Jesús entra en Jerusalén montado en un borrico mientras la multitud lo aclama gritando "¡Hosanna!" y "¡Bendito el que viene en nombre del Señor!". Este grito reconoce la dignidad de Jesús como el Mesías enviado por Dios para ofrecer el camino de la santidad a los hombres. Aunque Jesús viene de forma humilde, su presencia revela la gracia y misericordia de Dios.