(abr.2022) Los dones del Alma, o ‘virtudes’, para Pythagoras, él las llamaba ‘diosas aladas’, pudiendo ser de naturaleza yin o de naturaleza yang, con grandes cualidades que a cada uno de nosotros nos corresponde equilibrar para, desde nuestro centro, volar a las etéreas alturas de la luz perfecta del espíritu.
Textos, fotografía y producción original: Carlos Rangel
2. La torpe gaviota
solo desea volar
y conocer nuevos
e insospechados mundos;
con disciplina férrea
practica incansable
hasta encontrar
el equilibrio perfecto
transformando
sus plumas en luz.
3. Las diosas se incorporan
una a una
en aquel par de alas
tan disparatadas,
tan inexpertas
como las mías,
que intentan descubrir la magia
del vaivén de los opuestos.
4. Cada diosa me acaricia
con sus propias alas
enseñándome a oscilar las mías
entre la marina expansión
y la sonrosada introspección
para encontrar
ese punto de equilibrio
que solo en mí sería perfecto
sin confundir mi rasgo natural
con la energía sublime
de la diosa.
5. Nunca podré
ser realmente libre volando
atropelladamente a mi antojo
sin aprender a sentir tu alma,
evitando
dejarme seducir inocente
por la sensibilidad complaciente
que en mi mundo me absorbe
sin permitirme expandirme.
6. La diosa de la paz y la fortaleza
me invita a no confundir
mi amor por la melodía,
con un oculto
miedo a la disonancia,
me invita a atreverme
a derribar los obstáculos
que impiden la armonía,
en la continua aventura de color
que deriva
en la blancura perfecta.
7. Y así como la luna muestra
su permanente bello rostro
ignorando aposta
su lado oscuro,
con los humanos
sucede lo mismo
y caigo en la tentación
del hechizo.
8. Tal vez intento
compensar la balanza
buscando
arcanas imperfecciones,
cuando yo sé
que si hay belleza
es porque luz y sombra
se mezclan
y es gracias a las sombras
que bendigo la luz.
9. Cada día
he de invocar esa fusión
cuidando
que en ningún momento
permita daño alguno
a mí ni a nadie,
arrepintiendo sin demora
todo error
sin escatimar ni despilfarrar
perdón.
10. Carlos Rangel
Agosto de 2020
Añadiendo
humildemente a mi día
ese toque del color
que hoy me falta
para sonreír dichoso
en el sabio equilibrio
de las diosas,
sabiendo que sus alas
puedo hacerlas mías.