1. El fútbol es un juego apasionante y complejo, por lo tanto el público merece
observaciones de otro espesor. De otro interés. Llevar y traer chismes para
promover algún entrevero es un ejercicio de vecinos aburridos y amargados o de
espías profesionales. Reproducir esas prácticas significa soslayar la inteligencia del
espectador y reducir el fútbol a su expresión más insulsa. Existe el periodismo
jauría tanto como la dirigencia al que no le interesa el fútbol ni la información sino
la mugre. De verdad o de mentira. Por razones verosímiles o por pelotudeces
mayúsculas mal maquilladas de disidencias y traiciones. Hay que hacer olas.
También es verdad que no todos deben pensar lo mismo, pero si es absolutamente
necesario que cuando se pertenece a un colectivo, todos deben luchar por el mismo
objetivo, callar verdades que no favorezcan al grupo y disputar lo pensado puertas
adentro.
Las malas costumbres que por aceptadas no significan que sean ciertas, son de las
mayores causas del desequilibrio institucional y deportivo. Pertenecer significa dar
más de lo que voy a recibir.
Ego aparte, no necesariamente debemos querernos, sería mejor, pero no es
necesario, si respetarnos, no traicionarnos y cumplir con la palabra. De cualquier
forma aquellos que te contratan son los mismos que te expulsan, por tal motivo no
debe existir una confianza extrema, solo aquella que la profesión demanda.
El futuro no es de nadie, el presente sí. Por eso todo aquello que decidas para el
futuro puede o no tener el desenlace esperado y todo aquello que decidas en el
presente, afirmativamente tiene una consecuencia.
A la jauría, ni los huesos hay que dejarle…