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Su vida y su fútbol
en 150frases
Edwin Winkels
Nacido en utrecnt (Hoianaa) en
1962 y diplomado en periodismo,
trabajó en el diario Het Vrije Volk
(Rotterdam) antes de emigrar en
1988 a Barcelona. Entró a trabajar
en 1991 en El Periódico de Catalu­
nya como redactor de deportes. Cu­
brió los Juegos Olímpicos, el Tour
de Francia y siguió, durante 12 tem­
poradas, al FC Barcelona. Desde el
año 2000 es reportero de informa­
ción general en El Periódico de Ca­
talunya y acaba de iniciar una etapa
como cronista de la ciudad de Bar­
celona. Ha publicado tres libros en
Holanda, dos de ellos relacionados
con el Barga.
Fotografía de la portada:
O
EscuchandoaCruyjf
Suviday sufútbol
en150frases
Edwin Winkels
ediciones
Lectio
Primeraedición: noviembrede2010
© EdwinWinkels
© Lectio Ediciones
Edita: Lectio Ediciones
C/ de laVioleta,6 •43800Valls
Tel.977 6025 91
Fax97761 4357
lectio@lectio.es
www.lectio.es
Diseñoycomposición:Imatge-9, SL
Corrección:Banús & Pros,Correctors
Impresión: Romanyá-Valls, SA
ISBN: 978-84-15088-03-5
Depósitolegal:B-39.841-2010
ParaMarianne, Sara, FerrariyJoanna,
cuatrovidas entreHolanday Catalunya
Escuchando aCruyff
Introducción
El tren circulaba a media velocidad y se podía abrir la puerta. En
lugar de las esperadas vistas de un paraíso vacacional, se exhibían al
lado de las vías los restos de unas vidas inhumanas. Al principio, poco
después de entrar en la ciudad, solo hubo un muro elevado, hasta que
de repente aparecieron agujeros en el hormigón. Durante minutos que
nos parecieron eternos, la imagen seguía siendo la misma. Bajo techos
de uralita brillaban bombillas que iluminaban espacios que eran todo
en uno: comedor, cocina, dormitorio,baño... No había agua corriente.
Algunos de esos agujeros en el muro servían de inodoro: se veían tra­
seros colgando para depositar los restos de una comida seguramente
no muy copiosa del día anterior que caían dos metros hacia abajo para
depositarse durante días allado de lasvías en el caluroso sol de agosto.
Al final, ante el hedor que entraba, cerramos la puerta del tren, antes
de que un túnel largo y oscuro liberara a tres chavales holandeses de
17 años de su estupor. Las casas cercanas al ferrocarril nunca son las
más lujosas, pero ¿un barrio interminable de chabolas, en Europa, a
exactamente 1.500 kilómetros de casa?
La nauseabunda pestilencia aún impregnaba el ambiente cuando,
una vez fuera del túnel, a nuestra izquierda y tras las fábricas que in­
vadían el primer plano, emergía el azul del Mediterráneo, y después
de una lenta curva hacia la derecha aparecían los arcos monumenta­
les de la Estació de Franca,que en el billete de tren llevaba el nombre
de BarcelonaTérmino. Punto final de un viaje de 24 horas realizado
por mochileros desde Amsterdam, vía Bruselas, pasando por la Gare
du Nord (en París), el metro hacia París-Austerlitz, el tren nocturno
por Limoges y Toulouse hacia Cervera y Portbou (sin asiento re­
servado, durmiendo en los pasillos), el cambio de tren en el Pirineo
(porque más allá las vías eran más anchas, como si tras la cordillera
todo fuese diferente al resto de Europa) y la parte final: Figueres,
Girona y Barcelona.
5
Edwin Winkels
Era el año 1980.Johan Cruyffyjohan Neeskens acababan de dejar
el FC Barcelona, pero los holandeses acudíamos en masa a las costas
catalanas. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Aquel barrio
de chabolas era La Perona, en Sant Martí, que poco después desapa­
recería bajo el constante mazazo de la modernidad, impulsada por los
Juegos Olímpicos. Esa Barcelona en plena transformación nos atraía
hasta talpunto que algunos holandeses decidimos instalarnos aquíde­
finitivamente.Uno fueJohan Cruyff; otro,yo mismo, ambos en 1988.
Por profesión y origen, entrenador y periodista, ambos de Holanda,
nunca nos hemos perdido de vista en los más de 22 años que han
transcurrido desde entonces. Una relación meramente profesional: no
hemos pisado la casa del otro nunca, ni nos llamamos parasaludarnos.
Hemos hablado cordialmente y nos hemos peleado. Indagando los
últimos meses en los archivos, he hallado más entrevistas, encuentros
y discusiones con Cruyffque recordaba. Bastantes para formar parte
de este recopilatorio de frases del Profeta del Gol, que en su país natal
ya ha visto publicados más de 20 libros sobre su figura, pero que aquí,
además del interés diario y fugaz por el fútbol, apenas ha dado moti­
vos para un libro. Dos, tres como mucho. Y eso es muy poco parauno
de los grandes mitos del barcelonismo.
Johan Cruyffha regalado tantas frases al fútbol como victorias ha
dado al Barfa. Aquí solo hay 150 citas, como en el libro Escoltant
Guardiola de esta misma colección, pero cada seguidor del Bar£a, del
fútbol, de Cruyfftendrá grabada en su memoria alguna cita más que
no aparezca en estas páginas. Cruyff ha enriquecido y empobrecido
tanto el castellano como el holandés. Es tan torpe con la gramática y
la pronunciación en ambos idiomas, como genial ha sido en el fútbol
universal. Abre la boca, por ejemplo durante el Mundial, y sus decla­
raciones son escuchadas hasta en Brasily Sudáfrica.Es un profetapla­
netario, un Moisés que porta los 10 Mandamientos de Dios, aunque
en realidad él es su propio Dios, tal como le llamaban sus jugadores
del Dream Team.
Después de más de 22 años, ambos seguimos viviendo en Cata­
lunya. Este libro también explica el porqué. Estaríamos locos si nos
marcháramos de aquí.
6
Capítulo1
Lavida,lafamilia
y elotroDios
Edwin Winkels
Igual de flaco que siempre, Johan Cruyff ya ha cumplido los se­
senta. Cerca de la edad de jubilación, aunque él ya se retiró -o lo
retiraron- alos 50 años. Desde su traumático despido en las entrañas
del Camp Nou en 1998, el holandés vive bien, muy bien. Relajado,
sonriente,cercano alfútbol, pero sin el estrés que suele conllevar cuan­
do se es entrenador, Cruyffpuede sentarse en un sillón de su segunda
residencia en El Montanyá, en Osona, o sacar ahí sus palos de golf, y
rememorar satisfecho una vida con muchos más momentos de felici­
dad que de tristeza. Una vida increíble para un chaval de un pequeño
barrio obrero de Amsterdam. No es la suya una historia de un niño
que, gracias a su talento, logra salir de la vida miserable en unafavela
brasileña, pero tampoco tuvo una infancia fácil.
Nació en 1947,en laduraposguerraen Holanda,país queintentaba
recuperarse de cinco años de invasión yviolencia nazis,y cuando tenía
12 años perdió asupadre, que poseíaunapequeña fruteríaque aporta­
ba lojusto ala economía familiar. Seguramente, un chico que crece en
esas circunstancias construye un espíritu de supervivencia, necesario,
junto al talento, para convertirse en el mejor del mundo. Pero, pese a
ser el mejor de su generación, uno de los tres o cuatro mejores en la
historia del fútbolJohan Cruyffapenas ha cambiado. Lo conocen en
todos los rincones del mundo, pero él sigue siendo una persona senci­
lla, muy familiar, cercana, como el vecino del segundo tercera. Tiene
sus puntos menos agradables, por supuesto, pero éstos surgieron más
como entrenador, cuando podía ser una persona autoritaria, poseedor
siempre de la razón. Susjugadores le llamaban irónicamente Dios. El
otro Dios también ha estado siempre presente en su vida. El no cree
en Dios, dice, pero cree en algo. Sobre todo desde que a los 43 años,
uno menos quela edad que tenía supadre cuando murió,vio la muerte
de cerca. Ahora, 20 años después, está más vivo que nunca.
“Aprendíen lacalle;lacalleeslaqueteenseña”
Escuchando aCruyff
En su Betondorp natal, entre las pequeñas y modestas casitas al este
de Amsterdam, el pequeñoJopie [se pronuncia Llopí Cruyffjugaba al
fútbol sobrelas aceras,bajolos arcos que dabanpaso alos patios interio­
res o en medio de las calles, bastante tranquilas, sin apenas coches. Ofi­
cialmente estabaprohibidojugarenlacalle,pero ningún agente multaba
alos chavales,que donde mejorse lo pasaban eraen un pequeño campo
situado detrás del colegio y sobre la gravilla de un parque infantil. Este
tipo de pavimento les enseñó a no caerse, a mantener el equilibrio du­
rantelas dos horasquejugaban cadadía después del colé,de cuatro aseis
de la tarde, hora de la cena. El maestro, que tenía que cerrarlos accesos,
siempre les dejabajugar un poco más allá de las cinco y media, que era
el horario de cierre oficial.JugabaJopie con su hermano mayor—Hen-
ny—, su amigo Rolfy algunos otros contra chavales de otros barrios.Y
Johan, oJopie, siempre erael más pequeño.A veces,los rivales que no le
conocían se reían de él, hasta que empezaba con sus regates y goles. Su
hermano, que era también un granjugador, le preguntó unavez:
—¿Tú nunca piensas qué vas hacer antes de unajugada?
—No —le contestóJohan—,porque si piensas ya llegas tarde.
*Aveces,algodebeocurrirantesdequeocurra”
Es una frase que, en el lenguaje particulary aveces incomprensible
de Johan Cruyff, tiene otra variante: “Antes de que ocurra algo, hay
que evitar que ocurra.”Cruyffcree en el destino, que muchas cosas en
la vida pasan porque sí, como esa muerte de su padre biológico cuan­
do él solo tenía 12 años. Manus Cruyfffalleció de un infarto a casi la
misma edad, 44 años, que su hijo Johan tuviese la misma dolencia en
1991, pero el hijo se salvó, aunque por poco.También cosas del desti­
no, según el holandés. Fue Manus que un miércoles de otoño de 1953,
el día que por la tarde solía cerrarsu frutería, había acudido al Estadio
9
Edwin Winkels
Olímpico de Amsterdam para ver “un extraordinario partido de fút­
bol”,según el cartel, entre una selección de laFIFA y el FC Barcelona.
Y se lo contaba aJopie, tal como le llamaban aJohan en su casa, en el
coléy en el Ajax, donde empezó ajugar afútbol. “¿Yde qué color eran
las camisetas que llevaba el Barcelona?”, le preguntó el pequeño a su
padre. “Azul y rojo”, le contestaba. “¿Y quién era el mejor?”“Se llama
Kubala.”Ni ideapodía tenerelpequeñoJohan, queporaquel entonces
solo tenía seis años, que menos de 20 años después llegaría ajugar de
azulgrana. Fue una de esas cosas que ocurren antes de que realmente
ocurran.
“Hola,papá.Encasatodovabien.Mamátrabaja
mucho... Perosaldremosadelante"
Es lo que elpequeñoJohan siempre decía cuando pasabaenbicicle­
ta por delante del cementerio Oosterbegraafplaats, donde está ente­
rrado su padre, muy cerca del campo del Ajax y del barrio Betondorp,
donde vivía. Y así, según ha confesado algunas veces, ha estado toda
su vida hablando con su padre, pidiéndole consejos, dejándose guiar.
La muerte de Hermán Manus Cruyffmarcó mucho al pequeñoJopie,
pese aque sumadre, PetronellaAfe/Draaijer, encontró pronto el apoyo
y el amor del tío Henk, un padrastro que para Cruyffsiempre ha sido
como un segundo padre,auténtico y honesto.Henk, que además había
sido muy amigo de Manus y erautillero en el Ajax,guió aJohan y asu
hermano porlos difíciles años de adolescenciay estuvo hastasu muer­
te, en los años noventa, con la madre de los chavales. El fallecimiento
del padre, sin embargo, complicó bastante la situación de la familia.
Manus no ganaba mucho con su frutería, tuvo que compartir incluso
su camioneta con dos tenderos más, y en 1959, de repente, la madre
se quedó sola, con la tienda y con dos chavales adolescentes, que, poco
tiempo más tarde, hallaron una buena válvula de escape en el fútbol.
10
Escuchando a Cruyff
“Mimadresiemprehaestadopara nosotros,siempre
hemostenidounacasa”
Petronella BernardaDraaijernació el21 de agosto de 1917 y falleció
en el2008, alos 90 años. Se casó con Hermán Cruyffel 18 de diciembre
de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando Holanda estaba
ocupada por los nazis. Su hijo mayor, Henny, nació el 11 de diciembre
de 1944 en lo que se conoce como el “invierno de la hambruna”: los
alemanes, que ya veían que empezaban a perder la guerra, bloquearon
durante seis semanas todo el transporte al oeste de Holanda, ahí donde
se hallan las grandes ciudades y la mayor parte de la población. En un
invierno ademásmuyduro,empezaronaescasearlos alimentosyelcom­
bustible para calentarlas casasy más de 20.000 holandeses murieron de
hambre y de frío. La familia Cruyffhabía tenido que cerrar su frutería
en elbarrioDeJordaan,porfaltade materiaprima,yManus se dedicaba
a ayudar a la resistencia, ocupándose de transportes ilegales de carne.
Como recompensa, le regalaron después de la guerrauna nueva frutería
en Betondorp, el pequeño y modesto barrio a la sombra del campo del
Ajax,donde nació el segundohijo,Johan,el25 de abrilde 1947. Cuando
Manus falleció 12 años más tarde, la madre, Nel, debía compaginar la
fruteríacon sutrabajo en lalavanderíadel estadio delAjax.“Ella se que­
daba sola”,recuerda Cruyff,“y,encima, con dos chavales que no eran de
los más fáciles. Pero siempre estuvo paranosotros; nunca nos falló.”
“Unniñodebetenerunajuventudbuena.Losque
hacencosasprohibidasconniños,aesoshayque
eliminarlos.En eso,soymuyextremo”
Cruyff adora a los niños. Tiene seis nietos ya y las jornadas de su
Fundación en las que juega al fútbol con chavales discapacitados le
llenan de felicidad, igual que cuando abre alguno de sus campos de
11
Edwin Winkels
fútbol,losJohan CruyffCourts, en barrios deprimidos, como elpasado
verano en un peligroso suburbio deJohannesburgo. Odia leer noticias
sobre abusos a menores, sobre maltrato, secuestros. La cita es textual:
hay que “eliminar a esa gentuza”, dice. “A un niño no le puedes hacer
esas cosas, lajuventud es la época más importante de lavida, en la que
se forma la persona.”Y entonces empieza Cruyffa explicar sus objeti­
vos de la Fundación. En los últimos años, es elprecio que hay que pagar
para una entrevista o una conversación con Cruyff, escucharle al me­
nos media hora hablar con entusiasmo de su fundación, cuyas oficinas
se encuentran a solo una manzana de su casa en Bonanova. También
todos los actos en los que solicitan su presencia—análisis en televisión
o periódicos, alguna inauguración o conferencia...— hay que remune­
rárselos, no en su cuenta personal, sino en la de la Fundación. Además
de aportarciertasventajas fiscales,Johan Cruyffyano necesitatodo ese
dinero que le sigue llegando de medio mundo.Todo por la fundación,
insiste. “Intentamos ayudar a niños que sin nosotros no tendrían las
mismas posibilidades en la vida. Lo queremos hacer lo mejor posible.
Para eso tenemos unos grandes especialistas; yo solo me ocupo de la
parte exterior: doy la cara, mi nombre, mi fama.”Le encanta, además,
trabajarcon ex deportistas —de hecho, lo son casi todos los empleados
de su fundación— y educarlos através de su universidad,ofrecerles una
posibilidad en la duravida real después de acabar su carreradeportiva.
“Noscasamosmuyjóvenes,yo con21 añosy Danny
con19.Yaúnseguimosjuntos.Peroesoesmásmérito
deellaquemío"
Admirable la mujer de un futbolista famoso que a lo largo de
más de 40 años logra pasar casi desapercibida, no estar prácticamen­
te nunca en el primer plano. Solo en los primeros años de noviazgo
y matrimonio, Danny Coster se dejaba fotografiar con su marido y,
12
Escuchando a Cruyff
después, con sus hijos. Era cuando los medios de comunicación aún
no les atosigaban tanto. La pareja holandesa accedió a dejarse hacer
reportajes en la Rambla para la Revista Barcelonista, viajando expre­
samente desde su hotel de vacaciones en Mallorca. Ella, muy guapa y
rubia,impactaba en el gris panorama franquistay llegó incluso ahacer
publicidad parauna marca de pinturas. “Que sigamosjuntos es mérito
de ella”,insiste Cruyff. “Para convivir con un hombre que siempre está
de viaje y que siempre está rodeado de gente, hay que tener una capa­
cidad de aguante muy grande. Además, con tres hijos, y unas cuantas
mudanzas por el mundo...”Es sabido que Danny siempre ha ejercido
una gran influencia sobre su marido, que en casa siempre ha sido ella
la que manday Caries Rexach incluso la acusabade haberle cerrado la
puerta de su casa para siempre, que si hubiera sido solo porJohan aún
seguirían siendo amigos.
Con el tiempo, Danny iba alejándose totalmente del primer plano
y se contagió de una alergia crónica hacia los periodistas, de los que,
con el tiempo, solo ha aceptado a unos pocos en su casa, todos más
amigos que periodistas, como el catalán Joan Patsy y los holandeses
Frits Barend y Jaap de Groot. Han sido los pocos, pero importantes
confidentes de Cruyffpara influir, asu manera, un poco en la opinión
pública a través de medios poderosos como TV3, el diario holandés
De Telegraafy la revista VoetbalInternational.
En los últimos años delaeraLaportaen el Bar£a,la señoraCruyffse
sentaba amenudo al lado de su marido en el Camp Nou para admirar
los partidos del equipo de Guardiola, pero discreta y distante como
siempre. El mismo objetivo, quedar alejadas de las páginas de los pe­
riódicos y de las cámaras de televisión, lo han logrado siempre sus dos
hijas, Chantal y Susila. Los fines de semana, en la pequeña playa de
Sant Sebastiá de Sitges, sobre todo cuando habían venido los abuelos
Coster de Holanda, aquel grupo casi anónimo apellidado Cruyffpa­
recía una familia cualquierajugando con los hijos y nietos en el agua
tibia del Mediterráneo.
13
“«¿JohanJordi?»mepreguntaelfuncionario. «Sí»,
digo, «JohanJordi».Esperabaquemefelicitara,pero
nada. «JordiesJorge, asíquesuhijosellamaJorge»,
medice. «Jordinoexiste»"
Pero, claro,Johan Cruyffno se rindió. Acababa de regresar de Ho­
landa, donde Danny había dado a luz a su tercer hijo, que, igual que
sus dos hermanas mayores —Chantal y Susila—, nació por cesárea
en un hospital de Amsterdam, el 9 de febrero de 1974; Danny aún
no se fiaba mucho de los hospitales en Barcelona. Ya había inscrito a
su primer y deseado hijo varón en el registro civil en Amsterdam, con
esos dos nombres,Johan Jordi, y cumplió con su obligación de pre­
sentarse también en el registro de Barcelona. La elección del nombre
Jordi no fue un acto de fe catalanista, ni nada por el estilo. “Llevaba
apenas cinco meses en Barcelona, no sabía casi nada de la lucha por
la independencia. Solo nos gustó el nombre”, recordaría después en
una inmensa biografía de 500 páginas de gran tamaño que se publicó
en Holanda con ocasión de su sexagésimo aniversario. El problema es
que al funcionario del aparato municipal franquista ese nombre no le
gustó nada. El hombre insistía:
—El nombre deJordi no existe aquí.
Cruyffya empezaba a enfadarse.
—A ver, se llamaJordi, ¿no voy a saber yo cómo hemos llamado a
nuestro hijo?
El funcionario, en aprietos ante la estrella azulgrana, le ofrecía una
solución salomónica:
—Si no le quiere llamarJorge, puede ponerle el nombre de George,
eso sí existe.
Cruyff acabó saliendo a gritos del despacho, enseñando la docu­
mentación holandesa:
—Mire, señor, aquí lo pont,Jordi. Se llamaJordi,porque asu padre
y a su madre les gustaba el nombre deJordi y por eso le han llamado
Jordi. Y si usted no lo inscribe comoJohanJordi,yo mevoy acasa. Pero
que sepa usted que yo he venido aquí a inscribir a mi hijo.
Edwin Winkcls
14
Escuchando aCruyff
Cuatro días después de que la familia Cruyffregresara a Barcelona
se disputaba el partido contra el RealMadrid, en el Bernabéu. El his­
tórico 0-5, la obra magna de Cruyffen su época azulgrana comojuga­
dor. Precisamente parapoder disputar ese partido se había planificado
bien el nacimiento de Jordi, con una maniobra algo maquiavélica de
Rinus Michels, el entrenador azulgrana.Johan lo recordaba, en 1975,
en un célebrey breve libro dedicado a Cruyff, llamado Boem:“Michels
me preguntaba: «Yaque el niño vendrá por cesárea, ¿se podría escoger
un día a principio de la semana?» Era para que yo pudiese regresar
a tiempo de Holanda y jugar el domingo después contra el Madrid.
Nosjugábamos mucho, así que no me importaba. «¿Ysi lo hacemos el
sábado 9?», le pregunté, porque aquel fin de semana no había partido.
Rinus esbozó su típica sonrisa, tan amplia, sin que yo entendiera bien
el porqué. Resulta que el 9 de febrero era también el cumpleaños de
Michels...”
“Mifamilia vieneenprimerlugar;entodasmis
decisiones*
Frase de 1969 de un joven Cruyffque solo un año antes se había
casado con Danny. Frase premonitoria también, porque se sospecha
que algunas de las decisiones cruciales en la carrera del futbolista se
tomaron con el beneplácito de Danny; por ejemplo, parece ser que la
esposa jugó un papel importante en una sonada ausencia de Cruyff
en el panorama mundial, en el Campeonato del Mundo de 1978, en
Argentina, donde Holanda repetiría el puesto de finalista de Ale­
mania 74, para caer de nuevo ante los anfitriones. Aún coleaba en
la mente de algunas esposas el escándalo con mujeres desnudas que
habían acompañado a los jugadores holandeses en la piscina de su
hotel tras acceder a la final del Mundial de Alemania y que hizo esta­
llar ala celosa Danny en cólera. Corre el rumor por Holanda, incluso
más de 36 años después, que al regresar de AlemaniaJohan tuvo que
15
Edwin Winkels
jurar a Danny que nunca más se marcharía para un torneo cinco o
seis semanas de casa. Holanda se clasificó de forma brillante para el
Mundial de Argentina, con participación de Cruyffen casi todos los
partidos, pero, logrado el pase a Suramérica, dijo que no viajaría. No
dio apenas razones. Un programa de televisión reunió el apoyo de
los espectadores para convencerle de no fallar a los oranje, pero ni el
amable y respetado seleccionador Emst Happel lo logró, ni siquiera
prometiéndole que solo tendría que venir después de la primera ron­
da, en la que esperaban rivales como Irán, Perú y Escocia. En vano.
Cruyffanunció suretirada definitiva de la selección, después de haber
disputado desde su debut, 11 años antes, solo 47 partidos, en los que
marcó 33 goles.
Más de 30 años después, en una entrevista en Catalunya Radio,
Cruyff reveló uno de los argumentos para no viajar a Argentina: un
atraco a su casa, un intento de secuestro el 19 de septiembre de 1977,
cuando un estibador del puerto de Rotterdam, Carlos G., un barcelo­
nés de 46 años emigrado aHolanda, se desplazó en su coche aPedral-
bes, después de haber comprado en Francia un rifle de calibre 22 con
cañones recortados, y sepresentó en el tercer piso del número 64 de la
Calle de Caballeros, como se llamaba la calle entonces. Danny abrió
la puerta y el hombre dijo que tenía un paquete paraJohan, que tenía
que entregárselo personalmente.
Según una de las crónicas de sucesos de aquellos días, “el indivi­
duo encañonó aljugador, le obligó a sentarse en una silla y allí le ató.
Fue en ese momento en que el individuo se hallaba amordazando al
jugador cuando, en un descuido, Danny se hizo con el arma y salió
corriendo a la escalera a la vez que gritaba en busca de socorro. Los
vecinos, de esta forma alertados,y dado que Danny Cruyffno soltó el
arma en ningún momento, pese a ser perseguida, el desconocido fue
reducido por los vecinos”.
Otra versión decía que fue Cruyffquien engañó un poco al atra­
cador, al pedirle que le soltara ligeramente las cuerdas, ya que lo ha­
bían operado recientemente y le dolía mucho. Mientras el hombre
accedía, Danny huyó escaleras hacia abajo y fue Carlos quien, en la
persecución, perdió el arma. El rifle fue recogido por el propio Cruyff,
16
Escuchando a Cruyff
que había logrado librarse de las cuerdas y que encañonó al atracador,
diciéndole: “¿Qué se siente ahora, apuntado por un arma?” Durante
las semanas siguientes, la policía asignó a los Cruyffvigilancia espe­
cial, pero Danny ya habría hecho una petición desesperada aJohan:
“No vayas a Argentina; no quiero estar aquí sola con los niños tanto
tiempo.”
“ParaJordifue másduroquepara mí;élestabacon
losotrosjugadoresy debíaescucharavecesqueyo era
uncabrón”
No le toques ala familia. Es sagrada. Los Cruyffsiempre han for­
mado un clan muy unido, ahora incluso todos tienen sus casas y tra­
bajo en menos de un kilómetro cuadrado de distancia en Barcelona.
Solo Susila, la menos conocida de los tres hijos de Johan y Danny, se
ha desmarcado durante décadas un poco de la familia, buscando su
propia vida en Gijón. Claro que los niños no estaban muy de acuerdo
cuando su padre decidió en 1988 aceptar la oferta de dirigir al Bar5a.
Eran adolescentes, iban al instituto en Amsterdam, tenían ahí a sus
amigos y algún noviete. Pero Johan no les iba a dejar atrás, todos tu­
vieron que venir con los padres a Barcelona. Ahora, 22 años después,
siguen ahí, su vida es en Catalunya, aunqueJordi aún ha estado dan­
do tumbos por Europa para agotar sus últimos años de futbolista, de
Donetsk (Ucrania) a La Valetta (Malta), pero siempre para regresar
después asu casa, en Barcelona.
Por supuesto que al futbolistaJohan le debió ilusionar que su tercer
hijo fuese varón. Padres futbolistas quieren ir con sus hijos futbolistas
los sábados o domingos por la mañana, desde que tienen poca edad,
alos campos de fútbol para verles realizar sus pinitos en este deporte.
Es el fútbol más puro, menos contaminado, aunque ya a esa edad hay
padres que sueñan que su hijo será el gran crack del futuro.
17
Edwin Winkels
No fue fácil la vida futbolística de Jordi Cruyff. No tenía el mis­
mo talento que su padre, pero sabía que su apellido inconfundible,
casi único en el mundo, le perseguiría siempre y podría pesar como
una losa sobre sus hombros. Jugaba en el Barga B cuando Johan le
ascendió, en el verano de 1994, al primer equipo, con solo 20 años.
Se había marchado Laudrup, Romário había regresado como un divo
intratable del Mundial que Brasil acababa de ganar. Delante todavía
estaban Stoichkov, Txiki y el recién llegado Hagi. Jordi ya debutó en
la pretemporada, ante el Brondby; luego, en un encuentro de la Copa
Catalana, y en la primerajornada de liga, en Gijón, ante el Spórting,
disputa sus primeros 20 minutos oficiales. Lleva el dorsal 14, pero de
nombre solo poneJordi. Será su nombre futbolístico, nada de Cruyff,
que de ése solo había uno. No teníaJordi, por supuesto, el mismo ta­
lento que su padre. Pero el problema era sobre todo otro: “Está claro,
al cien por cien, que para mí solo ha sido un inconveniente ser hijo
del entrenador”, diríaJordi después, cuando ya se había marchado al
Manchester United, donde la fragilidad de una rodillale impidió con­
seguir un lugar fijo.
“Sialquienutiliza aJordiparaenfrentarseamíque
seprepare,porqueentoncesiréconpistolas,ya quelos
cuchillosnoseránsuficientes*
La muestra más clara de los problemas paraJordi de ser hijo de
quien es se produjo en mayo de 1996, poco antes de irse con la selec­
ción holandesa a la Eurocopa en Inglaterra. Acababan de despedir
a su padre y quedaba el partido en casa ante el Celta de Vigo, el día
después. Jordi, enfadadísimo y triste, molesto además con Charly
Rexach por no ser solidario con Cruyffy coger el mando, se negó a
entrenar. Charly llamó aJohan a casa y le dijo que su hijo no había
asistido al entrenamiento, pero que era profesional y que debía en­
18
Escuchando aCruyff
trenarse. “Ese problema ya no es problema mío”,le contesto el ya ex
entrenador. Al final, entre los tres llegaron aun pacto: Jordi síjuga­
ría el partido, pero lo haría hacer desde el primer minuto, y Charly
lo cambiaría poco antes del final, como un homenaje a su padre.
Jordi le reprochaba a Rexach su actitud: “Le dije que no entendía
cómo es que seguía ahí, cuando en sus opiniones sobre Núñez había
sido siempre aún más extremo que mi padre.” En el partido, Jordi
ayudó a remontar el 2-0 que llevaba el Celta de ventaja; el Bar9a
ya ganaba por 3-2 y poco antes del final abandonó el terreno de
juego, antes incluso que Rexach hiciera sacar el letrero del cambio.
El Camp Nou se puso en pie y el enfado hacia Josep Lluís Núñez,
silbado y vilipendiado en la hora y media previa, estalló con un grito
unánime de “Cruyff, Cruyff, Cruyff”.Jordi ya nojugaría nunca más
para el Bar9 a.
“Haréalgoenrelacionespúblicas.Noseguiré
enelfútboldeningunamanera. Yonosirvode
entrenador”
Era el año del magistral aunque doloroso Mundial para Holanda,
1974; Cruyffacababa de cumplir27 años, aún le quedaban años deju­
gador, pero, preguntado por el futuro, tenía una cosa clara: no seguiría
ligado a ese mundo que tanto le había dado y, al revés, al que él había
dado aún más. Pero fueron palabras de un hombre joven, sin aún ni
idea de que él, sin fútbol, no podría vivir. Además, si había un juga­
dor que sobre el campo y en el vestuario ya ejercía de entrenador, ése
eraJohan Cruyff. Buscó incluso conflictos con entrenadores porque él
sabía mejor que ellos lo que había que hacer. Hay dos momentos his­
tóricos que lo reflejan: primero, su batalla contra Hennes Weisweiler
en el Bar9a, el técnico alemán, muy alemán, que no quiso hacerle caso
auna estrella que le habíapedido nojugar solo en la punta del ataque.
19
Edwin Winkels
Resultado: el club acabó despidiendo a un frustrado Weisweiler. El
segundo episodio tuvo lugar en 1980, cuando a su regreso de Estados
Unidos Cruyff estaba sin club y entrenaba con el primer equipo del
Ajax para mantenerse un poco en forma. Como sabía tanto de fútbol
y tuvo mucha influencia en los jugadores, que le admiraban, la di­
rectiva le nombró asesor técnico. A finales de noviembre, el Ajax iba
perdiendo un partido en casa ante el Twente por 1-3 cuando Cruyff,
que se encontraba en la gradajunto aDannyy unjovencísimo y rubio
Jordi, decidió bajar al campo en medio del partido. Una cámara de
televisión lo registró a la perfección: abrió la puerta de la valla que
daba al césped, se sentó a lado del entrenador, Leo Beenhakker, que,
visiblemente molesto, vio cómo Cruyfftomaba las riendas, empezaba
a dar instrucciones, gritaba a los jugadores y gesticulaba sin parar. El
Ajax acabó ganando por 5-3.
Aquel día,Johan Cruyfffue más entrenador que nunca, talvez fue
su debut oficial, aunque tardaría aún cinco años en serlo de verdad.
Tras dejar el fútbol en 1984, regresó al año siguiente al club de su
juventud para ayudar al Ajax en lo que fuera. Así, bajó al campo de
entrenamiento del Ajax e iba dando instrucciones y lecciones a los
jugadores, pasando casi sin darse cuenta de serjugador a ser técnico.
Pero, como no tenía el título oficial de entrenador, se inventó el de
director técnico, un puesto que en aquella época no se conocía en el
fútbol. La Federación Holandesa de Fútbol, sin embargo, lo consi­
deró entrenador y tuvo un problema: sin diploma o título, Cruyffno
podría ejercer como tal. Fue en 1987 cuando la federación decidió
regalarle el título por sus méritos para el fútbol holandés, sin tener
que pasar por el obligado cursillo. Solo una persona se opuso, el di­
rector de asuntos técnicos de la federación, nada menos que el propio
Rinus Michels, que quiso impedir que su antiguo pupilo, el jugador
que había sido determinante en sus éxitos como entrenador, fuese
entrenador de esa manera. Celosfue una de las explicaciones, los mis­
mos celos por los que Michels impidió tres años después que Cruyff
fuese seleccionador de Holanda durante el Mundial de Italia. Nadie
entendió la actitud de Michels —Mister Mármol, en Barcelona; El
General, en Holanda—, el inventor del fútbol total en medio mundo.
20
Escuchando aCruyff
Michels falleció en el 2005 sin haber explicado nunca por qué intentó
ponerle obstáculos al que había sido su hijo predilecto, el hijo que él
nunca había tenido.
“En mitrabajohaymuchatensiónquedebes
compensar. Sueleserconalcoholocigarrillos. Como
solotomozumos,puesfumo”
Pequeña mentira,porque aCruyfftambién le gustaba algunacopita
de vino, una caña de cerveza o un cubata, aunque siempre con mode­
ración. El otro vicio, el de fumar, sí que lo llevaba hasta los extremos.
Famosa es alguna foto del vestuario del Ajax, después de un partido,
cuando el vaho del sudor y de las duchas calientes se mezcla con el
humo de un cigarrillo. En los años setenta protagonizó una campaña
de publicidad de tabaco bajo en nicotina de Roxy Dual bajo el lema
“fiima con sensatez”. Cruyff, todavía futbolista, ofrecía un mensaje
claro: “A mucha gente le gusta seguir fumando un pitillo. Yo soy uno
de ellos. Pero, si fumas, hayque hacerlo con sensatez. Así que yo fumo
cigarrillos bajos en alquitrán y nicotina. Y como el sabor también es
importante, elijo Roxy Dual. Porque, de todos los cigarrillos bajos en
alquitrán y nicotina, Roxy Dual es el que más me gusta.” Cruyff al
menos no posaba como futbolista, sino vestido con una camisa y una
americana de cuadros, con un paquete de color dorado en la mano
derecha y un pitillo en los dedos de la izquierda. La campaña causó
un gran revuelo, sobre todo en el mundo de la sanidad y entre los an­
titabaquistas. ¿Cómo un deportista como Cruyff, un ídolo para toda
Holanda, podía dar tan mal ejemplo? La explicación de Johan: “Ya
que fumo, pues es mejor fumar tabaco que tiene la mitad de nicotina.
Nadie me puede reprochar eso, ¿no?”Fue en una época, eso sí, en que
había mucha menos conciencia que ahora sobre los efectos nocivos
del tabaco.
21
Edwin Winkels
*Todoloquetomamosesmalo:sal,azúcartabaco.
Perohayquehacercosasquetegustan;sino,te
destrozaspsíquicamente*
Aun así, Cruyffnuncaha sido un hombre de excesos en el consumo
de nada. Pese aser de Amsterdam —el reino de los coffeeshops— y ser
joven en la época más hippy, con una Holanda ultralibertaria a finales
de los años sesenta—años de sexo,drogasy rock&roll—,aCruyffno se
le vio nunca fumando marihuana, por ejemplo. Para eso, seguramente,
el fútbol era demasiado importante para él. Ni era ni es un hombre de
juergas nocturnas. Al lado de Danny, la auténtica jefa dentro de casa
—también porqueJohan estaba muchísimo de viaje, sobre todo en su
época dejugador del Bar£a—, siempre ha sido un marido muy casero,
leyendo libros, rellenando crucigramas y viendo en el teletexto de su
televisor todo tipo de resultados deportivos. A parte de lo que pasó en
la piscina del hotel de la concentración holandesajusto antes de la fi­
nal del Mundial en Alemania 74, con sekt(un vino espumoso alemán)
y mujeres desnudas, a Cruyffno se le ha podido relacionar nunca con
ningún otro escándalo. Es un hombre moderado, amante de la vida
mediterránea, pero también reacio aperder su identidad y ciertas cos­
tumbres holandesas. Le siguen gustando los típicos platos holandeses,
con patatas hervidas, verdura y carne hecha en mantequilla. Cocinar,
él no cocina; ni sabe, aexcepción de unos huevos fritos con beicon que
según sus amigos son insuperables. ¿Vicios?: ser mal perdedor, tram­
poso en eljuego y, hasta los 43 años, fumador empedernido.
“Fumarnomedamolestias. Creoque,simecausara
problemas,lodejaríaenseguida”
Lo dijo en 1971, 20 años antes de tener que dejar el tabaco. Ya
había ganado una Copa de Europa con el Ajax y el escritor Godfried
22
Escuchando a Cruyff
Bomans, con la ingenuidad de un total ignorante del fútbol, le pre­
guntaba sobre sus vicios.
—Veo, para mi asombro, que fumas. ¿Eso no es malo para ti?
—Bueno, no sé si es bueno, claro. Pero no me da molestias. Creo
que, si algún día me causara problemas, lo dejaría enseguida.
—¿Cuánto fumas en un día?
—Bueno, unos 10 al día.
—¿Ybebes?
—Beber, lo hago, tal como me dice el médico, por el bien de mi
riego sanguíneo. Una copita al día.
“SiDioshubiesequerido,yoya noestaríaaquí.Aquel
díapasábamosporcasualidaddelantedeunhospital.
Elmédicomedijo:«Sihubierasrespiradotresveces
másyhabríasmuerto»*
La edad de 44 años siempre fue una obsesión para Henny yJohan
Cruyff. El primero, dos años mayor que su hermano, la alcanzó antes,
por supuesto. “Alcanzar los 44 años” es, en casa de los Cruyff, una
expresión más apropiada que “cumplir los 44 años”.Ambos pensaban
que no llegarían nunca aesa edad, o que sería su punto final. Alberga­
ban cierto fatalismo en sus mentes, ya estaban pensando qué sería de
sus esposas y de sus hijos si ellos, de golpe, ya no estuviesen. Fue alos
44 años cuando murió Manus, el padre de ambos, fulminado por un
ataque al corazón.
El martes 26 de febrero de 1991,Johan aún tiene 43 años, le faltan
dos meses para los 44. El y Danny acaban de comprar su casa nueva
en Bonanova, cerca de la clínicaTeknon. Dejarán atrás la casa pareada
donde han vivido los últimos tres años, en el Passeig deis TiHers de
Pedralbes, para instalarse en una blanca torre de ensueño. Además,
de paso venden su casa holandesa en Vinkeveen, donde ya apenas pa­
23
Edwin Winkels
san tiempo. Acaban de firmar el contrato de arras cuando deciden
echar un nuevo vistazo a su adquisición, pero alavueltaJohan se sien­
te indispuesto. No es la primera vez, sufre sobre todo dolores de estó­
mago.
Tiene hora eljueves de esa semana con Caries Bestit, el médico del
Barga que ejerce también en la clínica Asepeyo. Pero Danny decide no
esperarmás yle lleva ese mismo martes alaclínica, donde los médicos
se asustan al ver al entrenador, de golpe, convertido en paciente: tiene
todos los síntomas de acabar de sufrir un infarto y lo trasladan ense­
guida, de urgencias, a la clínica SantJordi, donde deciden operarle al
día siguiente y colocarle un doble bypass. Cruyff sufre una dolencia
congénitay sele ha obstruido una arteriacoronaria.“Cualquiertipo de
emoción o esfuerzo puede sermortal”,dicen los médicos, encabezados
por el cardiólogo Oriol Bonnín, que se extraña de la entereza del pa­
ciente. Como cuando antes operaron aRonald Koeman del tendón de
Aquiles y Cruyffquiso estar presente en el quirófano, ahora también
quiere que le informen de todos los detalles de la operación. Si hubiera
sido posible, ni le habrían anestesiado para que hubiese podido ver la
operación en directo. Pero la intervención es muy complicada: durará
tres horas y durante media hora los médicos le pararán el corazón para
colocar los bypasses.
Esos días, la Guerra del Golfo está en su punto álgido. Había co­
menzado el 16 de enero con la operación Desert Storm, una ofensi­
va aérea de los aliados contra las tropas de Irak, que habían ocupado
Kuwait en el 2000. Y el domingo 24 de febrero se inicia la ofensiva
que va a resultar decisiva: un ataque por tierra, la operación Desert
Sabré. La noche del 26 de febrero, los tanques iraquíes huyen entre
columnas de humo de la capital de Kuwait, donde las tropas francesas
entran al día siguiente. Se acaba la Guerra del Golfo. Ese 26 y 27 de
febrero, sin embargo, Barcelona solo está pendiente de la Operación
Cruyff.Y no solo Barcelona. La televisión israelí, después de informar
de los últimos pormenores de la guerra, da la noticia del ingreso hos­
pitalario de Cruyff. En el TelenotíciesdeTV3 lo hacen al revés: “Se ha
liberado a Kuwait”, arranca el presentador, “pero primero damos paso
a nuestra unidad móvil ante la clínica Sant Jordi. «Joan, ¿cómo está
24
Escuchando a Cruyff
Johan?»”El reportero contesta que no está del todo claro, que parece
que ha sufrido un infarto, pero que está consciente en la UCI.
Confusión en las redacciones de los periódicos catalanes de infor­
mación general, donde se origina un debate. ¿Con qué abrir? ¿Cuál
será el gran titular de portada?
—¿No peligra su vida? —preguntan los directores a sus jefes de
deportes.
—No, parece que no.
—O sea que, morir, no morirá...
—No, creo que no.
—Pues, Kuwait entonces. Y una foto grande deJohan. ¿Hay fotos
de su llegada?
Claro que no. Ni de Johan en la UCI, por supuesto. Solo fotos
de decenas de equipos de televisión, fotógrafos y periodistas ante las
puertas de la clínica. No hay comunicado ni rueda de prensa de los
médicos. En El Periódico de Catalunya, además, el jefe de fotografía
llega con una foto espectacular: soldados iraquíes se rinden ante el
fotógrafo que el diario ha enviado ala guerra.
Cruyff sobrevive finalmente a su guerra personal, ésa que él, de
antemano, había dado por perdida. Pero, ahora, la medicina está mas
avanzada que en 1959, cuando falleció su padre. “Serás más sano que
antes de la operación”, le dice su médico. Dos semanas más tarde, el
Flaco es más flaco que nunca. Le acaban de dar el alta, la sala de con­
ferencias de la clínica es un caos, con cámaras y fotógrafos peleándose
por el mejor sitio, por una foto del técnico. Después de la conferencia
de prensa, que dura más del doble de los 15 minutos previstos, Cruyff
se retira a su habitación en la primera planta para recoger sus cosas.
Tranquilamente sentado en el borde de la cama, ya comienza a bro­
mear: “Ya nunca os pediré un pitillo”, dice. “A partir de ahora, llevad
encima sobre todo chicles.”Con la familia desaparece por una puerta
trasera, evitando las cámaras de la salida principal. No será hasta el
10 de abril que volverá a los banquillos, en semifinales de la Recopa
ante laJuventus, que el Barijagana por3-1. Un mes más tarde,el 13 de
mayo, el Dream Team consigue la primera de sus cuatro ligas.
25
Edwin Winkels
“Esdiferentecuandoalguientedice:«Yodeti no
fumaría», quecuandounmédicotedice:«Sidejasde
fumar estaremossiemprepara ti;pero,sisigues,aquí
novuelvasmás»”
Más claros no podían serlos médicos. Si siguiese fumando, Cruyff
pondría de nuevo en peligro su salud, su corazón, su vida. El captó el
mensaje y fue drástico. Desde que salió del quirófano,ya no tocójamás
ningún cigarrillo. “Ni lo he echado de menos, en ningún momento”,
explica. “Fue un cambio drástico, enorme, pasar del tabaco alos chupa
chups, pero ésta es la manera más fácil de decidir dejar de fumar. Si
recibes un aviso de tal calibre, no le haces caso omiso. Creo, de verdad,
que hay algo que nos dirige en nuestras vidas, algo superior. Que me
pasara eso no pudo ser casualidad.”
Y, de protagonizar un anuncio de una marca de cigarrillos, pasó a
colaborar con un espotllamativo contra el tabaco, de la Conselleria de
Salut de la Generalitat. Aguanta en el aire, con sus prodigiosos pies,
con las rodillas, los hombros y la cabeza, un paquete de tabaco. Mien­
tras, suena su inconfundible voz. “SoyJohan Cruyff. En mi vida, he
tenido dos grandes vicios, fumar yjugar al fútbol. El fútbol me lo ha
dado todo en mi vida, en cambio, fumar casi me lo quita.”Y así, de
defensor de un cigarrillo light, pasó aserunjinete en su cruzada contra
el tabaco, aunque según él cada uno debe hacer lo que le parezca. No
condena aotros porfumar, aunque ahora, como atantos no fumadores
y ex fumadores, le pueda molestar. “Si estás en un bar donde la gente
fuma, tu ropa luego huele mal. Pero eso me parece bien, prohibirlo en
bares y restaurantes, aunque lo mejor sería que, si en un pueblo hay
dos bares, prohibir el tabaco en uno y permitirlo en el otro. Así, la
gente puede elegir.”
26
Escuchando a Cruyff
“Delas100personasquemevenían aver;99
queríanalgodemí. Casinadiemequeríadaralgo"
El ganador tiene muchos amigos. Cruyff también lo descubrió:
cuando era el futbolista más famoso del mundo, le salieron amigos
por debajo de cualquier piedra en cualquier calle de cualquier ciudad
del mundo. Pero él casi siempre desconfiaba, y sigue haciéndolo. Si
alguien quiere hacer algo con él, por ejemplo sacar un libro o hacerle
una foto para una portada en una revista, Cruyff cree que es porque
quiere ganar dinero a costa de él, gracias a su fama. Siempre ha sido
desconfiado con este tema y son pocos los verdaderos amigos que ha
dejado entrar en suvida; y aveces fue Danny la que les cerró la puerta
de su casa, porque ella desconfiaba aún más.
Cruyff, de hecho, tiene solo un gran amigo del alma, Rolf Groo-
tenboer, que nació en el mismo barrio, que vivía en su juventud a
20 metros de la casa deJohan, que estaba también todos los días en el
Ajax. Aun ahora, sesenta años después, Grootenboer viaja a menudo
a Barcelona para pasar unos días con la familia Cruyff. Asistió, por
ejemplo, en segunda fila, el día que el FC Barcelona le entregó a su
amigoJohan el título de presidente de honor de la entidad. Grooten­
boer es también uno de los amigos holandeses que cada año celebra la
Navidad en casa de los Cruyff.
El día después, San Esteban,les toca el turno alos amigos catalanes
y españoles. La comida, preparada por cocineros de un restaurante,
siempre es muy generosa. Es lo queJohan quiere devolver, entre otras
cosas, a sus amigos de verdad, los que no vinieron en su día a pedirle
algo, un favor, un poco de dinero, sino que ofrecieron su amistad a
cambio de nada, amistades que, en muchos casos, se originaron de
casualidad. Amistades que, por cierto, no son eternas en todos los ca­
sos, sino que se rompen cuando Cruyffcree que ha sido víctima de un
engaño. Que se lo pregunten a Charly Rexach.
27
Edwin Winkels
Tienesquesaberloquenosabeshacer”
Parece difícil que eso lo diga Cruyff, el hombre que parece saberlo
todo, o saberlo mejor que los demás. Siempre. Pero eso de dedicarse
ahacer lo que uno sabe lo aprendió abase de palos, algunos muy gor­
dos. Pronunció esta cita hace poco, cuando fue investido presidente
de honor del Barga, ante una sala llena de invitados. Soltó uno de sus
discursos, muy suyos, saltando de un tema a otro, y admitió sentirse
extraño en un puesto de presidente, aunque fuese solo de honor. Por­
que él, decía,lo que mejor sabíahacer en estavida erajugar alfútbol, y
cuando estabaganandoya mucho dinero, en filas del Bargaen los años
setenta, dejó que su agente, Michel Basilevitch, invirtiera casi todo su
dinero en una granja de cerdos (entre otras algunas inversiones inve­
rosímiles) a través de la sociedad Grupeco de la que el futbolista era
accionista mayoritario. Dinero que voló y que obligó a Cruyffaseguir
jugando al fútbol más años de lo que esperaba, y de saldar además
una deuda con Hacienda de 33 millones de pesetas. De ser eljugador
mejor pagado del mundo, el holandés se quedó sin nada, nulo, niente,
y de ahí esa gran lección de la vida: hay que saber lo que uno hace. Y
lo suyo siempre ha sido el fútbol, aunque al final lo del dinero no le ha
ido nada mal.
*"Nuncamiroatrás,nunca”
Bueno, mirar atrás alguna vez sí que mira, para aprender, por
ejemplo. Además, esta frase la dijo en 1982, cuando seguramente no
le gustaba nada mirar hacia atrás, hacia ese fracaso económico que le
sobrevino en 1979, hacia su forzoso regreso a los terrenos de juego
parapodervolver aganar algún dinerillo y no despedirse del fútbol en
bancarrota. Además, ¿qué otra cosa podría hacer para tener ingresos?
Había regresado asuAjax de siempre, cuando pocos dabanyaun duro
por él, por su físico, pero ahí, a los 35 años, volvió a triunfar como
28
Escuchando a Cruyff
antes, siendo flaco como siempre. Disfrutaba del presente, sin mirar
atrás. Nunca le ha gustado mirar atrás. Muchísimos han sido los ofre­
cimientos de escribir y publicar su autobiografía, su única y auténtica
historia personal. “No quiero”,ha sido siempre la respuesta de Cruyff,
“porque en una autobiografía hay que explicarlo absolutamente todo,
sin tapujos, para ser sincero contigo mismo y con los lectores. Y eso,
yo no lo quiero.”No quiere, porque guarda algunos cuantos secretos
que se llevará a la tumba, el día que sea. No quiere una autobiografía
porque le obliga a mirar atrás. Le da bastante igual que otros lo ha­
gan, que la escriban; cuando cumplió 60 años, en 2007, en Holanda
salieron hasta media docena de libros dedicados al fenómeno Cruyff.
Accedía a otorgar entrevistas a algunos de los autores, pero con la
mayoría prefería no tener nada que ver. Esos libros ni le interesan ni
los quiere leer.
“Tocaacualquierpuerta”
Como muchos otros, no era Cruyff un futbolista aficionado a la
literatura, ni a los libros en general. Los dejó después de acabar los
estudios y no los volvió acoger hasta décadas más tarde, para pasar el
rato con novelas de espionaje o detectives, siempre y cuando no esté
ocupado con un crucigrama. Pero al Cruyffjoven los entrevistadores
siempre le preguntaban cuál era el libro que se estaba leyendo, o cuál
era el último que había leído. Y siempre contestaba lo mismo, según
recordaba el autor Nico Scheepmaker en Cruyff,JohannesHendrik,fe­
nómeno, la obra más aplaudida quejamás se haya escrito sobre Cruyff,
publicada ya en 1972. “'Toca a cualquierpuerta”, decía Johan, refirién­
dose auna novela de 1947 (su año de nacimiento), del autor afroame­
ricano Willard Motley, Knock onAny Door, que en 1949 y en 1960
fue llevada al cine. Una historia sobre un joven inmigrante italiano
en EEUU que pasa al crimen por culpa de la pobreza. “Pero, si eso lo
contestaste hace un año también”,le decía una popular entrevistadora
29
Edwin Winkels
en televisión cuando Cruyffvolvió a sacar el mismo título ala misma
pregunta. “Es que me gustaba tanto que lo estoy leyendo por segunda
vez.”Mentira, por supuesto, pero no conocía otro título.
“Megustatrabajar,perosoloeltrabajoquemegusta”
Le encanta eso, aunque parece que lo hace casi sin querer: utilizar
palabras, repetirlas y darles la vuelta en una misma frase.Y en solo 10
palabras deja sentenciado lo que quiere decir. Más claro,imposible. Ha
habido tres épocas distintas en suvida en las que hacíay hace lo que le
gusta. Primero, ser futbolista, el sueño de siempre, el trabajo que le ha
hecho famoso, rico, reconocido de por vida. Di Stefano, Pelé, Cruyff,
Maradona... Hasta la irrupción de Messi, este cuarteto de los mejores
de la historia, los que marcaron una época, era inamovible. Después,
llegaría el Cruyff entrenador. Una ocupación con más tensión, más
política, con más responsabilidad. Podía disfrutar,pero nunca le acabó
de convencer del todo. Una estrella quiere tener todo en su mano,
pero en el banquillo Cruyff dependía, finalmente, de sus futbolistas,
de los goles, de los errores. Sin embargo,volvió amarcar una época: su
Dream Team permanecerá en la memoria. Su filosofía sigue siendo la
biblia del Barga,pero cuando en 1996, tras ocho años de vértigo,Joan
Gaspart le vino a despedir en nombre de Josep Lluís Núñez, Cruyff
ya lo tenía claro: no regresaría nunca más a un banquillo. Y si tuviera
alguna duda, ahí estaba su mujer,Danny,paraimpedírselo.A punto de
cumplir su marido los 50 años, ella quería a un hombre sano y alegre
en casa, sin estrés. Y ahí empezó la tercera época, que aún perdura,
y de la que Cruyffestá disfrutando más de lo que tal vez se hubiera
imaginado. Está entregado a su fundación, a su universidad,viaja por
el mundo, opina del fútbol, juega al golf, se pasa un mes en invierno
en las islas Mauricio, se relaja en verano en su casa de El Montanyá,
en las laderas del Montseny, y gana tanto o más dinero que cuando
entrenaba al Barga.
30
“Elhumoreselentrenadorpara elpartidodelavida*
Escuchando a Cruyff
En realidad, no es una cita propia de Cruyff. La tenía colgada, en
un pequeño azulejo decorativo, en su impresionante casa de Vinke-
veen, allá por 1971, allí donde, entre los bellos lagos cerca de Ams­
terdam, su mujer, Danny, se encontraba algo incómoda porque todos
los domingos los domingueros acudían para poder ver a Cruyff en
persona. Error, porque justo los domingos siempre tenía partido, a
las dos y media de la tarde, horario habitual en la liga holandesa. El
azulejo se lo había regalado alguien, aunque Cruyffno recordaba muy
bien quién. Pero en realidad, ese humor, o el sentido del humor, nunca
le ha acompañado mucho. Sabe reírse, incluso de sí mismo, pero no
es bromista.
“Enlavidaprivadapuedessersimpático.En el
deporte,no”
Pues igualmente es por eso que, ni en sus incontables conferencias
de prensa, ni en sus actos públicos, ni en sus entrevistas en televisión,
Cruyff se haya prodigado en demostrar un gran sentido del humor.
Siempre ha sido un hombre bastante relajado, pero serio en el traba­
jo, duro en las exigencias. Impecable con sus jugadores, sobre todo.
“Cruyffda miedo”, dijo un joven Pep Guardiola. Otros lo confirma­
rían. Ya sea comojugador o como entrenador, para el holandés el fút­
bol era una cosa muy seria. Poca broma.
31
Edwin Winkels
“La verdadnuncaesexactamentecomopiensasque
sería*
Palabras mayores ya, con las queJohan Cruyff, futbolista, alcanzó
un lugar en el templo de los mayores profetas y filósofos de la his­
toria. La lucha por la verdad. Lo que es la verdad o lo que debemos
aceptar como verdad comenzó a discutirse ya en época de griegos y
romanos. Cicerón decía: “Así es el pueblo:juzga poco según laverdad,
sino más según la inspiración del momento.”O Confucio: “No es la
verdad lo que hace grande al hombre, sino el hombre lo que hace
grande a la verdad.”Mahatma Gandhi lo tenía claro: “La verdad no
está en los libros. Habita en el corazón de las personas y se la debe
buscar ahí.”Seguía Gandhi, en este aspecto, la filosofía de Buda: “No
aceptes lo que escuches de segunda mano, no aceptes la tradición,
no aceptes una sentencia solo porque aparece en un libro, ni porque
coincide con tu propia convicción, ni porque lo diga el profesor. Sé
tu propia luz.” Podría ser Cruyff casi budista sin saberlo. Él nunca
sacó sus verdades de los libros. De algunos profesores, sí, sobre todo
de los que le guiaron en sus primeros años en el fútbol: sus entrena­
dores, desdeJanyvan der Veen en losjuveniles del Ajax hasta sus dos
primeros entrenadores como profesional, Vic Buckingham y Rinus
Michels. Pero, al final, siempre ha prevalecido la verdad del propio
Johan. Su verdad.
“EnelCampNouteníamosunacapilla.Noveíayo la
utilidad.Losdosequiposrezabanantesdelpartido,
perosolounopodíaganar”
Betondorp, que traducido literalmente significapueblo dehormigón,
era un barrio de las afueras de Amsterdam construido en los años 20
con hormigón, entonces un material de construcción muy moderno.
32
Escuchando aCruyff
Ahí había cinco colegios y aunque la escuela laica era la más cercana
a su casa, los padres enviaron aJohan, igual que a su hermano mayor,
Henny, ala Escuela de la Biblia, un colegio protestante. No es que sus
padres, nacidos en el barrio obrero deJordaan, fuesen muy religiosos;
todo lo contrario. En Betondorp,lapoblación estaba muydividida. La
mitad eramuy creyente: iba amisa los domingos y luego, según la más
severaversión del protestantismo, no podía realizar ninguna actividad
lúdica o laboral en todo el día.
La familia Cruyff, sin embargo, se encontraba en la otra mitad,
entre los pecadores, aquellos que los domingos acudían al campo del
Ajax, que estaba justo al otro lado de la carretera Middenweg y que
atraía como un imán a los chavales y los hombres de Betondorp. “No
sépor qué me enviaron aesa escuela,pero no me importaba”,recorda­
ría,Johan, después. “Si recibes educación religiosa, con las canciones
de Navidad, algo siempre te queda. Nosotros apuntamos a nuestros
tres hijos en Vinkeveen a una escuela católica; lo veía yo como parte
de su desarrollo. Luego ya serían ellos quienes decidirían qué harían
con lo que habían aprendido ahí. Yo no voy nunca a la iglesia, pero sí
pienso en la religión. Creo que, cuando cometo errores muy graves en
mi vida, alguien me avisa.”
Y, como nuncava ala iglesia, Cruyfftampoco se ha sentado arezar
nunca en la capilla del Camp Nou, pese a que la tradición ha dicta­
do durante muchos años que un párroco reuniera a la plantilla en la
capilla para bendecir la temporada que estaba a punto de comenzar.
Cruyffpasa de eso. Y tiene otra cita muy parecida a la de arriba para
expresar sus dudas sobre el tema religioso: “No creo. En España los
22jugadores se santiguan antes de comenzar el partido. Si eso ayuda­
ra,los partidos acabarían siempre en empate.”
33
Edwin Winkels
“No creoporque nosoycreyente. Sícreoquehay
algoporallí,peroporesosolocreoenloquecreoque
hayporallí”
Bueno, es más o menos lo que Cruyffacaba de decir en el comen­
tario anterior, pero esta vez con su estilo inconfundible, sobre todo si
sus comentarios no se extraen de algúnlibro o una entrevistatranscrita
al papel de un periódico, sino cuando se le transcribe textualmente lo
que dice en directo, en televisión por ejemplo. Pero en quien Cruyff
cree sobre todo es en sí mismo, que es lo más lógico de un tipo al que
susjugadores le llamaban Dios y que en la prensa fue bautizado como
el Profeta del Gol. En Holanda, además, creen que en Catalunya se
le conoce como El Salvador, un apodo que seguramente algún perio­
dista holandés se inventó en los años setenta, cuando Cruyffrescatóal
Barga. Además, como vive en la zona alta de Barcelona, en la ladera
delTibidabo, los periodistas holandeses aveces se refieren aél como a
un Mahoma que habita en su montaña y solo baja de ella si realmente
le interesa.
“Altpadre medijoundía:«Nuncatefíesdelosquese
sientenenlaprimerafilaenlaiglesia;sonmejoreslos
delaúltima»”
Siempre ha lamentado,Johan Cruyff, que su padre, Manus, nunca
le vierajugar en elprimerequipo delAjax,el club delavidade Manus,
ahí donde se podía pasar las pocas horas libres que le permitía su tien­
da de frutasy verduras. Fue Manus el hombre más orgulloso del mun­
do cuando logró apuntar a sus dos hijos en el club,que solo aceptaba a
chavales de cierto nivel futbolístico. Normalmente, siempre había que
hacer una prueba de acceso, disputar un partidillo amistoso, pero los
34
Escuchando a Cruyff
ojeadores del Ajax ya habían visto tocar al pequeñoJopie tantas veces
el balón, que estaban convencidos de que podría aportar algo al club.
A mediados de los años sesenta, cuando acababa de debutar, Cruyff
recordaba en una entrevista el triste episodio de la muerte de su padre
a los 44 años. “Quería vender la frutería y montarse un estanco de
tabaco porque estaba cansado de cargar siempre con cajas tan pesadas.
Yo solo tenía 12 años y estaba en una fiesta del colegio. El maestro me
llamó y me dijo que tenía que irme acasa, que algo había pasado, pero
no sabía qué. Cuando llegué, delante de nuestra tienda había una am­
bulancia. «Papá se ha puesto malito», me dijo mi madre. Mi hermano
yyo tuvimos que irnos a dormir acasa de los vecinos. Ahí nos entera­
mos de que nuestro padre había muerto. Hubiese sido maravilloso si
pudiera habervivido todo esto con nosotros, aunque estoyconvencido
de que desde algún sitio me está viendo.”
“HayunDios:nopuedeshacercosasmalasalagente
sinsercastigado”
Las contradicciones forman parte de lavida, del pensamiento y del
vocabulario de Cruyff. Debe de ser difícil, también, dar entrevistas
desde hace casi 50 años sin caer en paradojas, equivocaciones y con­
tradicciones. Además, la gente evoluciona; Cruyff, también. Pero lo
de la religión siempre lo ha tenido bastante claro: “Hay algo por ahí”,
pero no cree en Dios. Solo lo saca de lachistera cuando está enfadado,
cuando debe saldar cuentas con alguien, como aquel Samuel Jackson
en Pulp Fiction, que antes de matar a sus víctimas recitaba un párrafo,
adaptado libremente, de Ezequiel 25-17: “El camino del justo se ve
asediado por todas partes por las iniquidades del egoísmo y la tiranía
de los hombres malos. Bendito sea aquel que, en nombre de la cari­
dad y de la buena voluntad, pastorea a los débiles a través del valle de
la oscuridad, pues él es el verdadero protector de su hermano, el que
encuentra alos niños perdidos.Y yo actuaré con terribles venganzas y
35
Edwin Winkels
furiosos escarmientos contra aquellos que intenten envenenar y des­
truir a mis hermanos. Y sabréis que soy yo, Yahvé, cuando os aplique
mi venganza.” O sea, algo así pronunció Johan Cruyffen 1988 des­
pués de que un conflicto con el presidente Ton Harmsen le obligó a
marcharse del Ajax, donde había combinado los puestos de director
técnico y entrenador.
Cruyffquería más poder, exigía una directiva profesionalizada (en
el Ajax decidía siempre una asamblea de socios) y acusaba a la direc­
tiva de pagar demasiado poco alas grandes estrellas, como Marco van
Basten y Frank Rijkaard, que se acabarían marchando al Milán.Ante
la insistencia de Cruyff, Harmsen dijo no saber nada de la promesa
verbal que le habíahecho de renovar el contrato de Cruyff, que acaba­
ría en el verano de 1988. Tras unos días de tira y afloja, el 7 de enero
de aquel año Cruyffse marchó, dejando atrás a una plantilla confusa
y pidiendo el castigo divino a Harmsen. Pocos meses después, en el
otoño de 1988, Harmsen abandonó también el club;unainvestigación
de Hacienda destapó irregularidades en los fichajes de algunos juga­
dores y el expresidente fue condenado auna elevada multay aprisión
provisional. Harmsen murió en 1998, sin que la directiva de entonces
le dedicara algunas palabras de recuerdo.
“¿Porquémedaslamano,Judas?”
Nunca los testigos presenciales han querido revelar exactamente
qué pasó aquella calurosa mañana en las oscuras entrañas del Camp
Nou, donde apenas había ventanas ni entraba nunca la luz del día.
Fue Joan Gaspart, vicepresidente del Barga, que bajaba con un tre­
mendo, casi insoportable peso de conciencia las escaleras ala zona de
vestuarios. Él yJohan Cruyff eran amigos. O, al menos, se llevaban
bien. Fue el único interlocutor de la directiva que el entrenador había
aceptado desde su llegada en 1988. Con el presidente, Josep Lluís
Núñez, nunca había habido sintonía, solo peleas verbales adistancia.
36
Escuchando aCruyff
Gaspart era diferente, según Cruyff, que acusaba a los directivos del
fútbol de estar dirigiendo los clubes solo por intereses propios. En
el hotelero Gaspart, sin embargo, pudo ver la auténtica pasión por el
fútbol, un amor casi enfermizo por el Barga que le impedía, víctima
de la angustia, presenciar en directo los momentos más tensos de la
temporada.
Eran las diez menos cinco de la mañana del 18 de mayo de 1996.
—-Johan...—empezaba Gaspart, estrechando la mano.
—¿Por qué me das la mano, Judas? Has venido para acabar con­
migo.
Cruyff ya se lo olía, el día antes del encuentro en casa con el
Celta de Vigo, el penúltimo partido de una temporada decepcionan­
te, llena de tensiones. Ya habían aparecido incluso portadas con su
sucesor, Bobby Robson. Tres horas duraba finalmente la reunión en
los vestuarios mientras quejugadores se entrenaban sin el técnico ho­
landés. Amenazas y reproches volaban de un lado a otro, igual que al­
gún taburete o silla desplegable. Fue el propio Gaspart quien, después,
reveló otra frase, durísima, que le había lanzado Cruyffen el calor de
la discusión, en el barrizal de la decepción más profunda. Una frase
muy parecida ala que había dedicado a Harmsen en el Ajax: “Dios es
justo y llegará un día que pagaréis por esto. De hecho, ya ha comen­
zado a castigaros.”Gaspart relataba que Cruyffse refería a una nieta
de Núñez, fallecida recientemente. Le pidió que retirara sus palabras,
que, si no lo hacía, no había más remedio que despedirlo inmediata­
mente. El propio Cruyff nunca ha querido dar su visión de aquella
mañana, que concluyó cuando a las 12:48 Joan Gaspart leyó ante los
medios de comunicación un breve comunicado: “El Fútbol Club Bar­
celona ha decidido prescindir de los servicios del señorJohan Cruyffa
partir de hoy mismo.”Se acabaron, de mala manera, 2.936 días y 430
partidos oficiales, con 250 victorias, 97 empates y 83 derrotas. Y Dios
se preguntaba qué había fallado.
37
Edwin Winkels
“SoloDiossabecuántotiempohemostenidoque
esperaraestemomentofantástico”
El 10 de marzo de 1999, cinco años antes de que el 11-M quedara
relacionado para siempre con los terribles atentados en Madrid, Jo­
han Cruyffrecibió lo que no había podido recibir casi tres años antes,
cuando le destituyeron el día anterior al del último partido de aquella
temporada en el Camp Nou. Consiguieron, él y el Dream Team, el
homenaje que se merecían, aunque en épocas convulsas, extrañas. El
dúo Núñez-Van Gaal había borrado del mapa azulgrana, en los dos
años anteriores, cualquierhuella de Cruyff, de su legado,y ahoraveían
cómo el Camp Nou se llenaba en una noche increíblemente emotiva
paradespedir sobre todo aCruyff, con tres años de retraso.“Gallina de
piel”, titulaban los periódicos el día después. Una ovación larguísima,
con casi 100.000 personas de pie, hizo que, tal vez por primera vez
en su carrera, se viera tragar saliva a Cruyff, a ese holandés frío que
nunca dio muestras de gran euforia ni de cualquier tipo de emoción.
Había recibido un aplauso de los periodistas en su última conferencia
de prensa, el día que le habían destituido, el 18 de mayo de 1996, y
ahorale tocabala de los culés. Esa noche, no habíadivisión en aquellas
gradas, no existía unalucha entre el nuñismo y el cruyffismo. No hubo
referéndum, solo un sentido homenaje.
Finalmente, cuando los aplausos desfallecían, Cruyff logró decir
unas palabras. Las primeras, evocando a su Dios de siempre, aquél
en el que no cree pero que le acompaña en los momentos más im­
portantes, y dirigiéndose indirectamente al palco presidencial: “Solo
Dios sabe cuánto tiempo hemos tenido que esperar a este momento
fantástico...”Aplausos. Después, dijo una de las suyas:“En nombre de
los jugadores y en el mío, solo quiero deciros una cosa: disfrútate [jiV]
y hasta después del partido.” Sus nietos, Jeshua y Gianluca, le entre­
garon un ramo de flores.
Luego, en un vídeo que se proyectaba en las pantallas, recordaba a
sus jugadores. Laudrup, “el artista”, según Cruyff, “el traidor”, según
los culés, porque se había marchado alMadrid, pero esa noche recibió
38
Escuchando a Cruyff
tanto calor de la afición —no era momento de reproches— que casi
rompió allorar. Fue, el danés, el más aclamado,junto a Stoichkov (“el
más agresivo”,decíaJohan); Koeman (“el pase más fino”);Bakero (“un
auténtico líder”);Txiki (“el más listo”); Romário, ausente (“el mejor de
todos”); Amor (“nunca fallaba”) e incluso el famoso Romerito (“si le
marca al Madrid, le hubiesen aclamado”), y, al final, la familia, ahí sí,
con cierta amargura, ánimos de revancha: yerno Angoy (“fue crucifi­
cado”) e hijoJordi (“intentaron estropearle”).Y acabó con una prome­
sa: “Vuelve el Dream Team. Vuelve el espectáculo.”
Y volvió el Dream Team, casi al completo. Jugaba aquella noche
con el equipo titular formado por Zubizarreta, Juan Carlos, Koe­
man, Soler, Goikoetxea,Witschge, Bakero, Begiristain,Julio Salinas,
Laudrup y Stoichkov. Enfrente, el Barga holandizado de Van Gaal:
Hesp, Abelardo, Frank de Boer, Reiziger, Xavi, Sergi, Luis Enrique,
Cocu, Figo, Kluiverty Rivaldo. Acabó el encuentro en 2-0, con goles
de Kluivert y Giovanni, pero eso fue lo de menos. Como tampoco
tuvo ninguna importancia que Louis van Gaal se refugiara rápida­
mente en el vestuario cuando el árbitro, Antonio Jesús López Nieto,
pitó el final y comenzó la despedida definitiva, el adiós para siempre.
¿Para siempre?
“¡Mierda, meheolvidadoelchicle!”
Pocas supersticiones se le conocen a Cruyff, aunque cada jugador
de fútbol tiene sus manías. El Cruyffjugador se imponíaun ritmo fijo,
un ritual concreto antes de cada partido: cambiarse 15 minutos antes
de salir al campo, un breve masaje tres minutos antes y no salir nunca
del vestuario antes de que se haya ido todo el mundo. En el último
momento, coger un chicle y metérselo en la boca. A la hora de sacar
del centro, tarea de la que siempre se ocupaba Cruyff, primero escupía
el chicle y le daba una patada. Si el chicle caía en el campo del rival,
saldría un buen partido para el Ajax. Cuando se olvidó del chicle en
39
Edwin Winkels
un partido ante el Spartak Trnava, en 1969, sufrió una lesión. Y dos
meses antes le había pasado lo mismo jugando la final de la Copa de
Europa contra el AC Milán. Se había olvidado del chicle y el Ajax
perdió por 4 a 1. Sí, reconocería Cruyff después, durante el partido
había pensado algunas veces en el fallo del chicle, una omisión debida
alos nervios dejugar su primera final europea, a los 22 años.
“LagentedeBarcelona, loscatalanes,noseparecen
ennadaalosespañoles. Separecen unpocoalosde
Amsterdam,aunquetienenbastantemenossentido
delhumor. SolosigananalMadridseríenmucho”
Dos citas seguidas sobre el aterrizaje deljovenJohan en Barcelona.
Estas son de 1974, tras poco menos de una temporada en el Barga, y
con ellas intentaba explicar a los holandeses lo que había encontrado
aquí. Pese a estar cerca, y pese a ser los holandeses muy viajeros, Es­
paña era aún un país algo exótico. Buena parte de la gente, sobre todo
los intelectuales, se negaba avenir de vacaciones alas costas españolas
para nofinanciarel régimen dictatorial de Franco. Ir a España erafeo,
aunque la clase obrera hacía ya poco caso aesos impedimentos mora­
les. El propio Cruyffya había viajado, con Danny y algunos amigos,
tres veces a España para pasar las vacaciones, antes de fichar por el
Barga. Estuvieron en Malgrat de Mar, Lloret de Mary Mallorca, todo
muydistinto,muyvirgen en comparación acomo son ahora.Y ahíJo­
han casi solo hacía una cosa:jugar al fútbol en la playa con sus amigos
y con gente, también holandeses en su mayoría, que se iba sumando.
Pero es distinto ir de vacaciones a un país que irse a vivir. El am­
biente es diferente, ya hay obligaciones, exige una mayor adaptación
alas costumbres. Cruyfffue de los primeros holandeses famosos que
se instalaban en Catalunya, aunque más de cuatro siglos antes le había
precedido otro,llamado Adriaan Florenszoon Boeyens, nacido el 2 de
40
Escuchando a Cruyff
marzo de 1459 en Utrecht. Este sacerdote fue escogido a principios
del siglo xvi por el emperador Maximiliano I para que educara a su
nieto Carlos, hijo de Felipe el Hermoso yJuana de Castilla, más co­
nocida como Juana la Loca. El sacerdote holandés acompañó a Car­
los años después a España donde fue proclamado como rey Carlos I.
Como recompensa,Adriaan Boeyens pudo instalarse enTortosa como
arzobispo, aunque, en contra de su voluntad, también tuvo que ejer­
cer de gran inquisidor. El hombre acabó siendo, durante solo un año,
el Papa Adriano VI en Roma, donde murió de manera misteriosa y
sospechosa.
Pero pese a ese precedente tan lejano en el tiempo, los holandeses
conocían poco de Catalunya. Las famosas costas del Mediterráneo
eran españolas y fue Cruyff quien en una entrevista intentó explicar
que los catalanes —compartía vestuario con unos cuantos— no eran
iguales que los españoles, sino que eran más serios, más trabajadores.
“LagenteenEspañaesmásalegre, tienemenos
malalechequeenHolanda. Sequejanmenos.Hay
menossuicidios, menosproblemaspsíquicos.Menos
criminalidad Ylasciudadessonmáslimpiasw
Nunca se arrepintió la familia Cruyffde emigrar a Barcelona. Les
gustaba la ciudad, pero también todo el país. Además, Barcelona ya
no era solo catalana: acababa de terminar la gran inmigración desde
Andalucía y Cruyff, aparentemente, se impregnaba de esa alegría an­
daluza que parecía reinar en las calles.
Seguramente dijo sin conocimiento de causa aquello de los suici­
dios, pero estaba seguro de que el buen tiempo influía en el ánimo de
la gente. Y eso de la criminalidad lo sigue manteniendo ahora: “Es la
única ventaja de una dictadura, como aquella de Franco, que se come­
ten menos crímenes. Para nosotros, España era un país muy seguro.”
41
Edwin Winkels
Hasta los grises velaban por su seguridad ala hora de sacar de córner
en un campo de fútbol: en una histórica foto del campo de Murcia,
en un partido de 1974, se ve a Cruyffde pie, entre espectadores, y en
primera fila cuatro serios policías. Los mismos grises que, por cierto,
le sacaron unavez del campo cuando el árbitro le había expulsado y él
se negaba aabandonarel terreno dejuego. Pero la marcha aCatalunya
les fue bien a los Cruyffporque sobre todo Danny estaba cansada ya
del acoso de la gente en Holanda; la fama de su marido ya no iba con
ella. “Los domingos venía gente a nuestra casa, aver siveían aalguien
através de las ventanas...”, explicaba ella. “¿Eran tontos? Los domin­
gos,Johanjugaba afútbol; nunca estaba.”
“En ciertosentido, seguramentesoyinmortal”
Lo dice en los dos sentidos,figuradoy literal.Literal,porque él cre­
yó, durante casi toda su vida, que iba a morir alos 43 ó 44 años, igual
que su padre Manus. Una vez superada su crisis cardiaca,justo a esa
edad,para Cruyffcada año ha sido un regalo de lavida,del destino.Ya
son casi 20 años más, 20 años de regalo de la vida, 20 años en los que
ha disfrutado más de lo que nunca había disfrutado antes. Se acabó la
tensión diaria del fútbol, llegaron los nietos. Fallecían otros, su suegro,
Cor Coster,y supropiamadre,Nel, alos 90 años. Buena edadya, nada
quelamentar. Los hijos hanllegado todos abuen puerto,más o menos.
Su fundación ha ayudado aya no se sabe cuántos niños construyendo
campos de fútbol en barrios degradados o acogiendo en su universidad.
ajóvenes ex deportistas para desarrollar su formación. Todo lo que
tenía que hacer en la vida ya lo ha hecho, y aun así sigue vivo. Y lo
seguirá, seguramente, porque apenas tiene problemas de salud.
Inmortal en el sentido figurativo lo serápor su nombre. A la espera
de que Leo Messi, aún demasiado joven para ser una leyenda, se una
a su lista,Johan Cruyffya forma parte desde hace tiempo de un pe­
queño grupo legendario. Parala mayoría de aficionados en el mundo,
42
Escuchando a Cruyff
el grupito lo componen solo tres. Por orden cronológico: Pelé, Cruyff
y Maradona. Los españoles siempre han querido añadir a Di Stéfano
y a los franceses les gustaría incluir a Zidane, pero esos tres primeros
fueron los que marcaron tres increíbles épocas del fútbol, tres décadas
consecutivas, los años sesenta (Pelé), setenta (Cruyff) y ochenta (Ma­
radona). Son, además, nombres casi irrepetibles, ni en sus países de
origen hay muchos más que lleven el mismo, como si, para ser estrella
o un genio, uno no pudiese llamarse Da Silva, De Vries o García.
43
Capítulo2
Laesenciadelfútbol
Edwin Winkels
Buscando opiniones de Johan Cruyff sobre el fútbol, el de antes y
el de ahora, el de aquí y el de allí, el de los suyos y el de los otros, se
pueden encontrar muchísimas más que las 39 aquí seleccionadas —y
unas cuantas más en el capítulo sobre el Barga y el Ajax—, que, en su
conjunto, forman una muestra bastante representativa de las ideas del
Profeta del Gol. Táctica, técnica, cerebro, visión, educación, italianos,
alemanes, holandeses, todo y todos pasan por la mente privilegiada, y
a veces incomprensible, de un analista nato. Tiene una opinión sobre
cualquier cosarelacionada con elfútbol, tiene sobre todo supropia opi­
nión sobre cómo se debe o se deberíajugar alfútbol, unjuego pensado
para divertir a quienes lo practican y aquienes lo ven desde las gradas.
No debería ser un pasatiempo de tanto sufrimiento, sino una manera
de disfrutar, de olvidarun rato las otras preocupaciones. Es la cosa más
importante de las cosas que no tienen importancia, aunque escuchando
aveces aCruyffsepodríallegar apensar que es la cosa más importante
que existe en el mundo. Para él, desde luego, es su vida, casi entera.
Yaempezaba ahablary filosofar sobre el fútbol afinales de los años
sesenta, recién cumplidos los 20. Una vez hubo salido de la calle, don­
de lo aprendió, una vez superado el obligatorio paso de las categorías
infantiles, donde mejoró, Cruyffllegó pronto a la cima, una montaña
muy elevada desde donde comenzaba a divisar el fútbol desde otra
perspectiva, como si fuese un iluminado. Pero sus impresiones no las
quería guardar para sí mismo, sino compartirlas con los mortales que
no entendemos tanto del juego. Tal vez por eso el holandés se hizo
entrenador, para hablar, pensar y reflexionar aún más de lo que ya lo
hacía siendo jugador. Pocos otros sabios del balón han profundizado
tanto en el juego como lo ha hecho Cruyff. Tal vez Marcelo Bielsa,
Arrigo Sacchi y últimamente otro obsesionado: Pep Guardiola. Hom­
bres inteligentes, o listos, para quienes eljuego no se reduce solo aver
rodarlapelota. Pero ninguno de ellos tiene tantas citasyahistóricas en
su poder comoJohan Cruyff.
46
Escuchando a Cruyff
“Elfútbolessencillo;perolomásdifícilesjugarde
manerasencillaalfútbol*
Para él es fácil decirlo. Desde muy pequeño, el fútbol era sencillo
paraJohan Cruyff. Vivía en Betondorp, el barrio ala sombra del esta­
dio De Meer, el histórico campo delAjax, donde observó los entrena­
mientos del primer equipo, admirando al delantero Henk Groot, uno
de sus ídolos. Eljugaba en la calle, primero. Los domingos sus padres
le obligaron a ponerse la ropa bonita: chaquetilla y a veces corbata.
Aburrido, se sentaba en la calle, daba vueltas sin sentido, hasta que su
padre, amante del fútbol, le permitía cambiarse. A los 12 años le ins­
cribieron,junto a su hermano mayor, Henny, en el Ajax, donde, igual
que en la calle, siempre fue el más pequeño. Hay fotos de sus primeros
años, de un viaje conjuveniles a Bielefeld, en Alemania, donde todos
losjugadores parecen ya adultos excepto uno.
De Kleine {elPeque), le llamaban todos sus amigos y compañeros.
También su padre: “El Peque sabe hacer de todo con la pelota”, de­
cía Manus orgullosamente.Johan oJopie parecía desaparecer, con un
abrigo demasiado grande, y sus piernas parecían cerillas al lado de los
jamones impresionantes de algunos de sus compañeros. Pero, al ser
siempre inferior físicamente, aprendió a jugar de manera sencilla, a
pasar el balón rápido y bien, o asaltar atiempo paraevitarlas entradas
de los rivales. Driblar fue la supervivencia para él, pero aún más lo fue
mirar continuamente dónde estaban sus compañeros y por dónde le
venían los rivales. Así crecía en Amsterdam un tesoro que el resto de
Holanda no conocería hasta que el 15 de noviembre de 1964 “un gran
talento”debutara en el primer equipo del Ajax en una salida a Gro-
ningen, donde les esperaba el GVAV. El Ajax perdió por 3 a 1;Cruyff
marcó el único gol, tras un rechace del portero rival. Al día siguiente,
supresencia apenas merecía unalínea en las crónicas de los periódicos,
que resaltaban sobre todo sujuventud.
47
“Elfútbolsejuegaconelcerebro”
Edwin Winkels
Johan Cruyffes listo, más que inteligente. No eraun prodigio en el
colegio, tambiénporque el céspedle atraíamás que el aula.Autodidac­
ta en muchas cosas, ayudado en lavidapor tíoHenk,su segundo padre,
el que sería el nuevo compañero de vida de su madre, era el típico
listillo que podía desesperar alos mayores.También en el Ajax, donde
algunosjugadores treintañeros recibían instrucciones en el campo de
un imberbe de 18. Cruyffmiraba, hablaba, dirigía, mientras el balón
seguía cosido a uno de sus pies, daba igual si fuera el derecho o el
izquierdo. Compartía la delantera con auténticos cracks de la época:
Piet Keizer, con su zurda prodigiosa, seguramente el mejor extremo
izquierdo de todos los tiempos en Holanda; Sjaak Swart, por la dere­
cha,y Henk Groot,junto a Cruyff, en la punta. Pronto le llamaron ya
el estratega sobre el terreno: tenía una visión espectacular del juego,
lo interpretaba antes que nadie. El cerebro, su cerebro, era solo fútbol.
El mismo cerebro con el que, dos décadas después, revolucionaría el
fútbol como entrenador.
“La tácticadecideadóndeva unbalóny latécnica,
cómollegaahí’*
Tema la suerte de dominar casi a la perfección estos dos aspectos
básicos del fútbol. Cruyff, ya comojugador, era un gran estratega, po­
día dibujarla táctica desde suposición adelantada en el terreno dejue­
go, dirigir desde el central hasta el extremo derecho.Y disponía de una
técnica endiablada, preciosa, ágil. Dribló como solo uno había hecho
algunavez en el fútbol holandés antes que él, un hombre altoy espiga­
do que, como futbolista,ha sido su primery único gran ejemplo, pese a
que no le viojugar mucho.
Faas Wilkes era el reydel dribling, asombraba en los años cincuenta
con unas jugadas espectaculares que le llevaron como primer holandés
48
Escuchando aCruyff
a firmar un contrato en el extranjero, algo que le costó la expulsión
de la selección, ya que el fútbol en Holanda era puramente amateur y
estaba prohibido ganar dinero con el balón. Wilkes triunfó en el Inter
de Milán y elTorino antes de ser el primer holandés también enjugar
en la liga española. Maravilló en el Valencia, donde hubo que ampliar
las gradas del Luis Casanova por la cantidad de gente que quería ver a
aquelholandés errantequevivíaenunpiso enlaMalvarrosa,encimadel
restaurante La Pepica, donde aún conservan en las paredes fotos suyas.
Luego, igual que Cruyff,pasó una temporada en el Levante.Wilkes
erade Rotterdam;Cruyff,deAmsterdam.Peroesarivalidadtradicional
entre las mayores ciudades de Holanda no pudo restar punto alguno a
la admiración que Cruyffprofesaba a quien, también por su carácter
aventurero e indisciplinado, fue su gran predecesor.
“Elfútbolconsistebásicamenteendoscosas.Primera:
cuandotieneslapelota,debessercapazdepasarla
correctamente. Segunda:cuandotelapasan,debes
tenerlacapacidaddecontrolarla”
Es una de las muchísimas teorías que Cruyffmencionaba y expli­
caba en sus diálogos con el escritor Sergi Pámies, y que en el 2002
llevaron a la publicación del libro Me gusta elfútbol. Uno de los po­
quísimos libros, por cierto, que han sido publicados en Catalunya y
en España sobre el antiguo número 14. Mientras que en su país natal
existen más de unaveintena de libros dedicados aCruyff—solo por su
60 cumpleaños se publicaron seis—, aquí el interés de explicar suvida
y su filosofía ha sido mucho menor.
En 1973, Josep María Casanovas, el posterior editor del diario
Sport, fue pionero al escribir un libro sobre Cruyffnada más aterrizar
éste en Barcelona, con información privilegiada y detallada sobre el
fichaje y los primeros meses del holandés en el Barga. Pero aquel Una
49
Edwin Winkels
vidapor elBarga ha tenido poco seguimiento a lo largo de los años, y
eso que Cruyff siempre ha sido un foco de interés, estuviera donde
estuviera, hiciera lo que hiciera. En 1994 hizo escribir Misfutbolistas
y yo y, más recientemente, su Megusta elfútbolfue una pequeña biblia
con sus mandamientos particulares, muchos centrados en el balón, en
el tipo dejuego que él siempre ha promovido.
Esta cita refleja a la perfección a uno de los jugadores básicos en
el sistema táctico que aplicó Cruyffsiempre, el cuatro, el hombre que
recibía el balón y al mismo tiempo ya sabía qué hacer con él. “Sobre la
posesión del balón se dicen muchas barbaridades”, explicaba Cruyff.
“Tener el balón no significa tenerlo y punto. Hay que saber qué hacer
con él.”Pep Guardiola fue su mejor versión del cuatro, eljugador que
siempre sabía qué hacer con el balón. Una versión que, con el tiempo,
se fue perfeccionando y avanzando un poco sobre el terreno dejuego,
acabando en la magia de Xavi Hernández.
“En unpartidosolohaytresminutos, repartidosen
fragmentosdurantetodoelencuentro,enlosquetodo
sedecide"
Curioso que eso lo diga precisamente Cruyff. Es verdad que un
gol, una falta, unajugada decisiva solo ocupa una ínfima parte de esos
90 minutos de un partido de fútbol, pero, como entrenador, el holan­
dés nunca se dedicó demasiado aaprovechar al máximo esos tres mi­
nutos que, según él, son decisivos. Porque parte de esos 180 segundos
podrían serlas faltas o los córners, pero si algo aburría aCruyffen los
entrenamientos eran los ensayos de lasjugadas de estrategia.
Fue, en ese sentido, un técnico de la vieja guardia; amaba dema­
siado el juego colectivo, las largas jugadas de ataque y los prodigios
individuales. A él le parecía un pecado probar fortuna con una falta
ensayada. Esas eran cosas de los técnicos que él considera que vienen
50
Escuchando a Cruyff
de la escuela teórica, no de la práctica, como él; entrenadores que in­
cluso han estudiado en un INEF, pero que nunca alcanzaron la cima
como futbolistas. Hombres más de pizarra que de la improvisación
que tanto le ha gustado siempre a Cruyff.
Aun así, su mayor logro como entrenador del Barga lo debe el
holandés adosjugadas de falta. Primero, el milagroso gol salvador de
Bakero en Kaiserslautern, que dio al equipo el pase agónico ala final
de Wembley. Y segundo, allí, en el gran teatro del fútbol de Londres,
aquel histórico 20 de mayo de 1992, en la prórroga, una falta decisi­
va, gloriosa, que sí tenía aspecto de haber sido ensayada, aunque de
una manera muy light. Ronald Koeman, ¿quién, si no?, iba a chutar
la falta, a más de 20 metros, pero antes Hristo Stoichkov le dio un
pequeño toque al balón y José Mari Bakero lo paró, colocándolo en
una posición idónea para que el holandés pudiera engañar y superar
la barrera. Fueron no tres minutos, sino solo tres segundos en los que
se decidió un encuentro que para el Barga significaría el fin de los la­
mentos históricos y de su eterno complejo de inferioridad. Por cierto,
en las imágenesjusto después del gol, se ve a Cruyffsaltar por las va­
llas de publicidad. No para celebrarlo, qué va, porque Cruyffapenas
celebraba victorias ni llorabalas derrotas; mientras Wembley se venía
abajo, él solo pensó en acercarse al césped para ordenar un cambio.
“La visión eslomásimportante. Conesodomino
el90%delfútbol. Tocarunbalóneslomenos
importante”
El concepto visión puede incluir varias cosas en una. Cruyff, el
Cruyffjugador, se refería alo que veía en el campo, a cómo se movían
sus compañeros, a cómo les marcaban sus rivales, a dónde estaban los
huecos, a dónde no había que meterse, a cómo se situaba el portero.
O sea, la visión es mirar y, ala vez, entender eljuego. Y todo eso con
el balón en los pies.
51
Edwin Winkels
“Elfútbolesunjuegodeerrores. Ganaelquemenos
errorescomete*
Una frasede 1989,aunque desde entonces Cruyfflaharepetidohas­
ta la saciedad. O con una pequeña variación: “Son los detalles los que
deciden un partido.”Sería, en realidad, una opinión más apta para un
técnico resultadista, centrado en provocar que sea el rival quien cometa
los errores decisivos en lugar de apostarporlas propias cualidades,ven­
cer por mérito propio. Pero, curiosamente, en los años siguientes, los
hechos darían la razón a este argumento de Cruyff: de las cuatro ligas
seguidas que ganó el Dream Team, entre 1991 y 1994, tres fueron deci­
didas por errores garrafales del rival, aunque fuera adistancia. En 1992
y 1993 fue el Real Madrid, que, yendo líder, sucumbió a la presión en
Tenerife y entregó el título con un punto de diferencia alos azulgranas.
En 1994, el serbio Djukic tenía en sus botas el primer título en la
historia del Deportivo de La Coruña cuando, en los últimos minu­
tos de una temporada vertiginosa, erró ante el Valencia un penalti. El
Barga igualó a los gallegos en puntos y acabó primero. Por supuesto,
ahí Cruyffno quiso hablar demasiado de los errores de los rivales. O
les daba una vuelta de tuerca más: si el Madrid y el Depor cometieron
esos fallos decisivos, fue por la presión que el Barga ejerció desde muy
cerca. Como siempre, algo de razón tenía. Sin presión alguna, Djukic
seguramente no hubiese fallado el penalti ni Paco Buyo, el portero del
Madrid,y su honorable defensa con hombres como Sanchís y Chendo
se hubiesen extraviado dos años seguidos por el Heliodoro Rodríguez.
“Elmejormétodopara enseñaraunniñoajugara
fútbolnoesprohibir,sinoorientar”
El fútbol base siempre ha sido una de las obsesiones de Cruyff. Lle­
va años quejándose de su Ajax, de la mayoría de los clubes holandeses,
52
Escuchando a Cruyff
grandes en su época, aquellos que en 1970 (Feyenoord) y los tres años
siguientes (Ajax) ganaron la Copa de Europa y dominaron el fútbol
europeo. Holanda, aparte de la selección, ha desaparecido del primer
plano futbolístico. “Porque han dejado morirse las canteras, ya no se
trabajabien ahí”,ha insistido Cruyffunay otravez. Se quejaba de que
los clubes comprabandemasiados extranjeros que impedían elpaso alos
juveniles de la cantera. Y se quejaba de los métodos, del corsé en que
se iba metiendo cada vez más a los chavales. “Antes”, dice Cruyff, “te
divertías en el campo;cuanto másjoven,másjuguetón se es. Eso no hay
que limitarlo, no hay que encorsetarlo en un dibujo táctico, sino que
hay que estimular; que se busquen lavida. Ganar aún no es tan impor­
tante. Pero no me han hecho caso, y mira cómo va el fútbol holandés.”
Fue Cruyffquien, asullegada al Barga en 1988, obligó aque todos
los equipos inferiores, desde benjamines hasta el Barga Adétic, juga­
sen como el primer equipo; muchas veces con un 3-4-3. Fue el inicio
de la doctrina azulgrana, la filosofía de Cruyffllevada al extremo, lite­
ralmente al extremo. Es lo que, además,tanto admiraen LionelMessi:
que,pese ahaber crecido, pese aya no tener la edad de un alevín, sigue
jugando como tal, como en la calle, pero con los aprendizajes de los
valores del fútbol, del compañerismo, de la importancia del sacrificio
y del equipo, valores que le han inculcado durante años en la Masia.
Orientar, pero no prohibir.
“CuandodepequeñoentrenabaenelAjax, cada
jugadorteniasupropiobalón, consunombre.
Elbalóneratuamiguito.Ahoraparecemástu rival
comositequemaraenlospies”
Otra vez, el balón, el mimo a la pelota. Cruyffhabía sido educado
futbolísticamente de esta manera. Al fin y al cabo, es lo que más les
gusta alos chavales cuandojuegan alfútbol, tener el balón, como en el
patio del colegio, en elparque de la ciudad o en la plaza del barrio. Por
53
Edwin Winkels
eso, cuando era entrenador, todos los entrenamientos de Cruyffgira­
ban alrededor del balón; los rondos que montaba a susjugadores eran
interminables.Ahíy así, en un espacio de apenas25 metros cuadrados,
aprendían los principios básicos del decálogo de Cruyff, ponían en la
práctica la tabla del Moisés del fútbol: desmarcarse y colocarse bien,
dar un buen pase y controlar bien el balón ala hora de recibirlo. Sufi­
ciente, según él, para vencer en el terreno dejuego. Suficiente en esa
época, cuando el físico importaba bastante menos que ahora, cuando
el fútbol aún se encontraba en su época más conservadora a la hora
de aplicar nuevos métodos e incorporar nuevas disciplinas, tanto en la
preparación física como en el cuidado en general, con dietas concretas
incluidas, de losjugadores.
“Hacedosañosy medionolograballegaralaportería
lanzando uncórner”
Yaen enero de 1966 eljoven Cruyff, con solo 18 años, daba suspri­
meras entrevistas. Hablo con un periodista de HetParool, el gran dia­
rio local de Amsterdam, sobre sus progresiones en el terreno dejuego.
Todo el mundo se sorprendía de las capacidades de aquel adolescente
tan flaco, no muy alto, es decir, casi un peso pluma. Pero,Johan, contó
que antes había sido peor, que a los 15 años no lograba meter el ba­
lón en el área pequeña cuando tiraba un córner. Sus entrenadores de
la primera época,Jany van der Veen y Keith Spurgeon, le obligaron
a hacer mucha gimnasia, ejercicios de fuerza, montarse a alguien a
la espalda y flexionar las rodillas, por ejemplo. También le colocaban
pesos en los pies, que tenía que levantar para aumentar la musculatura
de sus delgadas piernas. Así que alos 18 años, decía, había ganado ya
en fuerza para poder medirse con los defensas de la primera división
holandesa y, ademas, en dos años había crecido unos 15 centímetros,
hasta alcanzarlos 1,78 metros. Por tanto, tiene una estatura media, no
es ni muy alto ni muy bajo.
54
Escuchando a Cruyff
“Debesserya másduroconlosmejorescuandosolo
tienen 8ó10años.A ellossiemprehayqueecharlesla
culpasialgofalla”
Numerosos han sido los conflictos deJohan Cruyffcon sus mejores
jugadores. No con las piezas menos imprescindibles, con un lateral,
por ejemplo, sino con sus estrellas, con los hombres que deben llevar
el peso del equipo, con los delanteros, pero también con los líderes,
sean porteros, centrales o puntas. Marco van Basten, Frank Rijkaard,
Dennis Bergkamp, Hristo Stoichkov, Ronald Koeman y Romário;
todos han tenido sus peleas con el técnico. Si son los mejores, razona
Cruyff, deben ser capaces de recibir los palos, de hacerse responsa­
bles de los fallos de todo el equipo. Y deben dar algo extra. Y, si no,
Cruyffya les ayudaría a corregirlo, a aprender, aunque con métodos
poco suaves.
El mismo lo recordaba cuando hacía debutar a Bergkamp en el
Ajax, a los 17 años. “Jugaba de extremo derecho, pero en el juvenil,
antes de subirlo al primer equipo; primero le pusimos un mes de late­
ral, además con un extremo que nunca bajaba a defender. Así Dennis
aprendía que, cuando sería extremo, debería cumplir también con su
trabajo defensivo, obedecer.”Y otro tema, otro de los típicos trucos de
Cruyff: “Dennis tenía una cara bonita y apenas remataba de cabeza.
Le pusimos en punta, obligando a los extremos adar centros por arri­
ba; ahí, Dennis recibíaunos cuantos golpes que le ayudaron amadurar,
a crecer, a endurecerse.”Aun así, también quería inspirar confianza a
este tipo de jugadores: “Siempre les decía: eres mejor que todos los
demás, solo hace faltajugar como tú sabes.”
55
Edwin Winkels
Elproblemaparaentenderlasenormestensiones
mentalesdelosfutbolistasnacedelaextendida
creenciadequesontodosidiotas"
Es una de esas frases que han tomado vida propia por los foros de
Internet, pero de las que es imposible ya hallar el origen, es decir, se
ignora cuándo y por qué Cruyffla pronunció. Sin embargo, se le pue­
de atribuir fácilmente. Fue él quien comenzó a luchar, hace ya 40 años,
para demostrar que los futbolistas no eran idiotas. Por idiotas les
tomaban, según él, los directivos de los clubes, hombres, tal vez, con
más estudios y conocimientos financieros que los jugadores a quienes
les colaban unos contratos que beneficiaban mucho al club y apenas al
futbolista. Cuando Cruyffcomenzo a presentarse en las reuniones y
negociaciones con un representante —su suegro, Cor Coster—, hubo
gente, tanto delAjax como de la federación holandesa, que quiso pro­
hibirle la entrada al mánager, una figura que desconocían.
Poco a poco, viendo los buenos resultados y los contratos millo­
narios que Cruyffcomenzaba a firmar, incluidos los de publicidad o
patrocinio, otros futbolistas iban buscando también representantes
que defendieran sus intereses. A veces fue el propio Cruyff, en caso
de la selección o después en el Barga, que se erigió en defensor de los
intereses economicos de sus compañeros, negociando primas y otros
asuntos.Y aunque carecía de estudios —ni siquiera acabó lo que ahora
seríala ESO— siempre ha sido un tipo espabilado y listo, más que in­
teligente.Más listo,desde luego, que muchos directivos o empresarios,
muchos de los cuales desconocían el mundo del fútboly las cantidades
de dinero que empezaban amoverse en él.
Ocurrió una vez, en 1991. Recuperado de su infarto, Johan dijo
desde sucama en la clínica SantJordi, antela cámara de una televisión
holandesa, que ya no pediría nunca un cigarrillo a nadie. “Traedme
algún chicle ,bromeaba, cuando aún no había descubierto el dulcepa­
recido entre tener un cigarrillo en la boca y un chupa chups. El direc­
tor de una gran compañía de chicles en Holanda vio la entrevista por
televisión y se le ocurrió escribirle una carta a Cruyff, preguntándole
56
Escuchando a Cruyff
si estaba interesado en protagonizar una campaña publicitaria. Cruyff
pidió a un periodista holandés que llamara al empresario aquel, aver
qué quería y qué ofrecía.
—Buenos días, ¿está el señor director?
—No, no se encuentra en su despacho. ¿Puedo dejarle un recado?
—Sí, llamo de parte deJohan Cruyff.
—Un momento, por favor, ahora se pone.
Y el señor director se puso al teléfono, por supuesto, en su despa­
cho. Hablaron de las posibilidades. Cruyff, en realidad, ya lo tenía
todo pensado.
—El señor Cruyffestádispuesto arodarun anuncioyvenir dosve­
ces al año a Holanda adar una charla para sus empleados, con alguna
otra actividad, si hiciera falta.
—¿Ycuánto debería costar eso? —preguntaba el muy holandés di­
rector de los chicles.
—Bueno, pues unos tantos millones de pesetas.
—¿Y cuánto es eso?
—Pues, 100 pesetas son dos florines.
—O sea, debo pensar en tantos miles de florines.
—No señor, le debe añadir dos ceros todavía.
El director de los chicles nunca más volvió allamar. Debió de pen­
sar que aquel Cruyffestaba loco. Pero idiota, no.
“Megustaríaquesediesenprimasporelbuenjuego,
sinmirarelresultado9
No sorprende que esta frase haya salido de laboca deJohan Cruyff.
Lo que llama la atención es la fecha de la cita, en 1967, cuando apenas
tenía 20 años y llevaba su segunda temporada completa en el primer
equipo delAjax. El conjunto de Amsterdam todavía no había alcanza­
do la fama que poco después le llegaría, aun perdiendo en Madrid por
4-1 ante el AC Milán, cuando disputó su primera final de la Copa de
57
Edwin Winkels
Europa en 1969. Eljoven artista Cruyffya sabía lo que más le gusta­
ba ala gente, ver fútbol espectacular,justo cuando había desapareci­
do el clásico dibujo táctico de los años cincuenta y sesenta con hasta
cinco delanteros: el punta, dos interiores y dos extremos. A esa edad,
Cruyffya era un nostálgico, aunque ala vez un revolucionario.
Elfútbolestáhechoparaelpúblico.Loquemásle
gustaalagenteesverjugaralataque;pues,ataca“
Lo dijo en 1986, cuando en sus primeros años de entrenador ma­
ravillaba con el Ajax, aunque el PSV le arrebató dos veces seguidos
el campeonato holandés. A Cruyffapenas le dolía. Estaba orgulloso
deljuego de su equipo. Ya aplico una filosofía a la que siempre se ha
mantenido fiel, sin obsesionarse por los resultados. Una filosofía por
la que el mundo del fútbol siempre puede estarle agradecido, aún
más cuando en finales de la Champions o a lo largo de aburridas
eurocopas y mundiales abundan los encuentros en que los equipos se
dedican a impedir que el rival marque, finales en las que un equipo
de calidad como el Inter puede conformarse con solo el 30% de la
posesión del balón para hacerse con la victoria.
Suerte también que Cruyffhaya tenido muchos aprendices aven­
tajados que luego se han convertido en fieles apóstoles de su teoría,
unos con más suerte o convicción que otros. Aquel equipo del Ajax
de 1987, el día que debutaba Bergkamp, estaba compuesto porMen-
zo, Blind, Rijkaard, Spelbos, Silooy, Wouters, Mühren, Bosman, el
propio Bergkamp, Van Basten y Van ’t Schip. Todos, absolutamente
todos, son ahora entrenadores o quieren serlo. Y lo mismo ocurre
con un buen puñado de aquel Barga del 92. Pero también ha tenido,
finalmente, otros seguidores inesperados: hombres experimentados
como Luis Aragonés y Vicente del Bosque, que han elevado la se­
lección española a niveles desconocidos en la historia gracias a la
filosofía del Barga, de Cruyff.
58
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Libro escuchando a-cruyf

  • 1. Su vida y su fútbol en 150frases Edwin Winkels
  • 2. Nacido en utrecnt (Hoianaa) en 1962 y diplomado en periodismo, trabajó en el diario Het Vrije Volk (Rotterdam) antes de emigrar en 1988 a Barcelona. Entró a trabajar en 1991 en El Periódico de Catalu­ nya como redactor de deportes. Cu­ brió los Juegos Olímpicos, el Tour de Francia y siguió, durante 12 tem­ poradas, al FC Barcelona. Desde el año 2000 es reportero de informa­ ción general en El Periódico de Ca­ talunya y acaba de iniciar una etapa como cronista de la ciudad de Bar­ celona. Ha publicado tres libros en Holanda, dos de ellos relacionados con el Barga. Fotografía de la portada: O
  • 4. Primeraedición: noviembrede2010 © EdwinWinkels © Lectio Ediciones Edita: Lectio Ediciones C/ de laVioleta,6 •43800Valls Tel.977 6025 91 Fax97761 4357 lectio@lectio.es www.lectio.es Diseñoycomposición:Imatge-9, SL Corrección:Banús & Pros,Correctors Impresión: Romanyá-Valls, SA ISBN: 978-84-15088-03-5 Depósitolegal:B-39.841-2010
  • 6.
  • 7. Escuchando aCruyff Introducción El tren circulaba a media velocidad y se podía abrir la puerta. En lugar de las esperadas vistas de un paraíso vacacional, se exhibían al lado de las vías los restos de unas vidas inhumanas. Al principio, poco después de entrar en la ciudad, solo hubo un muro elevado, hasta que de repente aparecieron agujeros en el hormigón. Durante minutos que nos parecieron eternos, la imagen seguía siendo la misma. Bajo techos de uralita brillaban bombillas que iluminaban espacios que eran todo en uno: comedor, cocina, dormitorio,baño... No había agua corriente. Algunos de esos agujeros en el muro servían de inodoro: se veían tra­ seros colgando para depositar los restos de una comida seguramente no muy copiosa del día anterior que caían dos metros hacia abajo para depositarse durante días allado de lasvías en el caluroso sol de agosto. Al final, ante el hedor que entraba, cerramos la puerta del tren, antes de que un túnel largo y oscuro liberara a tres chavales holandeses de 17 años de su estupor. Las casas cercanas al ferrocarril nunca son las más lujosas, pero ¿un barrio interminable de chabolas, en Europa, a exactamente 1.500 kilómetros de casa? La nauseabunda pestilencia aún impregnaba el ambiente cuando, una vez fuera del túnel, a nuestra izquierda y tras las fábricas que in­ vadían el primer plano, emergía el azul del Mediterráneo, y después de una lenta curva hacia la derecha aparecían los arcos monumenta­ les de la Estació de Franca,que en el billete de tren llevaba el nombre de BarcelonaTérmino. Punto final de un viaje de 24 horas realizado por mochileros desde Amsterdam, vía Bruselas, pasando por la Gare du Nord (en París), el metro hacia París-Austerlitz, el tren nocturno por Limoges y Toulouse hacia Cervera y Portbou (sin asiento re­ servado, durmiendo en los pasillos), el cambio de tren en el Pirineo (porque más allá las vías eran más anchas, como si tras la cordillera todo fuese diferente al resto de Europa) y la parte final: Figueres, Girona y Barcelona. 5
  • 8. Edwin Winkels Era el año 1980.Johan Cruyffyjohan Neeskens acababan de dejar el FC Barcelona, pero los holandeses acudíamos en masa a las costas catalanas. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Aquel barrio de chabolas era La Perona, en Sant Martí, que poco después desapa­ recería bajo el constante mazazo de la modernidad, impulsada por los Juegos Olímpicos. Esa Barcelona en plena transformación nos atraía hasta talpunto que algunos holandeses decidimos instalarnos aquíde­ finitivamente.Uno fueJohan Cruyff; otro,yo mismo, ambos en 1988. Por profesión y origen, entrenador y periodista, ambos de Holanda, nunca nos hemos perdido de vista en los más de 22 años que han transcurrido desde entonces. Una relación meramente profesional: no hemos pisado la casa del otro nunca, ni nos llamamos parasaludarnos. Hemos hablado cordialmente y nos hemos peleado. Indagando los últimos meses en los archivos, he hallado más entrevistas, encuentros y discusiones con Cruyffque recordaba. Bastantes para formar parte de este recopilatorio de frases del Profeta del Gol, que en su país natal ya ha visto publicados más de 20 libros sobre su figura, pero que aquí, además del interés diario y fugaz por el fútbol, apenas ha dado moti­ vos para un libro. Dos, tres como mucho. Y eso es muy poco parauno de los grandes mitos del barcelonismo. Johan Cruyffha regalado tantas frases al fútbol como victorias ha dado al Barfa. Aquí solo hay 150 citas, como en el libro Escoltant Guardiola de esta misma colección, pero cada seguidor del Bar£a, del fútbol, de Cruyfftendrá grabada en su memoria alguna cita más que no aparezca en estas páginas. Cruyff ha enriquecido y empobrecido tanto el castellano como el holandés. Es tan torpe con la gramática y la pronunciación en ambos idiomas, como genial ha sido en el fútbol universal. Abre la boca, por ejemplo durante el Mundial, y sus decla­ raciones son escuchadas hasta en Brasily Sudáfrica.Es un profetapla­ netario, un Moisés que porta los 10 Mandamientos de Dios, aunque en realidad él es su propio Dios, tal como le llamaban sus jugadores del Dream Team. Después de más de 22 años, ambos seguimos viviendo en Cata­ lunya. Este libro también explica el porqué. Estaríamos locos si nos marcháramos de aquí. 6
  • 10. Edwin Winkels Igual de flaco que siempre, Johan Cruyff ya ha cumplido los se­ senta. Cerca de la edad de jubilación, aunque él ya se retiró -o lo retiraron- alos 50 años. Desde su traumático despido en las entrañas del Camp Nou en 1998, el holandés vive bien, muy bien. Relajado, sonriente,cercano alfútbol, pero sin el estrés que suele conllevar cuan­ do se es entrenador, Cruyffpuede sentarse en un sillón de su segunda residencia en El Montanyá, en Osona, o sacar ahí sus palos de golf, y rememorar satisfecho una vida con muchos más momentos de felici­ dad que de tristeza. Una vida increíble para un chaval de un pequeño barrio obrero de Amsterdam. No es la suya una historia de un niño que, gracias a su talento, logra salir de la vida miserable en unafavela brasileña, pero tampoco tuvo una infancia fácil. Nació en 1947,en laduraposguerraen Holanda,país queintentaba recuperarse de cinco años de invasión yviolencia nazis,y cuando tenía 12 años perdió asupadre, que poseíaunapequeña fruteríaque aporta­ ba lojusto ala economía familiar. Seguramente, un chico que crece en esas circunstancias construye un espíritu de supervivencia, necesario, junto al talento, para convertirse en el mejor del mundo. Pero, pese a ser el mejor de su generación, uno de los tres o cuatro mejores en la historia del fútbolJohan Cruyffapenas ha cambiado. Lo conocen en todos los rincones del mundo, pero él sigue siendo una persona senci­ lla, muy familiar, cercana, como el vecino del segundo tercera. Tiene sus puntos menos agradables, por supuesto, pero éstos surgieron más como entrenador, cuando podía ser una persona autoritaria, poseedor siempre de la razón. Susjugadores le llamaban irónicamente Dios. El otro Dios también ha estado siempre presente en su vida. El no cree en Dios, dice, pero cree en algo. Sobre todo desde que a los 43 años, uno menos quela edad que tenía supadre cuando murió,vio la muerte de cerca. Ahora, 20 años después, está más vivo que nunca.
  • 11. “Aprendíen lacalle;lacalleeslaqueteenseña” Escuchando aCruyff En su Betondorp natal, entre las pequeñas y modestas casitas al este de Amsterdam, el pequeñoJopie [se pronuncia Llopí Cruyffjugaba al fútbol sobrelas aceras,bajolos arcos que dabanpaso alos patios interio­ res o en medio de las calles, bastante tranquilas, sin apenas coches. Ofi­ cialmente estabaprohibidojugarenlacalle,pero ningún agente multaba alos chavales,que donde mejorse lo pasaban eraen un pequeño campo situado detrás del colegio y sobre la gravilla de un parque infantil. Este tipo de pavimento les enseñó a no caerse, a mantener el equilibrio du­ rantelas dos horasquejugaban cadadía después del colé,de cuatro aseis de la tarde, hora de la cena. El maestro, que tenía que cerrarlos accesos, siempre les dejabajugar un poco más allá de las cinco y media, que era el horario de cierre oficial.JugabaJopie con su hermano mayor—Hen- ny—, su amigo Rolfy algunos otros contra chavales de otros barrios.Y Johan, oJopie, siempre erael más pequeño.A veces,los rivales que no le conocían se reían de él, hasta que empezaba con sus regates y goles. Su hermano, que era también un granjugador, le preguntó unavez: —¿Tú nunca piensas qué vas hacer antes de unajugada? —No —le contestóJohan—,porque si piensas ya llegas tarde. *Aveces,algodebeocurrirantesdequeocurra” Es una frase que, en el lenguaje particulary aveces incomprensible de Johan Cruyff, tiene otra variante: “Antes de que ocurra algo, hay que evitar que ocurra.”Cruyffcree en el destino, que muchas cosas en la vida pasan porque sí, como esa muerte de su padre biológico cuan­ do él solo tenía 12 años. Manus Cruyfffalleció de un infarto a casi la misma edad, 44 años, que su hijo Johan tuviese la misma dolencia en 1991, pero el hijo se salvó, aunque por poco.También cosas del desti­ no, según el holandés. Fue Manus que un miércoles de otoño de 1953, el día que por la tarde solía cerrarsu frutería, había acudido al Estadio 9
  • 12. Edwin Winkels Olímpico de Amsterdam para ver “un extraordinario partido de fút­ bol”,según el cartel, entre una selección de laFIFA y el FC Barcelona. Y se lo contaba aJopie, tal como le llamaban aJohan en su casa, en el coléy en el Ajax, donde empezó ajugar afútbol. “¿Yde qué color eran las camisetas que llevaba el Barcelona?”, le preguntó el pequeño a su padre. “Azul y rojo”, le contestaba. “¿Y quién era el mejor?”“Se llama Kubala.”Ni ideapodía tenerelpequeñoJohan, queporaquel entonces solo tenía seis años, que menos de 20 años después llegaría ajugar de azulgrana. Fue una de esas cosas que ocurren antes de que realmente ocurran. “Hola,papá.Encasatodovabien.Mamátrabaja mucho... Perosaldremosadelante" Es lo que elpequeñoJohan siempre decía cuando pasabaenbicicle­ ta por delante del cementerio Oosterbegraafplaats, donde está ente­ rrado su padre, muy cerca del campo del Ajax y del barrio Betondorp, donde vivía. Y así, según ha confesado algunas veces, ha estado toda su vida hablando con su padre, pidiéndole consejos, dejándose guiar. La muerte de Hermán Manus Cruyffmarcó mucho al pequeñoJopie, pese aque sumadre, PetronellaAfe/Draaijer, encontró pronto el apoyo y el amor del tío Henk, un padrastro que para Cruyffsiempre ha sido como un segundo padre,auténtico y honesto.Henk, que además había sido muy amigo de Manus y erautillero en el Ajax,guió aJohan y asu hermano porlos difíciles años de adolescenciay estuvo hastasu muer­ te, en los años noventa, con la madre de los chavales. El fallecimiento del padre, sin embargo, complicó bastante la situación de la familia. Manus no ganaba mucho con su frutería, tuvo que compartir incluso su camioneta con dos tenderos más, y en 1959, de repente, la madre se quedó sola, con la tienda y con dos chavales adolescentes, que, poco tiempo más tarde, hallaron una buena válvula de escape en el fútbol. 10
  • 13. Escuchando a Cruyff “Mimadresiemprehaestadopara nosotros,siempre hemostenidounacasa” Petronella BernardaDraaijernació el21 de agosto de 1917 y falleció en el2008, alos 90 años. Se casó con Hermán Cruyffel 18 de diciembre de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando Holanda estaba ocupada por los nazis. Su hijo mayor, Henny, nació el 11 de diciembre de 1944 en lo que se conoce como el “invierno de la hambruna”: los alemanes, que ya veían que empezaban a perder la guerra, bloquearon durante seis semanas todo el transporte al oeste de Holanda, ahí donde se hallan las grandes ciudades y la mayor parte de la población. En un invierno ademásmuyduro,empezaronaescasearlos alimentosyelcom­ bustible para calentarlas casasy más de 20.000 holandeses murieron de hambre y de frío. La familia Cruyffhabía tenido que cerrar su frutería en elbarrioDeJordaan,porfaltade materiaprima,yManus se dedicaba a ayudar a la resistencia, ocupándose de transportes ilegales de carne. Como recompensa, le regalaron después de la guerrauna nueva frutería en Betondorp, el pequeño y modesto barrio a la sombra del campo del Ajax,donde nació el segundohijo,Johan,el25 de abrilde 1947. Cuando Manus falleció 12 años más tarde, la madre, Nel, debía compaginar la fruteríacon sutrabajo en lalavanderíadel estadio delAjax.“Ella se que­ daba sola”,recuerda Cruyff,“y,encima, con dos chavales que no eran de los más fáciles. Pero siempre estuvo paranosotros; nunca nos falló.” “Unniñodebetenerunajuventudbuena.Losque hacencosasprohibidasconniños,aesoshayque eliminarlos.En eso,soymuyextremo” Cruyff adora a los niños. Tiene seis nietos ya y las jornadas de su Fundación en las que juega al fútbol con chavales discapacitados le llenan de felicidad, igual que cuando abre alguno de sus campos de 11
  • 14. Edwin Winkels fútbol,losJohan CruyffCourts, en barrios deprimidos, como elpasado verano en un peligroso suburbio deJohannesburgo. Odia leer noticias sobre abusos a menores, sobre maltrato, secuestros. La cita es textual: hay que “eliminar a esa gentuza”, dice. “A un niño no le puedes hacer esas cosas, lajuventud es la época más importante de lavida, en la que se forma la persona.”Y entonces empieza Cruyffa explicar sus objeti­ vos de la Fundación. En los últimos años, es elprecio que hay que pagar para una entrevista o una conversación con Cruyff, escucharle al me­ nos media hora hablar con entusiasmo de su fundación, cuyas oficinas se encuentran a solo una manzana de su casa en Bonanova. También todos los actos en los que solicitan su presencia—análisis en televisión o periódicos, alguna inauguración o conferencia...— hay que remune­ rárselos, no en su cuenta personal, sino en la de la Fundación. Además de aportarciertasventajas fiscales,Johan Cruyffyano necesitatodo ese dinero que le sigue llegando de medio mundo.Todo por la fundación, insiste. “Intentamos ayudar a niños que sin nosotros no tendrían las mismas posibilidades en la vida. Lo queremos hacer lo mejor posible. Para eso tenemos unos grandes especialistas; yo solo me ocupo de la parte exterior: doy la cara, mi nombre, mi fama.”Le encanta, además, trabajarcon ex deportistas —de hecho, lo son casi todos los empleados de su fundación— y educarlos através de su universidad,ofrecerles una posibilidad en la duravida real después de acabar su carreradeportiva. “Noscasamosmuyjóvenes,yo con21 añosy Danny con19.Yaúnseguimosjuntos.Peroesoesmásmérito deellaquemío" Admirable la mujer de un futbolista famoso que a lo largo de más de 40 años logra pasar casi desapercibida, no estar prácticamen­ te nunca en el primer plano. Solo en los primeros años de noviazgo y matrimonio, Danny Coster se dejaba fotografiar con su marido y, 12
  • 15. Escuchando a Cruyff después, con sus hijos. Era cuando los medios de comunicación aún no les atosigaban tanto. La pareja holandesa accedió a dejarse hacer reportajes en la Rambla para la Revista Barcelonista, viajando expre­ samente desde su hotel de vacaciones en Mallorca. Ella, muy guapa y rubia,impactaba en el gris panorama franquistay llegó incluso ahacer publicidad parauna marca de pinturas. “Que sigamosjuntos es mérito de ella”,insiste Cruyff. “Para convivir con un hombre que siempre está de viaje y que siempre está rodeado de gente, hay que tener una capa­ cidad de aguante muy grande. Además, con tres hijos, y unas cuantas mudanzas por el mundo...”Es sabido que Danny siempre ha ejercido una gran influencia sobre su marido, que en casa siempre ha sido ella la que manday Caries Rexach incluso la acusabade haberle cerrado la puerta de su casa para siempre, que si hubiera sido solo porJohan aún seguirían siendo amigos. Con el tiempo, Danny iba alejándose totalmente del primer plano y se contagió de una alergia crónica hacia los periodistas, de los que, con el tiempo, solo ha aceptado a unos pocos en su casa, todos más amigos que periodistas, como el catalán Joan Patsy y los holandeses Frits Barend y Jaap de Groot. Han sido los pocos, pero importantes confidentes de Cruyffpara influir, asu manera, un poco en la opinión pública a través de medios poderosos como TV3, el diario holandés De Telegraafy la revista VoetbalInternational. En los últimos años delaeraLaportaen el Bar£a,la señoraCruyffse sentaba amenudo al lado de su marido en el Camp Nou para admirar los partidos del equipo de Guardiola, pero discreta y distante como siempre. El mismo objetivo, quedar alejadas de las páginas de los pe­ riódicos y de las cámaras de televisión, lo han logrado siempre sus dos hijas, Chantal y Susila. Los fines de semana, en la pequeña playa de Sant Sebastiá de Sitges, sobre todo cuando habían venido los abuelos Coster de Holanda, aquel grupo casi anónimo apellidado Cruyffpa­ recía una familia cualquierajugando con los hijos y nietos en el agua tibia del Mediterráneo. 13
  • 16. “«¿JohanJordi?»mepreguntaelfuncionario. «Sí», digo, «JohanJordi».Esperabaquemefelicitara,pero nada. «JordiesJorge, asíquesuhijosellamaJorge», medice. «Jordinoexiste»" Pero, claro,Johan Cruyffno se rindió. Acababa de regresar de Ho­ landa, donde Danny había dado a luz a su tercer hijo, que, igual que sus dos hermanas mayores —Chantal y Susila—, nació por cesárea en un hospital de Amsterdam, el 9 de febrero de 1974; Danny aún no se fiaba mucho de los hospitales en Barcelona. Ya había inscrito a su primer y deseado hijo varón en el registro civil en Amsterdam, con esos dos nombres,Johan Jordi, y cumplió con su obligación de pre­ sentarse también en el registro de Barcelona. La elección del nombre Jordi no fue un acto de fe catalanista, ni nada por el estilo. “Llevaba apenas cinco meses en Barcelona, no sabía casi nada de la lucha por la independencia. Solo nos gustó el nombre”, recordaría después en una inmensa biografía de 500 páginas de gran tamaño que se publicó en Holanda con ocasión de su sexagésimo aniversario. El problema es que al funcionario del aparato municipal franquista ese nombre no le gustó nada. El hombre insistía: —El nombre deJordi no existe aquí. Cruyffya empezaba a enfadarse. —A ver, se llamaJordi, ¿no voy a saber yo cómo hemos llamado a nuestro hijo? El funcionario, en aprietos ante la estrella azulgrana, le ofrecía una solución salomónica: —Si no le quiere llamarJorge, puede ponerle el nombre de George, eso sí existe. Cruyff acabó saliendo a gritos del despacho, enseñando la docu­ mentación holandesa: —Mire, señor, aquí lo pont,Jordi. Se llamaJordi,porque asu padre y a su madre les gustaba el nombre deJordi y por eso le han llamado Jordi. Y si usted no lo inscribe comoJohanJordi,yo mevoy acasa. Pero que sepa usted que yo he venido aquí a inscribir a mi hijo. Edwin Winkcls 14
  • 17. Escuchando aCruyff Cuatro días después de que la familia Cruyffregresara a Barcelona se disputaba el partido contra el RealMadrid, en el Bernabéu. El his­ tórico 0-5, la obra magna de Cruyffen su época azulgrana comojuga­ dor. Precisamente parapoder disputar ese partido se había planificado bien el nacimiento de Jordi, con una maniobra algo maquiavélica de Rinus Michels, el entrenador azulgrana.Johan lo recordaba, en 1975, en un célebrey breve libro dedicado a Cruyff, llamado Boem:“Michels me preguntaba: «Yaque el niño vendrá por cesárea, ¿se podría escoger un día a principio de la semana?» Era para que yo pudiese regresar a tiempo de Holanda y jugar el domingo después contra el Madrid. Nosjugábamos mucho, así que no me importaba. «¿Ysi lo hacemos el sábado 9?», le pregunté, porque aquel fin de semana no había partido. Rinus esbozó su típica sonrisa, tan amplia, sin que yo entendiera bien el porqué. Resulta que el 9 de febrero era también el cumpleaños de Michels...” “Mifamilia vieneenprimerlugar;entodasmis decisiones* Frase de 1969 de un joven Cruyffque solo un año antes se había casado con Danny. Frase premonitoria también, porque se sospecha que algunas de las decisiones cruciales en la carrera del futbolista se tomaron con el beneplácito de Danny; por ejemplo, parece ser que la esposa jugó un papel importante en una sonada ausencia de Cruyff en el panorama mundial, en el Campeonato del Mundo de 1978, en Argentina, donde Holanda repetiría el puesto de finalista de Ale­ mania 74, para caer de nuevo ante los anfitriones. Aún coleaba en la mente de algunas esposas el escándalo con mujeres desnudas que habían acompañado a los jugadores holandeses en la piscina de su hotel tras acceder a la final del Mundial de Alemania y que hizo esta­ llar ala celosa Danny en cólera. Corre el rumor por Holanda, incluso más de 36 años después, que al regresar de AlemaniaJohan tuvo que 15
  • 18. Edwin Winkels jurar a Danny que nunca más se marcharía para un torneo cinco o seis semanas de casa. Holanda se clasificó de forma brillante para el Mundial de Argentina, con participación de Cruyffen casi todos los partidos, pero, logrado el pase a Suramérica, dijo que no viajaría. No dio apenas razones. Un programa de televisión reunió el apoyo de los espectadores para convencerle de no fallar a los oranje, pero ni el amable y respetado seleccionador Emst Happel lo logró, ni siquiera prometiéndole que solo tendría que venir después de la primera ron­ da, en la que esperaban rivales como Irán, Perú y Escocia. En vano. Cruyffanunció suretirada definitiva de la selección, después de haber disputado desde su debut, 11 años antes, solo 47 partidos, en los que marcó 33 goles. Más de 30 años después, en una entrevista en Catalunya Radio, Cruyff reveló uno de los argumentos para no viajar a Argentina: un atraco a su casa, un intento de secuestro el 19 de septiembre de 1977, cuando un estibador del puerto de Rotterdam, Carlos G., un barcelo­ nés de 46 años emigrado aHolanda, se desplazó en su coche aPedral- bes, después de haber comprado en Francia un rifle de calibre 22 con cañones recortados, y sepresentó en el tercer piso del número 64 de la Calle de Caballeros, como se llamaba la calle entonces. Danny abrió la puerta y el hombre dijo que tenía un paquete paraJohan, que tenía que entregárselo personalmente. Según una de las crónicas de sucesos de aquellos días, “el indivi­ duo encañonó aljugador, le obligó a sentarse en una silla y allí le ató. Fue en ese momento en que el individuo se hallaba amordazando al jugador cuando, en un descuido, Danny se hizo con el arma y salió corriendo a la escalera a la vez que gritaba en busca de socorro. Los vecinos, de esta forma alertados,y dado que Danny Cruyffno soltó el arma en ningún momento, pese a ser perseguida, el desconocido fue reducido por los vecinos”. Otra versión decía que fue Cruyffquien engañó un poco al atra­ cador, al pedirle que le soltara ligeramente las cuerdas, ya que lo ha­ bían operado recientemente y le dolía mucho. Mientras el hombre accedía, Danny huyó escaleras hacia abajo y fue Carlos quien, en la persecución, perdió el arma. El rifle fue recogido por el propio Cruyff, 16
  • 19. Escuchando a Cruyff que había logrado librarse de las cuerdas y que encañonó al atracador, diciéndole: “¿Qué se siente ahora, apuntado por un arma?” Durante las semanas siguientes, la policía asignó a los Cruyffvigilancia espe­ cial, pero Danny ya habría hecho una petición desesperada aJohan: “No vayas a Argentina; no quiero estar aquí sola con los niños tanto tiempo.” “ParaJordifue másduroquepara mí;élestabacon losotrosjugadoresy debíaescucharavecesqueyo era uncabrón” No le toques ala familia. Es sagrada. Los Cruyffsiempre han for­ mado un clan muy unido, ahora incluso todos tienen sus casas y tra­ bajo en menos de un kilómetro cuadrado de distancia en Barcelona. Solo Susila, la menos conocida de los tres hijos de Johan y Danny, se ha desmarcado durante décadas un poco de la familia, buscando su propia vida en Gijón. Claro que los niños no estaban muy de acuerdo cuando su padre decidió en 1988 aceptar la oferta de dirigir al Bar5a. Eran adolescentes, iban al instituto en Amsterdam, tenían ahí a sus amigos y algún noviete. Pero Johan no les iba a dejar atrás, todos tu­ vieron que venir con los padres a Barcelona. Ahora, 22 años después, siguen ahí, su vida es en Catalunya, aunqueJordi aún ha estado dan­ do tumbos por Europa para agotar sus últimos años de futbolista, de Donetsk (Ucrania) a La Valetta (Malta), pero siempre para regresar después asu casa, en Barcelona. Por supuesto que al futbolistaJohan le debió ilusionar que su tercer hijo fuese varón. Padres futbolistas quieren ir con sus hijos futbolistas los sábados o domingos por la mañana, desde que tienen poca edad, alos campos de fútbol para verles realizar sus pinitos en este deporte. Es el fútbol más puro, menos contaminado, aunque ya a esa edad hay padres que sueñan que su hijo será el gran crack del futuro. 17
  • 20. Edwin Winkels No fue fácil la vida futbolística de Jordi Cruyff. No tenía el mis­ mo talento que su padre, pero sabía que su apellido inconfundible, casi único en el mundo, le perseguiría siempre y podría pesar como una losa sobre sus hombros. Jugaba en el Barga B cuando Johan le ascendió, en el verano de 1994, al primer equipo, con solo 20 años. Se había marchado Laudrup, Romário había regresado como un divo intratable del Mundial que Brasil acababa de ganar. Delante todavía estaban Stoichkov, Txiki y el recién llegado Hagi. Jordi ya debutó en la pretemporada, ante el Brondby; luego, en un encuentro de la Copa Catalana, y en la primerajornada de liga, en Gijón, ante el Spórting, disputa sus primeros 20 minutos oficiales. Lleva el dorsal 14, pero de nombre solo poneJordi. Será su nombre futbolístico, nada de Cruyff, que de ése solo había uno. No teníaJordi, por supuesto, el mismo ta­ lento que su padre. Pero el problema era sobre todo otro: “Está claro, al cien por cien, que para mí solo ha sido un inconveniente ser hijo del entrenador”, diríaJordi después, cuando ya se había marchado al Manchester United, donde la fragilidad de una rodillale impidió con­ seguir un lugar fijo. “Sialquienutiliza aJordiparaenfrentarseamíque seprepare,porqueentoncesiréconpistolas,ya quelos cuchillosnoseránsuficientes* La muestra más clara de los problemas paraJordi de ser hijo de quien es se produjo en mayo de 1996, poco antes de irse con la selec­ ción holandesa a la Eurocopa en Inglaterra. Acababan de despedir a su padre y quedaba el partido en casa ante el Celta de Vigo, el día después. Jordi, enfadadísimo y triste, molesto además con Charly Rexach por no ser solidario con Cruyffy coger el mando, se negó a entrenar. Charly llamó aJohan a casa y le dijo que su hijo no había asistido al entrenamiento, pero que era profesional y que debía en­ 18
  • 21. Escuchando aCruyff trenarse. “Ese problema ya no es problema mío”,le contesto el ya ex entrenador. Al final, entre los tres llegaron aun pacto: Jordi síjuga­ ría el partido, pero lo haría hacer desde el primer minuto, y Charly lo cambiaría poco antes del final, como un homenaje a su padre. Jordi le reprochaba a Rexach su actitud: “Le dije que no entendía cómo es que seguía ahí, cuando en sus opiniones sobre Núñez había sido siempre aún más extremo que mi padre.” En el partido, Jordi ayudó a remontar el 2-0 que llevaba el Celta de ventaja; el Bar9a ya ganaba por 3-2 y poco antes del final abandonó el terreno de juego, antes incluso que Rexach hiciera sacar el letrero del cambio. El Camp Nou se puso en pie y el enfado hacia Josep Lluís Núñez, silbado y vilipendiado en la hora y media previa, estalló con un grito unánime de “Cruyff, Cruyff, Cruyff”.Jordi ya nojugaría nunca más para el Bar9 a. “Haréalgoenrelacionespúblicas.Noseguiré enelfútboldeningunamanera. Yonosirvode entrenador” Era el año del magistral aunque doloroso Mundial para Holanda, 1974; Cruyffacababa de cumplir27 años, aún le quedaban años deju­ gador, pero, preguntado por el futuro, tenía una cosa clara: no seguiría ligado a ese mundo que tanto le había dado y, al revés, al que él había dado aún más. Pero fueron palabras de un hombre joven, sin aún ni idea de que él, sin fútbol, no podría vivir. Además, si había un juga­ dor que sobre el campo y en el vestuario ya ejercía de entrenador, ése eraJohan Cruyff. Buscó incluso conflictos con entrenadores porque él sabía mejor que ellos lo que había que hacer. Hay dos momentos his­ tóricos que lo reflejan: primero, su batalla contra Hennes Weisweiler en el Bar9a, el técnico alemán, muy alemán, que no quiso hacerle caso auna estrella que le habíapedido nojugar solo en la punta del ataque. 19
  • 22. Edwin Winkels Resultado: el club acabó despidiendo a un frustrado Weisweiler. El segundo episodio tuvo lugar en 1980, cuando a su regreso de Estados Unidos Cruyff estaba sin club y entrenaba con el primer equipo del Ajax para mantenerse un poco en forma. Como sabía tanto de fútbol y tuvo mucha influencia en los jugadores, que le admiraban, la di­ rectiva le nombró asesor técnico. A finales de noviembre, el Ajax iba perdiendo un partido en casa ante el Twente por 1-3 cuando Cruyff, que se encontraba en la gradajunto aDannyy unjovencísimo y rubio Jordi, decidió bajar al campo en medio del partido. Una cámara de televisión lo registró a la perfección: abrió la puerta de la valla que daba al césped, se sentó a lado del entrenador, Leo Beenhakker, que, visiblemente molesto, vio cómo Cruyfftomaba las riendas, empezaba a dar instrucciones, gritaba a los jugadores y gesticulaba sin parar. El Ajax acabó ganando por 5-3. Aquel día,Johan Cruyfffue más entrenador que nunca, talvez fue su debut oficial, aunque tardaría aún cinco años en serlo de verdad. Tras dejar el fútbol en 1984, regresó al año siguiente al club de su juventud para ayudar al Ajax en lo que fuera. Así, bajó al campo de entrenamiento del Ajax e iba dando instrucciones y lecciones a los jugadores, pasando casi sin darse cuenta de serjugador a ser técnico. Pero, como no tenía el título oficial de entrenador, se inventó el de director técnico, un puesto que en aquella época no se conocía en el fútbol. La Federación Holandesa de Fútbol, sin embargo, lo consi­ deró entrenador y tuvo un problema: sin diploma o título, Cruyffno podría ejercer como tal. Fue en 1987 cuando la federación decidió regalarle el título por sus méritos para el fútbol holandés, sin tener que pasar por el obligado cursillo. Solo una persona se opuso, el di­ rector de asuntos técnicos de la federación, nada menos que el propio Rinus Michels, que quiso impedir que su antiguo pupilo, el jugador que había sido determinante en sus éxitos como entrenador, fuese entrenador de esa manera. Celosfue una de las explicaciones, los mis­ mos celos por los que Michels impidió tres años después que Cruyff fuese seleccionador de Holanda durante el Mundial de Italia. Nadie entendió la actitud de Michels —Mister Mármol, en Barcelona; El General, en Holanda—, el inventor del fútbol total en medio mundo. 20
  • 23. Escuchando aCruyff Michels falleció en el 2005 sin haber explicado nunca por qué intentó ponerle obstáculos al que había sido su hijo predilecto, el hijo que él nunca había tenido. “En mitrabajohaymuchatensiónquedebes compensar. Sueleserconalcoholocigarrillos. Como solotomozumos,puesfumo” Pequeña mentira,porque aCruyfftambién le gustaba algunacopita de vino, una caña de cerveza o un cubata, aunque siempre con mode­ ración. El otro vicio, el de fumar, sí que lo llevaba hasta los extremos. Famosa es alguna foto del vestuario del Ajax, después de un partido, cuando el vaho del sudor y de las duchas calientes se mezcla con el humo de un cigarrillo. En los años setenta protagonizó una campaña de publicidad de tabaco bajo en nicotina de Roxy Dual bajo el lema “fiima con sensatez”. Cruyff, todavía futbolista, ofrecía un mensaje claro: “A mucha gente le gusta seguir fumando un pitillo. Yo soy uno de ellos. Pero, si fumas, hayque hacerlo con sensatez. Así que yo fumo cigarrillos bajos en alquitrán y nicotina. Y como el sabor también es importante, elijo Roxy Dual. Porque, de todos los cigarrillos bajos en alquitrán y nicotina, Roxy Dual es el que más me gusta.” Cruyff al menos no posaba como futbolista, sino vestido con una camisa y una americana de cuadros, con un paquete de color dorado en la mano derecha y un pitillo en los dedos de la izquierda. La campaña causó un gran revuelo, sobre todo en el mundo de la sanidad y entre los an­ titabaquistas. ¿Cómo un deportista como Cruyff, un ídolo para toda Holanda, podía dar tan mal ejemplo? La explicación de Johan: “Ya que fumo, pues es mejor fumar tabaco que tiene la mitad de nicotina. Nadie me puede reprochar eso, ¿no?”Fue en una época, eso sí, en que había mucha menos conciencia que ahora sobre los efectos nocivos del tabaco. 21
  • 24. Edwin Winkels *Todoloquetomamosesmalo:sal,azúcartabaco. Perohayquehacercosasquetegustan;sino,te destrozaspsíquicamente* Aun así, Cruyffnuncaha sido un hombre de excesos en el consumo de nada. Pese aser de Amsterdam —el reino de los coffeeshops— y ser joven en la época más hippy, con una Holanda ultralibertaria a finales de los años sesenta—años de sexo,drogasy rock&roll—,aCruyffno se le vio nunca fumando marihuana, por ejemplo. Para eso, seguramente, el fútbol era demasiado importante para él. Ni era ni es un hombre de juergas nocturnas. Al lado de Danny, la auténtica jefa dentro de casa —también porqueJohan estaba muchísimo de viaje, sobre todo en su época dejugador del Bar£a—, siempre ha sido un marido muy casero, leyendo libros, rellenando crucigramas y viendo en el teletexto de su televisor todo tipo de resultados deportivos. A parte de lo que pasó en la piscina del hotel de la concentración holandesajusto antes de la fi­ nal del Mundial en Alemania 74, con sekt(un vino espumoso alemán) y mujeres desnudas, a Cruyffno se le ha podido relacionar nunca con ningún otro escándalo. Es un hombre moderado, amante de la vida mediterránea, pero también reacio aperder su identidad y ciertas cos­ tumbres holandesas. Le siguen gustando los típicos platos holandeses, con patatas hervidas, verdura y carne hecha en mantequilla. Cocinar, él no cocina; ni sabe, aexcepción de unos huevos fritos con beicon que según sus amigos son insuperables. ¿Vicios?: ser mal perdedor, tram­ poso en eljuego y, hasta los 43 años, fumador empedernido. “Fumarnomedamolestias. Creoque,simecausara problemas,lodejaríaenseguida” Lo dijo en 1971, 20 años antes de tener que dejar el tabaco. Ya había ganado una Copa de Europa con el Ajax y el escritor Godfried 22
  • 25. Escuchando a Cruyff Bomans, con la ingenuidad de un total ignorante del fútbol, le pre­ guntaba sobre sus vicios. —Veo, para mi asombro, que fumas. ¿Eso no es malo para ti? —Bueno, no sé si es bueno, claro. Pero no me da molestias. Creo que, si algún día me causara problemas, lo dejaría enseguida. —¿Cuánto fumas en un día? —Bueno, unos 10 al día. —¿Ybebes? —Beber, lo hago, tal como me dice el médico, por el bien de mi riego sanguíneo. Una copita al día. “SiDioshubiesequerido,yoya noestaríaaquí.Aquel díapasábamosporcasualidaddelantedeunhospital. Elmédicomedijo:«Sihubierasrespiradotresveces másyhabríasmuerto»* La edad de 44 años siempre fue una obsesión para Henny yJohan Cruyff. El primero, dos años mayor que su hermano, la alcanzó antes, por supuesto. “Alcanzar los 44 años” es, en casa de los Cruyff, una expresión más apropiada que “cumplir los 44 años”.Ambos pensaban que no llegarían nunca aesa edad, o que sería su punto final. Alberga­ ban cierto fatalismo en sus mentes, ya estaban pensando qué sería de sus esposas y de sus hijos si ellos, de golpe, ya no estuviesen. Fue alos 44 años cuando murió Manus, el padre de ambos, fulminado por un ataque al corazón. El martes 26 de febrero de 1991,Johan aún tiene 43 años, le faltan dos meses para los 44. El y Danny acaban de comprar su casa nueva en Bonanova, cerca de la clínicaTeknon. Dejarán atrás la casa pareada donde han vivido los últimos tres años, en el Passeig deis TiHers de Pedralbes, para instalarse en una blanca torre de ensueño. Además, de paso venden su casa holandesa en Vinkeveen, donde ya apenas pa­ 23
  • 26. Edwin Winkels san tiempo. Acaban de firmar el contrato de arras cuando deciden echar un nuevo vistazo a su adquisición, pero alavueltaJohan se sien­ te indispuesto. No es la primera vez, sufre sobre todo dolores de estó­ mago. Tiene hora eljueves de esa semana con Caries Bestit, el médico del Barga que ejerce también en la clínica Asepeyo. Pero Danny decide no esperarmás yle lleva ese mismo martes alaclínica, donde los médicos se asustan al ver al entrenador, de golpe, convertido en paciente: tiene todos los síntomas de acabar de sufrir un infarto y lo trasladan ense­ guida, de urgencias, a la clínica SantJordi, donde deciden operarle al día siguiente y colocarle un doble bypass. Cruyff sufre una dolencia congénitay sele ha obstruido una arteriacoronaria.“Cualquiertipo de emoción o esfuerzo puede sermortal”,dicen los médicos, encabezados por el cardiólogo Oriol Bonnín, que se extraña de la entereza del pa­ ciente. Como cuando antes operaron aRonald Koeman del tendón de Aquiles y Cruyffquiso estar presente en el quirófano, ahora también quiere que le informen de todos los detalles de la operación. Si hubiera sido posible, ni le habrían anestesiado para que hubiese podido ver la operación en directo. Pero la intervención es muy complicada: durará tres horas y durante media hora los médicos le pararán el corazón para colocar los bypasses. Esos días, la Guerra del Golfo está en su punto álgido. Había co­ menzado el 16 de enero con la operación Desert Storm, una ofensi­ va aérea de los aliados contra las tropas de Irak, que habían ocupado Kuwait en el 2000. Y el domingo 24 de febrero se inicia la ofensiva que va a resultar decisiva: un ataque por tierra, la operación Desert Sabré. La noche del 26 de febrero, los tanques iraquíes huyen entre columnas de humo de la capital de Kuwait, donde las tropas francesas entran al día siguiente. Se acaba la Guerra del Golfo. Ese 26 y 27 de febrero, sin embargo, Barcelona solo está pendiente de la Operación Cruyff.Y no solo Barcelona. La televisión israelí, después de informar de los últimos pormenores de la guerra, da la noticia del ingreso hos­ pitalario de Cruyff. En el TelenotíciesdeTV3 lo hacen al revés: “Se ha liberado a Kuwait”, arranca el presentador, “pero primero damos paso a nuestra unidad móvil ante la clínica Sant Jordi. «Joan, ¿cómo está 24
  • 27. Escuchando a Cruyff Johan?»”El reportero contesta que no está del todo claro, que parece que ha sufrido un infarto, pero que está consciente en la UCI. Confusión en las redacciones de los periódicos catalanes de infor­ mación general, donde se origina un debate. ¿Con qué abrir? ¿Cuál será el gran titular de portada? —¿No peligra su vida? —preguntan los directores a sus jefes de deportes. —No, parece que no. —O sea que, morir, no morirá... —No, creo que no. —Pues, Kuwait entonces. Y una foto grande deJohan. ¿Hay fotos de su llegada? Claro que no. Ni de Johan en la UCI, por supuesto. Solo fotos de decenas de equipos de televisión, fotógrafos y periodistas ante las puertas de la clínica. No hay comunicado ni rueda de prensa de los médicos. En El Periódico de Catalunya, además, el jefe de fotografía llega con una foto espectacular: soldados iraquíes se rinden ante el fotógrafo que el diario ha enviado ala guerra. Cruyff sobrevive finalmente a su guerra personal, ésa que él, de antemano, había dado por perdida. Pero, ahora, la medicina está mas avanzada que en 1959, cuando falleció su padre. “Serás más sano que antes de la operación”, le dice su médico. Dos semanas más tarde, el Flaco es más flaco que nunca. Le acaban de dar el alta, la sala de con­ ferencias de la clínica es un caos, con cámaras y fotógrafos peleándose por el mejor sitio, por una foto del técnico. Después de la conferencia de prensa, que dura más del doble de los 15 minutos previstos, Cruyff se retira a su habitación en la primera planta para recoger sus cosas. Tranquilamente sentado en el borde de la cama, ya comienza a bro­ mear: “Ya nunca os pediré un pitillo”, dice. “A partir de ahora, llevad encima sobre todo chicles.”Con la familia desaparece por una puerta trasera, evitando las cámaras de la salida principal. No será hasta el 10 de abril que volverá a los banquillos, en semifinales de la Recopa ante laJuventus, que el Barijagana por3-1. Un mes más tarde,el 13 de mayo, el Dream Team consigue la primera de sus cuatro ligas. 25
  • 28. Edwin Winkels “Esdiferentecuandoalguientedice:«Yodeti no fumaría», quecuandounmédicotedice:«Sidejasde fumar estaremossiemprepara ti;pero,sisigues,aquí novuelvasmás»” Más claros no podían serlos médicos. Si siguiese fumando, Cruyff pondría de nuevo en peligro su salud, su corazón, su vida. El captó el mensaje y fue drástico. Desde que salió del quirófano,ya no tocójamás ningún cigarrillo. “Ni lo he echado de menos, en ningún momento”, explica. “Fue un cambio drástico, enorme, pasar del tabaco alos chupa chups, pero ésta es la manera más fácil de decidir dejar de fumar. Si recibes un aviso de tal calibre, no le haces caso omiso. Creo, de verdad, que hay algo que nos dirige en nuestras vidas, algo superior. Que me pasara eso no pudo ser casualidad.” Y, de protagonizar un anuncio de una marca de cigarrillos, pasó a colaborar con un espotllamativo contra el tabaco, de la Conselleria de Salut de la Generalitat. Aguanta en el aire, con sus prodigiosos pies, con las rodillas, los hombros y la cabeza, un paquete de tabaco. Mien­ tras, suena su inconfundible voz. “SoyJohan Cruyff. En mi vida, he tenido dos grandes vicios, fumar yjugar al fútbol. El fútbol me lo ha dado todo en mi vida, en cambio, fumar casi me lo quita.”Y así, de defensor de un cigarrillo light, pasó aserunjinete en su cruzada contra el tabaco, aunque según él cada uno debe hacer lo que le parezca. No condena aotros porfumar, aunque ahora, como atantos no fumadores y ex fumadores, le pueda molestar. “Si estás en un bar donde la gente fuma, tu ropa luego huele mal. Pero eso me parece bien, prohibirlo en bares y restaurantes, aunque lo mejor sería que, si en un pueblo hay dos bares, prohibir el tabaco en uno y permitirlo en el otro. Así, la gente puede elegir.” 26
  • 29. Escuchando a Cruyff “Delas100personasquemevenían aver;99 queríanalgodemí. Casinadiemequeríadaralgo" El ganador tiene muchos amigos. Cruyff también lo descubrió: cuando era el futbolista más famoso del mundo, le salieron amigos por debajo de cualquier piedra en cualquier calle de cualquier ciudad del mundo. Pero él casi siempre desconfiaba, y sigue haciéndolo. Si alguien quiere hacer algo con él, por ejemplo sacar un libro o hacerle una foto para una portada en una revista, Cruyff cree que es porque quiere ganar dinero a costa de él, gracias a su fama. Siempre ha sido desconfiado con este tema y son pocos los verdaderos amigos que ha dejado entrar en suvida; y aveces fue Danny la que les cerró la puerta de su casa, porque ella desconfiaba aún más. Cruyff, de hecho, tiene solo un gran amigo del alma, Rolf Groo- tenboer, que nació en el mismo barrio, que vivía en su juventud a 20 metros de la casa deJohan, que estaba también todos los días en el Ajax. Aun ahora, sesenta años después, Grootenboer viaja a menudo a Barcelona para pasar unos días con la familia Cruyff. Asistió, por ejemplo, en segunda fila, el día que el FC Barcelona le entregó a su amigoJohan el título de presidente de honor de la entidad. Grooten­ boer es también uno de los amigos holandeses que cada año celebra la Navidad en casa de los Cruyff. El día después, San Esteban,les toca el turno alos amigos catalanes y españoles. La comida, preparada por cocineros de un restaurante, siempre es muy generosa. Es lo queJohan quiere devolver, entre otras cosas, a sus amigos de verdad, los que no vinieron en su día a pedirle algo, un favor, un poco de dinero, sino que ofrecieron su amistad a cambio de nada, amistades que, en muchos casos, se originaron de casualidad. Amistades que, por cierto, no son eternas en todos los ca­ sos, sino que se rompen cuando Cruyffcree que ha sido víctima de un engaño. Que se lo pregunten a Charly Rexach. 27
  • 30. Edwin Winkels Tienesquesaberloquenosabeshacer” Parece difícil que eso lo diga Cruyff, el hombre que parece saberlo todo, o saberlo mejor que los demás. Siempre. Pero eso de dedicarse ahacer lo que uno sabe lo aprendió abase de palos, algunos muy gor­ dos. Pronunció esta cita hace poco, cuando fue investido presidente de honor del Barga, ante una sala llena de invitados. Soltó uno de sus discursos, muy suyos, saltando de un tema a otro, y admitió sentirse extraño en un puesto de presidente, aunque fuese solo de honor. Por­ que él, decía,lo que mejor sabíahacer en estavida erajugar alfútbol, y cuando estabaganandoya mucho dinero, en filas del Bargaen los años setenta, dejó que su agente, Michel Basilevitch, invirtiera casi todo su dinero en una granja de cerdos (entre otras algunas inversiones inve­ rosímiles) a través de la sociedad Grupeco de la que el futbolista era accionista mayoritario. Dinero que voló y que obligó a Cruyffaseguir jugando al fútbol más años de lo que esperaba, y de saldar además una deuda con Hacienda de 33 millones de pesetas. De ser eljugador mejor pagado del mundo, el holandés se quedó sin nada, nulo, niente, y de ahí esa gran lección de la vida: hay que saber lo que uno hace. Y lo suyo siempre ha sido el fútbol, aunque al final lo del dinero no le ha ido nada mal. *"Nuncamiroatrás,nunca” Bueno, mirar atrás alguna vez sí que mira, para aprender, por ejemplo. Además, esta frase la dijo en 1982, cuando seguramente no le gustaba nada mirar hacia atrás, hacia ese fracaso económico que le sobrevino en 1979, hacia su forzoso regreso a los terrenos de juego parapodervolver aganar algún dinerillo y no despedirse del fútbol en bancarrota. Además, ¿qué otra cosa podría hacer para tener ingresos? Había regresado asuAjax de siempre, cuando pocos dabanyaun duro por él, por su físico, pero ahí, a los 35 años, volvió a triunfar como 28
  • 31. Escuchando a Cruyff antes, siendo flaco como siempre. Disfrutaba del presente, sin mirar atrás. Nunca le ha gustado mirar atrás. Muchísimos han sido los ofre­ cimientos de escribir y publicar su autobiografía, su única y auténtica historia personal. “No quiero”,ha sido siempre la respuesta de Cruyff, “porque en una autobiografía hay que explicarlo absolutamente todo, sin tapujos, para ser sincero contigo mismo y con los lectores. Y eso, yo no lo quiero.”No quiere, porque guarda algunos cuantos secretos que se llevará a la tumba, el día que sea. No quiere una autobiografía porque le obliga a mirar atrás. Le da bastante igual que otros lo ha­ gan, que la escriban; cuando cumplió 60 años, en 2007, en Holanda salieron hasta media docena de libros dedicados al fenómeno Cruyff. Accedía a otorgar entrevistas a algunos de los autores, pero con la mayoría prefería no tener nada que ver. Esos libros ni le interesan ni los quiere leer. “Tocaacualquierpuerta” Como muchos otros, no era Cruyff un futbolista aficionado a la literatura, ni a los libros en general. Los dejó después de acabar los estudios y no los volvió acoger hasta décadas más tarde, para pasar el rato con novelas de espionaje o detectives, siempre y cuando no esté ocupado con un crucigrama. Pero al Cruyffjoven los entrevistadores siempre le preguntaban cuál era el libro que se estaba leyendo, o cuál era el último que había leído. Y siempre contestaba lo mismo, según recordaba el autor Nico Scheepmaker en Cruyff,JohannesHendrik,fe­ nómeno, la obra más aplaudida quejamás se haya escrito sobre Cruyff, publicada ya en 1972. “'Toca a cualquierpuerta”, decía Johan, refirién­ dose auna novela de 1947 (su año de nacimiento), del autor afroame­ ricano Willard Motley, Knock onAny Door, que en 1949 y en 1960 fue llevada al cine. Una historia sobre un joven inmigrante italiano en EEUU que pasa al crimen por culpa de la pobreza. “Pero, si eso lo contestaste hace un año también”,le decía una popular entrevistadora 29
  • 32. Edwin Winkels en televisión cuando Cruyffvolvió a sacar el mismo título ala misma pregunta. “Es que me gustaba tanto que lo estoy leyendo por segunda vez.”Mentira, por supuesto, pero no conocía otro título. “Megustatrabajar,perosoloeltrabajoquemegusta” Le encanta eso, aunque parece que lo hace casi sin querer: utilizar palabras, repetirlas y darles la vuelta en una misma frase.Y en solo 10 palabras deja sentenciado lo que quiere decir. Más claro,imposible. Ha habido tres épocas distintas en suvida en las que hacíay hace lo que le gusta. Primero, ser futbolista, el sueño de siempre, el trabajo que le ha hecho famoso, rico, reconocido de por vida. Di Stefano, Pelé, Cruyff, Maradona... Hasta la irrupción de Messi, este cuarteto de los mejores de la historia, los que marcaron una época, era inamovible. Después, llegaría el Cruyff entrenador. Una ocupación con más tensión, más política, con más responsabilidad. Podía disfrutar,pero nunca le acabó de convencer del todo. Una estrella quiere tener todo en su mano, pero en el banquillo Cruyff dependía, finalmente, de sus futbolistas, de los goles, de los errores. Sin embargo,volvió amarcar una época: su Dream Team permanecerá en la memoria. Su filosofía sigue siendo la biblia del Barga,pero cuando en 1996, tras ocho años de vértigo,Joan Gaspart le vino a despedir en nombre de Josep Lluís Núñez, Cruyff ya lo tenía claro: no regresaría nunca más a un banquillo. Y si tuviera alguna duda, ahí estaba su mujer,Danny,paraimpedírselo.A punto de cumplir su marido los 50 años, ella quería a un hombre sano y alegre en casa, sin estrés. Y ahí empezó la tercera época, que aún perdura, y de la que Cruyffestá disfrutando más de lo que tal vez se hubiera imaginado. Está entregado a su fundación, a su universidad,viaja por el mundo, opina del fútbol, juega al golf, se pasa un mes en invierno en las islas Mauricio, se relaja en verano en su casa de El Montanyá, en las laderas del Montseny, y gana tanto o más dinero que cuando entrenaba al Barga. 30
  • 33. “Elhumoreselentrenadorpara elpartidodelavida* Escuchando a Cruyff En realidad, no es una cita propia de Cruyff. La tenía colgada, en un pequeño azulejo decorativo, en su impresionante casa de Vinke- veen, allá por 1971, allí donde, entre los bellos lagos cerca de Ams­ terdam, su mujer, Danny, se encontraba algo incómoda porque todos los domingos los domingueros acudían para poder ver a Cruyff en persona. Error, porque justo los domingos siempre tenía partido, a las dos y media de la tarde, horario habitual en la liga holandesa. El azulejo se lo había regalado alguien, aunque Cruyffno recordaba muy bien quién. Pero en realidad, ese humor, o el sentido del humor, nunca le ha acompañado mucho. Sabe reírse, incluso de sí mismo, pero no es bromista. “Enlavidaprivadapuedessersimpático.En el deporte,no” Pues igualmente es por eso que, ni en sus incontables conferencias de prensa, ni en sus actos públicos, ni en sus entrevistas en televisión, Cruyff se haya prodigado en demostrar un gran sentido del humor. Siempre ha sido un hombre bastante relajado, pero serio en el traba­ jo, duro en las exigencias. Impecable con sus jugadores, sobre todo. “Cruyffda miedo”, dijo un joven Pep Guardiola. Otros lo confirma­ rían. Ya sea comojugador o como entrenador, para el holandés el fút­ bol era una cosa muy seria. Poca broma. 31
  • 34. Edwin Winkels “La verdadnuncaesexactamentecomopiensasque sería* Palabras mayores ya, con las queJohan Cruyff, futbolista, alcanzó un lugar en el templo de los mayores profetas y filósofos de la his­ toria. La lucha por la verdad. Lo que es la verdad o lo que debemos aceptar como verdad comenzó a discutirse ya en época de griegos y romanos. Cicerón decía: “Así es el pueblo:juzga poco según laverdad, sino más según la inspiración del momento.”O Confucio: “No es la verdad lo que hace grande al hombre, sino el hombre lo que hace grande a la verdad.”Mahatma Gandhi lo tenía claro: “La verdad no está en los libros. Habita en el corazón de las personas y se la debe buscar ahí.”Seguía Gandhi, en este aspecto, la filosofía de Buda: “No aceptes lo que escuches de segunda mano, no aceptes la tradición, no aceptes una sentencia solo porque aparece en un libro, ni porque coincide con tu propia convicción, ni porque lo diga el profesor. Sé tu propia luz.” Podría ser Cruyff casi budista sin saberlo. Él nunca sacó sus verdades de los libros. De algunos profesores, sí, sobre todo de los que le guiaron en sus primeros años en el fútbol: sus entrena­ dores, desdeJanyvan der Veen en losjuveniles del Ajax hasta sus dos primeros entrenadores como profesional, Vic Buckingham y Rinus Michels. Pero, al final, siempre ha prevalecido la verdad del propio Johan. Su verdad. “EnelCampNouteníamosunacapilla.Noveíayo la utilidad.Losdosequiposrezabanantesdelpartido, perosolounopodíaganar” Betondorp, que traducido literalmente significapueblo dehormigón, era un barrio de las afueras de Amsterdam construido en los años 20 con hormigón, entonces un material de construcción muy moderno. 32
  • 35. Escuchando aCruyff Ahí había cinco colegios y aunque la escuela laica era la más cercana a su casa, los padres enviaron aJohan, igual que a su hermano mayor, Henny, ala Escuela de la Biblia, un colegio protestante. No es que sus padres, nacidos en el barrio obrero deJordaan, fuesen muy religiosos; todo lo contrario. En Betondorp,lapoblación estaba muydividida. La mitad eramuy creyente: iba amisa los domingos y luego, según la más severaversión del protestantismo, no podía realizar ninguna actividad lúdica o laboral en todo el día. La familia Cruyff, sin embargo, se encontraba en la otra mitad, entre los pecadores, aquellos que los domingos acudían al campo del Ajax, que estaba justo al otro lado de la carretera Middenweg y que atraía como un imán a los chavales y los hombres de Betondorp. “No sépor qué me enviaron aesa escuela,pero no me importaba”,recorda­ ría,Johan, después. “Si recibes educación religiosa, con las canciones de Navidad, algo siempre te queda. Nosotros apuntamos a nuestros tres hijos en Vinkeveen a una escuela católica; lo veía yo como parte de su desarrollo. Luego ya serían ellos quienes decidirían qué harían con lo que habían aprendido ahí. Yo no voy nunca a la iglesia, pero sí pienso en la religión. Creo que, cuando cometo errores muy graves en mi vida, alguien me avisa.” Y, como nuncava ala iglesia, Cruyfftampoco se ha sentado arezar nunca en la capilla del Camp Nou, pese a que la tradición ha dicta­ do durante muchos años que un párroco reuniera a la plantilla en la capilla para bendecir la temporada que estaba a punto de comenzar. Cruyffpasa de eso. Y tiene otra cita muy parecida a la de arriba para expresar sus dudas sobre el tema religioso: “No creo. En España los 22jugadores se santiguan antes de comenzar el partido. Si eso ayuda­ ra,los partidos acabarían siempre en empate.” 33
  • 36. Edwin Winkels “No creoporque nosoycreyente. Sícreoquehay algoporallí,peroporesosolocreoenloquecreoque hayporallí” Bueno, es más o menos lo que Cruyffacaba de decir en el comen­ tario anterior, pero esta vez con su estilo inconfundible, sobre todo si sus comentarios no se extraen de algúnlibro o una entrevistatranscrita al papel de un periódico, sino cuando se le transcribe textualmente lo que dice en directo, en televisión por ejemplo. Pero en quien Cruyff cree sobre todo es en sí mismo, que es lo más lógico de un tipo al que susjugadores le llamaban Dios y que en la prensa fue bautizado como el Profeta del Gol. En Holanda, además, creen que en Catalunya se le conoce como El Salvador, un apodo que seguramente algún perio­ dista holandés se inventó en los años setenta, cuando Cruyffrescatóal Barga. Además, como vive en la zona alta de Barcelona, en la ladera delTibidabo, los periodistas holandeses aveces se refieren aél como a un Mahoma que habita en su montaña y solo baja de ella si realmente le interesa. “Altpadre medijoundía:«Nuncatefíesdelosquese sientenenlaprimerafilaenlaiglesia;sonmejoreslos delaúltima»” Siempre ha lamentado,Johan Cruyff, que su padre, Manus, nunca le vierajugar en elprimerequipo delAjax,el club delavidade Manus, ahí donde se podía pasar las pocas horas libres que le permitía su tien­ da de frutasy verduras. Fue Manus el hombre más orgulloso del mun­ do cuando logró apuntar a sus dos hijos en el club,que solo aceptaba a chavales de cierto nivel futbolístico. Normalmente, siempre había que hacer una prueba de acceso, disputar un partidillo amistoso, pero los 34
  • 37. Escuchando a Cruyff ojeadores del Ajax ya habían visto tocar al pequeñoJopie tantas veces el balón, que estaban convencidos de que podría aportar algo al club. A mediados de los años sesenta, cuando acababa de debutar, Cruyff recordaba en una entrevista el triste episodio de la muerte de su padre a los 44 años. “Quería vender la frutería y montarse un estanco de tabaco porque estaba cansado de cargar siempre con cajas tan pesadas. Yo solo tenía 12 años y estaba en una fiesta del colegio. El maestro me llamó y me dijo que tenía que irme acasa, que algo había pasado, pero no sabía qué. Cuando llegué, delante de nuestra tienda había una am­ bulancia. «Papá se ha puesto malito», me dijo mi madre. Mi hermano yyo tuvimos que irnos a dormir acasa de los vecinos. Ahí nos entera­ mos de que nuestro padre había muerto. Hubiese sido maravilloso si pudiera habervivido todo esto con nosotros, aunque estoyconvencido de que desde algún sitio me está viendo.” “HayunDios:nopuedeshacercosasmalasalagente sinsercastigado” Las contradicciones forman parte de lavida, del pensamiento y del vocabulario de Cruyff. Debe de ser difícil, también, dar entrevistas desde hace casi 50 años sin caer en paradojas, equivocaciones y con­ tradicciones. Además, la gente evoluciona; Cruyff, también. Pero lo de la religión siempre lo ha tenido bastante claro: “Hay algo por ahí”, pero no cree en Dios. Solo lo saca de lachistera cuando está enfadado, cuando debe saldar cuentas con alguien, como aquel Samuel Jackson en Pulp Fiction, que antes de matar a sus víctimas recitaba un párrafo, adaptado libremente, de Ezequiel 25-17: “El camino del justo se ve asediado por todas partes por las iniquidades del egoísmo y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel que, en nombre de la cari­ dad y de la buena voluntad, pastorea a los débiles a través del valle de la oscuridad, pues él es el verdadero protector de su hermano, el que encuentra alos niños perdidos.Y yo actuaré con terribles venganzas y 35
  • 38. Edwin Winkels furiosos escarmientos contra aquellos que intenten envenenar y des­ truir a mis hermanos. Y sabréis que soy yo, Yahvé, cuando os aplique mi venganza.” O sea, algo así pronunció Johan Cruyffen 1988 des­ pués de que un conflicto con el presidente Ton Harmsen le obligó a marcharse del Ajax, donde había combinado los puestos de director técnico y entrenador. Cruyffquería más poder, exigía una directiva profesionalizada (en el Ajax decidía siempre una asamblea de socios) y acusaba a la direc­ tiva de pagar demasiado poco alas grandes estrellas, como Marco van Basten y Frank Rijkaard, que se acabarían marchando al Milán.Ante la insistencia de Cruyff, Harmsen dijo no saber nada de la promesa verbal que le habíahecho de renovar el contrato de Cruyff, que acaba­ ría en el verano de 1988. Tras unos días de tira y afloja, el 7 de enero de aquel año Cruyffse marchó, dejando atrás a una plantilla confusa y pidiendo el castigo divino a Harmsen. Pocos meses después, en el otoño de 1988, Harmsen abandonó también el club;unainvestigación de Hacienda destapó irregularidades en los fichajes de algunos juga­ dores y el expresidente fue condenado auna elevada multay aprisión provisional. Harmsen murió en 1998, sin que la directiva de entonces le dedicara algunas palabras de recuerdo. “¿Porquémedaslamano,Judas?” Nunca los testigos presenciales han querido revelar exactamente qué pasó aquella calurosa mañana en las oscuras entrañas del Camp Nou, donde apenas había ventanas ni entraba nunca la luz del día. Fue Joan Gaspart, vicepresidente del Barga, que bajaba con un tre­ mendo, casi insoportable peso de conciencia las escaleras ala zona de vestuarios. Él yJohan Cruyff eran amigos. O, al menos, se llevaban bien. Fue el único interlocutor de la directiva que el entrenador había aceptado desde su llegada en 1988. Con el presidente, Josep Lluís Núñez, nunca había habido sintonía, solo peleas verbales adistancia. 36
  • 39. Escuchando aCruyff Gaspart era diferente, según Cruyff, que acusaba a los directivos del fútbol de estar dirigiendo los clubes solo por intereses propios. En el hotelero Gaspart, sin embargo, pudo ver la auténtica pasión por el fútbol, un amor casi enfermizo por el Barga que le impedía, víctima de la angustia, presenciar en directo los momentos más tensos de la temporada. Eran las diez menos cinco de la mañana del 18 de mayo de 1996. —-Johan...—empezaba Gaspart, estrechando la mano. —¿Por qué me das la mano, Judas? Has venido para acabar con­ migo. Cruyff ya se lo olía, el día antes del encuentro en casa con el Celta de Vigo, el penúltimo partido de una temporada decepcionan­ te, llena de tensiones. Ya habían aparecido incluso portadas con su sucesor, Bobby Robson. Tres horas duraba finalmente la reunión en los vestuarios mientras quejugadores se entrenaban sin el técnico ho­ landés. Amenazas y reproches volaban de un lado a otro, igual que al­ gún taburete o silla desplegable. Fue el propio Gaspart quien, después, reveló otra frase, durísima, que le había lanzado Cruyffen el calor de la discusión, en el barrizal de la decepción más profunda. Una frase muy parecida ala que había dedicado a Harmsen en el Ajax: “Dios es justo y llegará un día que pagaréis por esto. De hecho, ya ha comen­ zado a castigaros.”Gaspart relataba que Cruyffse refería a una nieta de Núñez, fallecida recientemente. Le pidió que retirara sus palabras, que, si no lo hacía, no había más remedio que despedirlo inmediata­ mente. El propio Cruyff nunca ha querido dar su visión de aquella mañana, que concluyó cuando a las 12:48 Joan Gaspart leyó ante los medios de comunicación un breve comunicado: “El Fútbol Club Bar­ celona ha decidido prescindir de los servicios del señorJohan Cruyffa partir de hoy mismo.”Se acabaron, de mala manera, 2.936 días y 430 partidos oficiales, con 250 victorias, 97 empates y 83 derrotas. Y Dios se preguntaba qué había fallado. 37
  • 40. Edwin Winkels “SoloDiossabecuántotiempohemostenidoque esperaraestemomentofantástico” El 10 de marzo de 1999, cinco años antes de que el 11-M quedara relacionado para siempre con los terribles atentados en Madrid, Jo­ han Cruyffrecibió lo que no había podido recibir casi tres años antes, cuando le destituyeron el día anterior al del último partido de aquella temporada en el Camp Nou. Consiguieron, él y el Dream Team, el homenaje que se merecían, aunque en épocas convulsas, extrañas. El dúo Núñez-Van Gaal había borrado del mapa azulgrana, en los dos años anteriores, cualquierhuella de Cruyff, de su legado,y ahoraveían cómo el Camp Nou se llenaba en una noche increíblemente emotiva paradespedir sobre todo aCruyff, con tres años de retraso.“Gallina de piel”, titulaban los periódicos el día después. Una ovación larguísima, con casi 100.000 personas de pie, hizo que, tal vez por primera vez en su carrera, se viera tragar saliva a Cruyff, a ese holandés frío que nunca dio muestras de gran euforia ni de cualquier tipo de emoción. Había recibido un aplauso de los periodistas en su última conferencia de prensa, el día que le habían destituido, el 18 de mayo de 1996, y ahorale tocabala de los culés. Esa noche, no habíadivisión en aquellas gradas, no existía unalucha entre el nuñismo y el cruyffismo. No hubo referéndum, solo un sentido homenaje. Finalmente, cuando los aplausos desfallecían, Cruyff logró decir unas palabras. Las primeras, evocando a su Dios de siempre, aquél en el que no cree pero que le acompaña en los momentos más im­ portantes, y dirigiéndose indirectamente al palco presidencial: “Solo Dios sabe cuánto tiempo hemos tenido que esperar a este momento fantástico...”Aplausos. Después, dijo una de las suyas:“En nombre de los jugadores y en el mío, solo quiero deciros una cosa: disfrútate [jiV] y hasta después del partido.” Sus nietos, Jeshua y Gianluca, le entre­ garon un ramo de flores. Luego, en un vídeo que se proyectaba en las pantallas, recordaba a sus jugadores. Laudrup, “el artista”, según Cruyff, “el traidor”, según los culés, porque se había marchado alMadrid, pero esa noche recibió 38
  • 41. Escuchando a Cruyff tanto calor de la afición —no era momento de reproches— que casi rompió allorar. Fue, el danés, el más aclamado,junto a Stoichkov (“el más agresivo”,decíaJohan); Koeman (“el pase más fino”);Bakero (“un auténtico líder”);Txiki (“el más listo”); Romário, ausente (“el mejor de todos”); Amor (“nunca fallaba”) e incluso el famoso Romerito (“si le marca al Madrid, le hubiesen aclamado”), y, al final, la familia, ahí sí, con cierta amargura, ánimos de revancha: yerno Angoy (“fue crucifi­ cado”) e hijoJordi (“intentaron estropearle”).Y acabó con una prome­ sa: “Vuelve el Dream Team. Vuelve el espectáculo.” Y volvió el Dream Team, casi al completo. Jugaba aquella noche con el equipo titular formado por Zubizarreta, Juan Carlos, Koe­ man, Soler, Goikoetxea,Witschge, Bakero, Begiristain,Julio Salinas, Laudrup y Stoichkov. Enfrente, el Barga holandizado de Van Gaal: Hesp, Abelardo, Frank de Boer, Reiziger, Xavi, Sergi, Luis Enrique, Cocu, Figo, Kluiverty Rivaldo. Acabó el encuentro en 2-0, con goles de Kluivert y Giovanni, pero eso fue lo de menos. Como tampoco tuvo ninguna importancia que Louis van Gaal se refugiara rápida­ mente en el vestuario cuando el árbitro, Antonio Jesús López Nieto, pitó el final y comenzó la despedida definitiva, el adiós para siempre. ¿Para siempre? “¡Mierda, meheolvidadoelchicle!” Pocas supersticiones se le conocen a Cruyff, aunque cada jugador de fútbol tiene sus manías. El Cruyffjugador se imponíaun ritmo fijo, un ritual concreto antes de cada partido: cambiarse 15 minutos antes de salir al campo, un breve masaje tres minutos antes y no salir nunca del vestuario antes de que se haya ido todo el mundo. En el último momento, coger un chicle y metérselo en la boca. A la hora de sacar del centro, tarea de la que siempre se ocupaba Cruyff, primero escupía el chicle y le daba una patada. Si el chicle caía en el campo del rival, saldría un buen partido para el Ajax. Cuando se olvidó del chicle en 39
  • 42. Edwin Winkels un partido ante el Spartak Trnava, en 1969, sufrió una lesión. Y dos meses antes le había pasado lo mismo jugando la final de la Copa de Europa contra el AC Milán. Se había olvidado del chicle y el Ajax perdió por 4 a 1. Sí, reconocería Cruyff después, durante el partido había pensado algunas veces en el fallo del chicle, una omisión debida alos nervios dejugar su primera final europea, a los 22 años. “LagentedeBarcelona, loscatalanes,noseparecen ennadaalosespañoles. Separecen unpocoalosde Amsterdam,aunquetienenbastantemenossentido delhumor. SolosigananalMadridseríenmucho” Dos citas seguidas sobre el aterrizaje deljovenJohan en Barcelona. Estas son de 1974, tras poco menos de una temporada en el Barga, y con ellas intentaba explicar a los holandeses lo que había encontrado aquí. Pese a estar cerca, y pese a ser los holandeses muy viajeros, Es­ paña era aún un país algo exótico. Buena parte de la gente, sobre todo los intelectuales, se negaba avenir de vacaciones alas costas españolas para nofinanciarel régimen dictatorial de Franco. Ir a España erafeo, aunque la clase obrera hacía ya poco caso aesos impedimentos mora­ les. El propio Cruyffya había viajado, con Danny y algunos amigos, tres veces a España para pasar las vacaciones, antes de fichar por el Barga. Estuvieron en Malgrat de Mar, Lloret de Mary Mallorca, todo muydistinto,muyvirgen en comparación acomo son ahora.Y ahíJo­ han casi solo hacía una cosa:jugar al fútbol en la playa con sus amigos y con gente, también holandeses en su mayoría, que se iba sumando. Pero es distinto ir de vacaciones a un país que irse a vivir. El am­ biente es diferente, ya hay obligaciones, exige una mayor adaptación alas costumbres. Cruyfffue de los primeros holandeses famosos que se instalaban en Catalunya, aunque más de cuatro siglos antes le había precedido otro,llamado Adriaan Florenszoon Boeyens, nacido el 2 de 40
  • 43. Escuchando a Cruyff marzo de 1459 en Utrecht. Este sacerdote fue escogido a principios del siglo xvi por el emperador Maximiliano I para que educara a su nieto Carlos, hijo de Felipe el Hermoso yJuana de Castilla, más co­ nocida como Juana la Loca. El sacerdote holandés acompañó a Car­ los años después a España donde fue proclamado como rey Carlos I. Como recompensa,Adriaan Boeyens pudo instalarse enTortosa como arzobispo, aunque, en contra de su voluntad, también tuvo que ejer­ cer de gran inquisidor. El hombre acabó siendo, durante solo un año, el Papa Adriano VI en Roma, donde murió de manera misteriosa y sospechosa. Pero pese a ese precedente tan lejano en el tiempo, los holandeses conocían poco de Catalunya. Las famosas costas del Mediterráneo eran españolas y fue Cruyff quien en una entrevista intentó explicar que los catalanes —compartía vestuario con unos cuantos— no eran iguales que los españoles, sino que eran más serios, más trabajadores. “LagenteenEspañaesmásalegre, tienemenos malalechequeenHolanda. Sequejanmenos.Hay menossuicidios, menosproblemaspsíquicos.Menos criminalidad Ylasciudadessonmáslimpiasw Nunca se arrepintió la familia Cruyffde emigrar a Barcelona. Les gustaba la ciudad, pero también todo el país. Además, Barcelona ya no era solo catalana: acababa de terminar la gran inmigración desde Andalucía y Cruyff, aparentemente, se impregnaba de esa alegría an­ daluza que parecía reinar en las calles. Seguramente dijo sin conocimiento de causa aquello de los suici­ dios, pero estaba seguro de que el buen tiempo influía en el ánimo de la gente. Y eso de la criminalidad lo sigue manteniendo ahora: “Es la única ventaja de una dictadura, como aquella de Franco, que se come­ ten menos crímenes. Para nosotros, España era un país muy seguro.” 41
  • 44. Edwin Winkels Hasta los grises velaban por su seguridad ala hora de sacar de córner en un campo de fútbol: en una histórica foto del campo de Murcia, en un partido de 1974, se ve a Cruyffde pie, entre espectadores, y en primera fila cuatro serios policías. Los mismos grises que, por cierto, le sacaron unavez del campo cuando el árbitro le había expulsado y él se negaba aabandonarel terreno dejuego. Pero la marcha aCatalunya les fue bien a los Cruyffporque sobre todo Danny estaba cansada ya del acoso de la gente en Holanda; la fama de su marido ya no iba con ella. “Los domingos venía gente a nuestra casa, aver siveían aalguien através de las ventanas...”, explicaba ella. “¿Eran tontos? Los domin­ gos,Johanjugaba afútbol; nunca estaba.” “En ciertosentido, seguramentesoyinmortal” Lo dice en los dos sentidos,figuradoy literal.Literal,porque él cre­ yó, durante casi toda su vida, que iba a morir alos 43 ó 44 años, igual que su padre Manus. Una vez superada su crisis cardiaca,justo a esa edad,para Cruyffcada año ha sido un regalo de lavida,del destino.Ya son casi 20 años más, 20 años de regalo de la vida, 20 años en los que ha disfrutado más de lo que nunca había disfrutado antes. Se acabó la tensión diaria del fútbol, llegaron los nietos. Fallecían otros, su suegro, Cor Coster,y supropiamadre,Nel, alos 90 años. Buena edadya, nada quelamentar. Los hijos hanllegado todos abuen puerto,más o menos. Su fundación ha ayudado aya no se sabe cuántos niños construyendo campos de fútbol en barrios degradados o acogiendo en su universidad. ajóvenes ex deportistas para desarrollar su formación. Todo lo que tenía que hacer en la vida ya lo ha hecho, y aun así sigue vivo. Y lo seguirá, seguramente, porque apenas tiene problemas de salud. Inmortal en el sentido figurativo lo serápor su nombre. A la espera de que Leo Messi, aún demasiado joven para ser una leyenda, se una a su lista,Johan Cruyffya forma parte desde hace tiempo de un pe­ queño grupo legendario. Parala mayoría de aficionados en el mundo, 42
  • 45. Escuchando a Cruyff el grupito lo componen solo tres. Por orden cronológico: Pelé, Cruyff y Maradona. Los españoles siempre han querido añadir a Di Stéfano y a los franceses les gustaría incluir a Zidane, pero esos tres primeros fueron los que marcaron tres increíbles épocas del fútbol, tres décadas consecutivas, los años sesenta (Pelé), setenta (Cruyff) y ochenta (Ma­ radona). Son, además, nombres casi irrepetibles, ni en sus países de origen hay muchos más que lleven el mismo, como si, para ser estrella o un genio, uno no pudiese llamarse Da Silva, De Vries o García. 43
  • 47. Edwin Winkels Buscando opiniones de Johan Cruyff sobre el fútbol, el de antes y el de ahora, el de aquí y el de allí, el de los suyos y el de los otros, se pueden encontrar muchísimas más que las 39 aquí seleccionadas —y unas cuantas más en el capítulo sobre el Barga y el Ajax—, que, en su conjunto, forman una muestra bastante representativa de las ideas del Profeta del Gol. Táctica, técnica, cerebro, visión, educación, italianos, alemanes, holandeses, todo y todos pasan por la mente privilegiada, y a veces incomprensible, de un analista nato. Tiene una opinión sobre cualquier cosarelacionada con elfútbol, tiene sobre todo supropia opi­ nión sobre cómo se debe o se deberíajugar alfútbol, unjuego pensado para divertir a quienes lo practican y aquienes lo ven desde las gradas. No debería ser un pasatiempo de tanto sufrimiento, sino una manera de disfrutar, de olvidarun rato las otras preocupaciones. Es la cosa más importante de las cosas que no tienen importancia, aunque escuchando aveces aCruyffsepodríallegar apensar que es la cosa más importante que existe en el mundo. Para él, desde luego, es su vida, casi entera. Yaempezaba ahablary filosofar sobre el fútbol afinales de los años sesenta, recién cumplidos los 20. Una vez hubo salido de la calle, don­ de lo aprendió, una vez superado el obligatorio paso de las categorías infantiles, donde mejoró, Cruyffllegó pronto a la cima, una montaña muy elevada desde donde comenzaba a divisar el fútbol desde otra perspectiva, como si fuese un iluminado. Pero sus impresiones no las quería guardar para sí mismo, sino compartirlas con los mortales que no entendemos tanto del juego. Tal vez por eso el holandés se hizo entrenador, para hablar, pensar y reflexionar aún más de lo que ya lo hacía siendo jugador. Pocos otros sabios del balón han profundizado tanto en el juego como lo ha hecho Cruyff. Tal vez Marcelo Bielsa, Arrigo Sacchi y últimamente otro obsesionado: Pep Guardiola. Hom­ bres inteligentes, o listos, para quienes eljuego no se reduce solo aver rodarlapelota. Pero ninguno de ellos tiene tantas citasyahistóricas en su poder comoJohan Cruyff. 46
  • 48. Escuchando a Cruyff “Elfútbolessencillo;perolomásdifícilesjugarde manerasencillaalfútbol* Para él es fácil decirlo. Desde muy pequeño, el fútbol era sencillo paraJohan Cruyff. Vivía en Betondorp, el barrio ala sombra del esta­ dio De Meer, el histórico campo delAjax, donde observó los entrena­ mientos del primer equipo, admirando al delantero Henk Groot, uno de sus ídolos. Eljugaba en la calle, primero. Los domingos sus padres le obligaron a ponerse la ropa bonita: chaquetilla y a veces corbata. Aburrido, se sentaba en la calle, daba vueltas sin sentido, hasta que su padre, amante del fútbol, le permitía cambiarse. A los 12 años le ins­ cribieron,junto a su hermano mayor, Henny, en el Ajax, donde, igual que en la calle, siempre fue el más pequeño. Hay fotos de sus primeros años, de un viaje conjuveniles a Bielefeld, en Alemania, donde todos losjugadores parecen ya adultos excepto uno. De Kleine {elPeque), le llamaban todos sus amigos y compañeros. También su padre: “El Peque sabe hacer de todo con la pelota”, de­ cía Manus orgullosamente.Johan oJopie parecía desaparecer, con un abrigo demasiado grande, y sus piernas parecían cerillas al lado de los jamones impresionantes de algunos de sus compañeros. Pero, al ser siempre inferior físicamente, aprendió a jugar de manera sencilla, a pasar el balón rápido y bien, o asaltar atiempo paraevitarlas entradas de los rivales. Driblar fue la supervivencia para él, pero aún más lo fue mirar continuamente dónde estaban sus compañeros y por dónde le venían los rivales. Así crecía en Amsterdam un tesoro que el resto de Holanda no conocería hasta que el 15 de noviembre de 1964 “un gran talento”debutara en el primer equipo del Ajax en una salida a Gro- ningen, donde les esperaba el GVAV. El Ajax perdió por 3 a 1;Cruyff marcó el único gol, tras un rechace del portero rival. Al día siguiente, supresencia apenas merecía unalínea en las crónicas de los periódicos, que resaltaban sobre todo sujuventud. 47
  • 49. “Elfútbolsejuegaconelcerebro” Edwin Winkels Johan Cruyffes listo, más que inteligente. No eraun prodigio en el colegio, tambiénporque el céspedle atraíamás que el aula.Autodidac­ ta en muchas cosas, ayudado en lavidapor tíoHenk,su segundo padre, el que sería el nuevo compañero de vida de su madre, era el típico listillo que podía desesperar alos mayores.También en el Ajax, donde algunosjugadores treintañeros recibían instrucciones en el campo de un imberbe de 18. Cruyffmiraba, hablaba, dirigía, mientras el balón seguía cosido a uno de sus pies, daba igual si fuera el derecho o el izquierdo. Compartía la delantera con auténticos cracks de la época: Piet Keizer, con su zurda prodigiosa, seguramente el mejor extremo izquierdo de todos los tiempos en Holanda; Sjaak Swart, por la dere­ cha,y Henk Groot,junto a Cruyff, en la punta. Pronto le llamaron ya el estratega sobre el terreno: tenía una visión espectacular del juego, lo interpretaba antes que nadie. El cerebro, su cerebro, era solo fútbol. El mismo cerebro con el que, dos décadas después, revolucionaría el fútbol como entrenador. “La tácticadecideadóndeva unbalóny latécnica, cómollegaahí’* Tema la suerte de dominar casi a la perfección estos dos aspectos básicos del fútbol. Cruyff, ya comojugador, era un gran estratega, po­ día dibujarla táctica desde suposición adelantada en el terreno dejue­ go, dirigir desde el central hasta el extremo derecho.Y disponía de una técnica endiablada, preciosa, ágil. Dribló como solo uno había hecho algunavez en el fútbol holandés antes que él, un hombre altoy espiga­ do que, como futbolista,ha sido su primery único gran ejemplo, pese a que no le viojugar mucho. Faas Wilkes era el reydel dribling, asombraba en los años cincuenta con unas jugadas espectaculares que le llevaron como primer holandés 48
  • 50. Escuchando aCruyff a firmar un contrato en el extranjero, algo que le costó la expulsión de la selección, ya que el fútbol en Holanda era puramente amateur y estaba prohibido ganar dinero con el balón. Wilkes triunfó en el Inter de Milán y elTorino antes de ser el primer holandés también enjugar en la liga española. Maravilló en el Valencia, donde hubo que ampliar las gradas del Luis Casanova por la cantidad de gente que quería ver a aquelholandés errantequevivíaenunpiso enlaMalvarrosa,encimadel restaurante La Pepica, donde aún conservan en las paredes fotos suyas. Luego, igual que Cruyff,pasó una temporada en el Levante.Wilkes erade Rotterdam;Cruyff,deAmsterdam.Peroesarivalidadtradicional entre las mayores ciudades de Holanda no pudo restar punto alguno a la admiración que Cruyffprofesaba a quien, también por su carácter aventurero e indisciplinado, fue su gran predecesor. “Elfútbolconsistebásicamenteendoscosas.Primera: cuandotieneslapelota,debessercapazdepasarla correctamente. Segunda:cuandotelapasan,debes tenerlacapacidaddecontrolarla” Es una de las muchísimas teorías que Cruyffmencionaba y expli­ caba en sus diálogos con el escritor Sergi Pámies, y que en el 2002 llevaron a la publicación del libro Me gusta elfútbol. Uno de los po­ quísimos libros, por cierto, que han sido publicados en Catalunya y en España sobre el antiguo número 14. Mientras que en su país natal existen más de unaveintena de libros dedicados aCruyff—solo por su 60 cumpleaños se publicaron seis—, aquí el interés de explicar suvida y su filosofía ha sido mucho menor. En 1973, Josep María Casanovas, el posterior editor del diario Sport, fue pionero al escribir un libro sobre Cruyffnada más aterrizar éste en Barcelona, con información privilegiada y detallada sobre el fichaje y los primeros meses del holandés en el Barga. Pero aquel Una 49
  • 51. Edwin Winkels vidapor elBarga ha tenido poco seguimiento a lo largo de los años, y eso que Cruyff siempre ha sido un foco de interés, estuviera donde estuviera, hiciera lo que hiciera. En 1994 hizo escribir Misfutbolistas y yo y, más recientemente, su Megusta elfútbolfue una pequeña biblia con sus mandamientos particulares, muchos centrados en el balón, en el tipo dejuego que él siempre ha promovido. Esta cita refleja a la perfección a uno de los jugadores básicos en el sistema táctico que aplicó Cruyffsiempre, el cuatro, el hombre que recibía el balón y al mismo tiempo ya sabía qué hacer con él. “Sobre la posesión del balón se dicen muchas barbaridades”, explicaba Cruyff. “Tener el balón no significa tenerlo y punto. Hay que saber qué hacer con él.”Pep Guardiola fue su mejor versión del cuatro, eljugador que siempre sabía qué hacer con el balón. Una versión que, con el tiempo, se fue perfeccionando y avanzando un poco sobre el terreno dejuego, acabando en la magia de Xavi Hernández. “En unpartidosolohaytresminutos, repartidosen fragmentosdurantetodoelencuentro,enlosquetodo sedecide" Curioso que eso lo diga precisamente Cruyff. Es verdad que un gol, una falta, unajugada decisiva solo ocupa una ínfima parte de esos 90 minutos de un partido de fútbol, pero, como entrenador, el holan­ dés nunca se dedicó demasiado aaprovechar al máximo esos tres mi­ nutos que, según él, son decisivos. Porque parte de esos 180 segundos podrían serlas faltas o los córners, pero si algo aburría aCruyffen los entrenamientos eran los ensayos de lasjugadas de estrategia. Fue, en ese sentido, un técnico de la vieja guardia; amaba dema­ siado el juego colectivo, las largas jugadas de ataque y los prodigios individuales. A él le parecía un pecado probar fortuna con una falta ensayada. Esas eran cosas de los técnicos que él considera que vienen 50
  • 52. Escuchando a Cruyff de la escuela teórica, no de la práctica, como él; entrenadores que in­ cluso han estudiado en un INEF, pero que nunca alcanzaron la cima como futbolistas. Hombres más de pizarra que de la improvisación que tanto le ha gustado siempre a Cruyff. Aun así, su mayor logro como entrenador del Barga lo debe el holandés adosjugadas de falta. Primero, el milagroso gol salvador de Bakero en Kaiserslautern, que dio al equipo el pase agónico ala final de Wembley. Y segundo, allí, en el gran teatro del fútbol de Londres, aquel histórico 20 de mayo de 1992, en la prórroga, una falta decisi­ va, gloriosa, que sí tenía aspecto de haber sido ensayada, aunque de una manera muy light. Ronald Koeman, ¿quién, si no?, iba a chutar la falta, a más de 20 metros, pero antes Hristo Stoichkov le dio un pequeño toque al balón y José Mari Bakero lo paró, colocándolo en una posición idónea para que el holandés pudiera engañar y superar la barrera. Fueron no tres minutos, sino solo tres segundos en los que se decidió un encuentro que para el Barga significaría el fin de los la­ mentos históricos y de su eterno complejo de inferioridad. Por cierto, en las imágenesjusto después del gol, se ve a Cruyffsaltar por las va­ llas de publicidad. No para celebrarlo, qué va, porque Cruyffapenas celebraba victorias ni llorabalas derrotas; mientras Wembley se venía abajo, él solo pensó en acercarse al césped para ordenar un cambio. “La visión eslomásimportante. Conesodomino el90%delfútbol. Tocarunbalóneslomenos importante” El concepto visión puede incluir varias cosas en una. Cruyff, el Cruyffjugador, se refería alo que veía en el campo, a cómo se movían sus compañeros, a cómo les marcaban sus rivales, a dónde estaban los huecos, a dónde no había que meterse, a cómo se situaba el portero. O sea, la visión es mirar y, ala vez, entender eljuego. Y todo eso con el balón en los pies. 51
  • 53. Edwin Winkels “Elfútbolesunjuegodeerrores. Ganaelquemenos errorescomete* Una frasede 1989,aunque desde entonces Cruyfflaharepetidohas­ ta la saciedad. O con una pequeña variación: “Son los detalles los que deciden un partido.”Sería, en realidad, una opinión más apta para un técnico resultadista, centrado en provocar que sea el rival quien cometa los errores decisivos en lugar de apostarporlas propias cualidades,ven­ cer por mérito propio. Pero, curiosamente, en los años siguientes, los hechos darían la razón a este argumento de Cruyff: de las cuatro ligas seguidas que ganó el Dream Team, entre 1991 y 1994, tres fueron deci­ didas por errores garrafales del rival, aunque fuera adistancia. En 1992 y 1993 fue el Real Madrid, que, yendo líder, sucumbió a la presión en Tenerife y entregó el título con un punto de diferencia alos azulgranas. En 1994, el serbio Djukic tenía en sus botas el primer título en la historia del Deportivo de La Coruña cuando, en los últimos minu­ tos de una temporada vertiginosa, erró ante el Valencia un penalti. El Barga igualó a los gallegos en puntos y acabó primero. Por supuesto, ahí Cruyffno quiso hablar demasiado de los errores de los rivales. O les daba una vuelta de tuerca más: si el Madrid y el Depor cometieron esos fallos decisivos, fue por la presión que el Barga ejerció desde muy cerca. Como siempre, algo de razón tenía. Sin presión alguna, Djukic seguramente no hubiese fallado el penalti ni Paco Buyo, el portero del Madrid,y su honorable defensa con hombres como Sanchís y Chendo se hubiesen extraviado dos años seguidos por el Heliodoro Rodríguez. “Elmejormétodopara enseñaraunniñoajugara fútbolnoesprohibir,sinoorientar” El fútbol base siempre ha sido una de las obsesiones de Cruyff. Lle­ va años quejándose de su Ajax, de la mayoría de los clubes holandeses, 52
  • 54. Escuchando a Cruyff grandes en su época, aquellos que en 1970 (Feyenoord) y los tres años siguientes (Ajax) ganaron la Copa de Europa y dominaron el fútbol europeo. Holanda, aparte de la selección, ha desaparecido del primer plano futbolístico. “Porque han dejado morirse las canteras, ya no se trabajabien ahí”,ha insistido Cruyffunay otravez. Se quejaba de que los clubes comprabandemasiados extranjeros que impedían elpaso alos juveniles de la cantera. Y se quejaba de los métodos, del corsé en que se iba metiendo cada vez más a los chavales. “Antes”, dice Cruyff, “te divertías en el campo;cuanto másjoven,másjuguetón se es. Eso no hay que limitarlo, no hay que encorsetarlo en un dibujo táctico, sino que hay que estimular; que se busquen lavida. Ganar aún no es tan impor­ tante. Pero no me han hecho caso, y mira cómo va el fútbol holandés.” Fue Cruyffquien, asullegada al Barga en 1988, obligó aque todos los equipos inferiores, desde benjamines hasta el Barga Adétic, juga­ sen como el primer equipo; muchas veces con un 3-4-3. Fue el inicio de la doctrina azulgrana, la filosofía de Cruyffllevada al extremo, lite­ ralmente al extremo. Es lo que, además,tanto admiraen LionelMessi: que,pese ahaber crecido, pese aya no tener la edad de un alevín, sigue jugando como tal, como en la calle, pero con los aprendizajes de los valores del fútbol, del compañerismo, de la importancia del sacrificio y del equipo, valores que le han inculcado durante años en la Masia. Orientar, pero no prohibir. “CuandodepequeñoentrenabaenelAjax, cada jugadorteniasupropiobalón, consunombre. Elbalóneratuamiguito.Ahoraparecemástu rival comositequemaraenlospies” Otra vez, el balón, el mimo a la pelota. Cruyffhabía sido educado futbolísticamente de esta manera. Al fin y al cabo, es lo que más les gusta alos chavales cuandojuegan alfútbol, tener el balón, como en el patio del colegio, en elparque de la ciudad o en la plaza del barrio. Por 53
  • 55. Edwin Winkels eso, cuando era entrenador, todos los entrenamientos de Cruyffgira­ ban alrededor del balón; los rondos que montaba a susjugadores eran interminables.Ahíy así, en un espacio de apenas25 metros cuadrados, aprendían los principios básicos del decálogo de Cruyff, ponían en la práctica la tabla del Moisés del fútbol: desmarcarse y colocarse bien, dar un buen pase y controlar bien el balón ala hora de recibirlo. Sufi­ ciente, según él, para vencer en el terreno dejuego. Suficiente en esa época, cuando el físico importaba bastante menos que ahora, cuando el fútbol aún se encontraba en su época más conservadora a la hora de aplicar nuevos métodos e incorporar nuevas disciplinas, tanto en la preparación física como en el cuidado en general, con dietas concretas incluidas, de losjugadores. “Hacedosañosy medionolograballegaralaportería lanzando uncórner” Yaen enero de 1966 eljoven Cruyff, con solo 18 años, daba suspri­ meras entrevistas. Hablo con un periodista de HetParool, el gran dia­ rio local de Amsterdam, sobre sus progresiones en el terreno dejuego. Todo el mundo se sorprendía de las capacidades de aquel adolescente tan flaco, no muy alto, es decir, casi un peso pluma. Pero,Johan, contó que antes había sido peor, que a los 15 años no lograba meter el ba­ lón en el área pequeña cuando tiraba un córner. Sus entrenadores de la primera época,Jany van der Veen y Keith Spurgeon, le obligaron a hacer mucha gimnasia, ejercicios de fuerza, montarse a alguien a la espalda y flexionar las rodillas, por ejemplo. También le colocaban pesos en los pies, que tenía que levantar para aumentar la musculatura de sus delgadas piernas. Así que alos 18 años, decía, había ganado ya en fuerza para poder medirse con los defensas de la primera división holandesa y, ademas, en dos años había crecido unos 15 centímetros, hasta alcanzarlos 1,78 metros. Por tanto, tiene una estatura media, no es ni muy alto ni muy bajo. 54
  • 56. Escuchando a Cruyff “Debesserya másduroconlosmejorescuandosolo tienen 8ó10años.A ellossiemprehayqueecharlesla culpasialgofalla” Numerosos han sido los conflictos deJohan Cruyffcon sus mejores jugadores. No con las piezas menos imprescindibles, con un lateral, por ejemplo, sino con sus estrellas, con los hombres que deben llevar el peso del equipo, con los delanteros, pero también con los líderes, sean porteros, centrales o puntas. Marco van Basten, Frank Rijkaard, Dennis Bergkamp, Hristo Stoichkov, Ronald Koeman y Romário; todos han tenido sus peleas con el técnico. Si son los mejores, razona Cruyff, deben ser capaces de recibir los palos, de hacerse responsa­ bles de los fallos de todo el equipo. Y deben dar algo extra. Y, si no, Cruyffya les ayudaría a corregirlo, a aprender, aunque con métodos poco suaves. El mismo lo recordaba cuando hacía debutar a Bergkamp en el Ajax, a los 17 años. “Jugaba de extremo derecho, pero en el juvenil, antes de subirlo al primer equipo; primero le pusimos un mes de late­ ral, además con un extremo que nunca bajaba a defender. Así Dennis aprendía que, cuando sería extremo, debería cumplir también con su trabajo defensivo, obedecer.”Y otro tema, otro de los típicos trucos de Cruyff: “Dennis tenía una cara bonita y apenas remataba de cabeza. Le pusimos en punta, obligando a los extremos adar centros por arri­ ba; ahí, Dennis recibíaunos cuantos golpes que le ayudaron amadurar, a crecer, a endurecerse.”Aun así, también quería inspirar confianza a este tipo de jugadores: “Siempre les decía: eres mejor que todos los demás, solo hace faltajugar como tú sabes.” 55
  • 57. Edwin Winkels Elproblemaparaentenderlasenormestensiones mentalesdelosfutbolistasnacedelaextendida creenciadequesontodosidiotas" Es una de esas frases que han tomado vida propia por los foros de Internet, pero de las que es imposible ya hallar el origen, es decir, se ignora cuándo y por qué Cruyffla pronunció. Sin embargo, se le pue­ de atribuir fácilmente. Fue él quien comenzó a luchar, hace ya 40 años, para demostrar que los futbolistas no eran idiotas. Por idiotas les tomaban, según él, los directivos de los clubes, hombres, tal vez, con más estudios y conocimientos financieros que los jugadores a quienes les colaban unos contratos que beneficiaban mucho al club y apenas al futbolista. Cuando Cruyffcomenzo a presentarse en las reuniones y negociaciones con un representante —su suegro, Cor Coster—, hubo gente, tanto delAjax como de la federación holandesa, que quiso pro­ hibirle la entrada al mánager, una figura que desconocían. Poco a poco, viendo los buenos resultados y los contratos millo­ narios que Cruyffcomenzaba a firmar, incluidos los de publicidad o patrocinio, otros futbolistas iban buscando también representantes que defendieran sus intereses. A veces fue el propio Cruyff, en caso de la selección o después en el Barga, que se erigió en defensor de los intereses economicos de sus compañeros, negociando primas y otros asuntos.Y aunque carecía de estudios —ni siquiera acabó lo que ahora seríala ESO— siempre ha sido un tipo espabilado y listo, más que in­ teligente.Más listo,desde luego, que muchos directivos o empresarios, muchos de los cuales desconocían el mundo del fútboly las cantidades de dinero que empezaban amoverse en él. Ocurrió una vez, en 1991. Recuperado de su infarto, Johan dijo desde sucama en la clínica SantJordi, antela cámara de una televisión holandesa, que ya no pediría nunca un cigarrillo a nadie. “Traedme algún chicle ,bromeaba, cuando aún no había descubierto el dulcepa­ recido entre tener un cigarrillo en la boca y un chupa chups. El direc­ tor de una gran compañía de chicles en Holanda vio la entrevista por televisión y se le ocurrió escribirle una carta a Cruyff, preguntándole 56
  • 58. Escuchando a Cruyff si estaba interesado en protagonizar una campaña publicitaria. Cruyff pidió a un periodista holandés que llamara al empresario aquel, aver qué quería y qué ofrecía. —Buenos días, ¿está el señor director? —No, no se encuentra en su despacho. ¿Puedo dejarle un recado? —Sí, llamo de parte deJohan Cruyff. —Un momento, por favor, ahora se pone. Y el señor director se puso al teléfono, por supuesto, en su despa­ cho. Hablaron de las posibilidades. Cruyff, en realidad, ya lo tenía todo pensado. —El señor Cruyffestádispuesto arodarun anuncioyvenir dosve­ ces al año a Holanda adar una charla para sus empleados, con alguna otra actividad, si hiciera falta. —¿Ycuánto debería costar eso? —preguntaba el muy holandés di­ rector de los chicles. —Bueno, pues unos tantos millones de pesetas. —¿Y cuánto es eso? —Pues, 100 pesetas son dos florines. —O sea, debo pensar en tantos miles de florines. —No señor, le debe añadir dos ceros todavía. El director de los chicles nunca más volvió allamar. Debió de pen­ sar que aquel Cruyffestaba loco. Pero idiota, no. “Megustaríaquesediesenprimasporelbuenjuego, sinmirarelresultado9 No sorprende que esta frase haya salido de laboca deJohan Cruyff. Lo que llama la atención es la fecha de la cita, en 1967, cuando apenas tenía 20 años y llevaba su segunda temporada completa en el primer equipo delAjax. El conjunto de Amsterdam todavía no había alcanza­ do la fama que poco después le llegaría, aun perdiendo en Madrid por 4-1 ante el AC Milán, cuando disputó su primera final de la Copa de 57
  • 59. Edwin Winkels Europa en 1969. Eljoven artista Cruyffya sabía lo que más le gusta­ ba ala gente, ver fútbol espectacular,justo cuando había desapareci­ do el clásico dibujo táctico de los años cincuenta y sesenta con hasta cinco delanteros: el punta, dos interiores y dos extremos. A esa edad, Cruyffya era un nostálgico, aunque ala vez un revolucionario. Elfútbolestáhechoparaelpúblico.Loquemásle gustaalagenteesverjugaralataque;pues,ataca“ Lo dijo en 1986, cuando en sus primeros años de entrenador ma­ ravillaba con el Ajax, aunque el PSV le arrebató dos veces seguidos el campeonato holandés. A Cruyffapenas le dolía. Estaba orgulloso deljuego de su equipo. Ya aplico una filosofía a la que siempre se ha mantenido fiel, sin obsesionarse por los resultados. Una filosofía por la que el mundo del fútbol siempre puede estarle agradecido, aún más cuando en finales de la Champions o a lo largo de aburridas eurocopas y mundiales abundan los encuentros en que los equipos se dedican a impedir que el rival marque, finales en las que un equipo de calidad como el Inter puede conformarse con solo el 30% de la posesión del balón para hacerse con la victoria. Suerte también que Cruyffhaya tenido muchos aprendices aven­ tajados que luego se han convertido en fieles apóstoles de su teoría, unos con más suerte o convicción que otros. Aquel equipo del Ajax de 1987, el día que debutaba Bergkamp, estaba compuesto porMen- zo, Blind, Rijkaard, Spelbos, Silooy, Wouters, Mühren, Bosman, el propio Bergkamp, Van Basten y Van ’t Schip. Todos, absolutamente todos, son ahora entrenadores o quieren serlo. Y lo mismo ocurre con un buen puñado de aquel Barga del 92. Pero también ha tenido, finalmente, otros seguidores inesperados: hombres experimentados como Luis Aragonés y Vicente del Bosque, que han elevado la se­ lección española a niveles desconocidos en la historia gracias a la filosofía del Barga, de Cruyff. 58