ha
defendido los principios del marxismo-leninismo frente al revisionismo contemporáneo y los ha desarrollado de forma
creadora, haciendo dar al marxismo-leninismo un gran salto hacia delante, convirtiéndolo en un arma aún más poderosa
para destruir a la burguesía y el imperialismo y conquistar un futuro infinitamente luminoso y feliz para todos los
pueblos del mundo. El marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung es un arma invencible para la clase obrera. La
transformación del Estado Soviético en un Estado de Dictadura de la Burguesía es un problema sin precedentes en la
historia del marxismo.
El Partido Comunista Chino, guiado por el camarada Mao Tse-tung, ha sabido darle una justa respuesta, una respuesta
al problema central de la revolución proletaria en nuestro tiempo: la continuación de la revolución bajo las condiciones
de Dictadura del Proletariado.
El pensamiento Mao Tse-tung señala expresamente por primera vez en la historia del desarrollo del marxismo que una
vez culminada en lo fundamental la transformación socialista de la propiedad de los medios de producción, subsiste y
subsistirá por largo tiempo la lucha entre el proletariado y la burguesía, entre la vía socialista y la vía capitalista, señala
que bajo la dictadura del proletariado el blanco son principalmente los cuadros seguidores de la vía capitalista dentro
mismo del Partido Comunista, fundamentalmente en las altas esferas del Partido.
Esta gran aportación teórica del pensamiento Mao Tse-tung tiene una importancia capital, permite prevenir el peligro de
restauración del capitalismo y permite a la clase obrera y al pueblo desenmascarar al revisionismo.
La Gran Revolución Cultural Proletaria supone el momento decisivo de la ruptura entre el pensamiento Mao Tse-tung y
el revisionismo contemporáneo; como la Revolución de Octubre supuso el momento decisivo de la ruptura entre el
leninismo y el revisionismo de la II Internacional. En ella son sometidas al fuego de la práctica nuevas aportaciones del
pensamiento Mao Tse-tung y el Partido Comunista Chino y el Movimiento Comunista Internacional obtiene un enorme
triunfo sobre el revisionismo.
La necesidad de apoyarse en las amplias masas para la lucha de clases, la plena manifestación de ideas, el dejar a las
amplias masas que se liberen a si mismas y no manejar todos los asuntos en su nombre es una gran enseñanza del
pensamiento Mao Tse-tung rubricada por la Gran Revolución Cultural Proletaria.
La distinción de dos tipos de contradicciones diferentes, las contradicciones en el seno del pueblo y las contradicciones
con el enemigo y la posibilidad, en base a un tratamiento correcto, de unir al 98 por cien de la población contra el
puñado de reaccionarios y revisionistas que se oponen a la construcción del socialismo, es otra gran enseñanza del
pensamiento Mao Tse-tung rubricada por la Gran Revolución Cultural Proletaria.
La gran importancia de la lucha de clases a nivel ideológico: "cuando una clase quiere tomar el poder, primero crea un
clima de opinión". El hecho de que el poder político se pueda dirimir fundamentalmente en el terreno ideológico bajo
las condiciones de Dictadura del Proletariado, es la tercera gran enseñanza del pensamiento Mao Tse-tung rubricada por
la Gran Revolución Cultural.
La Revolución Cultural Proletaria significa, pues, un triunfo decisivo de la clase obrera y el pueblo chino y de la clase
obrera y el pueblo de todos los países del mundo sobre el revisionismo y el imperialismo. Sus enseñanzas tienen un
valor universal.
El Partido Comunista de China, guiado por el camarada Mao Tse-tung, ha denunciado el revisionismo moderno cuyo
principal foco de expansión es el Partido Comunista de la Unión Soviética y ha puesto de manifiesto la naturaleza
socialfascista y socialimperialista del Estado soviético, contribuyendo así decisivamente al avance revolucionario de
todos los pueblos del mundo.
El Partido Comunista de China ha demostrado, partiendo del marxismo-leninismo y analizado la realidad soviética,
cómo la burguesía burocrática de nuevo tipo, gestada principalmente en el seno del Partido del Proletariado, ha
arrancado el poder a la clase obrera: ha sustituido la Dictadura del Proletariado, que significaba la más amplia
democracia para la inmensa mayoría de la población, por un régimen policíaco y terrorista de tipo fascista, anega al
pueblo soviético con la difusión de los valores ideológicos burgueses en su forma fascista, fomentando el culto servil a
la autoridad, el miedo y la más degradante moral en todas las esferas de la vida; ha convertido a la economía socialista
en economía capitalista.
Esta burguesía burocrática de Estado mantiene una política exterior de tipo imperialista, sojuzga y explota a las
nacionalidades no rusas de la propia URSS y a otros países, llegando en algunos casos a la ocupación militar directa
(Checoslovaquia). Se colude y rivaliza con el imperialismo yanqui ensombreciendo el planeta con un horizonte de
guerra y mantiene hacia los pueblos oprimidos una criminal política de agresión, expansión, intervención y subversión,
con el único afán de dominar el mundo Por eso los pueblos lo van conociendo como socialimperialista y socialfascista,
esto es, socialista de nombre e imperialista y fascista de hecho.
El Partido Comunista de China guiado por el camarada Mao Tse-tung, partiendo del marxismo-leninismo y valiéndose
del método de análisis de clase, ha analizado el desarrollo y los cambios de las contradicciones fundamentales en el
mundo actual y ha determinado la línea estratégica para el proletariado revolucionario internacional
El pensamiento Mao Tse-tung ha desarrollado creadoramente también el marxismo-leninismo en distintos dominios. Ha
hecho valiosas aportaciones sobre la filosofía marxista-leninista (materialismo dialéctico); sobre la concepción de un
ejército popular de nuevo tipo; sobre el tratamiento de las contradicciones en el partido etc.... Así por ejemplo, ha
profundizado en el concepto leninista de la revolución ininterrumpida y por etapas. Veamos con más detalle esta
cuestión. En cada etapa el proletariado debe establecer alianzas con las clases y capas del pueblo interesadas en derrocar
al enemigo principal. Estas alianzas se establecen observando los intereses de cada una de ellas y se plasman en la
creación de un frente unido de todo el pueblo bajo la dirección de la clase obrera; pero teniendo siempre presente la
independencia orgánica, política e ideológica del proletariado. La relación que ha de existir entre las diversas clases en
este frente unido se sintetizan en el principio: "ni unidad sin lucha, ni lucha sin unidad". Según el sistema de alianzas de
clase establecidas por el proletariado durante el proceso revolucionario y la etapa por la que éste atraviesa, la Dictadura
del Proletariado adopta diversas formas. Lo que tienen en común todas ellas es la hegemonía del proletariado
concretada en que el poder político es ejercido, en última instancia, por la clase obrera, sirviéndose como instrumento
para ello de su partido, y en que la ideología comunista se va afianzando progresivamente en la conciencia del pueblo.
El revisionismo contemporáneo aún es muy fuerte. Existen poderosos partidos revisionistas y existe un influjo
permanente de la ideología revisionista sobre los nacientes partidos marxistas-leninistas, que les lleva a veces a
mantener fuertes vacilaciones de oportunismo de derechas; pero es inevitable la bancarrota del revisionismo y el
imperialismo y el triunfo de todos los pueblos del mundo. Mantener una posición firme, clara y tajante, sin asomo de
confusión respecto a la ruptura entre el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo
contemporáneo es, pues, una cuestión de la más vital importancia para la revolución.

SOBRE LA CUESTION DE STALIN
La lucha entre el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo contemporáneo se da de forma
particularmente enconada sobre un problema que preocupa seriamente a muchos revolucionarios, sobre la cuestión de
Stalin.
Ante este problema se pone de manifiesto con especial nitidez la diferencia en cuanto a posición, punto de vista y
método entre el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo contemporáneo a la hora de encarar
la realidad, esto es, los opuestos objetivos, los opuestos intereses de clase de cada uno.
El revisionismo contemporáneo fija su atención en la persona de Stalin y lo presenta como un demonio. Le imputa los
más desenfrenados crímenes y explica que la causa hay que buscarla en una desviación, "el culto a la personalidad". El
problema no es jamás planteado en términos de clases y lucha de clases y queda corno el caso de un individuo que goza
de extraordinario poder y es un asesino, como un caso "patológico".
Al presentarlo así busca un triple objetivo: En primer lugar, desacreditar el primer Estado de Dictadura del Proletariado
y con él la Dictadura del Proletariado misma. En segundo lugar, desorientar y, desmovilizar a las masas que se enfrentan
a un problema que no es explicado en términos de lucha de clases y por tanto no es transformable por ellas. En tercer
lugar, lanzar una cortina de humo sobre los errores del PCUS en tiempos de Stalin que han contribuido a la aparición
del socialfascismo en la URSS, pone a salvo la burguesía burocrática fascista soviética.
Para el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung, la cuestión de Stalin es la cuestión de la defensa de la
Dictadura del Proletariado, la toma de posición respecto al carácter dominantemente proletario o no del Partido
Comunista de la Unión Soviética y de todo el Movimiento Comunista Internacional en este periodo.
La valoración que hace el Partido Comunista de China «y con él el movimiento marxista-leninista internacional» que ha
analizado cuidadosamente este periodo y ha sacado experiencias extremadamente valiosas para la revolución mundial,
es que el PCUS y la URSS fueron en este tiempo, en lo principal, un partido proletario y un Estado de Dictadura del
Proletariado y que Stalin, a la cabeza del PCUS, defendió con firmeza el marxismo-leninismo y la Dictadura del
Proletariado frente a los ataques de la burguesía.
No obstante, durante ese tiempo, el PCUS, guiado por Stalin, cometió errores que tuvieron dañinas consecuencias para
la revolución mundial. Algunos de estos errores fueron de principios, tenían por tanto un carácter muy grave.
Stalin partía de un punto de vista metafísico a la hora de analizar la sociedad soviética, no partía suficientemente del
principio esencial de la dialéctica de que todas las cosas, incluso las cosas socialistas, son una unidad de contrarios. No
distinguía entre las contradicciones en el seno del pueblo y las contradicciones con los enemigos. Esto le llevó a tratar
como contradicciones antagónicas contradicciones que no lo eran. Amplios sectores de las masas soviéticas y de buenos
comunistas del Partido Bolchevique pagaron duramente este error.
Así mismo respecto al internacionalismo proletario Stalin y con él el PCUS, mostraron cierta tendencia al chovinismo
de gran nación, causando serios perjuicios a los intereses de algunos países, pueblos y partidos.
A pesar de estos graves errores, debemos defender a Stalin, tratarlo como a un camarada. Aunque, como dicen los
camaradas chinos "la cuestión de Stalin es extremadamente compleja y no se resolverá en este siglo", hoy, su defensa
frente a los ataques del revisionismo y de la burguesía en general, es un punto de demarcación entre las posiciones
proletarias y las burguesas.
Nuestro partido guía pues su pensamiento y su acción por la línea ideológica que lleva desde Marx, Engels, y Lenin,
pasando por Stalin, a Mao Tse-tung.

Línea estratégica

I - La línea del proletariado revolucionario en la situación de lucha de clases a nivel munidal
Nuestra época es la época del imperialismo agonizante y la revolución proletaria mundial. Los países quieren la
independencia, las naciones la emancipación y los pueblos la revolución; ésta es la irresistible tendencia histórica de
nuestra época y nada puede detenerla.
El imperialismo y la burguesía tratan de sembrar la desmoralización y el pesimismo en las filas de la clase obrera acerca
de la actual evolución de los acontecimientos mundiales y, para ello, se valen de diversos agentes en su seno, en
particular del revisionismo contemporáneo; pero los hechos van en otra dirección. La realidad es que la situación
internacional es excelente para el proletariado y los pueblos de la Tierra. A través de múltiples dificultades y luchas
complicadas la revolución proletaria avanza incontenible, el marxismo-leninismo se ha convertido, en el transcurso de
un siglo, en una fuerza formidable. El futuro pertenece a los pueblos y al comunismo y es infinitamente luminoso
mientras la burguesía, el capitalismo y el imperialismo dan sus últimas batallas antes de desaparecer del escenario de la
historia.
En el actual marco de la lucha de clases a nivel mundial, plagado de dificultades pero a la vez iluminado por un radiante
porvenir, nuestro Partido reconoce y defiende al Partido Comunista Chino como el partido de vanguardia dentro del
Movimiento Comunista Internacional. El Partido Comunista Chino guiado por el camarada Mao Tse-tung ha marcado la
línea, orientación y política justas para el Movimiento Comunista Internacional y ha dado un nuevo impulso al
desarrollo de la situación internacional en una dirección favorable a los pueblos del mundo entero. El Partido
Comunista Chino aplica firmemente el internacionalismo proletario, ayudando a los partidos marxistas-leninistas de
todo el mundo, apoyando los movimientos revolucionarios y la lucha de liberación de los pueblos oprimidos y
aplicando, al mismo tiempo, consecuentemente el principio de que cada pueblo se tiene que liberar a sí mismo,
partiendo fundamentalmente de basarse en sus propias fuerzas. La República Popular China es, hoy, la principal base de
apoyo de la revolución mundial.
El Partido Comunista Chino parte de las cuatro contradicciones fundamentales de nuestra época a nivel mundial: la
contradicción entre los países oprimidos y el imperialismo, la contradicción entre la burguesía y el proletariado en
los países capitalistas, la contradicción de los países imperialistas y los grupos monopolistas entre si, la
contradicción entre el conjunto de los países socialistas y el imperialismo. Ningún partido puede, sin apartarse del
marxismo-leninismo, ignorar alguna de estas contradicciones o sustituirlas subjetivamente por una de ellas, puesto que
todas están vinculadas entre sí y se influyen mutuamente
El Partido Comunista Chino ha denunciado la aparición del socialimperialismo soviético, señalando como
introduce modificaciones en la situación de la lucha de clases y en las relaciones entre las distintas contradicciones a
nivel mundial.
Por último, la teoría del Partido Comunista Chino formulada por Mao Tse-tung en 1974, sobre los tres mundos
tiene una significación trascendental y de largo alcance. Representa una síntesis científica de la situación
estratégica del mundo en los tiempos actuales. Valiéndose del método del análisis de clase, examina el desarrollo y
los cambios operados en las diferentes contradicciones fundamentales, la división y el reagrupamiento de las distintas
fuerzas políticas en el mundo actual, así como la situación política y económica de los diversos países en el plano
internacional.
A la luz de esta línea y orientación es como todos los comunistas debemos abordar el análisis de clase concreto de la
política y economía mundiales, los deberes internacionalistas de nuestro Partido y la línea política del proletariado para
la revolución en España.

1.- LAS DOS SUPERPOTENCIAS SON LOS ENEMIGOS PRINCIPALES DE LOS
PUEBLOS DEL MUNDO
Los EEUU y la URSS son los principales explotadores y opresores internacionales, las
superpotencias imperialistas más agresoras y crueles en la historia de la humanidad. Este es
un rasgo fundamental de la realidad del mundo en nuestros días.
Desde finales de la II Guerra Mundial, en que alcanzó la cima de su poderío, los crímenes de la burguesía imperialista
norteamericana contra los pueblos del mundo son innumerables. Buscando nuevas fuentes de materias primas, nuevas
zonas de expansión de su capital, nuevos mercados, el imperialismo norteamericano metió sus garras en los cinco
continentes, desplazó parcial o totalmente a las viejas potencias colonialistas, promovió golpes reaccionarios en
numerosos países para atarlos al carro de sus intereses y no ha vacilado en emprender nuevas aventuras militares y
bárbaras guerras de agresión, cuando le han fallado otros métodos, para someter a los pueblos y esclavizar a los países
mediante la brutal intervención en sus asuntos políticos, económicos, militares y culturales.
Pero toda acción provoca una reacción contraria. Así, la acción imperialista de la burguesía monopolista estadounidense
se ha tenido que enfrentar con la lucha creciente de los pueblos por la independencia, la libertad y el socialismo. Como
consecuencia de esta lucha, los Estados Unidos han sufrido derrotas militares en Asia, han visto debilitado su control en
muchos países y se han desenmascarado ante los pueblos. En el transcurso de poco más de un decenio se han visto
forzados a situarse a la defensiva en el plano estratégico.
Sin embargo, el proletariado internacional y los pueblos del mundo no pueden despreciar tácticamente, ni por un
momento, al imperialismo norteamericano. Este es aún muy poderoso militarmente, domina vastas regiones del planeta,
tiene intereses creados en los cinco continentes y no renunciará ni a una sola pulgada de su poder si los pueblos no le
obligan mediante su lucha. Más aún, en la actualidad, los EEUU tratan de fortificar al máximo sus actuales posiciones,
buscan retomar la iniciativa en Asia y África mediante diversas políticas de infiltración, subversión y agresión.
Mientras exista, el imperialismo norteamericano constituye una tremenda amenaza para todos los pueblos del
mundo.
Desde que, tras la muerte de Stalin la burguesía seguidora de la vía capitalista dentro del partido tomara el poder en la
URSS, liquidara la dictadura del proletariado e implantara una dictadura burguesa monopolista de tipo fascista, todo en
el primer país socialista de la historia se convirtió en su contrario. De país socialista pasó a convertirse en capitalista
imperialista; de aplicar el internacionalismo proletario pasó a aplicar la traición a la revolución proletaria mundial y el
chovinismo de gran potencia; de aplicar una política exterior de paz pasó a aplicar una política de intervención y
agresión basada en la fuerza económica y militar. Esta política socialimperialista es ya una dura realidad en todos los
rincones del globo.
Impulsados por su fuerza motriz (la búsqueda de la superganancia monopolista) los países imperialistas se ven lanzados
a una febril carrera por adueñarse del máximo número de colonias, de fuentes de materias prima, de mercados para sus
productos y para la revalorización del capital monopolista. El capital estatal de la URSS, en la medida en que
dispone de un nivel de concentración y monopolio superior al de otros países imperialistas, es aún más codicioso
y rapaz que ellos en la búsqueda de la superganancia. Pero a la vez la URSS no se halla en condiciones de competir
económicamente con los países imperialistas de Occidente, y en particular con los EEUU, en los mercados
internacionales; esto hace que el capital monopolista de estado soviético se torne cada vez más expansionista y agresivo
en su pugna por la hegemonía mundial, y haya adoptado para ello una estrategia ofensiva.
La burguesía burocrática soviética trata de compensar su inferioridad económica con la otra superpotencia a través de
lograr ventaja en el plano militar y mediante el reforzamiento del aparato estatal de dictadura fascista paras poder
movilizar a todas las fuerza de la URSS al servicio de sus designios imperialistas. De hecho el porcentaje del producto
nacional soviético dedicado a la industria militar y complementaria ha alcanzado ya el 25 por ciento anual y la represión
sobre el proletariado, las nacionalidades, la intelectualidad progresista y todo el pueblo soviético no deja de agudizarse.
El socialimperialismo soviético es una degeneración salida del primer país socialista. Así, puede valerse del prestigio de
Lenin y ostentar la bandera del "socialismo" para embaucar a la gente en todas partes. Al realizar sus actividades de
agresión, intervención, subversión y expansión, la URSS se disfraza de "socialismo" y las enmascara con el
"cumplimiento de las obligaciones internacionalistas", "apoyo a los movimientos de liberación nacional" y "oposición al
imperialismo y al neoimperialismo". Este tipo de apariencia engañosa le permite introducirse en las luchas y
movimientos de liberación nacional de los países y pueblos oprimidos del mundo, lo que le hace doblemente peligrosa,
pues enmascara su verdadera catadura.
Lenin afirmó: "El dominio mundial es el contenido de la política imperialista, cuya continuación es la guerra
imperialista".(1)
En la actualidad, este principio marxista-leninista se ve corroborado por la realidad. Uno de los rasgos destacados de la
situación mundial lo constituye la agudización de la contienda por la hegemonía entre la dos superpotencias y, en
consecuencia, el aumento de los factores de una nueva guerra imperialista de rapiña, un nuevo reparto del mundo.
Dado que en el mundo no existen desde hace largo tiempo zonas de libre expansión, que la división del mundo entre los
distintos imperialismos ya había sido completada, la URSS en cada paso que da en su lucha por la hegemonía se ve
forzada a infringir otros intereses imperialistas, principalmente los del imperialismo norteamericano. La actual
distribución de "esferas de influencia" entre ambas superpotencias no guarda correspondencia con los cambios operados
en la correlación de fuerzas entre las mismas, particularmente en el plano militar, en el que la URSS alcanza o
sobrepasa en algunos terrenos a los EEUU. Inevitablemente, esto genera una agudización cada vez mayor de las
contradicciones entre ambas superpotencias y según señaló Lenin, estas contradicciones no se resuelven por las buenas
en el mundo capitalista. Sólo la guerra las puede resolver." (2)
De hecho, ambas superpotencias, y en particular la URSS, aplican la política de "hablar de paz y prepararse
aceleradamente para la guerra". Montan "conferencias de paz" como las de Helsinki y Belgrado y hablan de "desarme"
y de que "la principal tendencia de nuestros días es a la distensión", etc..., pero todo esto no constituye más que una
cortina de humo lanzada para tratar de impedir que los pueblos vean la cruda realidad de los hechos: la delirante carrera
armamentista, el crecimiento desorbitado de su industria militar, la aceleración de sus preparativos bélicos en todos los
terrenos.
La contienda soviético-norteamericana por la hegemonía, se desarrolla ya en los cinco continentes, en los océanos y en
el espacio; pero su objetivo estratégico es el dominio sobre Europa. Esta es la zona del mundo capitalista, aparte de los
EEUU, donde se concentra el capital, la industria moderna y la tecnología. Dada la debilidad relativa de su base
económica, la burguesía imperialista soviética no puede aspirar a conseguir sus objetivos de hegemonía mundial sin
apoyarse en la fuerza económica y técnica de Europa Occidental, y, a la vez, los EEUU no pueden renunciar a sus
enormes intereses de todo tipo y su control sobre ella, sin verse relegados a un segundo plano ante el imperialismo
soviético.
Ambas superpotencias concentran sus fuerza militares en Europa y alrededor de ella, tratan de reforzar al máximo la
OTAN y el Pacto de Varsovia, y buscan la penetración en la retaguardia contraria En su enconada disputa por toda
África, desde el Mar Rojo y Oriente Medio a Gibraltar, desde el norte de Africa al cono sur del continente, constituye un
objetivo de primer orden el control de los estrechos, de la líneas marítimas vitales para la economía europea y entre
Europa y América. También en Asia y América Latina la pugna de ambas superpotencias se agudiza cada vez más.
En a disputa imperialista por la hegemonía, mientras los EEUU se han visto obligados a una posición estratégica
defensiva, la URSS está a la ofensiva estratégica y desarrolla una política de desafío febril a la posición dominante de
los EEUU en el mundo para lograr al precio que sea un nuevo reparto del planeta. La URSS se ha convertido en la
fuente más peligrosa de guerra mundial, y es la superpotencia más peligrosa para la causa de la liberación de los
pueblos, del socialismo y la paz.

2.- LA SITUACIÓN INTERNACIONAL SE DESARROLLA EN UNA DIRECCIÓN
FAVORABLE PARA LOS PUEBLOS.
Las dos superpotencia son en apariencia fuertes, pero en realidad la verdadera fuerza reside en los
pueblos. El imperialismo y particularmente el hegemonismo de la dos superpotencia, tropieza
crecientemente contra un muro: la resistencia cada vez mayor de los pueblos a las actividades
explotadoras y agresoras del imperialismo.
En la actualidad se acrecientan tanto los factores de guerra como de revolución. Los pueblos, las naciones y países
sometidos a la explotación imperialista, en particular al hegemonismo de la superpotencias, despliegan un vasto
movimiento de resistencia y lucha contra el imperialismo, el colonialismo y el hegemonismo, movimiento que golpea
cada vez más duramente la dominación imperialista. En algunos países el proletariado está decididamente a la cabeza y
la revolución ha obtenido resonantes victorias.
Los heroicos pueblos de Vietnam, Camboya y Laos han obtenido una victoria histórica sobre el imperialismo
norteamericano, demostrando a los ojos de todo el mundo que el imperialismo no puede detener la revolución si un
pueblo, aunque sea pequeño, permanece unido, persiste en la lucha armada y está dispuesto a afrontar todos los
sacrificios. En Thailandia y Malasia la lucha contra el imperialismo y sus lacayos cobra un nuevo impulso. El pueblo
palestino persiste en su heroica lucha armada contra el imperialismo y el sionismo y por la recuperación de sus
territorios nacionales.
En África, la derrota del colonialismo en Guinea, Mozambique y Angola ha dado nuevos bríos a la lucha de los pueblos
africanos. En Namibia, Rhodesia y África del Sur la lucha contra el imperialismo, el colonialismo y el racismo se ha
profundizado y los regímenes racistas-colonialistas tienen los días contados. Los golpes asestados por Egipto, Sudán y
otros países a las maquinaciones soviéticas de control y subversión, así como la victoria del pueblo zairense sobre los
mercenarios a sueldo de los soviéticos, son victorias obtenidas sobre las intrigas del socialimperialismo.
En América Latina el incremento de la explotación, de la opresión brutal sobre los pueblos por parte del imperialismo
norteamericano y sus lacayos no pueden impedir la agudización de la resistencia, de la lucha popular contra el fascismo.
La situación en América Latina refleja la creciente debilidad y desesperación del imperialismo norteamericano frente a
la lucha de los pueblos latinoamericanos.
La lucha de los pueblos y países asiáticos, africanos y latinoamericanos "por su plena soberanía estatal y por un orden
económico internacional justo constituye la principal componente de la lucha antiimperialista y antihegemónica
mundial. Esta lucha está sostenida por las dos terceras partes de la humanidad y forma una corriente histórica
irresistible.
Los países y pueblos del Tercer Mundo frente al imperialismo y al hegemonismo han elevado considerablemente su
conciencia política y han fortalecido su unidad. Los pueblos y países del Tercer Mundo han comprendido hace tiempo la
naturaleza del imperialismo, en particular del norteamericano, y están empezando a comprender el verdadero carácter
imperialista de la otra superpotencia que intenta hacerse pasar por "aliado natural de los pueblos".
La lucha de los pueblos asiáticos, africanos y latinoamericanos contra el imperialismo, el colonialismo y en particular
contra el hegemonismo ataca y debilita en sus propios fundamentos la base del orden capitalista-imperialista mundial y
al mismo tiempo representa un apoyo y un impulso real al movimiento obrero revolucionario de los países capitalistas
desarrollados.
Los países socialistas, con la República Popular China a la cabeza, haciendo frente valerosamente a las amenazas y
presiones de las superpotencias y sus intentonas subversivas, persistiendo en la dictadura del proletariado y la
construcción del socialismo y aplicando el internacionalismo proletario y el principio de la coexistencia pacífica entre
los Estados constituye el más sólido apoyo para los pueblos y países del mundo en la lucha contra el imperialismo el
colonialismo y el hegemonismo y el más sólido bastión del proletariado internacional en su lucha por el socialismo.
Los hechos demuestran plenamente que el Tercer Mundo constituye la fuerza principal contra el imperialismo, el
colonialismo y el hegemonismo, que el proletariado internacional y, en particular, los países socialistas con la República
Popular China a la cabeza forman el continente de primera línea, el más consecuente y heroico en esta lucha.

3.- EL MUNDO CAPITALISTA ESTA SUMIDO EN UNA PROFUNDA CRISIS.
Como consecuencia de la lucha revolucionaria del proletariado, de las luchas de liberación de los
pueblos, de la lucha de los países por su independencia, de las victorias del socialismo y a la vez de
las propias contradicciones internas, los países capitalistas atraviesan su mayor crisis desde la
Segunda Guerra Mundial.
Esta crisis no es sólo, económica, sino también política y militar, afecta a lo ideológico y cultural y se manifiesta tanto
en el Este como en el Oeste. A la vez, la lucha por la hegemonía de ambas superpotencias y su secuela inevitable: el
rearme, el ascenso vertiginoso de sus gastos militares y el empleo improductivo de una parte creciente de sus recursos,
amplifica aún más la crisis y agudiza sus consecuencias.
En todos los países capitalistas, la burguesía monopolista intenta descargar la crisis sobre las masas populares
incrementando brutalmente la explotación del proletariado y demás trabajadores, intensificando la opresión y la
restricción creciente de los derechos y libertades populares. El aumento vertiginoso de la inflación la paralización de un
porcentaje creciente de la actividad productiva, el incremento del ejército de parados (cerca de 100.000.000 en el
mundo capitalista) y en lo político la amenaza cada vez más patente de fascistización en unos países o el
endurecimiento de las dictaduras fascistas en otros, constituyen el siniestro cortejo de la presente crisis.
Inevitablemente todo esto agudiza la contradicción entre la burguesía monopolista y el proletariado y el pueblo de los
países capitalistas. En los últimos anos, la lucha de las masas obreras y populares contra la explotación y opresión del
capital monopolista y en defensa, de los derechos democráticos, tanto en la URSS, Polonia, Italia, España,
Checoslovaquia, Inglaterra, etc. ha cobrado un poderoso auge y rebasa cada vez más el marco económico y reformista
en el que pretende encerrarlo la socialdemocracia y el revisionismo contemporáneo. En estas batallas, el proletariado
revolucionario de los países capitalistas sigue un proceso de acumulación de fuerza para el futuro derrocamiento del
capital monopolista y la reacción, mientras se crea y afirma la verdadera vanguardia proletaria: los partidos comunistas
marxistas-leninistas. Todo esto abre perspectivas a la lucha del proletariado internacional y a la solidaridad combativa
con los pueblos y países del Tercer Mundo en la lucha común contra el imperialismo y el hegemonismo.
La crisis general del mundo capitalista y el enconamiento de la pugna entre ambas superpotencias ha agudizado también
las contradicciones entre las superpotencias y los países capitalistas desarrollados sometidos en uno u otro grado a la
opresión, control, explotación y amenaza de una u otra superpotencia, particularmente en Europa. En sus respectivos
campos de influencia se ensanchan a ojos vista las grietas, tanto en los bloques económicos como en el seno de las
"alianzas" políticas y militares comandadas por la URSS y los EEUU. Aunque las superpotencias tratan de impedirlo
por todos los medios, esto es inevitable e independiente de su voluntad y obedece a la acción de la ley del desarrollo
desigual del imperialismo, que actúa de forma especialmente intensa en momentos de crisis general, empujando a los
distintos países y grupos monopolistas a la competencia más desenfrenada para salvaguardar sus intereses propios.
En Europa Oriental, a pesar de las teorías socialimperialistas de "soberanía limitada", a pesar de los esfuerzos de la
URSS por mantener a los distintos países bajo su bota, las tendencias de oposición a la ocupación militar soviética, al
sojuzgamiento político y a la integración de las economías de los distintos países en aras de los intereses del Estado
soviético se manifiestan cada vez más vivas por todas partes. Los sucesos de la invasión de Checoslovaquia, los
levantamientos obreros de Polonia, etc., son síntomas evidentes. Por otra parte, los EEUU redoblan sus esfuerzos por
azuzar estos antagonismos, interviniendo a través de inversiones, créditos y una orquestada campaña política sobre los
"derechos humanos".
Las disensiones entre los EEUU, por una parte, y los países de Europa Occidental y Japón por otra, también se han
agudizado y su tendencia es a acrecentarse como resultado de la desorganización del sistema comercial y monetario, la
crisis energética y de materias primas, la política estadounidense de rearme, la agudización de la competencia de los
distintos "trusts" monopolistas y también a consecuencia de las maniobras y presiones soviéticas en los diversos países.
Es indudable que, las contradicciones más fuertes se dan entre EEUU y los países del Mercado Común Europeo (CEE).
La política de EEUU, y en ello coincide en parte con la otra superpotencia, es la de evitar que la CEE se consolide, en
particular en lo político y en lo militar, para ello utiliza las contradicciones entre los estados miembros para manejarlos
por separado
En los países de capitalismo monopolista del Segundo Mundo (Europa excepto la URSS, Japón, Canadá, Australia etc.)
se manifiesta por tanto una doble contradicción. Explotan y oprimen a los pueblos y países del Tercer Mundo pero a la
vez son víctimas en uno u otro grado de la agresión de las superpotencias, lo que hace aparecer en ellos tendencias a
unirse y oponerse al hegemonismo, y en particular a la superpotencia más peligrosa: la URSS. Esa tendencia antihegemónica se da con mayor intensidad en la CEE, aunque esta tendencia está limitada, a la vez, por el enorme peso e
influencia de los intereses estadounidenses en Europa.
La tendencia a la unidad en el Segundo Mundo tiene, pues, dos aspectos. Por una parte, es para mejor competir con las
superpotencias, para mejor explotar a las masas trabajadoras de sus propios países y a los pueblos del Tercer Mundo,
para participar en mejores condiciones en la carrera imperialista. Por otra esta tendencia se opone a los intereses
hegemónicos de las dos superpotencias debilitando a los principales enemigos de los pueblos del mundo y
constituyendo en esta medida un factor positivo en la lucha común de los pueblos contra el hegemonismo y la guerra.
Por tanto los países del Segundo Mundo, que enfrentan una amenaza bélica cada vez más seria de las superpotencias,
tienen la necesidad de unirse entre si y fortalecer la unión con el Tercer Mundo a fin de avanzar en la lucha contra los
enemigos comunes. Para defender su independencia y existencia nacionales, la lucha unida es el único camino correcto.
Al mismo tiempo, el movimiento obrero de los países del Primer y Segundo Mundo y la lucha antiimperialista del
Tercer Mundo se apoyan mutuamente. La clase obrera y las masas revolucionarias de los países desarrollados
capitalistas han logrado, en repetidas ocasiones brillantes victorias, dando duros golpes al imperialismo y al
socialimperialismo, y prestando enérgico apoyo a los pueblos del mundo en su lucha contra el imperialismo y el
hegemonismo.

4.- LAS TAREAS INTERNACIONALISTAS DE NUESTRO PARTIDO.
Ante esta situación ¿cuál es la línea general de los marxistas-leninistas de todo el mundo?, ¿cuáles
son las tareas internacionalistas de nuestro partido?.
La línea general para el Movimiento Comunista Internacional sigue consistiendo en la unión de
todos los proletarios, pueblos y naciones oprimidas del mundo; la lucha contra el imperialismo y el
colonialismo, y principalmente contra el hegemonismo de las dos superpotencias, y los
reaccionarios de los distintos países; la lucha por la paz mundial, la independencia nacional, la
democracia popular y el socialismo; la lucha resuelta contra el revisionismo contemporáneo; la
consolidación y crecimiento de los países socialistas; la consecución paulatina de la revolución
proletaria mundial y el establecimiento de un mundo nuevo, sin imperialismo, sin capitalismo y sin
explotación ni opresión.
Esta es la línea general que preside las tareas internacionalistas de todo el Movimiento Comunista Internacional y las de
nuestro partido.
Partiendo del análisis de la situación mundial en su conjunto y del desarrollo de las contradicciones fundamentales de
nuestra época, así como de la experiencia del Movimiento Comunista Internacional, el Partido Comunista Chino,
dirigido por Mao Tse-tung, ha señalado la política revolucionaria y las tareas del proletariado revolucionario
internacional.
En la actualidad, dado que las dos superpotencias constituyen los principales enemigos de los pueblos y su disputa
amenaza con hacer estallar una nueva guerra mundial, la lucha por formar, con el proletariado internacional y los países
socialistas como núcleo, el más amplio Frente Unico para frustrar el hegemonismo de las superpotencias y su política de
guerra es una justa política proletaria.
El proletariado mundial debe unirse con todas las fuerzas susceptibles de ser unidas para aislar y golpear a estos
enemigos y apoyar todo factor que los debilite. Esta es también la única política consecuente de paz, la única que
permite prevenir eficazmente una nueva guerra mundial desatada por las superpotencias, puesto que la paz no puede ser
preservada con súplicas inútiles de desarme, sino apoyándose en el desarrollo de las fuerzas de los países socialistas, en
la lucha revolucionaria del proletariado y los trabajadores de todos los países, en las luchas de liberación, de los pueblos
y naciones oprimidos por el imperialismo y el socialimperialismo y apoyando la, resistencia al control, al atropello y a
la intervención por parte de las dos superpotencias de los países del Tercer y Segundo Mundo.
En la actualidad son las superpotencias las que crean el peligro de guerra mundial y ésta sólo puede prevenirse por
tanto, golpeándolas y debilitándolas. No hay ningún otro camino de paz en el mundo.
Las tareas internacionalistas de nuestro Partido son, por tanto:
1.- Fortalecer la unidad combativa del proletariado y el pueblo de España con el proletariado y el pueblo de los países
del segundo mundo; fortalecer así mismo unidad de los pueblos europeos «y en particular el de nuestro país» con el
Tercer Mundo, en la lucha contra el imperialismo y el hegemonismo; establecer vínculos de unidad con todo aliado
posible con el fin de avanzar en la lucha contra el hegemonismo de las dos superpotencias.
2.- Unirnos estrechamente con todos los verdaderos partidos, marxistas-leninistas del mundo y especialmente con el
Partido Comunista Chino, para combatir hasta el fin el revisionismo contemporáneo y llevar a su culminación la
revolución proletaria mundial.
3.- Impulsar la revolución en España, dentro del marco de la estrategia del proletariado revolucionario internacional,
con el fin de implantar una República Democrática Popular y abrir paso a la edificación del socialismo constituye el
principal deber internacionalista de nuestro Partido, su mayor contribución hoy en día a la causa de la revolución
proletaria mundial. Para ello, en la actualidad, el proletariado de nuestro país al mismo tiempo que se une con las más
amplias masas populares para desplegar una seria lucha contra la opresión y la explotación de la burguesía monopolista
española, no puede sino enarbolar consecuentemente la bandera de la independencia nacional, colocarse en la
primera fila de la lucha contra el imperialismo y contra la amenaza de agresión de las dos superpotencias
(teniendo en cuenta que la más peligrosa es la Unión Soviética) y uniéndose con todos los que rehusen ser manejados y
esclavizados por ellos, dirigir esta lucha con dinamismo y participar activamente en ella.
Para ello hay que pasar, dentro de este marco, a determinar la línea estratégica de la revolución en España: realizar un
análisis concreto de la índole de nuestro país, de los blancos de la revolución y sus tareas, de las fuerzas motrices de la
misma, principales y secundarias, así como de su contenido y perspectivas.
España es un país de capitalismo monopolista de estado, controlado por el imperialismo, y en particular por el
imperialismo norteamericano. ¿Cómo se ha formado el actual régimen económico-social de nuestro país?. Estas son
cuestiones de la mayor importancia para determinar la estrategia revolucionaria.

II - Los rasgos característicos de la sociedad española
1.- LA DEBILIDAD HISTÓRICA DE LA BURGUESÍA ESPAÑOLA
Mientras en Francia, Inglaterra y otros países europeos la burguesía asesta desde finales del siglo XVIII sucesivos
golpes al antiguo régimen aristocrático feudal e impone paulatinamente el capitalismo, la burguesía española es incapaz
de hacer otro tanto. Extremadamente débil desde sus orígenes e incapaz de acumular suficiente fuerza y organizarse con
eficacia para destruir el decrépito régimen autocrático de los Borbones, la burguesía española se muestra a lo largo de
todo el siglo XIX, más inclinada a postrarse ante la aristocracia terrateniente la corona y la Iglesia que a combatirlas
radicalmente e implantar su propio proyecto revolucionario. Más inclinada a componendas con la reacción monarcofeudal que a apoyarse en la lucha de las masas trabajadoras y el naciente proletariado industrial, dejando de ese modo
prácticamente intactas las bases económico-sociales del antiguo régimen (dominio aplastante de las relaciones semifeudales en el campo, ausencia de un mercado nacional amplio, Estado decrépito e ineficaz, etc.) que trababan
precisamente el desarrollo del capitalismo y la expansión de la misma burguesía.
Así, víctima de su propia debilidad, de sus vacilaciones, de su temor al pueblo revolucionario, la burguesía española
dejó escapar una tras otra todas sus oportunidades históricas, desde la Guerra de Independencia de 1808-14 hasta el
período revolucionario de 1868-73, que culminó con la instauración de la I República. Es la aparición del proletariado
en este último período como fuerza revolucionaria activa de primera fila, el factor que aceleró la fusión comenzada
durante el reinado de Isabel II (1833-1868) de los sectores más reaccionarios de la burguesía (la burguesía terrateniente
y la burguesía bancaria) con la aristocracia, contando con la bendición incondicional de la Iglesia y el beneplácito de las
potencias imperialistas de la época, en particular de Inglaterra y Francia, que se apoyaban en estos sectores
precisamente para impedir el desarrollo de un capitalismo autónomo «y por tanto rival» y para intervenir en los asuntos
internos de España adueñándose de la minoría de los transportes y otros sectores productivos.
Con el aplastamiento de la I República y la restauración de la Monarquía borbónica de Alfonso XII en 1874, se plasmó
definitivamente la renuncia de la alta burguesía española a hacer su propia revolución, el pacto de su sector dominante
con la aristocracia terrateniente y su subordinación a las potencias imperialistas más importantes. Esta alianza en el
poder dará origen, mediante paulatinos cambios y reajustes, a la oligarquía financiera y terrateniente. De este modo se
configura en sus líneas esenciales y se impone un tipo de desarrollo capitalista incapaz de transformar a fondo las
estructuras de la vieja sociedad, sometido al control de los países imperialistas más potentes en cada momento; y cuyos
rasgos característicos son, desde su origen, el raquitismo, la especulación y el parasitismo. La dictadura de está "Santa
Alianza", reaccionaria y antinacional, ha costado al pueblo de las nacionalidades de España incalculables padecimientos
y opresión, sumiendo a nuestro país en la pobreza, el atraso y la dependencia exterior.

2.- EL CAPITALISMO MONOPOLISTA DE ESTADO
En la actualidad en España, el modo de producción dominante es el capitalismo en su última fase de desarrollo: el
capitalismo monopolista de Estado.
El grado de concentración del capital y de la producción es tan elevado que los monopolios desempeñan un papel
decisivo en la vida económica. Así mismo, el capital bancario y el capital industrial se han fusionado dando origen al
capital financiero.
Cada uno de los grandes bancos posee grupos de empresas en las distintas ramas de la producción y controla a través
del crédito a las pequeñas y medianas empresas. El capital financiero está concentrado hasta tal punto que un puñado
insignificante de familias controlan el 89 por cien del capital de la banca privada. Los grandes bancos han absorbido a
los pequeños o los tienen en su esfera de influencia. Algunas ramas de la producción y los servicios están
completamente monopolizadas, incluso jurídicamente (CAMPSA, Tabacalera, RENFE, Telefónica, etc...), contando
otras ramas con un pequeño número de empresas que establecen entre sí acuerdos de precios y mercados, siendo, por
tanto, monopolios de hecho (siderurgia, electricidad, cementos, automóviles, petroquímicas...). La tendencia a la
disminución de las pequeñas y las medianas empresas y el crecimiento en cuanto a su volumen de producción y a su
dominio de mercado de las grandes, se observa en casi todas las ramas de la industria y el comercio (grandes almacenes,
cadenas de distribución, transporte...).
El capital financiero español, íntimamente unido al capital monopolista. extranjero y en particular al norteamericano, ha
desarrollado la concentración y monopolización de los sectores productivos básicos prácticamente "desde arriba",
basándose en su dominio exclusivo de poder estatal.
Todo esto ha provocado la ruina creciente de amplios sectores de pequeños y medianos empresarios industriales,
comerciantes y artesanos, que han pasado a engrosar las filas del proletariado o del semiproletariado, acelerándose este
proceso particularmente en momentos de crisis aguda como la de 1956-1959 y la actual. Cada uno de los grandes
bancos españoles posee y controla a través del crédito a las pequeñas y medianas empresas. En la gran mayoría de las
empresas monopolistas, el capital está repartido en proporciones variables entre los distintos grupos financieros
españoles, el Estado y el capital monopolista extranjero, predominando en este último de forma abrumadora las grandes
corporaciones norteamericanas.
La fusión entre la oligarquía financiera y los grandes intereses imperialistas con el Estado, ha llegado a tal extremo que
el papel fundamental de este último es arbitrar, regularizar y fortalecer los intereses de los distintos grupos financieros y
monopolistas
A través de un sin fin de organizaciones estatales y paraestatales (Consejo Superior Bancario, INI, Servicio Nacional de
Productos Agrarios...), se imponen coercitivamente los intereses oligárquico-imperialistas a toda la sociedad, se
redistribuyen los recursos productivos en beneficio de una ínfima minoría, acelerando la monopolización de nuevos
sectores y la acumulación de gigantescas masas del capital en unas pocas manos. El Estado español es, en la actualidad
la expresión concentrada del poder de la minoría oligárquica y de los grandes intereses imperialistas, en particular los
norteamericanos, poder que se impone no sólo contra el proletariado y el campesinado, sino también contra la pequeña
burguesía y los sectores no monopolistas de las burguesía.
En la agricultura durante los últimos 15 años se han hecho dominantes las relaciones de producción capitalistas.
Los monopolios (privados, estatales o mixtos) dominan la vida material del campo, tanto la venta de los bienes
industriales necesarios para la actividad agrícola como con la comercialización y transformación de los productos.
La oligarquía financie a y el imperialismo han impuesto una vía de "desarrollo" en la agricultura cuyo punto central ha
consistido en la expulsión de más de la mitad de la población campesina hacia las ciudades y el extranjero creando así
un ejercito de mano de obra barata para el desarrollo monopolista de la industria y una fuente gratuita de divisas en la
actualidad el porcentaje de la población activa en la agricultura no llega al 25 por ciento del total nacional. Entre 1963 y
l975 más de la mitad de las provincias españolas han visto disminuir drásticamente su población y zonas ente ras se han
despoblado, mientras unas pocas ciudades como Madrid Barcelona, Bilbao, etc. han visto establecerse en sus suburbios
millones de nuevos proletarios sin más bienes que su fuerza de trabajo Sin embargo, todo este proceso se ha
desarrollado sin transformar en lo más mínimo las viejas estructuras latifundistas (y en gran medida tampoco las
minifundistas dominantes en algunas regiones) sin tocar el poder de los grandes terratenientes sobre la vida rural pata
hacer y deshacer a su capricho.
Todos estos factores combinados han provocado, a pesar de la mecanización y tecnificación de los cultivos, una relación
entre la industria y la agricultura crecientemente desfavorable para esta última. Las consecuencias de esta situación son
particularmente insoportables para los pequeños y medianos campesinos acosados a la vez por la acción de los
monopolios, del Estado y de los terratenientes y caciques locales.

3.- LA DICTADURA FASCISTA Y LA INTERVENCIÓN DEL IMPERIALISMO
AMERICANO
Sin embargo, a diferencia de otros países capitalistas, el desarrollo monopolista de España ha seguido un curso peculiar.
En él ha jugado un papel decisivo el establecimiento de la dictadura fascista en 1939 y la intervención del imperialismo.
Es la dictadura terrorista de tipo fascista instaurada en 1939, lo que permite a la oligarquía financiera realizar un rápido
proceso de acumulación de capital, mediante una explotación sin límite de la clase obrera y de las masas trabajadoras y
la privación de todo derecho, de toda posibilidad de organizarse y defender sus intereses a las otras clases populares. La
consolidación del capitalismo monopolista de estado ha ido aparejada con la más sanguinaria y corrompida dictadura
que ha padecido España a lo largo de su historia.
Por otra parte, el Régimen Fascista que sólo consiguió el poder mediante la intervención militar del imperialismo
alemán e italiano con la ayuda solapada de los imperialistas ingleses, franceses y americanos, al ser vencidos Hitler y
Mussolini, buscó cobijo en el imperialismo yanqui, y así, en 1953, firmó los vergonzosos acuerdos yanqui-franquistas,
acuerdos que permiten la Instalación de una red de bases militares, convirtiendo a España en un peón estratégico de su
política imperialista y prevén la intervención de las fuerzas militares yanquis de ocupación, en caso necesario, contra el
"enemigo interior", es decir, contra nuestro pueblo. A la vez el Régimen Franquista toleraba una amplia infiltración de la
CIA en su aparato estatal (Ejército, Brigada Político Social...) y establezca una legislación sobre Inversiones extranjeras
absolutamente favorable a los intereses imperialistas que ha permitido que éstos, y en particular los norteamericanos,
claven sus ganas en numerosas ramas de la producción y el comercio (bien por Inversiones directas de capital
mayoritario, bien detentando el poder de decisión aunque tengan el capital minoritario o bien a través de la dependencia
tecnológica) y coloquen en puestos claves de la economía y el Estado a sujetos que les son adictos, participando de ese
modo en la explotación de la clase obrera y de las amplias masas populares de nuestro país.
Los intereses de la oligarquía financiera y terrateniente y los del imperialismo norteamericano están estrechamente
unidos por multitud de lazos políticos, militares y económicos. La subordinación de España al imperialismo, y en
particular al norteamericano, se manifiesta también en lo científico y tecnológico, en la enseñanza, la cultura de los
grandes medios de difusión.
La prolongada dictadura fascista la subordinación a los intereses imperialistas, el crecimiento hasta límites monstruosos
del sector servicios, el mantenimiento a ultranza de las viejas estructuras de propiedad de la tierra y otros factores, han
determinado que el capitalismo monopolista de estado en España no supere sus bases iniciales extraordinariamente
débiles, estando en agudo contraste con el atraso y la pobreza de más de dos tercios del país. A la vez, tales factores han
acentuado tanto los rasgos decadentes del capitalismo monopolista en general (tendencia a la especulación, a los gastos
improductivos, a la inflación y al subconsumo...) como los propios de capitalismo español desde sus orígenes. España
forma parte de la cadena de estados capitalistas pero es uno de sus eslabones más débiles y en ella repercuten, con
particular intensidad, los efectos de la descomposición y la crisis del sistema capitalista mundial.
Los lazos políticos, militares y económicos de la oligarquía con el imperialismo norteamericano se han ido estrechando
a lo largo de los últimos veinticinco años, haciendo depender y subordinarse cada vez más a nuestro país a sus intereses
estratégicos por el mantenimiento de su hegemonía mundial.
El imperialismo norteamericano juega un importante papel no sólo en las palancas de la vida económica de nuestro país,
sino también en los resortes de la vida política y en la actuación de las principales fuerzas políticas Este hecho se ha
manifestado palpablemente en la transformación del Régimen Fascista.
Acosado por las luchas populares, desprestigiado y aislado interna y externamente: el Régimen Franquista, desde finales
de los años 60, era un instrumento de dominio cada vez más frágil. A la vez, el imperialismo yanqui, tras la derrota que
le infringieron los pueblos de Indochina y frente a los intentos de expansión de la Unión Soviética, se plantea con
urgencia reforzar el "vientre blando de Europa" sustituyendo los fascismos meridionales por regímenes democráticoburgueses más o menos endurecidos que puedan Integrarse plenamente y reforzar el sistema de alianzas políticas,
militares y económicas bajo su hegemonía. El sector hegemónico de la oligarquía financiera, ligado por estrechos
vínculos económicos al imperialismo norteamericano y bajo la orientación política y apoyo de su Estado Mayor (el
Pentágono) emprende, no sin enfrentarse a dificultades específicas (producto por una parte de la extraordinaria
combatividad del proletariado y las masas populares de nuestro país, del problema de las nacionalidades oprimidas y de
la existencia del movimiento revolucionario marxista-leninista más potente de Europa, y por otra de las contradicciones
existentes con la burocracia fascista y un sector importante del capital especulativo), el proceso de transformación del
Régimen Fascista en un Régimen Democrático Burgués y la consolidación del mismo, proceso que abre el período que
estamos viviendo actualmente.
Así pues, la transformación del fascismo y la consolidación de la nueva forma de dominio de la oligarquía va
íntimamente unida al reforzamiento de los lazos de dependencia y subordinación de nuestro país al imperialismo
norteamericano, introduciéndolo y vinculándolo estrechamente al sistema de alianzas militares bajo su hegemonía: la
OTAN, convirtiéndolo así aún más en un peón dentro de su estrategia para mantener su hegemonía en el mundo y
utilizando a nuestro pueblo como carne de cañón ante el desencadenamiento de un enfrentamiento bélico entre las dos
superpotencias, enfrentamiento en el que el dominio de Europa y dentro de él el de España por su situación geográficopolítica, tiene una importancia trascendental.
La tendencia en la actualidad es a que el imperialismo norteamericano secuestre cada vez más la independencia y la
soberanía nacional de España. Estas son las características de la sociedad española, sociedad de capitalismo
monopolista de Estado, estrechamente vinculada y dependiente de los intereses imperialistas. Dado todo esto la
contradicción principal de la sociedad española es la que existe entre la oligarquía financiera y terrateniente y el
imperialismo por una parte, y el proletariado y todas las clases populares por otra. Esta contradicción ha generado y
genera intensas luchas de clases.

4.- LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA Y EL PUEBLO CONTRA LA DICTADURA
OLIGÁRQUICO-IMPERIALISTA
La lucha revolucionaria de la clase obrera en España cuenta con cien años de historia, si se cuenta desde el período
1868-1873 en que aparece por primera vez como fuerza revolucionaria activa mínimamente organizada. Desde entonces
el proletariado ha estado a la cabeza de la lucha revolucionaria del pueblo de las nacionalidades de España por la
libertad, la democracia, la independencia y el socialismo.
Durante el primer tercio del presente siglo, el pueblo no pudo transformar en victorias políticas su lucha contra la
oligarquía debido a la dirección que ejercía sobre el movimiento obrero la política reformista del PSOE por una parte, y
su complemento natural, el aventurerismo pequeño-burgués anarquista que ganó influencia entre amplios sectores del
proletariado industrial agrícola.
La fundación del PCE en 1920 abrió el camino a la revolución española, abrió la posibilidad al proletariado español, por
primera vez en su historia, de dotarse de su Organización de vanguardia basada en el marxismo-leninismo. Este hecho
supuso un cambio de trascendental importancia en la lucha de clases a pesar de los graves errores de "izquierdismo" en
los que el partido incurrió durante un largo período y que retrasaron la organización revolucionaria del proletariado.
La historia de la II República desde 1 932 a 1 935 es la historia de la incapacidad de la pequeña y media burguesía para
tomar medidas radicales contra la reacción oligárquica y la Iglesia de las sucesivas intentonas reaccionarias por hacerse
de nuevo con todo el poder, de la abnegada y heroica lucha de la clase obrera y de las masas trabajadoras por defender
ampliar y profundizar las conquistas republicanas, lucha que culmina en el movimiento revolucionario de Octubre de
1934 y tiene su máximo exponente en la gloriosa insurrección de Asturias, ahogada en un baño de sangre por las tropas
legionarias al mando de Franco.
Tras la represión que desata el Gobierno de Gil Robles, el Partido Comunista de España, dirigido por el camarada José
Díaz lanza el justo llamamiento de Frente Popular, que gana las elecciones en Febrero de 1936. Cinco meses después, la
oligarquía financiero-terrateniente, apoyándose en la Iglesia y en las fuerzas más tenebrosas de la sociedad española,
con la ayuda exterior del nazi-fascismo alemán e italiano organiza una sublevación militar fascista y se lanza por el
camino de la guerra abierta contra el pueblo.
La Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-1939 contra el fascismo, la oligarquía y el imperialismo germano-italiano
es una página heroica de la lucha de nuestro pueblo y de nuestra clase, fuente de valiosas experiencias revolucionarias.
Durante tres años el proletariado y el pueblo resistieron la agresión fascista e imperialista con las armas en la mano e
hizo frente a los mayores sacrificios con especial bravura. La resistencia del pueblo español contra el fascismo fue un
importante ejemplo para todos los pueblos del mundo y fortaleció la lucha mundial contra el imperialismo y el
fascismo. El Partido Comunista de España mantuvo una justa línea de impulsar la guerra popular contra el fascismo,
defender la República y llevar a cabo profundas transformaciones políticas y sociales, pero cometió también graves
errores, fundamentalmente el de anteponer la unidad y los compromisos con la burguesía republicana a la
independencia política y a la lucha resuelta contra sus vacilaciones y su tendencia a la capitulación. Las consecuencias
de estos errores constituyen una amarga lección que el proletariado español no debe olvidar jamás.
La imposición, por la fuerza de las armas, de la dictadura terrorista de la oligarquía, no pudo impedir que a través de mil
formas el proletariado y el pueblo mantuvieran viva la llama de la resistencia y la lucha, conservando e incrementando
de este modo sus valiosas tradiciones revolucionarias. Este es un caudal de enormes riquezas en la actualidad para
nuestro pueblo.
Tanto la Guerra Nacional Revolucionaria como la prolongada lucha posterior contra el fascismo, han puesto de
manifiesto con toda claridad que el proletariado es la única fuerza socia' en nuestro país capaz de ocupar el lugar
dirigente y principal en la lucha revolucionaria contra la oligarquía y el imperialismo, que sin la más firme dirección del
proletariado revolucionario en el terreno político y militar no es posible unir estrechamente a todo el pueblo contra sus
enemigos comunes y alcanzar la victoria.
La lucha y la combatividad de las masas populares llevaron a poner en quiebra definitivamente al Régimen Franquista.
Sin embargo, debido a la traición de la camarilla dirigente del PCE a los intereses del proletariado y del pueblo y a la
inexistencia de un único partido marxista-leninista dotado de una línea ideológica y política justas, el movimiento
popular y la lucha contra le fascismo han carecido de una dirección proletaria. Los marxistas-leninistas en España
tenemos la responsabilidad de reconstruir el Partido del Proletariado y determinar con justeza los blancos, las tareas, las
fuerzas motrices, los objetivos y perspectivas de la revolución que la clase obrera debe dirigir en nuestro país y
proseguir con resolución la lucha contra los enemigos del pueblo.

III - Los blancos y las tareas de la revolución en España
El establecimiento de una correcta estrategia y táctica revolucionarias exige delimitar, con toda precisión, cuáles son los
blancos, los enemigos principales de la revolución en España. Del análisis de la naturaleza de la sociedad española
realizado en el capítulo anterior, se deduce que España es un país de capitalismo monopolista de estado, que ocupa un
lugar de eslabón débil dentro de la cadena de estados capitalistas, íntimamente vinculados y dependientes de los países
imperialistas.
Los enemigos principales de la revolución en España son pues, la oligarquía financiera y terrateniente y las burguesías
monopolistas de los países imperialistas, que constituyen los principales explotadores y opresores de nuestro país.
Desde la firma de los tratados de 1953, que ha permitido a los imperialistas norteamericanos explotar
desenfrenadamente a las masas trabajadoras de nuestro país, intervenir crecientemente en los asuntos internos de
España, establecer tropas y bases militares e hipotecar la independencia nacional, la burguesía imperialista
esdounidense ha pasado a ser el principal enemigo exterior de la revolución española.
Como resultado de la cada vez más enconada disputa entre las superpotencias por la hegemonía, la URSS hace
denodados esfuerzos por intervenir en los asuntos internos de nuestro país. Previsiblemente, estos esfuerzos se harán
cada vez más febriles, conforme avance la revolución, disfrazándose de "ayuda desinteresada", "internacionalismo" y
otras patrañas. El proletariado revolucionario y su Partido deben estar vigilantes, prevenirse de "ayudas" esclavizadoras
y oponerse resueltamente a los planes de la URSS para intervenir en nuestro país y lograr la hegemonía.
Los enemigos de la Revolución en España son, pues, extremadamente fuertes. No sólo es la poderosa oligarquía
financiera y terrateniente y su Estado, sino también el poderoso imperialismo yanqui; y los dos coaligados van a
oponerse por todos los medios al avance de la revolución en nuestro país.
Del poderío de los enemigos de la revolución, de su naturaleza extremadamente reaccionaria y agresiva, de la fortaleza
de su monstruoso aparato estatal militar y policíaco y de la importancia de la situación estratégica de nuestro país, que
lo hacen ser pieza codiciada por el imperialismo, se deduce que la revolución española ha de ser forzosamente
prolongada y encarnizada, que su principal forma de lucha es la lucha armada y que necesita un largo período para
acumular y templar las fuerzas capaces de alcanzar la victoria.
El aparato militar-represivo oligárquico-imperialista fuertemente centralizado y organizado, relativamente potente, no
puede ser aniquilado en una o dos batallas, ni tampoco contrarrestada la intervención contrarrevolucionaria que
inevitablemente desencadenará uno u otro imperialismo: sólo podrá alcanzarse la victoria mediante una guerra popular
prolongada.
La experiencia revolucionaria de los últimos años, y en particular desde la gloriosa Insurrección de Octubre en Rusia,
ha probado repetidamente que no es posible derrocar el poder burgués-imperialista y destruir su Estado mediante un
mero movimiento insurreccional violento de masas más o menos prolongado. La revolución en Rusia, en China, en
Albania, en Vietnam, en Camboya, en Laos, etc. sólo pudo triunfar tras prolongadas guerras revolucionarias civiles o
nacionales, independientemente de si la revolución comenzó bajo alzamiento insurreccional de las masas.
En nuestro país, la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-39 demostró que mientras la oligarquía y el imperialismo
puedan recurrir aunque sólo sea a una fracción de sus fuerzas armadas y su policía, no vacilarán en emprender la guerra
contra el pueblo si no pueden detener de otra forma el ascenso de la revolución. Demostró también que sin un ejército
popular, destacamento de vanguardia del pueblo en armas, estrechamente fundido con las masas y bajo la dirección del
Partido del Proletariado, es imposible enfrentarse victoriosamente a la maquinaria militar de la reacción.
El partido debe precaverse contra el aventurerismo, la tentación de intentar quemar etapas utilizando formas de lucha
para las que no existen condiciones y contra toda especulación inútil sobre las formas que ha de revestir la guerra
nacional revolucionaria; o la formación del ejército popular en nuestro país.
El partido debe persistir y mantener en alto el principio revolucionario marxista-leninista de la lucha armada, de la
guerra nacional revolucionaria, de la necesidad de un ejército popular, educar al proletariado y a las amplias masas
combatiendo las ilusiones pacifistas y reformistas, cuyo principal instigador es el falso PCE de Santiago Carrillo, e
impulsar a través de todos los métodos legales, ilegales o semilegales, la lucha política de masas, principal forma de
lucha en la actualidad, de tal forma que el pueblo aprenda a distinguir prácticamente a sus enemigos y a enfrentarse con
ellos elevando su nivel de conciencia y organización, preparándose prácticamente para las formas de lucha más
elevadas
Unificación Comunista de España considera «al igual que Marx, Lenin, Stalin y Mao Tse-tung» que la defensa
intransigente de estas cuestiones frente a los ataques del revisionismo y la educación del proletariado y el pueblo en
estos principios, constituyen la línea que separa la revolución del reformismo, el marxismo-leninismo del oportunismo,
el socialismo del democratismo pequeño-burgués.
Señalados ya los principales enemigos de la revolución en España, las tareas principales no pueden ser otras más que
golpear a estos enemigos: acabar con la opresión de la oligarquía financiera y terrateniente y acabar con la opresión
exterior del imperialismo.
Ambas tareas están estrechamente relacionadas entre sí y no pueden separarse de ningún modo. No puede ponerse fin a
la dictadura oligárquica sin acabar con la dominación imperialista sobre nuestro país, puesto que ésta constituye el
principal apoyo exterior. De la misma manera, la revolución no puede acabar con la dominación imperialista sin
derrocar a la oligarquía financiera y terrateniente, principal base social en que se apoya el imperialismo para intervenir y
dominar en nuestro país.
Por lo tanto, en la actualidad, la revolución española dirige su filo contra el poder de la oligarquía financiera y
terrateniente y el imperialismo yanqui, mantenido mediante un aparato estatal construido a la medida de sus
necesidades. Sin destruir hasta sus últimos cimientos el Estado oligárquico-imperialista y acabar con las bases
económicas y materiales de su poder, es completamente imposible terminar con la situación de explotación y opresión
en que se encuentra el pueblo de las diversas nacionalidades de nuestro país.
Las tareas de la revolución en nuestro país en la presente etapa están en estrecha relación con las tareas estratégicas del
Movimiento Comunista Internacional: asestar duros golpes a los enemigos principales de la revolución en España,
especialmente al imperialismo, es al mismo tiempo, prestar un enérgico apoyo a los pueblos del mundo en su lucha
contra el imperialismo y el hegemonismo.
Por ello, el proletariado en España, a la vez que lucha por acabar con la opresión y la explotación de la oligarquía
financiera y terrateniente, debe enarbolar consecuentemente la bandera de la independencia nacional frente al
imperialismo, y frente al imperialismo norteamericano en particular; colocarse en primera línea de la lucha contra la
amenaza o agresión y prevenirse especialmente frente al socialimperialismo. Ponerse a la vanguardia de la lucha por la
independencia nacional y dar pasos reales para unir en ella a las más amplias masas, a todos los que rehusen ser
manejados o esclavizados por las dos superpotencias, entendemos que es, hoy en día, una cuestión decisiva que separa
las posiciones de los auténticos comunistas de los oportunismos de diversa índole y del revisionismo
Las tareas del Movimiento Comunista Internacional y las de la revolución en nuestro país se concreta en la formación
de una frente unido de todo el pueblo, de un frente popular que dirigido por el proletariado luche activamente por la
independencia nacional frente al imperialismo y por acabar la opresión y explotación de la oligarquía financiera y
terrateniente. Esta es la línea de actuación va a permitir derrocar a los enemigos principales del proletariado de todo el
pueblo español, al mismo tiempo que une e integra nuestra lucha con la de los pueblos de los países europeos y del
Tercer Mundo.

IV - Las clases sociales en España.
Fuerzas principales y secundarias de la revolución
"Las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de
producción históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran respecto a los medios de producción,
relaciones que las leyes refrendan y formulan en gran parte, por el papel que desempeñan en la organización social del
trabajo y, consiguientemente, por e{modo y proporción en que perciben la parte de la riqueza social de la que
disponen". (Lenin: "Ideología y cultura socialista").
"Y para distinguir a los auténticos amigos de los verdaderos enemigos, tenemos que hacer un análisis general de la
condición económica de las diversas clases de la sociedad China y de sus respectivas actitudes hacia la revolución. Mao
Tse-tung: "Análisis de las clases en la sociedad China").
El proletariado y su partido deben conocer y comprender las contradicciones que las diferentes clases y sectores sociales
mantienen con la clase dominante y entre sí, así como sus aspiraciones. Sólo de esta forma, sabrá qué clases son
susceptibles de aliarse con él, es decir, quiénes son sus amigos y contra quién debe combatir, y sólo de esta forma, podrá
luchar por ligarse estrechamente con las clases más resueltas, atraerse a las vacilantes y aislar a las reaccionarias. Para
conseguirlo debe saber ligar los intereses y aspiraciones de las clases susceptibles de unírseles con los intereses
generales de la revolución.
La condición económica social de cada una de las clases determina, en última instancia, su actitud ante la revolución.
Pero este no es el único factor. Intervienen también los rasgos peculiares de su ideología y de su formación histórica
como clase, las contradicciones que mantienen con la clase que ha de dirigir la revolución, etc. Sin embargo, el factor
decisivo que, junto con las condiciones objetivas, determina su actitud hacia la revolución es la labor que el Partido
Comunista, vanguardia política del proletariado, realiza: la justeza de la alternativa que sepa ofrecerle, hacerle
comprender y apoyar a través de una correcta labor de organización, agitación y propaganda.
Dentro del conjunto de fuerzas sociales susceptibles de ser unidas, las hay de diferente naturaleza, por las
contradicciones que las mueven, por su potencial y por su resolución revolucionaria. Unas clases desempeñarán un
papel de gran importancia para el triunfo de la revolución: son las fuerzas motrices de la revolución. Otras no
desempeñarán un papel tan importante, pero pueden hacer mucho más difícil la victoria e incluso inclinar la balanza
hacia la contrarrevolución si luchan al lado del enemigo principal. Por ello es de todo punto imprescindible que el
proletariado consiga atraérselas o al menos neutralizarlas.
Veamos pues, qué clases sociales hay en España, cuál es su situación y quiénes son las fuerzas principales y secundarias
de la revolución.

1.- La oligarquía financiera y terrateniente.
La oligarquía financiera y terrateniente es el sector completamente hegemónico de la burguesía española; en estrecha
vinculación con el imperialismo, en particular con el imperialismo norteamericano, ejerce el monopolio del poder
estatal y explota y oprime brutalmente al proletariado y a las demás clases trabajadoras. A través de diversos
mecanismos políticos y económicos también lesiona los intereses de la burguesía no monopolista. Es, al mismo tiempo,
un instrumento y un firme aliado del imperialismo yanqui en su política de rapiña hacia nuestro país e incluso hacia
algunos otros. Ha hipotecado la independencia y soberanía de España. La oligarquía financiera y terrateniente ha
demostrado largamente que está dispuesta a realizar los mayores crímenes contra el pueblo, y las mayores traiciones a
los intereses de nuestro país con tal de conservar su poder y sus privilegios. Es la fuerza más retrógrada y tenebrosa de
la sociedad española. Por todo esto es uno de los blancos de la revolución y en ningún caso un posible aliado.
La oligarquía financiera y terrateniente constituye algo menos del 1 por ciento de la población activa total (1). Son los
grandes magnates de las finanzas, de la industria y del comercio y los grandes terratenientes, unidos entre si por una
maraña de vínculos históricos, de intereses familiares, bajo la completa hegemonía del capital financiero, de los siete
grandes bancos españoles.
Dentro de la oligarquía se deben incluir también determinados grupos sociales, que disponen de un elevado grado de
poder político o económico o ambos a la vez, al servicio de los intereses oligárquicos. Estos son: las capas más elevadas
de la administración las jerarquías superiores del ejército, la policía y los tribunales y los altos directivos de las
empresas monopolistas.

2.- La burguesía no monopolista o burguesía media.
Incluye a los dueños de industrias de tamaño medio, comercios importantes y empresas de servicios, etc. que emplean
un número importante de obreros pero carecen de fuerza para alcanzar posiciones de monopolio. También incluye a los
elementos de profesiones liberales, funcionarios, etc. cuyos ingresos les producen un importante excedente que invertir
o cuya situación social les permite un relativo control político-ideológico sobre determinados sectores de la sociedad.
En conjunto no abarca más del 3 por ciento de la población activa total.
La burguesía media no disfruta, ni ha disfrutado nunca de forma continuada en nuestra historia, de los resortes
fundamentales del poder estatal. Los momentos en que ha accedido al poder, como durante algunos períodos de la II
República, han sido seguidos inmediatamente del levantamiento violento de la oligarquía para restablecer de nuevo su
dominio exclusivo.
En general, la burguesía no monopolista, se ve perjudicada por la política económica que imponen la oligarquía y el
imperialismo y sufre también, hasta cierto punto, su opresión política, en particular en las nacionalidades minoritarias.
De hecho, muchos sectores, especialmente los que no están vinculados a los monopolios, viven sometidos al dictado de
éstos y en peligro de ruina, lo cual se manifiesta con toda evidencia en momentos de crisis aguda, mientras que otros
sectores se mantienen más establemente, pero al precio de aceptar las condiciones exorbitantes que imponen los
monopolios: la apropiación por éstos de una parte de su plusvalía y el sometimiento a un papel subordinado y
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Congreso Unificación Comunista España 1979 Línea Ideológica Política

  • 1. Documentos del Iº Congreso Unificación Comunista de España 1979 LÍNEA IDEOLÓGICA Y POLÍTICA ÍNDICE Introducción 4 El revisionismo es el más venenoso enemigo de la revolución 7 Línea estratégica I La línea del proletariado revolucionario en la situación de la lucha de clases a nivel mundial 25 II Los rasgos característicos de la sociedad española 39 III Los blancos y las tareas de la revolución en España 49 IV Las clases sociales en España. Fuerzas principales y secundarias de la revolución 55 V 67 La presente etapa de la revolución en España. Sus características específicas. La República Democrática Popular VI El orden de combate de las fuerzas del pueblo. El Frente Único. La Alianza del pueblo trabajador. El Frente de Unidad Popular 73 VII Las perspectivas de la revolución en España. El socialismo. Las tareas del partido en la democracia popular 79 Nuestro programa de lucha 85 La lucha contra el revisionismo contemporáneo y la reconstrucción del Partido del Proletariado 117 Estatutos 135 Sobre los afiliados 153 INTRODUCCIÓN Publicamos aquí la Línea Ideológica y Política y los Estatutos aprobados en el I Congreso de Unificación Comunista de España. La base de estos textos son las ponencias presentadas al Congreso por el anterior Comité de Dirección Ampliado. El Buró Político, por encargo del nuevo Comité Central, ha recogido las modificaciones introducidas por el Congreso y les ha dado forma definitiva.
  • 2. El Congreso se ha reafirmado en las cuestiones cardinales de nuestra anterior Línea Ideológica y Política, en el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung como nuestra base ideológica y teórica, las cuatro contradicciones fundamentales del mundo en nuestra época, así como los blancos, las fuerzas motrices y las tareas de la revolución en España en la presente etapa. No obstante se han introducido importantes modificaciones determinadas por los cambios habidos en la situación internacional y por el desarrollo a escala mundial del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung, como por la revisión autocrítica de nuestra experiencia, las enseñanzas de nuestros aciertos y nuestros errores y la mayor solidez teórica e ideológica de nuestro partido. Estas modificaciones comprenden diversas cuestiones tanto de la Estrategia y de la Línea Ideológica como de los Estatutos y de la Reconstrucción del Partido. En cuanto a la Línea Ideológica, se señalan con mayor precisión cuáles son las aportaciones esenciales del pensamiento Mao Tse-tung al desarrollo del marxismo-leninismo, se ha modificado nuestra posición ante la cuestión de Stalin y se ha abandonado la formulación de que el pensamiento Mao Tse-tung es el marxismo-leninismo de nuestra época. Las aportaciones esenciales del pensamiento Mao Tse-tung hacen referencia al problema central de nuestro tiempo: la continuación de la revolución bajo las condiciones de Dictadura del Proletariado y la lucha contra el revisionismo contemporáneo. Anteriormente tratábamos las diversas aportaciones de Mao Tse-tung al mismo nivel sin señalar claramente qué era lo principal. Un estudio más riguroso del desarrollo teórico y político del Partido Comunista Chino, nos ha hecho comprender mejor este problema. Ante la cuestión de Stalin teníamos una posición confusa, no acabábamos de comprender suficientemente la relación entre sus aciertos y sus errores y las repercusiones mundiales de estos últimos, por tanto resolvíamos el problema planteándonos su defensa en términos de "línea de continuidad del marxismo-leninismo". También aquí un estudio más concienzudo de la posición del pensamiento Mao Tse-tung ante este problema ha hecho que lo comprendamos mejora y lo asumamos plenamente aunque teniéndolo siempre presente que se trata de una cuestión sumamente compleja, que no se resolverá completamente en este siglo. El abandono de la formulación de que el pensamiento Mao Tse-tung es el marxismo-leninismo de nuestra época viene terminado por la confusión que esta formulación introduce. De una parte puede inducir a hacernos pensar que nuestra época sea distinta a la que Lenin caracterizó como "La época del imperialismo agonizante y de la Revolución Proletaria Mundial". De otro, puede inducir a relegar la imperiosa necesidad estudiar a Marx, Engels, Lenin y Stalin. En cuanto a la situación internacional, nos hemos reafirmado en la orientación que ya venía siguiendo el partido, la orientación que para todo el movimiento marxista-leninista mundial señala la Teoría de los Tres Mundos formulada por Mao Tse-tung. La importancia decisiva de la Teoría de los Tres Mundos como la línea de clase del proletariado revolucionario en la lucha internacional y la necesidad para todo partido marxista-leninista, de partir de ella al trazarse los objetivos y las tareas en su propio país, es una posición firmemente adoptada por nuestro partido. En cuanto a la estrategia, se han introducido modificaciones, principalmente respecto a la lucha armada, al programa mínimo general y a ala caracterización de la etapa, junto con otros puntos nuevos tales como una síntesis de la génesis histórica de la clase dominante, algunas precisiones en el análisis de clases, la caracterización de la transformación del Régimen Fascista en un Régimen Democrático Burgués y el programa de lucha que corresponde a este período de la lucha de clases en nuestro país. Anteriormente se exponía de forma vacilante la cuestión de la lucha armada. Se podía entender que la necesidad de la lucha armada se desprendía de la naturaleza "particularmente brutal y sanguinaria" de la oligarquía "española", y no de un principio cardinal del marxismo-leninismo corroborado por toda experiencia histórica del proletariado en esta época: que las clases reaccionarias en el poder y el imperialismo no pueden ser eliminadas, ni su Estado destruido, si no es a través de la violencia revolucionaria de las masas, a través de la lucha armada. Por otro lado se señalaba como una probabilidad y no como algo inevitable que el método fundamental de la lucha que corresponde a la revolución española en esta etapa es la guerra popular prolongada contra los enemigos de nuestro pueblo: el imperialismo y sus aliados internos. Estas vacilaciones son particularmente peligrosas cuando el revisionismo se infiltra en las filas de los marxistas-leninistas en estas cuestiones capitales. En la estrategia actual son planteadas de una forma correcta, aunque todavía su desarrollo es muy limitado. Anteriormente no diferenciábamos correctamente los aspectos generales del programa democrático popular de sus aspectos concretos. Los primeros son las tareas y las transformaciones revolucionarias que corresponden a toda la etapa y no varían a través de toda ella. Los segundos comprenden distintas tareas, reivindicaciones y consignas que también forman parte del programa mínimo del partido pero que se van modificando a lo largo de las distintas fases, períodos y coyunturas que atraviesa el proceso revolucionario durante la misma etapa. Nuestro programa mínimo general no variará, pues mientras no se alteren las condiciones que determinan la actual etapa de la revolución pero debe concretarse de forma diferente según los cambios que se operen en la situación política. Por ejemplo, con la intervención del imperialismo yanki en nuestro país, que se hace ya dominante a principios de los años 50, la revolución española experimentó un cambio de fase pasando a ser el imperialismo yanki uno de los enemigos principales de la revolución. El cambio del Régimen Fascista por un Régimen Democrático Burgués abre un nuevo período dentro de la
  • 3. misma fase. Estos cambios se han de reflejar naturalmente en el programa mínimo concreto. Anteriormente estas cuestiones estaban muy confusas. De un lado se presentaban como transformaciones y consignas estratégicas cuestiones que no eran más que reivindicaciones tácticas o reformas plenamente asumibles por el imperialismo y la oligarquía diferenciando el contenido esencial de nuestro programa mínimo: las transformaciones revolucionarias en la política y la economía, en la cultura y en la sociedad. Por otro lado, esta confusión tenía la consecuencia de dificultar la adecuación del programa mínimo del partido a las condiciones del momento, lo que de hecho ha sido fuente de numerosos errores y desviaciones, alimentando el esquematismo, las tendencias dogmáticas y la inclinación a dar respuestas generales y abstractas a los problemas tácticos, alejándonos de la flexibilidad y la movilidad que debe tener la dirección táctica de la lucha revolucionaria. Respecto a la denominación del carácter de la revolución se ha prescindido de la formulación anterior que era la de democrática nacional. El Congreso se ha reafirmado rotundamente en quiénes son los blancos, las fuerzas principales y secundarias y en cuál es, en consecuencia, el contenido de las transformaciones en la presente etapa, antiimperialista, antimonopolista y antilatifundista, y en particular el objetivo de la presente etapa no es la dictadura exclusiva del proletariado sino la dictadura de una amplia alianza de clases bajo la dirección del proletariado, incluyendo en esta alianza a la burguesía no monopolista. Pero el Congreso ha considerado que la denominación del carácter como democrático nacional podía sembrar confusión ya que este término es utilizado respecto a las revoluciones en los países del Tercer Mundo, es decir, los países coloniales o semicoloniales. Es por estas razones que hemos decidido suprimir esta formulación, a la vez que nos marcamos la necesidad de profundizar en el estudio de este problema para su futura resolución. En cuanto a la Reconstrucción del Partido del Proletariado, reafirmándose en que la cuestión esencial en la Reconstrucción del Partido del Proletariado Revolucionario es la justeza o no de la Línea Ideológica y Política, subrayando que esto lo decide todo, y se han rectificado dos importantes cuestiones erróneamente planteadas y que han tenido malas consecuencias. En primer lugar los planteamientos anteriores tendían a confundir la Reconstrucción del Partido con uno de sus aspectos más importantes, la unificación de los marxistas-leninistas en un solo partido. Esta importante desviación ha tenido consecuencias nefastas: nos llevaba a "vivir pendientes" de la última palabra que nos pronunciaran otros partidos marxistas-leninistas, a poner toda la actividad de nuestro partido en función de la unificación con otras fuerzas marxistas-leninistas y en consecuencia a desconfiar de nuestras propias fuerzas, a desligarnos de las masas, a no asumir nuestra responsabilidad de partido proletario y estancar nuestro trabajo político, ideológico y organizativo. Este error ha sido plenamente combatido y rectificado. Por otro lado hemos modificado los criterios para considerar marxista-leninista a otro partido. Fijábamos unos criterios generales que ni siquiera el Partido Comunista Chino, en la actual situación, establece, y ladeábamos al tiempo así el análisis concreto de otras fuerzas marxistas-leninistas, el reconocimiento de sus aciertos y sus errores y por tanto el combate a los últimos, y el aprendizaje y la búsqueda de unidad sobre los principios. En cuanto a los Estatutos, todos los cambios que se han hecho en los distintos artículos están orientados por dos polos: combatir el oportunismo de derechas en materia de línea organizativa y combatir las liquidadoras ideas de la línea oportunista y fraccional que venían amenazando el carácter del partido como destacamento de combate en alguna zona del partido. Son pues muy importantes los pasos que nuestro partido ha dado en su Línea Ideológica y Política, fundamentalmente porque estas modificaciones en el nivel de la teoría son el resultado de nuestra práctica revolucionaria; ha sido en el combate diario a lo largo de sucesivas luchas como hemos avanzado en solidez teórica e ideológica: enfrentándonos a situaciones nuevas y complejas y resolviéndolas, superando una dificultad tras otra y aprendiendo de nuestros errores y aciertos. Estos nuevos avances tenemos que convertirlos en trampolín de lanzamiento, en arma política que impulse a nuestro partido en un gran salto hacia adelante. Nuestro I Congreso ha llamado a todos los militantes, afiliados y simpatizantes del partido, a todos los revolucionarios comunistas, a todos los obreros y trabajadores del campo y de la ciudad, a todos los intelectuales y sectores revolucionarios que de una u otra forma encuentran en estos documentos una guía para su práctica revolucionaria, a que encabecen esta línea, le den vida y la lleven con entusiasmo, audacia y entrega sin límites a las amplias masas de nuestro pueblo, batallando incansablemente para que prenda entre ellas y vaya convirtiéndose en una hermosa realidad el florecimiento de un potente movimiento revolucionario de todo el pueblo encabezado y dirigido por la clase obrera. Los reaccionarios de todo tipo, los revisionistas y oportunistas se esfuerzan por detener la rueda de la historia: no lo conseguirán, tarde o temprano se producirá su bancarrota y se presentará a revolución, que sin duda alguna triunfará, haciendo realidad lo que hoy todavía es un futuro esperanzador y luminoso. El imperialismo y la oligarquía y todos los reaccionarios de todo el mundo afilan sus garras, su lógica (en palabras de Mao Tse-tung) es "provocar disturbios, fracasar, volver a provocar disturbios, volver a fracasar, fracasar de nuevo, y así hasta la ruina".
  • 4. Nuestra lógica y la lógica del pueblo es "luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo, volver a la lucha, y así hasta la victoria". El revisionismo es el más venenoso enemigo de la revolución Hoy se libra en todo el mundo una batalla gigantesca. Bajo la bandera del comunismo se amparan dos posiciones de clase antagónicas, dos corrientes ideológicas y políticas irreconciliables: el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo contemporáneo. Ambos se disputan la dirección del movimiento revolucionario y de la clase obrera de todos los países. De quién vencerá a quién depende el porvenir de la humanidad por muchas largas décadas. Acontecimientos de este cariz no son nuevos en la historia del Movimiento Comunista Internacional. El marxismoleninismo ha nacido, se ha desarrollado y se ha fortalecido en una lucha constante entre la ideología burguesa y la ideología proletaria. Establecer una clara línea de demarcación entre las posiciones proletarias y las posiciones burguesas ha sido, y es, una cuestión de vida o muerte para el avance de la revolución. Marx y Engels, en la época del capitalismo de libre competencia, establecieron las bases de la ideología proletaria, armaron a la clase obrera con los fundamentos de una teoría científica capaz de guiarle en el proceso revolucionario. Fue un largo y cruento combate principalmente en el terreno de la teoría, contra toda la gama de socialismos utópicos y en especial el anarquismo, es decir: contra la forma que entonces tomaba la ideología burguesa entre la clase obrera; durante toda la segunda mitad del siglo XIX, a finales del mismo el marxismo ha vencido, ha pulverizado los socialismos utópicos y es ya la ideología dominante del movimiento obrero mundial. A partir de este momento, la lucha entre la ideología burguesa y la ideología proletaria por la dirección del movimiento obrero pasó, en lo principal, de ser un ataque frontal al marxismo a realizarse en el propio terreno de la teoría marxista. Las más sólidas fortalezas se toman mejor desde dentro. Al Partido Bolchevique, creado y guiado por Lenin, le corresponde defender y desarrollar el marxismo en la segunda gran encrucijada histórica que se le presenta a la clase obrera. La aparición del capitalismo monopolista y la difusión de la ideología burguesa dentro mismo de los partidos marxistas planteaba problemas que Marx no había podido prever. El Partido Bolchevique, dirigido por Lenin, resuelve la cuestión de la toma del poder por el proletariado en la época del imperialismo. El instrumento decisivo para ello es un partido de nuevo tipo, un partido de corte leninista. En la Revolución de Octubre, con el derrocamiento de la burguesía y la instauración de la Dictadura del Proletariado, el marxismo pasa de ser teoría y sueños a ser una resplandeciente realidad de todo el pueblo soviético. Se abre una nueva época para toda la humanidad: la época de la Revolución Proletaria Mundial. Esta gran victoria fue únicamente posible por el encarnizado combate que previamente Lenin y el Partido Bolchevique llevaron a cabo, principalmente en el terreno de la teoría, contra la nueva forma que habla adoptado la ideología burguesa dentro del movimiento marxista, por el encarnizado combate y el desenmascaramiento total del carácter revisionista de los partidos socialdemócratas de la II Internacional. En nuestro tiempo, con la aparición del revisionismo contemporáneo y la transformación del Estado Soviético de un Estado de Dictadura del Proletariado en un Estado de Dictadura de la Burguesía, se abre otra gran encrucijada para la Revolución Mundial. El revisionismo contemporáneo, cuyo principal baluarte y foco de expansión es el Partido Comunista de la Unión Soviética, niega de diversas y sutiles formas los principios esenciales del marxismo revolucionario, niega, en sustancia, el antagonismo entre las clases, entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos. Borra constantemente la línea de demarcación entre los amigos y los enemigos, su función es extraviar y desalentar a los pueblos, mantenerlos sometidos y explotados. Muchos antiguos partidos comunistas de distintos países han sucumbido a esta corriente, se han transformado en su contrario, de ser la vanguardia del proletariado han pasado a ser agentes de la burguesía y el imperialismo en el seno de la clase obrera. EL MARXISMO-LENINISMO-PENSAMIENTO MAO TSE-TUNG ES UN ARMA INVENCIBLE DE LA CLASE OBRERA El Partido Comunista Chino, guiado por el camarada Mao Tse-tung, ha sabido dar una justa respuesta, teórica y
  • 5. práctica, a los nuevos y complejos problemas que se planteaban a la Revolución Proletaria Mundial en nuestros días. Ha defendido los principios del marxismo-leninismo frente al revisionismo contemporáneo y los ha desarrollado de forma creadora, haciendo dar al marxismo-leninismo un gran salto hacia delante, convirtiéndolo en un arma aún más poderosa para destruir a la burguesía y el imperialismo y conquistar un futuro infinitamente luminoso y feliz para todos los pueblos del mundo. El marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung es un arma invencible para la clase obrera. La transformación del Estado Soviético en un Estado de Dictadura de la Burguesía es un problema sin precedentes en la historia del marxismo. El Partido Comunista Chino, guiado por el camarada Mao Tse-tung, ha sabido darle una justa respuesta, una respuesta al problema central de la revolución proletaria en nuestro tiempo: la continuación de la revolución bajo las condiciones de Dictadura del Proletariado. El pensamiento Mao Tse-tung señala expresamente por primera vez en la historia del desarrollo del marxismo que una vez culminada en lo fundamental la transformación socialista de la propiedad de los medios de producción, subsiste y subsistirá por largo tiempo la lucha entre el proletariado y la burguesía, entre la vía socialista y la vía capitalista, señala que bajo la dictadura del proletariado el blanco son principalmente los cuadros seguidores de la vía capitalista dentro mismo del Partido Comunista, fundamentalmente en las altas esferas del Partido. Esta gran aportación teórica del pensamiento Mao Tse-tung tiene una importancia capital, permite prevenir el peligro de restauración del capitalismo y permite a la clase obrera y al pueblo desenmascarar al revisionismo. La Gran Revolución Cultural Proletaria supone el momento decisivo de la ruptura entre el pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo contemporáneo; como la Revolución de Octubre supuso el momento decisivo de la ruptura entre el leninismo y el revisionismo de la II Internacional. En ella son sometidas al fuego de la práctica nuevas aportaciones del pensamiento Mao Tse-tung y el Partido Comunista Chino y el Movimiento Comunista Internacional obtiene un enorme triunfo sobre el revisionismo. La necesidad de apoyarse en las amplias masas para la lucha de clases, la plena manifestación de ideas, el dejar a las amplias masas que se liberen a si mismas y no manejar todos los asuntos en su nombre es una gran enseñanza del pensamiento Mao Tse-tung rubricada por la Gran Revolución Cultural Proletaria. La distinción de dos tipos de contradicciones diferentes, las contradicciones en el seno del pueblo y las contradicciones con el enemigo y la posibilidad, en base a un tratamiento correcto, de unir al 98 por cien de la población contra el puñado de reaccionarios y revisionistas que se oponen a la construcción del socialismo, es otra gran enseñanza del pensamiento Mao Tse-tung rubricada por la Gran Revolución Cultural Proletaria. La gran importancia de la lucha de clases a nivel ideológico: "cuando una clase quiere tomar el poder, primero crea un clima de opinión". El hecho de que el poder político se pueda dirimir fundamentalmente en el terreno ideológico bajo las condiciones de Dictadura del Proletariado, es la tercera gran enseñanza del pensamiento Mao Tse-tung rubricada por la Gran Revolución Cultural. La Revolución Cultural Proletaria significa, pues, un triunfo decisivo de la clase obrera y el pueblo chino y de la clase obrera y el pueblo de todos los países del mundo sobre el revisionismo y el imperialismo. Sus enseñanzas tienen un valor universal. El Partido Comunista de China, guiado por el camarada Mao Tse-tung, ha denunciado el revisionismo moderno cuyo principal foco de expansión es el Partido Comunista de la Unión Soviética y ha puesto de manifiesto la naturaleza socialfascista y socialimperialista del Estado soviético, contribuyendo así decisivamente al avance revolucionario de todos los pueblos del mundo. El Partido Comunista de China ha demostrado, partiendo del marxismo-leninismo y analizado la realidad soviética, cómo la burguesía burocrática de nuevo tipo, gestada principalmente en el seno del Partido del Proletariado, ha arrancado el poder a la clase obrera: ha sustituido la Dictadura del Proletariado, que significaba la más amplia democracia para la inmensa mayoría de la población, por un régimen policíaco y terrorista de tipo fascista, anega al pueblo soviético con la difusión de los valores ideológicos burgueses en su forma fascista, fomentando el culto servil a la autoridad, el miedo y la más degradante moral en todas las esferas de la vida; ha convertido a la economía socialista en economía capitalista. Esta burguesía burocrática de Estado mantiene una política exterior de tipo imperialista, sojuzga y explota a las nacionalidades no rusas de la propia URSS y a otros países, llegando en algunos casos a la ocupación militar directa (Checoslovaquia). Se colude y rivaliza con el imperialismo yanqui ensombreciendo el planeta con un horizonte de guerra y mantiene hacia los pueblos oprimidos una criminal política de agresión, expansión, intervención y subversión, con el único afán de dominar el mundo Por eso los pueblos lo van conociendo como socialimperialista y socialfascista, esto es, socialista de nombre e imperialista y fascista de hecho. El Partido Comunista de China guiado por el camarada Mao Tse-tung, partiendo del marxismo-leninismo y valiéndose del método de análisis de clase, ha analizado el desarrollo y los cambios de las contradicciones fundamentales en el mundo actual y ha determinado la línea estratégica para el proletariado revolucionario internacional
  • 6. El pensamiento Mao Tse-tung ha desarrollado creadoramente también el marxismo-leninismo en distintos dominios. Ha hecho valiosas aportaciones sobre la filosofía marxista-leninista (materialismo dialéctico); sobre la concepción de un ejército popular de nuevo tipo; sobre el tratamiento de las contradicciones en el partido etc.... Así por ejemplo, ha profundizado en el concepto leninista de la revolución ininterrumpida y por etapas. Veamos con más detalle esta cuestión. En cada etapa el proletariado debe establecer alianzas con las clases y capas del pueblo interesadas en derrocar al enemigo principal. Estas alianzas se establecen observando los intereses de cada una de ellas y se plasman en la creación de un frente unido de todo el pueblo bajo la dirección de la clase obrera; pero teniendo siempre presente la independencia orgánica, política e ideológica del proletariado. La relación que ha de existir entre las diversas clases en este frente unido se sintetizan en el principio: "ni unidad sin lucha, ni lucha sin unidad". Según el sistema de alianzas de clase establecidas por el proletariado durante el proceso revolucionario y la etapa por la que éste atraviesa, la Dictadura del Proletariado adopta diversas formas. Lo que tienen en común todas ellas es la hegemonía del proletariado concretada en que el poder político es ejercido, en última instancia, por la clase obrera, sirviéndose como instrumento para ello de su partido, y en que la ideología comunista se va afianzando progresivamente en la conciencia del pueblo. El revisionismo contemporáneo aún es muy fuerte. Existen poderosos partidos revisionistas y existe un influjo permanente de la ideología revisionista sobre los nacientes partidos marxistas-leninistas, que les lleva a veces a mantener fuertes vacilaciones de oportunismo de derechas; pero es inevitable la bancarrota del revisionismo y el imperialismo y el triunfo de todos los pueblos del mundo. Mantener una posición firme, clara y tajante, sin asomo de confusión respecto a la ruptura entre el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo contemporáneo es, pues, una cuestión de la más vital importancia para la revolución. SOBRE LA CUESTION DE STALIN La lucha entre el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo contemporáneo se da de forma particularmente enconada sobre un problema que preocupa seriamente a muchos revolucionarios, sobre la cuestión de Stalin. Ante este problema se pone de manifiesto con especial nitidez la diferencia en cuanto a posición, punto de vista y método entre el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung y el revisionismo contemporáneo a la hora de encarar la realidad, esto es, los opuestos objetivos, los opuestos intereses de clase de cada uno. El revisionismo contemporáneo fija su atención en la persona de Stalin y lo presenta como un demonio. Le imputa los más desenfrenados crímenes y explica que la causa hay que buscarla en una desviación, "el culto a la personalidad". El problema no es jamás planteado en términos de clases y lucha de clases y queda corno el caso de un individuo que goza de extraordinario poder y es un asesino, como un caso "patológico". Al presentarlo así busca un triple objetivo: En primer lugar, desacreditar el primer Estado de Dictadura del Proletariado y con él la Dictadura del Proletariado misma. En segundo lugar, desorientar y, desmovilizar a las masas que se enfrentan a un problema que no es explicado en términos de lucha de clases y por tanto no es transformable por ellas. En tercer lugar, lanzar una cortina de humo sobre los errores del PCUS en tiempos de Stalin que han contribuido a la aparición del socialfascismo en la URSS, pone a salvo la burguesía burocrática fascista soviética. Para el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse-tung, la cuestión de Stalin es la cuestión de la defensa de la Dictadura del Proletariado, la toma de posición respecto al carácter dominantemente proletario o no del Partido Comunista de la Unión Soviética y de todo el Movimiento Comunista Internacional en este periodo. La valoración que hace el Partido Comunista de China «y con él el movimiento marxista-leninista internacional» que ha analizado cuidadosamente este periodo y ha sacado experiencias extremadamente valiosas para la revolución mundial, es que el PCUS y la URSS fueron en este tiempo, en lo principal, un partido proletario y un Estado de Dictadura del Proletariado y que Stalin, a la cabeza del PCUS, defendió con firmeza el marxismo-leninismo y la Dictadura del Proletariado frente a los ataques de la burguesía. No obstante, durante ese tiempo, el PCUS, guiado por Stalin, cometió errores que tuvieron dañinas consecuencias para la revolución mundial. Algunos de estos errores fueron de principios, tenían por tanto un carácter muy grave. Stalin partía de un punto de vista metafísico a la hora de analizar la sociedad soviética, no partía suficientemente del principio esencial de la dialéctica de que todas las cosas, incluso las cosas socialistas, son una unidad de contrarios. No distinguía entre las contradicciones en el seno del pueblo y las contradicciones con los enemigos. Esto le llevó a tratar como contradicciones antagónicas contradicciones que no lo eran. Amplios sectores de las masas soviéticas y de buenos comunistas del Partido Bolchevique pagaron duramente este error. Así mismo respecto al internacionalismo proletario Stalin y con él el PCUS, mostraron cierta tendencia al chovinismo de gran nación, causando serios perjuicios a los intereses de algunos países, pueblos y partidos. A pesar de estos graves errores, debemos defender a Stalin, tratarlo como a un camarada. Aunque, como dicen los camaradas chinos "la cuestión de Stalin es extremadamente compleja y no se resolverá en este siglo", hoy, su defensa frente a los ataques del revisionismo y de la burguesía en general, es un punto de demarcación entre las posiciones
  • 7. proletarias y las burguesas. Nuestro partido guía pues su pensamiento y su acción por la línea ideológica que lleva desde Marx, Engels, y Lenin, pasando por Stalin, a Mao Tse-tung. Línea estratégica I - La línea del proletariado revolucionario en la situación de lucha de clases a nivel munidal Nuestra época es la época del imperialismo agonizante y la revolución proletaria mundial. Los países quieren la independencia, las naciones la emancipación y los pueblos la revolución; ésta es la irresistible tendencia histórica de nuestra época y nada puede detenerla. El imperialismo y la burguesía tratan de sembrar la desmoralización y el pesimismo en las filas de la clase obrera acerca de la actual evolución de los acontecimientos mundiales y, para ello, se valen de diversos agentes en su seno, en particular del revisionismo contemporáneo; pero los hechos van en otra dirección. La realidad es que la situación internacional es excelente para el proletariado y los pueblos de la Tierra. A través de múltiples dificultades y luchas complicadas la revolución proletaria avanza incontenible, el marxismo-leninismo se ha convertido, en el transcurso de un siglo, en una fuerza formidable. El futuro pertenece a los pueblos y al comunismo y es infinitamente luminoso mientras la burguesía, el capitalismo y el imperialismo dan sus últimas batallas antes de desaparecer del escenario de la historia. En el actual marco de la lucha de clases a nivel mundial, plagado de dificultades pero a la vez iluminado por un radiante porvenir, nuestro Partido reconoce y defiende al Partido Comunista Chino como el partido de vanguardia dentro del Movimiento Comunista Internacional. El Partido Comunista Chino guiado por el camarada Mao Tse-tung ha marcado la línea, orientación y política justas para el Movimiento Comunista Internacional y ha dado un nuevo impulso al desarrollo de la situación internacional en una dirección favorable a los pueblos del mundo entero. El Partido Comunista Chino aplica firmemente el internacionalismo proletario, ayudando a los partidos marxistas-leninistas de todo el mundo, apoyando los movimientos revolucionarios y la lucha de liberación de los pueblos oprimidos y aplicando, al mismo tiempo, consecuentemente el principio de que cada pueblo se tiene que liberar a sí mismo, partiendo fundamentalmente de basarse en sus propias fuerzas. La República Popular China es, hoy, la principal base de apoyo de la revolución mundial. El Partido Comunista Chino parte de las cuatro contradicciones fundamentales de nuestra época a nivel mundial: la contradicción entre los países oprimidos y el imperialismo, la contradicción entre la burguesía y el proletariado en los países capitalistas, la contradicción de los países imperialistas y los grupos monopolistas entre si, la contradicción entre el conjunto de los países socialistas y el imperialismo. Ningún partido puede, sin apartarse del marxismo-leninismo, ignorar alguna de estas contradicciones o sustituirlas subjetivamente por una de ellas, puesto que todas están vinculadas entre sí y se influyen mutuamente El Partido Comunista Chino ha denunciado la aparición del socialimperialismo soviético, señalando como introduce modificaciones en la situación de la lucha de clases y en las relaciones entre las distintas contradicciones a nivel mundial. Por último, la teoría del Partido Comunista Chino formulada por Mao Tse-tung en 1974, sobre los tres mundos tiene una significación trascendental y de largo alcance. Representa una síntesis científica de la situación estratégica del mundo en los tiempos actuales. Valiéndose del método del análisis de clase, examina el desarrollo y los cambios operados en las diferentes contradicciones fundamentales, la división y el reagrupamiento de las distintas fuerzas políticas en el mundo actual, así como la situación política y económica de los diversos países en el plano internacional. A la luz de esta línea y orientación es como todos los comunistas debemos abordar el análisis de clase concreto de la política y economía mundiales, los deberes internacionalistas de nuestro Partido y la línea política del proletariado para la revolución en España. 1.- LAS DOS SUPERPOTENCIAS SON LOS ENEMIGOS PRINCIPALES DE LOS PUEBLOS DEL MUNDO Los EEUU y la URSS son los principales explotadores y opresores internacionales, las
  • 8. superpotencias imperialistas más agresoras y crueles en la historia de la humanidad. Este es un rasgo fundamental de la realidad del mundo en nuestros días. Desde finales de la II Guerra Mundial, en que alcanzó la cima de su poderío, los crímenes de la burguesía imperialista norteamericana contra los pueblos del mundo son innumerables. Buscando nuevas fuentes de materias primas, nuevas zonas de expansión de su capital, nuevos mercados, el imperialismo norteamericano metió sus garras en los cinco continentes, desplazó parcial o totalmente a las viejas potencias colonialistas, promovió golpes reaccionarios en numerosos países para atarlos al carro de sus intereses y no ha vacilado en emprender nuevas aventuras militares y bárbaras guerras de agresión, cuando le han fallado otros métodos, para someter a los pueblos y esclavizar a los países mediante la brutal intervención en sus asuntos políticos, económicos, militares y culturales. Pero toda acción provoca una reacción contraria. Así, la acción imperialista de la burguesía monopolista estadounidense se ha tenido que enfrentar con la lucha creciente de los pueblos por la independencia, la libertad y el socialismo. Como consecuencia de esta lucha, los Estados Unidos han sufrido derrotas militares en Asia, han visto debilitado su control en muchos países y se han desenmascarado ante los pueblos. En el transcurso de poco más de un decenio se han visto forzados a situarse a la defensiva en el plano estratégico. Sin embargo, el proletariado internacional y los pueblos del mundo no pueden despreciar tácticamente, ni por un momento, al imperialismo norteamericano. Este es aún muy poderoso militarmente, domina vastas regiones del planeta, tiene intereses creados en los cinco continentes y no renunciará ni a una sola pulgada de su poder si los pueblos no le obligan mediante su lucha. Más aún, en la actualidad, los EEUU tratan de fortificar al máximo sus actuales posiciones, buscan retomar la iniciativa en Asia y África mediante diversas políticas de infiltración, subversión y agresión. Mientras exista, el imperialismo norteamericano constituye una tremenda amenaza para todos los pueblos del mundo. Desde que, tras la muerte de Stalin la burguesía seguidora de la vía capitalista dentro del partido tomara el poder en la URSS, liquidara la dictadura del proletariado e implantara una dictadura burguesa monopolista de tipo fascista, todo en el primer país socialista de la historia se convirtió en su contrario. De país socialista pasó a convertirse en capitalista imperialista; de aplicar el internacionalismo proletario pasó a aplicar la traición a la revolución proletaria mundial y el chovinismo de gran potencia; de aplicar una política exterior de paz pasó a aplicar una política de intervención y agresión basada en la fuerza económica y militar. Esta política socialimperialista es ya una dura realidad en todos los rincones del globo. Impulsados por su fuerza motriz (la búsqueda de la superganancia monopolista) los países imperialistas se ven lanzados a una febril carrera por adueñarse del máximo número de colonias, de fuentes de materias prima, de mercados para sus productos y para la revalorización del capital monopolista. El capital estatal de la URSS, en la medida en que dispone de un nivel de concentración y monopolio superior al de otros países imperialistas, es aún más codicioso y rapaz que ellos en la búsqueda de la superganancia. Pero a la vez la URSS no se halla en condiciones de competir económicamente con los países imperialistas de Occidente, y en particular con los EEUU, en los mercados internacionales; esto hace que el capital monopolista de estado soviético se torne cada vez más expansionista y agresivo en su pugna por la hegemonía mundial, y haya adoptado para ello una estrategia ofensiva. La burguesía burocrática soviética trata de compensar su inferioridad económica con la otra superpotencia a través de lograr ventaja en el plano militar y mediante el reforzamiento del aparato estatal de dictadura fascista paras poder movilizar a todas las fuerza de la URSS al servicio de sus designios imperialistas. De hecho el porcentaje del producto nacional soviético dedicado a la industria militar y complementaria ha alcanzado ya el 25 por ciento anual y la represión sobre el proletariado, las nacionalidades, la intelectualidad progresista y todo el pueblo soviético no deja de agudizarse. El socialimperialismo soviético es una degeneración salida del primer país socialista. Así, puede valerse del prestigio de Lenin y ostentar la bandera del "socialismo" para embaucar a la gente en todas partes. Al realizar sus actividades de agresión, intervención, subversión y expansión, la URSS se disfraza de "socialismo" y las enmascara con el "cumplimiento de las obligaciones internacionalistas", "apoyo a los movimientos de liberación nacional" y "oposición al imperialismo y al neoimperialismo". Este tipo de apariencia engañosa le permite introducirse en las luchas y movimientos de liberación nacional de los países y pueblos oprimidos del mundo, lo que le hace doblemente peligrosa, pues enmascara su verdadera catadura. Lenin afirmó: "El dominio mundial es el contenido de la política imperialista, cuya continuación es la guerra imperialista".(1) En la actualidad, este principio marxista-leninista se ve corroborado por la realidad. Uno de los rasgos destacados de la situación mundial lo constituye la agudización de la contienda por la hegemonía entre la dos superpotencias y, en consecuencia, el aumento de los factores de una nueva guerra imperialista de rapiña, un nuevo reparto del mundo. Dado que en el mundo no existen desde hace largo tiempo zonas de libre expansión, que la división del mundo entre los distintos imperialismos ya había sido completada, la URSS en cada paso que da en su lucha por la hegemonía se ve forzada a infringir otros intereses imperialistas, principalmente los del imperialismo norteamericano. La actual distribución de "esferas de influencia" entre ambas superpotencias no guarda correspondencia con los cambios operados
  • 9. en la correlación de fuerzas entre las mismas, particularmente en el plano militar, en el que la URSS alcanza o sobrepasa en algunos terrenos a los EEUU. Inevitablemente, esto genera una agudización cada vez mayor de las contradicciones entre ambas superpotencias y según señaló Lenin, estas contradicciones no se resuelven por las buenas en el mundo capitalista. Sólo la guerra las puede resolver." (2) De hecho, ambas superpotencias, y en particular la URSS, aplican la política de "hablar de paz y prepararse aceleradamente para la guerra". Montan "conferencias de paz" como las de Helsinki y Belgrado y hablan de "desarme" y de que "la principal tendencia de nuestros días es a la distensión", etc..., pero todo esto no constituye más que una cortina de humo lanzada para tratar de impedir que los pueblos vean la cruda realidad de los hechos: la delirante carrera armamentista, el crecimiento desorbitado de su industria militar, la aceleración de sus preparativos bélicos en todos los terrenos. La contienda soviético-norteamericana por la hegemonía, se desarrolla ya en los cinco continentes, en los océanos y en el espacio; pero su objetivo estratégico es el dominio sobre Europa. Esta es la zona del mundo capitalista, aparte de los EEUU, donde se concentra el capital, la industria moderna y la tecnología. Dada la debilidad relativa de su base económica, la burguesía imperialista soviética no puede aspirar a conseguir sus objetivos de hegemonía mundial sin apoyarse en la fuerza económica y técnica de Europa Occidental, y, a la vez, los EEUU no pueden renunciar a sus enormes intereses de todo tipo y su control sobre ella, sin verse relegados a un segundo plano ante el imperialismo soviético. Ambas superpotencias concentran sus fuerza militares en Europa y alrededor de ella, tratan de reforzar al máximo la OTAN y el Pacto de Varsovia, y buscan la penetración en la retaguardia contraria En su enconada disputa por toda África, desde el Mar Rojo y Oriente Medio a Gibraltar, desde el norte de Africa al cono sur del continente, constituye un objetivo de primer orden el control de los estrechos, de la líneas marítimas vitales para la economía europea y entre Europa y América. También en Asia y América Latina la pugna de ambas superpotencias se agudiza cada vez más. En a disputa imperialista por la hegemonía, mientras los EEUU se han visto obligados a una posición estratégica defensiva, la URSS está a la ofensiva estratégica y desarrolla una política de desafío febril a la posición dominante de los EEUU en el mundo para lograr al precio que sea un nuevo reparto del planeta. La URSS se ha convertido en la fuente más peligrosa de guerra mundial, y es la superpotencia más peligrosa para la causa de la liberación de los pueblos, del socialismo y la paz. 2.- LA SITUACIÓN INTERNACIONAL SE DESARROLLA EN UNA DIRECCIÓN FAVORABLE PARA LOS PUEBLOS. Las dos superpotencia son en apariencia fuertes, pero en realidad la verdadera fuerza reside en los pueblos. El imperialismo y particularmente el hegemonismo de la dos superpotencia, tropieza crecientemente contra un muro: la resistencia cada vez mayor de los pueblos a las actividades explotadoras y agresoras del imperialismo. En la actualidad se acrecientan tanto los factores de guerra como de revolución. Los pueblos, las naciones y países sometidos a la explotación imperialista, en particular al hegemonismo de la superpotencias, despliegan un vasto movimiento de resistencia y lucha contra el imperialismo, el colonialismo y el hegemonismo, movimiento que golpea cada vez más duramente la dominación imperialista. En algunos países el proletariado está decididamente a la cabeza y la revolución ha obtenido resonantes victorias. Los heroicos pueblos de Vietnam, Camboya y Laos han obtenido una victoria histórica sobre el imperialismo norteamericano, demostrando a los ojos de todo el mundo que el imperialismo no puede detener la revolución si un pueblo, aunque sea pequeño, permanece unido, persiste en la lucha armada y está dispuesto a afrontar todos los sacrificios. En Thailandia y Malasia la lucha contra el imperialismo y sus lacayos cobra un nuevo impulso. El pueblo palestino persiste en su heroica lucha armada contra el imperialismo y el sionismo y por la recuperación de sus territorios nacionales. En África, la derrota del colonialismo en Guinea, Mozambique y Angola ha dado nuevos bríos a la lucha de los pueblos africanos. En Namibia, Rhodesia y África del Sur la lucha contra el imperialismo, el colonialismo y el racismo se ha profundizado y los regímenes racistas-colonialistas tienen los días contados. Los golpes asestados por Egipto, Sudán y otros países a las maquinaciones soviéticas de control y subversión, así como la victoria del pueblo zairense sobre los mercenarios a sueldo de los soviéticos, son victorias obtenidas sobre las intrigas del socialimperialismo. En América Latina el incremento de la explotación, de la opresión brutal sobre los pueblos por parte del imperialismo norteamericano y sus lacayos no pueden impedir la agudización de la resistencia, de la lucha popular contra el fascismo. La situación en América Latina refleja la creciente debilidad y desesperación del imperialismo norteamericano frente a la lucha de los pueblos latinoamericanos. La lucha de los pueblos y países asiáticos, africanos y latinoamericanos "por su plena soberanía estatal y por un orden
  • 10. económico internacional justo constituye la principal componente de la lucha antiimperialista y antihegemónica mundial. Esta lucha está sostenida por las dos terceras partes de la humanidad y forma una corriente histórica irresistible. Los países y pueblos del Tercer Mundo frente al imperialismo y al hegemonismo han elevado considerablemente su conciencia política y han fortalecido su unidad. Los pueblos y países del Tercer Mundo han comprendido hace tiempo la naturaleza del imperialismo, en particular del norteamericano, y están empezando a comprender el verdadero carácter imperialista de la otra superpotencia que intenta hacerse pasar por "aliado natural de los pueblos". La lucha de los pueblos asiáticos, africanos y latinoamericanos contra el imperialismo, el colonialismo y en particular contra el hegemonismo ataca y debilita en sus propios fundamentos la base del orden capitalista-imperialista mundial y al mismo tiempo representa un apoyo y un impulso real al movimiento obrero revolucionario de los países capitalistas desarrollados. Los países socialistas, con la República Popular China a la cabeza, haciendo frente valerosamente a las amenazas y presiones de las superpotencias y sus intentonas subversivas, persistiendo en la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo y aplicando el internacionalismo proletario y el principio de la coexistencia pacífica entre los Estados constituye el más sólido apoyo para los pueblos y países del mundo en la lucha contra el imperialismo el colonialismo y el hegemonismo y el más sólido bastión del proletariado internacional en su lucha por el socialismo. Los hechos demuestran plenamente que el Tercer Mundo constituye la fuerza principal contra el imperialismo, el colonialismo y el hegemonismo, que el proletariado internacional y, en particular, los países socialistas con la República Popular China a la cabeza forman el continente de primera línea, el más consecuente y heroico en esta lucha. 3.- EL MUNDO CAPITALISTA ESTA SUMIDO EN UNA PROFUNDA CRISIS. Como consecuencia de la lucha revolucionaria del proletariado, de las luchas de liberación de los pueblos, de la lucha de los países por su independencia, de las victorias del socialismo y a la vez de las propias contradicciones internas, los países capitalistas atraviesan su mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Esta crisis no es sólo, económica, sino también política y militar, afecta a lo ideológico y cultural y se manifiesta tanto en el Este como en el Oeste. A la vez, la lucha por la hegemonía de ambas superpotencias y su secuela inevitable: el rearme, el ascenso vertiginoso de sus gastos militares y el empleo improductivo de una parte creciente de sus recursos, amplifica aún más la crisis y agudiza sus consecuencias. En todos los países capitalistas, la burguesía monopolista intenta descargar la crisis sobre las masas populares incrementando brutalmente la explotación del proletariado y demás trabajadores, intensificando la opresión y la restricción creciente de los derechos y libertades populares. El aumento vertiginoso de la inflación la paralización de un porcentaje creciente de la actividad productiva, el incremento del ejército de parados (cerca de 100.000.000 en el mundo capitalista) y en lo político la amenaza cada vez más patente de fascistización en unos países o el endurecimiento de las dictaduras fascistas en otros, constituyen el siniestro cortejo de la presente crisis. Inevitablemente todo esto agudiza la contradicción entre la burguesía monopolista y el proletariado y el pueblo de los países capitalistas. En los últimos anos, la lucha de las masas obreras y populares contra la explotación y opresión del capital monopolista y en defensa, de los derechos democráticos, tanto en la URSS, Polonia, Italia, España, Checoslovaquia, Inglaterra, etc. ha cobrado un poderoso auge y rebasa cada vez más el marco económico y reformista en el que pretende encerrarlo la socialdemocracia y el revisionismo contemporáneo. En estas batallas, el proletariado revolucionario de los países capitalistas sigue un proceso de acumulación de fuerza para el futuro derrocamiento del capital monopolista y la reacción, mientras se crea y afirma la verdadera vanguardia proletaria: los partidos comunistas marxistas-leninistas. Todo esto abre perspectivas a la lucha del proletariado internacional y a la solidaridad combativa con los pueblos y países del Tercer Mundo en la lucha común contra el imperialismo y el hegemonismo. La crisis general del mundo capitalista y el enconamiento de la pugna entre ambas superpotencias ha agudizado también las contradicciones entre las superpotencias y los países capitalistas desarrollados sometidos en uno u otro grado a la opresión, control, explotación y amenaza de una u otra superpotencia, particularmente en Europa. En sus respectivos campos de influencia se ensanchan a ojos vista las grietas, tanto en los bloques económicos como en el seno de las "alianzas" políticas y militares comandadas por la URSS y los EEUU. Aunque las superpotencias tratan de impedirlo por todos los medios, esto es inevitable e independiente de su voluntad y obedece a la acción de la ley del desarrollo desigual del imperialismo, que actúa de forma especialmente intensa en momentos de crisis general, empujando a los distintos países y grupos monopolistas a la competencia más desenfrenada para salvaguardar sus intereses propios. En Europa Oriental, a pesar de las teorías socialimperialistas de "soberanía limitada", a pesar de los esfuerzos de la URSS por mantener a los distintos países bajo su bota, las tendencias de oposición a la ocupación militar soviética, al sojuzgamiento político y a la integración de las economías de los distintos países en aras de los intereses del Estado soviético se manifiestan cada vez más vivas por todas partes. Los sucesos de la invasión de Checoslovaquia, los
  • 11. levantamientos obreros de Polonia, etc., son síntomas evidentes. Por otra parte, los EEUU redoblan sus esfuerzos por azuzar estos antagonismos, interviniendo a través de inversiones, créditos y una orquestada campaña política sobre los "derechos humanos". Las disensiones entre los EEUU, por una parte, y los países de Europa Occidental y Japón por otra, también se han agudizado y su tendencia es a acrecentarse como resultado de la desorganización del sistema comercial y monetario, la crisis energética y de materias primas, la política estadounidense de rearme, la agudización de la competencia de los distintos "trusts" monopolistas y también a consecuencia de las maniobras y presiones soviéticas en los diversos países. Es indudable que, las contradicciones más fuertes se dan entre EEUU y los países del Mercado Común Europeo (CEE). La política de EEUU, y en ello coincide en parte con la otra superpotencia, es la de evitar que la CEE se consolide, en particular en lo político y en lo militar, para ello utiliza las contradicciones entre los estados miembros para manejarlos por separado En los países de capitalismo monopolista del Segundo Mundo (Europa excepto la URSS, Japón, Canadá, Australia etc.) se manifiesta por tanto una doble contradicción. Explotan y oprimen a los pueblos y países del Tercer Mundo pero a la vez son víctimas en uno u otro grado de la agresión de las superpotencias, lo que hace aparecer en ellos tendencias a unirse y oponerse al hegemonismo, y en particular a la superpotencia más peligrosa: la URSS. Esa tendencia antihegemónica se da con mayor intensidad en la CEE, aunque esta tendencia está limitada, a la vez, por el enorme peso e influencia de los intereses estadounidenses en Europa. La tendencia a la unidad en el Segundo Mundo tiene, pues, dos aspectos. Por una parte, es para mejor competir con las superpotencias, para mejor explotar a las masas trabajadoras de sus propios países y a los pueblos del Tercer Mundo, para participar en mejores condiciones en la carrera imperialista. Por otra esta tendencia se opone a los intereses hegemónicos de las dos superpotencias debilitando a los principales enemigos de los pueblos del mundo y constituyendo en esta medida un factor positivo en la lucha común de los pueblos contra el hegemonismo y la guerra. Por tanto los países del Segundo Mundo, que enfrentan una amenaza bélica cada vez más seria de las superpotencias, tienen la necesidad de unirse entre si y fortalecer la unión con el Tercer Mundo a fin de avanzar en la lucha contra los enemigos comunes. Para defender su independencia y existencia nacionales, la lucha unida es el único camino correcto. Al mismo tiempo, el movimiento obrero de los países del Primer y Segundo Mundo y la lucha antiimperialista del Tercer Mundo se apoyan mutuamente. La clase obrera y las masas revolucionarias de los países desarrollados capitalistas han logrado, en repetidas ocasiones brillantes victorias, dando duros golpes al imperialismo y al socialimperialismo, y prestando enérgico apoyo a los pueblos del mundo en su lucha contra el imperialismo y el hegemonismo. 4.- LAS TAREAS INTERNACIONALISTAS DE NUESTRO PARTIDO. Ante esta situación ¿cuál es la línea general de los marxistas-leninistas de todo el mundo?, ¿cuáles son las tareas internacionalistas de nuestro partido?. La línea general para el Movimiento Comunista Internacional sigue consistiendo en la unión de todos los proletarios, pueblos y naciones oprimidas del mundo; la lucha contra el imperialismo y el colonialismo, y principalmente contra el hegemonismo de las dos superpotencias, y los reaccionarios de los distintos países; la lucha por la paz mundial, la independencia nacional, la democracia popular y el socialismo; la lucha resuelta contra el revisionismo contemporáneo; la consolidación y crecimiento de los países socialistas; la consecución paulatina de la revolución proletaria mundial y el establecimiento de un mundo nuevo, sin imperialismo, sin capitalismo y sin explotación ni opresión. Esta es la línea general que preside las tareas internacionalistas de todo el Movimiento Comunista Internacional y las de nuestro partido. Partiendo del análisis de la situación mundial en su conjunto y del desarrollo de las contradicciones fundamentales de nuestra época, así como de la experiencia del Movimiento Comunista Internacional, el Partido Comunista Chino, dirigido por Mao Tse-tung, ha señalado la política revolucionaria y las tareas del proletariado revolucionario internacional. En la actualidad, dado que las dos superpotencias constituyen los principales enemigos de los pueblos y su disputa amenaza con hacer estallar una nueva guerra mundial, la lucha por formar, con el proletariado internacional y los países socialistas como núcleo, el más amplio Frente Unico para frustrar el hegemonismo de las superpotencias y su política de guerra es una justa política proletaria. El proletariado mundial debe unirse con todas las fuerzas susceptibles de ser unidas para aislar y golpear a estos enemigos y apoyar todo factor que los debilite. Esta es también la única política consecuente de paz, la única que
  • 12. permite prevenir eficazmente una nueva guerra mundial desatada por las superpotencias, puesto que la paz no puede ser preservada con súplicas inútiles de desarme, sino apoyándose en el desarrollo de las fuerzas de los países socialistas, en la lucha revolucionaria del proletariado y los trabajadores de todos los países, en las luchas de liberación, de los pueblos y naciones oprimidos por el imperialismo y el socialimperialismo y apoyando la, resistencia al control, al atropello y a la intervención por parte de las dos superpotencias de los países del Tercer y Segundo Mundo. En la actualidad son las superpotencias las que crean el peligro de guerra mundial y ésta sólo puede prevenirse por tanto, golpeándolas y debilitándolas. No hay ningún otro camino de paz en el mundo. Las tareas internacionalistas de nuestro Partido son, por tanto: 1.- Fortalecer la unidad combativa del proletariado y el pueblo de España con el proletariado y el pueblo de los países del segundo mundo; fortalecer así mismo unidad de los pueblos europeos «y en particular el de nuestro país» con el Tercer Mundo, en la lucha contra el imperialismo y el hegemonismo; establecer vínculos de unidad con todo aliado posible con el fin de avanzar en la lucha contra el hegemonismo de las dos superpotencias. 2.- Unirnos estrechamente con todos los verdaderos partidos, marxistas-leninistas del mundo y especialmente con el Partido Comunista Chino, para combatir hasta el fin el revisionismo contemporáneo y llevar a su culminación la revolución proletaria mundial. 3.- Impulsar la revolución en España, dentro del marco de la estrategia del proletariado revolucionario internacional, con el fin de implantar una República Democrática Popular y abrir paso a la edificación del socialismo constituye el principal deber internacionalista de nuestro Partido, su mayor contribución hoy en día a la causa de la revolución proletaria mundial. Para ello, en la actualidad, el proletariado de nuestro país al mismo tiempo que se une con las más amplias masas populares para desplegar una seria lucha contra la opresión y la explotación de la burguesía monopolista española, no puede sino enarbolar consecuentemente la bandera de la independencia nacional, colocarse en la primera fila de la lucha contra el imperialismo y contra la amenaza de agresión de las dos superpotencias (teniendo en cuenta que la más peligrosa es la Unión Soviética) y uniéndose con todos los que rehusen ser manejados y esclavizados por ellos, dirigir esta lucha con dinamismo y participar activamente en ella. Para ello hay que pasar, dentro de este marco, a determinar la línea estratégica de la revolución en España: realizar un análisis concreto de la índole de nuestro país, de los blancos de la revolución y sus tareas, de las fuerzas motrices de la misma, principales y secundarias, así como de su contenido y perspectivas. España es un país de capitalismo monopolista de estado, controlado por el imperialismo, y en particular por el imperialismo norteamericano. ¿Cómo se ha formado el actual régimen económico-social de nuestro país?. Estas son cuestiones de la mayor importancia para determinar la estrategia revolucionaria. II - Los rasgos característicos de la sociedad española 1.- LA DEBILIDAD HISTÓRICA DE LA BURGUESÍA ESPAÑOLA Mientras en Francia, Inglaterra y otros países europeos la burguesía asesta desde finales del siglo XVIII sucesivos golpes al antiguo régimen aristocrático feudal e impone paulatinamente el capitalismo, la burguesía española es incapaz de hacer otro tanto. Extremadamente débil desde sus orígenes e incapaz de acumular suficiente fuerza y organizarse con eficacia para destruir el decrépito régimen autocrático de los Borbones, la burguesía española se muestra a lo largo de todo el siglo XIX, más inclinada a postrarse ante la aristocracia terrateniente la corona y la Iglesia que a combatirlas radicalmente e implantar su propio proyecto revolucionario. Más inclinada a componendas con la reacción monarcofeudal que a apoyarse en la lucha de las masas trabajadoras y el naciente proletariado industrial, dejando de ese modo prácticamente intactas las bases económico-sociales del antiguo régimen (dominio aplastante de las relaciones semifeudales en el campo, ausencia de un mercado nacional amplio, Estado decrépito e ineficaz, etc.) que trababan precisamente el desarrollo del capitalismo y la expansión de la misma burguesía. Así, víctima de su propia debilidad, de sus vacilaciones, de su temor al pueblo revolucionario, la burguesía española dejó escapar una tras otra todas sus oportunidades históricas, desde la Guerra de Independencia de 1808-14 hasta el período revolucionario de 1868-73, que culminó con la instauración de la I República. Es la aparición del proletariado en este último período como fuerza revolucionaria activa de primera fila, el factor que aceleró la fusión comenzada durante el reinado de Isabel II (1833-1868) de los sectores más reaccionarios de la burguesía (la burguesía terrateniente y la burguesía bancaria) con la aristocracia, contando con la bendición incondicional de la Iglesia y el beneplácito de las potencias imperialistas de la época, en particular de Inglaterra y Francia, que se apoyaban en estos sectores precisamente para impedir el desarrollo de un capitalismo autónomo «y por tanto rival» y para intervenir en los asuntos internos de España adueñándose de la minoría de los transportes y otros sectores productivos.
  • 13. Con el aplastamiento de la I República y la restauración de la Monarquía borbónica de Alfonso XII en 1874, se plasmó definitivamente la renuncia de la alta burguesía española a hacer su propia revolución, el pacto de su sector dominante con la aristocracia terrateniente y su subordinación a las potencias imperialistas más importantes. Esta alianza en el poder dará origen, mediante paulatinos cambios y reajustes, a la oligarquía financiera y terrateniente. De este modo se configura en sus líneas esenciales y se impone un tipo de desarrollo capitalista incapaz de transformar a fondo las estructuras de la vieja sociedad, sometido al control de los países imperialistas más potentes en cada momento; y cuyos rasgos característicos son, desde su origen, el raquitismo, la especulación y el parasitismo. La dictadura de está "Santa Alianza", reaccionaria y antinacional, ha costado al pueblo de las nacionalidades de España incalculables padecimientos y opresión, sumiendo a nuestro país en la pobreza, el atraso y la dependencia exterior. 2.- EL CAPITALISMO MONOPOLISTA DE ESTADO En la actualidad en España, el modo de producción dominante es el capitalismo en su última fase de desarrollo: el capitalismo monopolista de Estado. El grado de concentración del capital y de la producción es tan elevado que los monopolios desempeñan un papel decisivo en la vida económica. Así mismo, el capital bancario y el capital industrial se han fusionado dando origen al capital financiero. Cada uno de los grandes bancos posee grupos de empresas en las distintas ramas de la producción y controla a través del crédito a las pequeñas y medianas empresas. El capital financiero está concentrado hasta tal punto que un puñado insignificante de familias controlan el 89 por cien del capital de la banca privada. Los grandes bancos han absorbido a los pequeños o los tienen en su esfera de influencia. Algunas ramas de la producción y los servicios están completamente monopolizadas, incluso jurídicamente (CAMPSA, Tabacalera, RENFE, Telefónica, etc...), contando otras ramas con un pequeño número de empresas que establecen entre sí acuerdos de precios y mercados, siendo, por tanto, monopolios de hecho (siderurgia, electricidad, cementos, automóviles, petroquímicas...). La tendencia a la disminución de las pequeñas y las medianas empresas y el crecimiento en cuanto a su volumen de producción y a su dominio de mercado de las grandes, se observa en casi todas las ramas de la industria y el comercio (grandes almacenes, cadenas de distribución, transporte...). El capital financiero español, íntimamente unido al capital monopolista. extranjero y en particular al norteamericano, ha desarrollado la concentración y monopolización de los sectores productivos básicos prácticamente "desde arriba", basándose en su dominio exclusivo de poder estatal. Todo esto ha provocado la ruina creciente de amplios sectores de pequeños y medianos empresarios industriales, comerciantes y artesanos, que han pasado a engrosar las filas del proletariado o del semiproletariado, acelerándose este proceso particularmente en momentos de crisis aguda como la de 1956-1959 y la actual. Cada uno de los grandes bancos españoles posee y controla a través del crédito a las pequeñas y medianas empresas. En la gran mayoría de las empresas monopolistas, el capital está repartido en proporciones variables entre los distintos grupos financieros españoles, el Estado y el capital monopolista extranjero, predominando en este último de forma abrumadora las grandes corporaciones norteamericanas. La fusión entre la oligarquía financiera y los grandes intereses imperialistas con el Estado, ha llegado a tal extremo que el papel fundamental de este último es arbitrar, regularizar y fortalecer los intereses de los distintos grupos financieros y monopolistas A través de un sin fin de organizaciones estatales y paraestatales (Consejo Superior Bancario, INI, Servicio Nacional de Productos Agrarios...), se imponen coercitivamente los intereses oligárquico-imperialistas a toda la sociedad, se redistribuyen los recursos productivos en beneficio de una ínfima minoría, acelerando la monopolización de nuevos sectores y la acumulación de gigantescas masas del capital en unas pocas manos. El Estado español es, en la actualidad la expresión concentrada del poder de la minoría oligárquica y de los grandes intereses imperialistas, en particular los norteamericanos, poder que se impone no sólo contra el proletariado y el campesinado, sino también contra la pequeña burguesía y los sectores no monopolistas de las burguesía. En la agricultura durante los últimos 15 años se han hecho dominantes las relaciones de producción capitalistas. Los monopolios (privados, estatales o mixtos) dominan la vida material del campo, tanto la venta de los bienes industriales necesarios para la actividad agrícola como con la comercialización y transformación de los productos. La oligarquía financie a y el imperialismo han impuesto una vía de "desarrollo" en la agricultura cuyo punto central ha consistido en la expulsión de más de la mitad de la población campesina hacia las ciudades y el extranjero creando así un ejercito de mano de obra barata para el desarrollo monopolista de la industria y una fuente gratuita de divisas en la actualidad el porcentaje de la población activa en la agricultura no llega al 25 por ciento del total nacional. Entre 1963 y l975 más de la mitad de las provincias españolas han visto disminuir drásticamente su población y zonas ente ras se han despoblado, mientras unas pocas ciudades como Madrid Barcelona, Bilbao, etc. han visto establecerse en sus suburbios millones de nuevos proletarios sin más bienes que su fuerza de trabajo Sin embargo, todo este proceso se ha desarrollado sin transformar en lo más mínimo las viejas estructuras latifundistas (y en gran medida tampoco las
  • 14. minifundistas dominantes en algunas regiones) sin tocar el poder de los grandes terratenientes sobre la vida rural pata hacer y deshacer a su capricho. Todos estos factores combinados han provocado, a pesar de la mecanización y tecnificación de los cultivos, una relación entre la industria y la agricultura crecientemente desfavorable para esta última. Las consecuencias de esta situación son particularmente insoportables para los pequeños y medianos campesinos acosados a la vez por la acción de los monopolios, del Estado y de los terratenientes y caciques locales. 3.- LA DICTADURA FASCISTA Y LA INTERVENCIÓN DEL IMPERIALISMO AMERICANO Sin embargo, a diferencia de otros países capitalistas, el desarrollo monopolista de España ha seguido un curso peculiar. En él ha jugado un papel decisivo el establecimiento de la dictadura fascista en 1939 y la intervención del imperialismo. Es la dictadura terrorista de tipo fascista instaurada en 1939, lo que permite a la oligarquía financiera realizar un rápido proceso de acumulación de capital, mediante una explotación sin límite de la clase obrera y de las masas trabajadoras y la privación de todo derecho, de toda posibilidad de organizarse y defender sus intereses a las otras clases populares. La consolidación del capitalismo monopolista de estado ha ido aparejada con la más sanguinaria y corrompida dictadura que ha padecido España a lo largo de su historia. Por otra parte, el Régimen Fascista que sólo consiguió el poder mediante la intervención militar del imperialismo alemán e italiano con la ayuda solapada de los imperialistas ingleses, franceses y americanos, al ser vencidos Hitler y Mussolini, buscó cobijo en el imperialismo yanqui, y así, en 1953, firmó los vergonzosos acuerdos yanqui-franquistas, acuerdos que permiten la Instalación de una red de bases militares, convirtiendo a España en un peón estratégico de su política imperialista y prevén la intervención de las fuerzas militares yanquis de ocupación, en caso necesario, contra el "enemigo interior", es decir, contra nuestro pueblo. A la vez el Régimen Franquista toleraba una amplia infiltración de la CIA en su aparato estatal (Ejército, Brigada Político Social...) y establezca una legislación sobre Inversiones extranjeras absolutamente favorable a los intereses imperialistas que ha permitido que éstos, y en particular los norteamericanos, claven sus ganas en numerosas ramas de la producción y el comercio (bien por Inversiones directas de capital mayoritario, bien detentando el poder de decisión aunque tengan el capital minoritario o bien a través de la dependencia tecnológica) y coloquen en puestos claves de la economía y el Estado a sujetos que les son adictos, participando de ese modo en la explotación de la clase obrera y de las amplias masas populares de nuestro país. Los intereses de la oligarquía financiera y terrateniente y los del imperialismo norteamericano están estrechamente unidos por multitud de lazos políticos, militares y económicos. La subordinación de España al imperialismo, y en particular al norteamericano, se manifiesta también en lo científico y tecnológico, en la enseñanza, la cultura de los grandes medios de difusión. La prolongada dictadura fascista la subordinación a los intereses imperialistas, el crecimiento hasta límites monstruosos del sector servicios, el mantenimiento a ultranza de las viejas estructuras de propiedad de la tierra y otros factores, han determinado que el capitalismo monopolista de estado en España no supere sus bases iniciales extraordinariamente débiles, estando en agudo contraste con el atraso y la pobreza de más de dos tercios del país. A la vez, tales factores han acentuado tanto los rasgos decadentes del capitalismo monopolista en general (tendencia a la especulación, a los gastos improductivos, a la inflación y al subconsumo...) como los propios de capitalismo español desde sus orígenes. España forma parte de la cadena de estados capitalistas pero es uno de sus eslabones más débiles y en ella repercuten, con particular intensidad, los efectos de la descomposición y la crisis del sistema capitalista mundial. Los lazos políticos, militares y económicos de la oligarquía con el imperialismo norteamericano se han ido estrechando a lo largo de los últimos veinticinco años, haciendo depender y subordinarse cada vez más a nuestro país a sus intereses estratégicos por el mantenimiento de su hegemonía mundial. El imperialismo norteamericano juega un importante papel no sólo en las palancas de la vida económica de nuestro país, sino también en los resortes de la vida política y en la actuación de las principales fuerzas políticas Este hecho se ha manifestado palpablemente en la transformación del Régimen Fascista. Acosado por las luchas populares, desprestigiado y aislado interna y externamente: el Régimen Franquista, desde finales de los años 60, era un instrumento de dominio cada vez más frágil. A la vez, el imperialismo yanqui, tras la derrota que le infringieron los pueblos de Indochina y frente a los intentos de expansión de la Unión Soviética, se plantea con urgencia reforzar el "vientre blando de Europa" sustituyendo los fascismos meridionales por regímenes democráticoburgueses más o menos endurecidos que puedan Integrarse plenamente y reforzar el sistema de alianzas políticas, militares y económicas bajo su hegemonía. El sector hegemónico de la oligarquía financiera, ligado por estrechos vínculos económicos al imperialismo norteamericano y bajo la orientación política y apoyo de su Estado Mayor (el Pentágono) emprende, no sin enfrentarse a dificultades específicas (producto por una parte de la extraordinaria combatividad del proletariado y las masas populares de nuestro país, del problema de las nacionalidades oprimidas y de la existencia del movimiento revolucionario marxista-leninista más potente de Europa, y por otra de las contradicciones existentes con la burocracia fascista y un sector importante del capital especulativo), el proceso de transformación del
  • 15. Régimen Fascista en un Régimen Democrático Burgués y la consolidación del mismo, proceso que abre el período que estamos viviendo actualmente. Así pues, la transformación del fascismo y la consolidación de la nueva forma de dominio de la oligarquía va íntimamente unida al reforzamiento de los lazos de dependencia y subordinación de nuestro país al imperialismo norteamericano, introduciéndolo y vinculándolo estrechamente al sistema de alianzas militares bajo su hegemonía: la OTAN, convirtiéndolo así aún más en un peón dentro de su estrategia para mantener su hegemonía en el mundo y utilizando a nuestro pueblo como carne de cañón ante el desencadenamiento de un enfrentamiento bélico entre las dos superpotencias, enfrentamiento en el que el dominio de Europa y dentro de él el de España por su situación geográficopolítica, tiene una importancia trascendental. La tendencia en la actualidad es a que el imperialismo norteamericano secuestre cada vez más la independencia y la soberanía nacional de España. Estas son las características de la sociedad española, sociedad de capitalismo monopolista de Estado, estrechamente vinculada y dependiente de los intereses imperialistas. Dado todo esto la contradicción principal de la sociedad española es la que existe entre la oligarquía financiera y terrateniente y el imperialismo por una parte, y el proletariado y todas las clases populares por otra. Esta contradicción ha generado y genera intensas luchas de clases. 4.- LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA Y EL PUEBLO CONTRA LA DICTADURA OLIGÁRQUICO-IMPERIALISTA La lucha revolucionaria de la clase obrera en España cuenta con cien años de historia, si se cuenta desde el período 1868-1873 en que aparece por primera vez como fuerza revolucionaria activa mínimamente organizada. Desde entonces el proletariado ha estado a la cabeza de la lucha revolucionaria del pueblo de las nacionalidades de España por la libertad, la democracia, la independencia y el socialismo. Durante el primer tercio del presente siglo, el pueblo no pudo transformar en victorias políticas su lucha contra la oligarquía debido a la dirección que ejercía sobre el movimiento obrero la política reformista del PSOE por una parte, y su complemento natural, el aventurerismo pequeño-burgués anarquista que ganó influencia entre amplios sectores del proletariado industrial agrícola. La fundación del PCE en 1920 abrió el camino a la revolución española, abrió la posibilidad al proletariado español, por primera vez en su historia, de dotarse de su Organización de vanguardia basada en el marxismo-leninismo. Este hecho supuso un cambio de trascendental importancia en la lucha de clases a pesar de los graves errores de "izquierdismo" en los que el partido incurrió durante un largo período y que retrasaron la organización revolucionaria del proletariado. La historia de la II República desde 1 932 a 1 935 es la historia de la incapacidad de la pequeña y media burguesía para tomar medidas radicales contra la reacción oligárquica y la Iglesia de las sucesivas intentonas reaccionarias por hacerse de nuevo con todo el poder, de la abnegada y heroica lucha de la clase obrera y de las masas trabajadoras por defender ampliar y profundizar las conquistas republicanas, lucha que culmina en el movimiento revolucionario de Octubre de 1934 y tiene su máximo exponente en la gloriosa insurrección de Asturias, ahogada en un baño de sangre por las tropas legionarias al mando de Franco. Tras la represión que desata el Gobierno de Gil Robles, el Partido Comunista de España, dirigido por el camarada José Díaz lanza el justo llamamiento de Frente Popular, que gana las elecciones en Febrero de 1936. Cinco meses después, la oligarquía financiero-terrateniente, apoyándose en la Iglesia y en las fuerzas más tenebrosas de la sociedad española, con la ayuda exterior del nazi-fascismo alemán e italiano organiza una sublevación militar fascista y se lanza por el camino de la guerra abierta contra el pueblo. La Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-1939 contra el fascismo, la oligarquía y el imperialismo germano-italiano es una página heroica de la lucha de nuestro pueblo y de nuestra clase, fuente de valiosas experiencias revolucionarias. Durante tres años el proletariado y el pueblo resistieron la agresión fascista e imperialista con las armas en la mano e hizo frente a los mayores sacrificios con especial bravura. La resistencia del pueblo español contra el fascismo fue un importante ejemplo para todos los pueblos del mundo y fortaleció la lucha mundial contra el imperialismo y el fascismo. El Partido Comunista de España mantuvo una justa línea de impulsar la guerra popular contra el fascismo, defender la República y llevar a cabo profundas transformaciones políticas y sociales, pero cometió también graves errores, fundamentalmente el de anteponer la unidad y los compromisos con la burguesía republicana a la independencia política y a la lucha resuelta contra sus vacilaciones y su tendencia a la capitulación. Las consecuencias de estos errores constituyen una amarga lección que el proletariado español no debe olvidar jamás. La imposición, por la fuerza de las armas, de la dictadura terrorista de la oligarquía, no pudo impedir que a través de mil formas el proletariado y el pueblo mantuvieran viva la llama de la resistencia y la lucha, conservando e incrementando de este modo sus valiosas tradiciones revolucionarias. Este es un caudal de enormes riquezas en la actualidad para nuestro pueblo. Tanto la Guerra Nacional Revolucionaria como la prolongada lucha posterior contra el fascismo, han puesto de
  • 16. manifiesto con toda claridad que el proletariado es la única fuerza socia' en nuestro país capaz de ocupar el lugar dirigente y principal en la lucha revolucionaria contra la oligarquía y el imperialismo, que sin la más firme dirección del proletariado revolucionario en el terreno político y militar no es posible unir estrechamente a todo el pueblo contra sus enemigos comunes y alcanzar la victoria. La lucha y la combatividad de las masas populares llevaron a poner en quiebra definitivamente al Régimen Franquista. Sin embargo, debido a la traición de la camarilla dirigente del PCE a los intereses del proletariado y del pueblo y a la inexistencia de un único partido marxista-leninista dotado de una línea ideológica y política justas, el movimiento popular y la lucha contra le fascismo han carecido de una dirección proletaria. Los marxistas-leninistas en España tenemos la responsabilidad de reconstruir el Partido del Proletariado y determinar con justeza los blancos, las tareas, las fuerzas motrices, los objetivos y perspectivas de la revolución que la clase obrera debe dirigir en nuestro país y proseguir con resolución la lucha contra los enemigos del pueblo. III - Los blancos y las tareas de la revolución en España El establecimiento de una correcta estrategia y táctica revolucionarias exige delimitar, con toda precisión, cuáles son los blancos, los enemigos principales de la revolución en España. Del análisis de la naturaleza de la sociedad española realizado en el capítulo anterior, se deduce que España es un país de capitalismo monopolista de estado, que ocupa un lugar de eslabón débil dentro de la cadena de estados capitalistas, íntimamente vinculados y dependientes de los países imperialistas. Los enemigos principales de la revolución en España son pues, la oligarquía financiera y terrateniente y las burguesías monopolistas de los países imperialistas, que constituyen los principales explotadores y opresores de nuestro país. Desde la firma de los tratados de 1953, que ha permitido a los imperialistas norteamericanos explotar desenfrenadamente a las masas trabajadoras de nuestro país, intervenir crecientemente en los asuntos internos de España, establecer tropas y bases militares e hipotecar la independencia nacional, la burguesía imperialista esdounidense ha pasado a ser el principal enemigo exterior de la revolución española. Como resultado de la cada vez más enconada disputa entre las superpotencias por la hegemonía, la URSS hace denodados esfuerzos por intervenir en los asuntos internos de nuestro país. Previsiblemente, estos esfuerzos se harán cada vez más febriles, conforme avance la revolución, disfrazándose de "ayuda desinteresada", "internacionalismo" y otras patrañas. El proletariado revolucionario y su Partido deben estar vigilantes, prevenirse de "ayudas" esclavizadoras y oponerse resueltamente a los planes de la URSS para intervenir en nuestro país y lograr la hegemonía. Los enemigos de la Revolución en España son, pues, extremadamente fuertes. No sólo es la poderosa oligarquía financiera y terrateniente y su Estado, sino también el poderoso imperialismo yanqui; y los dos coaligados van a oponerse por todos los medios al avance de la revolución en nuestro país. Del poderío de los enemigos de la revolución, de su naturaleza extremadamente reaccionaria y agresiva, de la fortaleza de su monstruoso aparato estatal militar y policíaco y de la importancia de la situación estratégica de nuestro país, que lo hacen ser pieza codiciada por el imperialismo, se deduce que la revolución española ha de ser forzosamente prolongada y encarnizada, que su principal forma de lucha es la lucha armada y que necesita un largo período para acumular y templar las fuerzas capaces de alcanzar la victoria. El aparato militar-represivo oligárquico-imperialista fuertemente centralizado y organizado, relativamente potente, no puede ser aniquilado en una o dos batallas, ni tampoco contrarrestada la intervención contrarrevolucionaria que inevitablemente desencadenará uno u otro imperialismo: sólo podrá alcanzarse la victoria mediante una guerra popular prolongada. La experiencia revolucionaria de los últimos años, y en particular desde la gloriosa Insurrección de Octubre en Rusia, ha probado repetidamente que no es posible derrocar el poder burgués-imperialista y destruir su Estado mediante un mero movimiento insurreccional violento de masas más o menos prolongado. La revolución en Rusia, en China, en Albania, en Vietnam, en Camboya, en Laos, etc. sólo pudo triunfar tras prolongadas guerras revolucionarias civiles o nacionales, independientemente de si la revolución comenzó bajo alzamiento insurreccional de las masas. En nuestro país, la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-39 demostró que mientras la oligarquía y el imperialismo puedan recurrir aunque sólo sea a una fracción de sus fuerzas armadas y su policía, no vacilarán en emprender la guerra contra el pueblo si no pueden detener de otra forma el ascenso de la revolución. Demostró también que sin un ejército popular, destacamento de vanguardia del pueblo en armas, estrechamente fundido con las masas y bajo la dirección del Partido del Proletariado, es imposible enfrentarse victoriosamente a la maquinaria militar de la reacción. El partido debe precaverse contra el aventurerismo, la tentación de intentar quemar etapas utilizando formas de lucha
  • 17. para las que no existen condiciones y contra toda especulación inútil sobre las formas que ha de revestir la guerra nacional revolucionaria; o la formación del ejército popular en nuestro país. El partido debe persistir y mantener en alto el principio revolucionario marxista-leninista de la lucha armada, de la guerra nacional revolucionaria, de la necesidad de un ejército popular, educar al proletariado y a las amplias masas combatiendo las ilusiones pacifistas y reformistas, cuyo principal instigador es el falso PCE de Santiago Carrillo, e impulsar a través de todos los métodos legales, ilegales o semilegales, la lucha política de masas, principal forma de lucha en la actualidad, de tal forma que el pueblo aprenda a distinguir prácticamente a sus enemigos y a enfrentarse con ellos elevando su nivel de conciencia y organización, preparándose prácticamente para las formas de lucha más elevadas Unificación Comunista de España considera «al igual que Marx, Lenin, Stalin y Mao Tse-tung» que la defensa intransigente de estas cuestiones frente a los ataques del revisionismo y la educación del proletariado y el pueblo en estos principios, constituyen la línea que separa la revolución del reformismo, el marxismo-leninismo del oportunismo, el socialismo del democratismo pequeño-burgués. Señalados ya los principales enemigos de la revolución en España, las tareas principales no pueden ser otras más que golpear a estos enemigos: acabar con la opresión de la oligarquía financiera y terrateniente y acabar con la opresión exterior del imperialismo. Ambas tareas están estrechamente relacionadas entre sí y no pueden separarse de ningún modo. No puede ponerse fin a la dictadura oligárquica sin acabar con la dominación imperialista sobre nuestro país, puesto que ésta constituye el principal apoyo exterior. De la misma manera, la revolución no puede acabar con la dominación imperialista sin derrocar a la oligarquía financiera y terrateniente, principal base social en que se apoya el imperialismo para intervenir y dominar en nuestro país. Por lo tanto, en la actualidad, la revolución española dirige su filo contra el poder de la oligarquía financiera y terrateniente y el imperialismo yanqui, mantenido mediante un aparato estatal construido a la medida de sus necesidades. Sin destruir hasta sus últimos cimientos el Estado oligárquico-imperialista y acabar con las bases económicas y materiales de su poder, es completamente imposible terminar con la situación de explotación y opresión en que se encuentra el pueblo de las diversas nacionalidades de nuestro país. Las tareas de la revolución en nuestro país en la presente etapa están en estrecha relación con las tareas estratégicas del Movimiento Comunista Internacional: asestar duros golpes a los enemigos principales de la revolución en España, especialmente al imperialismo, es al mismo tiempo, prestar un enérgico apoyo a los pueblos del mundo en su lucha contra el imperialismo y el hegemonismo. Por ello, el proletariado en España, a la vez que lucha por acabar con la opresión y la explotación de la oligarquía financiera y terrateniente, debe enarbolar consecuentemente la bandera de la independencia nacional frente al imperialismo, y frente al imperialismo norteamericano en particular; colocarse en primera línea de la lucha contra la amenaza o agresión y prevenirse especialmente frente al socialimperialismo. Ponerse a la vanguardia de la lucha por la independencia nacional y dar pasos reales para unir en ella a las más amplias masas, a todos los que rehusen ser manejados o esclavizados por las dos superpotencias, entendemos que es, hoy en día, una cuestión decisiva que separa las posiciones de los auténticos comunistas de los oportunismos de diversa índole y del revisionismo Las tareas del Movimiento Comunista Internacional y las de la revolución en nuestro país se concreta en la formación de una frente unido de todo el pueblo, de un frente popular que dirigido por el proletariado luche activamente por la independencia nacional frente al imperialismo y por acabar la opresión y explotación de la oligarquía financiera y terrateniente. Esta es la línea de actuación va a permitir derrocar a los enemigos principales del proletariado de todo el pueblo español, al mismo tiempo que une e integra nuestra lucha con la de los pueblos de los países europeos y del Tercer Mundo. IV - Las clases sociales en España. Fuerzas principales y secundarias de la revolución "Las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran respecto a los medios de producción, relaciones que las leyes refrendan y formulan en gran parte, por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y, consiguientemente, por e{modo y proporción en que perciben la parte de la riqueza social de la que disponen". (Lenin: "Ideología y cultura socialista"). "Y para distinguir a los auténticos amigos de los verdaderos enemigos, tenemos que hacer un análisis general de la
  • 18. condición económica de las diversas clases de la sociedad China y de sus respectivas actitudes hacia la revolución. Mao Tse-tung: "Análisis de las clases en la sociedad China"). El proletariado y su partido deben conocer y comprender las contradicciones que las diferentes clases y sectores sociales mantienen con la clase dominante y entre sí, así como sus aspiraciones. Sólo de esta forma, sabrá qué clases son susceptibles de aliarse con él, es decir, quiénes son sus amigos y contra quién debe combatir, y sólo de esta forma, podrá luchar por ligarse estrechamente con las clases más resueltas, atraerse a las vacilantes y aislar a las reaccionarias. Para conseguirlo debe saber ligar los intereses y aspiraciones de las clases susceptibles de unírseles con los intereses generales de la revolución. La condición económica social de cada una de las clases determina, en última instancia, su actitud ante la revolución. Pero este no es el único factor. Intervienen también los rasgos peculiares de su ideología y de su formación histórica como clase, las contradicciones que mantienen con la clase que ha de dirigir la revolución, etc. Sin embargo, el factor decisivo que, junto con las condiciones objetivas, determina su actitud hacia la revolución es la labor que el Partido Comunista, vanguardia política del proletariado, realiza: la justeza de la alternativa que sepa ofrecerle, hacerle comprender y apoyar a través de una correcta labor de organización, agitación y propaganda. Dentro del conjunto de fuerzas sociales susceptibles de ser unidas, las hay de diferente naturaleza, por las contradicciones que las mueven, por su potencial y por su resolución revolucionaria. Unas clases desempeñarán un papel de gran importancia para el triunfo de la revolución: son las fuerzas motrices de la revolución. Otras no desempeñarán un papel tan importante, pero pueden hacer mucho más difícil la victoria e incluso inclinar la balanza hacia la contrarrevolución si luchan al lado del enemigo principal. Por ello es de todo punto imprescindible que el proletariado consiga atraérselas o al menos neutralizarlas. Veamos pues, qué clases sociales hay en España, cuál es su situación y quiénes son las fuerzas principales y secundarias de la revolución. 1.- La oligarquía financiera y terrateniente. La oligarquía financiera y terrateniente es el sector completamente hegemónico de la burguesía española; en estrecha vinculación con el imperialismo, en particular con el imperialismo norteamericano, ejerce el monopolio del poder estatal y explota y oprime brutalmente al proletariado y a las demás clases trabajadoras. A través de diversos mecanismos políticos y económicos también lesiona los intereses de la burguesía no monopolista. Es, al mismo tiempo, un instrumento y un firme aliado del imperialismo yanqui en su política de rapiña hacia nuestro país e incluso hacia algunos otros. Ha hipotecado la independencia y soberanía de España. La oligarquía financiera y terrateniente ha demostrado largamente que está dispuesta a realizar los mayores crímenes contra el pueblo, y las mayores traiciones a los intereses de nuestro país con tal de conservar su poder y sus privilegios. Es la fuerza más retrógrada y tenebrosa de la sociedad española. Por todo esto es uno de los blancos de la revolución y en ningún caso un posible aliado. La oligarquía financiera y terrateniente constituye algo menos del 1 por ciento de la población activa total (1). Son los grandes magnates de las finanzas, de la industria y del comercio y los grandes terratenientes, unidos entre si por una maraña de vínculos históricos, de intereses familiares, bajo la completa hegemonía del capital financiero, de los siete grandes bancos españoles. Dentro de la oligarquía se deben incluir también determinados grupos sociales, que disponen de un elevado grado de poder político o económico o ambos a la vez, al servicio de los intereses oligárquicos. Estos son: las capas más elevadas de la administración las jerarquías superiores del ejército, la policía y los tribunales y los altos directivos de las empresas monopolistas. 2.- La burguesía no monopolista o burguesía media. Incluye a los dueños de industrias de tamaño medio, comercios importantes y empresas de servicios, etc. que emplean un número importante de obreros pero carecen de fuerza para alcanzar posiciones de monopolio. También incluye a los elementos de profesiones liberales, funcionarios, etc. cuyos ingresos les producen un importante excedente que invertir o cuya situación social les permite un relativo control político-ideológico sobre determinados sectores de la sociedad. En conjunto no abarca más del 3 por ciento de la población activa total. La burguesía media no disfruta, ni ha disfrutado nunca de forma continuada en nuestra historia, de los resortes fundamentales del poder estatal. Los momentos en que ha accedido al poder, como durante algunos períodos de la II República, han sido seguidos inmediatamente del levantamiento violento de la oligarquía para restablecer de nuevo su dominio exclusivo. En general, la burguesía no monopolista, se ve perjudicada por la política económica que imponen la oligarquía y el imperialismo y sufre también, hasta cierto punto, su opresión política, en particular en las nacionalidades minoritarias. De hecho, muchos sectores, especialmente los que no están vinculados a los monopolios, viven sometidos al dictado de éstos y en peligro de ruina, lo cual se manifiesta con toda evidencia en momentos de crisis aguda, mientras que otros sectores se mantienen más establemente, pero al precio de aceptar las condiciones exorbitantes que imponen los monopolios: la apropiación por éstos de una parte de su plusvalía y el sometimiento a un papel subordinado y