La soberbia, la humildad y sus grados según Tomás de Aquino
1. El rol de soberbia y
la actitud humilde
Según Tomás de Aquino: “La soberbia es un deseo
desordenado de sobresalir , la elevación defectuosa del
apetito ", la felicidad que busca el soberbio siempre está en
manos del aplauso ajeno, por lo que tiene una base y un
soporte muy débil EN CAMBIO la humildad, según él,
limita el amor excesivo que el soberbio siente por sí mismo.
A continuación presentamos algunos puntos de la visión de
este filósofo frente a la Soberbia y la Humildad:
a)Jactancia e hipocresía: El primer grado de soberbia se
determina en función del objeto. Son soberbios aquellos
que se jactan de tener algo que no tienen y desean, o lo
tienen en una medida que no le es satisfactoria. La
jactancia es una expresión de la soberbia en función del
sentimiento interior que nace en el hombre cuando se jacta
de algo. Sin embargo, este grado de soberbia considerado
según el acto exterior se clasifica dentro de la vanagloria,
porque aquel que la padece pretende presumir frente a los
demás mediante la palabra. La jactancia es una alabanza
excesiva de algo que se dice tener y, en definitiva que se
cree “ser”. El soberbio resulta, entonces, presuntuoso al
mostrar orgullo por sus cualidades o acciones propias.
2. b) Desobediencia: Otro grado de soberbia se toma en
función de su causa, es decir, dependiendo de cómo el
hombre ha conseguido lo que desea. Según esta distinción,
Tomás de Aquino indica que el ser humano puede alcanzar
un objetivo a través de los propios méritos o mediante la
colaboración de una tercera persona, por ejemplo, a través
de un favor o una recomendación. Este pensador considera
que la desobediencia a un “superior” (1) [o el irrespeto a
quien nos brinda una mano. N del T] es una forma de
soberbia, ya sea en el ámbito profesional o en el personal,
como puede ser el caso, por ejemplo, de los hijos en
relación con sus padres. Por el contrario, “la obediencia es
signo de humildad y de humillación (2), ya que lo propio del
soberbio es seguir la propia voluntad: el soberbio busca la
altitud (3)”. De la misma forma que una sonrisa es un signo
de alegría, la genuflexión, por ejemplo, es un gesto propio
del hombre humilde de corazón: [“Aún siendo iguales en
Espíritu, me inclino ante el tuyo en reconocimiento de tu
divinidad, en señal de gratitud a aquello que me has
enseñado y como gesto amoroso, pues nada ganaré ni
perderé al hacerlo”. No está demás señalar que de la mano
de la obediencia y el respeto está también la capacidad de
perdonar; todas estas actitudes, si no son sustituidas por
máscaras de apariencia debido al miedo al dolor que pueda
causarnos el otro, están sustentadas en la humildad e
iluminadas por la comprensión: Se obedece cuando se
comprende la utilidad del “deber hacer” más allá de quien
haya creado el acuerdo o norma; y se perdona cuando se
acepta que el otro es falible de errar tanto como nosotros y
dicha acción, si bien es corregible, no tendría por qué
mancillar al Ser real que se esconde tras la máscara de un
ego. Ambas actitudes (obediencia y disposición al perdón),
son posibles, entonces, en la medida que perdemos el
temor a ser menos que el otro, esa falsa apariencia que
nos hace olvidar nuestra soberanía espiritual; su práctica
en este sentido resulta una forma más de liberación: “nada
puedo perder al obedecer a aquello que está dentro mío ni
al perdonar aquello que en mí mismo se encuentra
3. Tomás de Aquino siguiendo a Aristóteles define la humildad
como “una virtud moral: no es ni intelectual ni teológica”.
Indica de ella que no sólo consiste en los actos interiores
sino también en los exteriores. La humildad, igual que la
paciencia, es una virtud moral
La soberbia nos encierra en nuestra propia vanidad, nos
impide ver más allá de lo material
c) Infidelidad: También puede suceder que un bien exceda
la propia medida personal en cuanto al modo de poseerlo.
Esto sucede cuando una persona se queda para sí misma
un bien que debe compartir con los demás. A juicio de
Tomás de Aquino la soberbia no solo corrompe
directamente la virtud de la humildad, sino que también
acarrea infidelidad, puesto que el hombre no quiere
subordinarse a las normas de la fe. [Parece que desde la
visión religiosa se espera que un hombre que se plazca de
manera exagerada de un determinado “bien”, pierda el
verdadero valor de dicho bien y busque variedad en el
placer que le promueve; es posible que a esto se refiera a
él con la actitud infiel. Según nuestros análisis es muy
común que las personas en rol de soberbia, al estar
movidos mayormente por un deseo de superioridad, pasen
por alto la fidelidad y los acuerdos establecidos con los
demás, en aras de su propia satisfacción y necesidad de
control o dominio]
d) Presunción [Rol de Superioridad. Expresión de vanidad]:
El cuarto grado de soberbia se muestra cuando alguien
presume de sí mismo como si estuviera por encima de los
demás. Nuevamente, aquí se puede observar la relación
entre la envidia y la soberbia, ya que, en muchas ocasiones
el hecho de presumir es la base para que alguien pueda
4. envidiarnos. Tomás de Aquino al poner en relación
diferentes defectos fundamentales afirma que "la envidia, la
vanagloria y la ira no tienen el mismo objeto que la
soberbia: pero los objetos de éstas se ordenan al objeto de
la soberbia como a su fin; entonces, la envidia se entristece
del bien del prójimo, la vanagloria apetece el elogio, y la ira,
la venganza, y de este modo, tienen alguna excelencia". En
definitiva, estos tipos de defectos [emociones] están
claramente relacionados por su propia finalidad.
a) El amor: Honramos a aquéllos que amamos, y esa es
una forma de humildad que muestra consideración hacia
los demás: “la dignidad de la persona dirige a la
consideración de la humildad”, porque es aquello que nos
da verdadera nobleza interior. [Solo reconocemos la
5. dignidad del otro cuando en nosotros mismo hemos hallado
la nobleza (Amor propio equilibrado)]
b) El dolor: Tomás de Aquino considera que la humildad
puede nacer del sufrimiento del propio dolor, “no porque la
enfermedad cause la virtud, sino porque da ocasión a
alguna virtud como la humildad”. A su vez, también se
desarrollan en tales situaciones la paciencia y la caridad
que nacen de nuestra preocupación y amor al prójimo.
[Cuando ya se ha vivido el dolor ajeno como propio, existe
verdadera comprensión. El dolor personal que nos hizo
tomar conciencia alguna vez nos iguala espiritualmente al
resto de la humanidad]
c) El temor : La actitud reservada que un hombre adopta
ante el deseo de fama y honor también puede producir
humildad. Así sucede cuando el hombre desprecia por sí
mismo tal objetivo de gloria superior ante los demás:
“contra la inclinación a la soberbia existe el temor que
inclina a la humildad”. Por su parte, querer el honor [o
triunfo] del prójimo propiamente pertenece a la caridad, que
se opone a la envidia propia de aquel que se entristece
ante el bien ajeno.
d) La súplica: Por otra parte, pedir produce humildad en
tanto que evita la autosuficiencia; es, pues, “una eficaz
medicina contra la soberbia”. Cuando una persona pide
ayuda a los demás ejerce un verdadero acto de humildad.
6. [Es muy común observar que parte del aprendizaje que nos
ayuda a superar el tránsito entre el estado de orgullo y el
de valor/aceptación es el reconocimiento de que no somos
infalibles, de que siempre hay algo que aprender de otros y
algo que podemos necesitar alguna vez de los demás,
pues somos seres sociales y a nuestro nivel aun no
poseemos en nosotros mismos la perfecta totalidad del
universo.
Es importante que el sujeto sea capaz de identificar la
diferencia entre una humildad nacida de un equilibrado
sentido de justicia (que lleva a la prudencia) y una máscara
de humildad producto de un miedo de enfrentar y expresar
nuestro interior.
d) La súplica: Por otra parte, pedir produce humildad en
tanto que evita la autosuficiencia; es, pues, “una eficaz
medicina contra la soberbia”. Cuando una persona pide
ayuda a los demás ejerce un verdadero acto de humildad.
[Es muy común observar que parte del aprendizaje que nos
ayuda a superar el tránsito entre el estado de orgullo y el
de valor/aceptación es el reconocimiento de que no somos
infalibles, de que siempre hay algo que aprender de otros y
algo que podemos necesitar alguna vez de los demás,
pues somos seres sociales y a nuestro nivel aun no
poseemos en nosotros mismos la perfecta totalidad del
universo.
7. La humildad desde el punto de vista virtuoso, consiste en
aceptarnos con nuestras habilidades y nuestros defectos,
sin vanagloriarnos por ellos.
La humildad es la virtud que consiste en conocer las
propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a
tal conocimiento.
Miguel de Cervantes dice en el famoso Diálogo de los
Perros que "la humildad es la base y fundamento de todas
virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea. Opina así
el príncipe de los ingenios que la modestia y la discreción
mejora las demás virtudes y enriquece la personalidad.