Este documento presenta una reflexión sobre la construcción participativa del perfil ético de un funcionario policial. Plantea que la ética debe guiar todas las dimensiones de la vida de un funcionario público, especialmente en el uso responsable del dinero público. Incluye una historia para ilustrar la importancia de no olvidar los orígenes humildes y de servir a los demás. Finalmente, propone una serie de lecturas y preguntas para que los funcionarios construyan colectivamente su perfil ético a través del diálogo y la reflexión.
1. TRABAJO FINAL
CONSTRUCCIÓN PARTICIPATIVA DEL PERFIL ÉTICO DEL
FUNCIONARIO POLICIAL
Hasta ahora hemos hecho una reflexión, una especie de lectura apalabrada,
comentada. Ha debido quedar claro que la ética es:
un mandato que nace desde la vida del otro pobre y se escucha en toda cultura y en
lo profundo de cada uno.
la raíz de un árbol que alimenta el tronco y todas las ramas.
1.- Poder y Ética
En los funcionarios públicos, una vida ética en todas las dimensiones de su vida y
siempre es fundamental. En todas. Pero queremos subrayar una que, en Venezuela, necesita
de manera especial ser subrayada: el comportamiento ético bueno con el dinero público,
con el dinero de todos. No hay comportamiento ético malo, sólo cuando se roba, también
cuando se dan obras que dan beneficios en dinero a unos pocos y no a todos, cuando se dan
obras para pagar campañas o buscar aliados para las próximas, cuando se hacen
presupuestos de obras para comunidades aliadas y no para comunidades adversas. Siempre
un funcionario público debe hacerse la pregunta ética fundamental: ¿con mi
comportamiento estoy dando respuesta al llamado-mandato del otro-pobre, o estoy
privilegiando a los que más tienen?
Sin duda que en este punto crucial se juega la vida del funcionario público. Por eso
proponemos la lectura de una historia
Había una vez un hombre que había comenzado en una empresa siendo un sencillo trabajador.
Pero que cada día, semana y año, con mucho esfuerzo y sacrificio, pensando en su familia y
amigos, fue superándose hasta llegar, con mucho merecimiento, a ser el jefe de la empresa en la
que había iniciado a trabajar años atrás.
Sus obreros, más que obreros eran sus amigos, que trabajaban junto a él notaban que,
diariamente antes de iniciar su trabajo, se dirigía a un cuarto en el que abría una caja de tamaño
mediano y se deteníanos abreyuna serie de preguntas que son importantes para construir de
Esta historia a mirar jorungar.
manera participativa un perfil ético de un funcionario policial. ¿Acaso no vivimos cada día
Poco a poco corrió la noticia de que el jefe hacía algo extraño con una caja. La curiosidad
la experiencia de funcionarios públicos y líderes comunitarios que cuando llegan al poder
invadió a los obreros, quienes decidieron aprovechar un descuido del jefe para averiguar qué
se olvidan de su historia anterior, de sus luchas previas, de sus solidaridades con personas,
había en la caja, que tan misteriosamente revisaba. Los menos maliciosos pensaban que se
comunidades y causas que siempre reivindicaron, que utilizan el poder para oprimir
trataría de algún recuerdo familiar. Otros creyeron que era un botín producto de corrupción.
olvidándose de que también ellos padecieron el olvido del poder e incluso la represión?
Abrieron el cofre y... ¡sorpresa! Sólo hallaron un sucio y desgastado uniforme.
Mientras estaban en eso, llegó el jefe y, dándose cuenta de lo sucedido, les dijo:
“Se trata de las ropas con las que comencé a trabajar en esta empresa. Cada día las
contemplo y huelo para no olvidar nunca de dónde vengo y poder mantener los valores de
sencillez y humildad, de ayuda y servicio con los que me inicié".
2. Escuela de Servidores Públicos del Estado Sucre 2
Ética y Servicio Público
Vamos a hacernos algunas preguntas y reflexionarlas a la luz de algunos
comentarios:
1. ¿por qué un funcionario público, quien tiene la obligación de responder al llamado
de la gente, cae en la práctica de no atender bien al público e, incluso, tratar a la
gente con indiferencia? El poder amarra con cuerdas duras de desatar.
2. Reflexiona sobre casos de conocidos que se dedican a hacer, trabajar y ayudar a los
demás, sin hacer mucha bulla, sin aparentar: ¿Qué sacas de ellos? ¿Qué sientes y
deseas hacer cuando los ves ayudar a los demás? ¿Qué sensación dan? ¿De estar
amarrados, de esclavitud, o de libertad, de alegría? Pero, además, cuando ayudan en
ocasiones dolorosas, accidentes, muertes, qué se dice de ellos, ¿qué pasa en la
comunidad? El servicio es un valor. Realiza a todo aquél que lo asume y lo
practica. Crea un ambiente de seguridad, alegría y satisfacción en la comunidad y
en el trabajo. El que sirve no parece tener nada y lo tiene todo. Sobre todo tiene
muchos amigos, muchas relaciones, muchos agradecidos.
3. ¿por qué una persona que pasa a ocupar un cargo en la administración pública deja
de ser un servidor? Servir es la razón de nuestra vida. Porque sólo sirviendo
mantenemos, producimos y renovamos la convivencia entre nosotros. Toda nuestra
vida es un regalo de servicio. Sólo desde el servicio podemos producir un conjunto
de relaciones en donde muchos realicen sus deseos, aspiraciones y sueños. El
servicio, cuando se practica sinceramente, se convierte en la manera de querer y
respetar a los demás (conocidos o no) por lo que son y no, como en el poder, por el
cargo que ocupan o lo que tienen.
2.- El perfil ético: para ser construido después del taller
La ética no se ve. Se ven los frutos de quien decide vivir o no éticamente. Los frutos
son comportamientos.
Y aquí hemos llegado al momento de hacer nuestro perfil ético como servidores
públicos. Es una tarea sencilla, pero importante.
Como resultado de la reflexión personal elaborar en equipo un perfil (un conjunto
de rasgos, valores, características, comportamientos, actitudes) de un agente policial.
Como preparación a esta reflexión personal y grupal te sugerimos unas lecturas de
profundización.
3.- Lecturas de Profundización
Sobre el servicio:
Servir es reconocer que el otro merece ser servido; que es digno de cariño,
atención y promoción. El servicio es un juicio. En ese juicio todos son buenos. No es que
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Ética y Servicio Público
no haya malos, pero es que el servicio los revaloriza y les pone en condiciones, al sentirse
servidos, de ayudar a los demás. El servicio, como valor, se difunde. Con razón un gran
pensador medieval decía que el bien (el valor, el servicio) se difunde por sí mismo. No
hace falta hablar mucho. Las palabras a veces resultan inútiles o cursis. A veces tenemos
la tentación de no servir; de no ayudar, porque creemos que nuestra buena acción es una
gota de agua en el mar, pero apenas nos disponemos a hacerlo, vemos como otros se
contagian del bien, del servicio, y se animan a hacer otras cosas iguales o no y, más
rápido de lo que se creía, se transforma la comunidad, la casa, el trabajo. En esta
mejoría de las relaciones y de las condiciones de vida, todos salimos beneficiados. Pero lo
más jóvenes y adolescentes resultan los más beneficiados. Muchas veces unas relaciones
comunitarias y laborales "oscuras", de egoísmo y poder impiden vivir serena y
humanamente. Y son esas relaciones las que se meten en el corazón y la conciencia de la
gente, haciéndola equivocar su vida, su trabajo y la crianza de sus hijos.
Poner nuestro trabajo como herramienta de servicio pasa por la condición de
reubicar la inmensa potencialidad ética del trabajo como constructor de un mundo, de una
nación, de un estado. Un trabajo que sea servicio es trabajo humano. Un servicio que use
del trabajo y de la formación como herramientas de crecimiento produce una cultura
humanizada y liberadora. Pero esta es una labor de un grupo de personas; no de un
individuo. Esta labor ética requiere el compromiso de quienes, conducidos por valores,
optan por las personas y no por los bienes materiales; por la felicidad y el bien común.
Sobre las Exigencias de una ética del empleado servidor público
Las comunidades y los lugares de trabajo son los espacios en los que realizamos de
manera muy visible nuestras ideas y ponemos en práctica nuestras convicciones y valores.
Ya en el pasado al hombre que practicaba los valores y una vida esforzada y recta se le
llamaba virtuoso. Pero ¿qué es la virtud? Es un hábito bueno fruto de un ejercicio
constante y consciente de asunción de valores. Los valores, ya lo hemos dicho, realizan a
la persona que lo practica, pero los valores realizan en diversas áreas y de diversos
modos. Hay valores que realizan en lo personal y otros en lo social. Ya Aristóteles
apuntaba que la prudencia es la virtud más necesaria y excelsa que puede alcanzar una
persona. Y lo es porque es una virtud que engloba a las demás. Pero en lo social es la
Justicia la más elevada. Antes de él, Sócrates apuntó que era el saber de sí mismo el
mayor valor. ¿Y para nosotros?
¿Qué es la justicia? ¿Cuáles son sus límites y alcances? Una definición general de
Justicia la señala como "dar a cada cual lo que le corresponde según su condición". Pero
¿es fácil saber qué y cuánto le corresponde a cada cual?
La justicia es un derecho, pero también es un deber. Todos merecemos un trato
justo y todos estamos obligados a actuar justamente. Pero como la justicia es una virtud,
un hábito fruto del ejercicio consciente, deliberado, meditado en sus medios y fines, no
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Ética y Servicio Público
puede obrar la justicia quien no haya comenzado, desde muy joven, a actuar con justicia y
a modelar a aquellas personas que en su familia, comunidad y sitios de trabajos actuaron
justamente.
Es claro, la justicia se deduce de los actos. Por un acto justo sabemos lo que es la
justicia. La justicia no es un molde rígido. Tampoco es aplicable en todos los casos. Por
eso algunos buscan flexibilizarla proponiendo el concepto de "equidad". La equidad es
concreta; es una circunstancia específica en la que se pretende aplicar la justicia.
Es la justicia la que nos indica que entre nosotros debe haber una distribución
equilibrada de deberes y derechos. Un servidor público no tiene sólo derechos ni sólo
deberes. Está obligado a vivir deberes y derechos como propios de un ejercicio de justicia
y a promover una manera de vivir las relaciones comunitarias, laborales, estatales, justas.
La justicia no excluye el amor, sino que la primera brinda un marco para que el
último se dé protegido. La justicia señala maneras de actuar. El amor es una relación
singular en el que el servicio se hace necesario. Pero el amor por sí solo no produce
valores. El esfuerzo humano, a través del trabajo, hace competente a las personas, al
servidor público. Trabajo integral: manual, intelectual, administrativo. Esa competencia
en un mundo cambiante nunca está completa y nunca es exhaustiva. Por eso se hace
necesario mantenerse en un ejercicio de formación permanente. La formación permanente
hará del servidor público una persona útil y promotora de un conjunto de relaciones
humanas transparentes.
Pero la formación, no la simple instrucción, sólo puede ser asumida por quien, en
el descubrimiento y producción de valores, hábitos y actitudes, ubica en su jerarquía
personal el crecimiento de los demás y de su propia persona.
Ese crecimiento intelectual, afectivo, personal redunda en un incremento de la
madurez de las demás personas, porque se realiza en un mundo complejo de relaciones.
Personas maduras y formadas provocan, sostienen y promueven relaciones equivalentes en
los demás. Y, a pesar que lo ético lo decide, en la jerarquía, cada cual, no habrá una
decisión ética que no sea decisión comunitaria, relacional.
Formarnos no es, pues, un ejercicio de egoísmo. Entre nosotros, la formación es
servicio. La capacitación constituye una herramienta de ayuda y crecimiento comunitario.
El diálogo se convierte en un modo crecer, aclarar y corregir nuestras acciones.
Dialogamos, nos escuchamos, respetamos las opiniones cuando creemos que las personas
son un valor que merecen reconocimiento.