El preso pidió permiso al juez de vigilancia penitenciaria para pasar unos días fuera de la cárcel. El juez denegó su solicitud tras revisar su informe y el delito cometido. Otro preso también pidió permiso y el juez se lo concedió de inmediato. El primer preso se mostró molesto porque el segundo había matado a su madre mientras que él solo había robado unos radiocasetes. El juez explicó que el segundo preso ya no podía hacer nada más a su madre, mientras que el primero podría robarle incl
Beginners Guide to TikTok for Search - Rachel Pearson - We are Tilt __ Bright...
El preso, el juez y el permiso
1. El preso, el juez y el permiso
Los presos suelen pedir permisos al juez de Vigilancia Penitenciaria para pasar
unos días fuera de la cárcel; es casi su obligación, como para algunos intentar
fugarse, ya que es algo inherente al cargo, y otros evitarlo, otro tipo de cargo,
claro. Unas veces con razón y, otras, poniendo cualquier excusa a ver si cuela,
envían su solicitud al juzgado y esperan la respuesta. Pero en ocasiones,
cuando el juez visita el penal, son ellos mismos los de que palabra se lo piden.
Una vez, en una de esas visitas, un recluso pidió unos días libres. El juez, que
entonces en Galicia era Manuel González Nájera, miró el informe del centro
penitenciario, cómo se había comportado, el delito que había cometido… y tras
pensarlo un poco en medio de un silencio sepulcral se lo denegó. Otro levantó
la mano y también pidió un permiso.
Nuevamente el juez miró el tocho de papeles y sin más miramientos, al instante
se lo concedió. Entonces, al que no se lo había otorgado, levantó nuevamente
la mano y visiblemente molesto le dijo: «Señor juez, yo no entiendo esto».
«¿Qué no entiendes»?, le preguntó el magistrado, al que le gustaba tratar a los
presos de tú. «Ese hombre al que le ha dado el permiso mató a su madre, a su
madre, y a mí, que solamente robé unos radiocasetes, nada. No lo entiendo»,
explicó el recluso. «Pues es muy lógico», comentó el juez, para luego
continuar. «Es cierto que él mató a su madre, pero como madres solo hay una,
qué va a hacer, nada; pero tú, vamos, tú en cuanto salgas hasta me robas a mí
el radiocasete». Posiblemente lo entendió.